ESTUDIO DE LAS PRINCIPALES NARRATIVAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO EN ORDEN CRONOLÓGICA
Pr. Jackson Day
ISBN 978-1-64370-178-3
Í N D I C E
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NARRATIVA |
TEXTO |
ENLAZAR |
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Prefacio |
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Introducción |
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Agradecimientos |
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Presentación |
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Cronología del Antiguo Testamento |
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Gráfico: |
La Integración de los Libros del Antiguo Testamento en Orden Cronológica |
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Gráfico: |
Cronología del Antiguo Testamento |
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Gráfico: |
El Pentateuco o Libros de la Ley |
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Gráfico: |
Génesis |
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1 |
La Creación |
Gn 1:1 — 2:25 |
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2 |
El Pecado |
Gn 3:1-24 |
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3 |
La Degeneración de los Pecadores |
Gn 4:1 — 6:13 |
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4 |
El Diluvio |
Gn 6:13 — 9:29 |
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5 |
La Ardid de la Torre de Babel |
Gn 11:1-32 |
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Mapa |
El Mundo en la Época de Abraham |
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6 |
Abraham: Las Pruebas de un Hombre de Fe |
Gn 12 — 25 |
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7 |
Jacob: Buscando las Bendiciones Divinas a través de la Astucia Humana |
Gn 25:24 — 37:1 |
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8 |
José: Victoria sobre Situaciones Adversas |
Gn 37, 39-50 |
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Gráfico: |
Éxodo |
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Gráfico: |
Moisés |
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9 |
Moisés: Escogido, Protegido, Enviado |
Ex 1:1 — 4:26 |
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10 |
Moisés: Libertando los Esclavos |
Ex 4:27 — 12:46 |
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Mapa |
El Éxodo |
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11 |
Redimidos y Probados por Dios |
Ex 12 — 18 |
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12 |
El Legislador de los Diez Mandamientos |
Ex 19 — 20 |
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Gráfico: |
Los Diez Mandamientos |
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13 |
Cuando Falta Fe al Pueblo de Dios |
Ex 19-40; Nm 13-14 |
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Gráfico: |
Sacrificios — Levítico |
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Gráfico: |
Animales Puros e Impuros |
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Gráfico: |
Días Santos |
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Dibujo |
El Tabernáculo |
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Gráfico: |
Los Fracasos de Israel Recordados en el Libro de Números |
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14 |
Las Consecuencias de un Líder Desobediente y de un Pueblo Murmurador |
Nm 20 — 32 |
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Mapa |
Las Doce Tribus |
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Gráfico: |
Josué |
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15 |
Josué: Conquistando la Tierra Prometida |
Js 1 — 24 |
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Gráfico: |
Los Jueces |
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16 |
Ciclos de Apostasía, Opresiones y Liberaciones |
Jue 1 — 21 |
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17 |
Rut: Reestructurando la Vida después de una Adaptación Forzada |
Rt 1 — 4 |
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Gráfico: |
Samuel |
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18 |
Samuel: Un Hombre que Oyó y Habló la Palabra de Dios |
1 S 1-15 |
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Gráfico: |
El Reino de Israel |
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Gráfico: |
Saúl |
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19 |
Saúl: Escogido por Dios; Destruido por Sí Mismo |
1 S 15 — 31 |
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Gráfico: |
David |
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20 |
David: Firmeza e Indecisión |
2 S 1:24; 1 Cr 11:29 |
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Gráfico: |
Salomón |
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21 |
El Sabio que se Apartó de la Sabiduría |
1 R 1 — 11 |
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Dibujo |
El Templo |
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Mapa |
La División: Judá e Israel |
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Gráfico: |
Una Comparación de los Dos Reinos |
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22 |
El Reino es Dividido |
1 R 12-16 |
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23 |
Acab: El Rey que Luchó Contra Dios; |
1 R 16:29 — 22:40 |
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Elías: El Profeta que Luchó Por Dios |
2 R 9:30-37; 10:1-17 |
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24 |
Profetas: Hombres de Dios en un País Apóstata |
2 R 1-13; 17 |
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Gráfico: |
Panorama de Jonás |
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25 |
Jonás: El Obstinado Siervo del Señor |
Jon 1-4 |
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Mapa |
El Exilio |
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Gráfico: |
Las Invasiones de Jerusalén por Nabucodonosor |
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26 |
Vacilando en el Reino Parcial |
2 R 18-25 |
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27 |
El Exilio en Babilonia |
2 R 24:8-14; Dn 1-6 |
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Jer 29: 1-23 |
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Mapa |
Los Retornos |
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Gráfico: |
Orden Cronológica de los Libros Históricos de la Reconstrucción: Esdras, |
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Nehemías y Ester |
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28 |
Restauración de Judá — El Remaneciente |
Esd y Neh |
Es con mucho placer que presentamos al público evangélico el material del Curso “Comunicando por Medio de las Narrativas Bíblicas” de autoría del Pr. Herbert Jackson Day, para ser usado en el entrenamiento de predicadores laicos y líderes de las iglesias.
El método de enseñar a predicar teniendo como base las narrativas bíblicas es de los más interesantes. Al final, ¿a quién no le gusta contar y oír historias? Ese gusto no está limitado solamente a los niños, sino que es una característica de todas las edades en cualquier época o lugar.
Quien escucha una historia de la Biblia tiene facilidad para memorizarla. Este hecho es verdadero tanto para las narrativas del Antiguo Testamento como para las lindas historias de Jesús registradas en el Nuevo Testamento. No solo es fácil guardar las historias en la memoria, sino que hace posible repetirlas y pasarlas para adelante. De esta manera, una “Biblia oral” se va formando entre los oyentes, a medida que ellos oyen y cuentan las historias. Por otro lado, en la elaboración de un sermón o estudio bíblico, es más fácil para un predicador laico tomar por base una historia que un texto que no sea narrativo y que muchas veces exigirá más habilidad para ser interpretado.
“Comunicando por Medio de las Narrativas Bíblicas” es un método que enseña a preparar sermones, estudios bíblicos y doctrinarios. Está basado en una selección de las principales narrativas del Antiguo Testamento, de la vida de Jesús y de los Hechos de los Apóstoles. Además de ser una herramienta que prepara al alumno para predicar y enseñar, es un medio a través del cual el estudiante adquiere una visión panorámica de todos los períodos de la historia bíblica y un conocimiento básico de las doctrinas de la fe cristiana.
El autor ha dedicado un gran número de años de su carrera misionera a la preparación y a la utilización de este material. Misionero de la Junta de Richmond, actualmente trabaja como profesor de la Facultad Teológica Bautista de Brasilia, donde ha dado clases de Evangelismo y Hermenéutica. Cuando fue invitado por esa institución, hace cinco años, para empezar un programa para entrenamiento de predicadores laicos, el pastor Jackson Day aceptó el desafío con mucho entusiasmo, pasando a usar el material que venía preparando en forma de apostillas. El objetivo era implantar por lo menos un núcleo de entrenamiento en cada asociación de la Convención Bautista del Distrito Federal. Pasados cinco años, decenas de núcleos ya se implantaron en varias iglesias del Distrito Federal y en la sede de la Facultad.
El interés por el uso del material se fue ampliando de tal forma que llegaron pedidos de otros estados de Brasil y de las juntas misioneras. El número creciente de la producción de apostillas llevó al autor a soñar con la posibilidad de publicarlas en forma de libro, lo que ahora se hace realidad.
Al presentar este material, lo hacemos con el deseo de que él continúe a ser una bendición para muchos siervos del Señor, en Brasil y en el mundo, que están interesados en conocer más profundamente la Palabra de Dios y estar aptos para comunicar de forma clara y precisa sus verdades eternas.
Rio de Janeiro, enero de 2000
Dr. Roberto Alves de Souza
Rector del Seminario Teológico Bautista Del Sur de Brasil
Cuando era un joven misionero, en el interior del Estado de Bahía, ocupándome con el entrenamiento de predicadores laicos, que tenían poco estudio, observé que predicaban mucho mejor cuando contaban una narrativa bíblica y la explicaban, que cuando predicaban usando una carta de Pablo como texto-base, por ejemplo.
Preparé la apostilla LAS NARRATIVAS BÍBLICAS: HERRAMIENTAS ÚTILES en 1979, aprovechando lo que había aprendido en el entrenamiento de predicadores laicos. Usé la misma apostilla para entrenar diversos otros obreros laicos en muchas iglesias, asociaciones y congresos en Bahía. Hice varias revisiones en la apostilla para enseñar esa materia en la Facultad Teológica Bautista de Brasilia, DF.
En 1992, descubrí algunos libros que hablaban sobre usar las narrativas, en orden cronológica-histórica, en el evangelismo y enseñanza de la Biblia a las personas no-alfabetizadas. Por último, en septiembre de 1993, tuve el privilegio de ir a un seminario sobre el tema, en Honduras.
Tomé la iniciativa de enseñar las narrativas bíblicas en orden cronológica, en una congregación de la Iglesia Bautista Ala Sur de Brasilia, que estaba dirigiendo. Puse los estudios en una apostilla, lo que permitiría que otros la pudieran usar. Preparé: 1. ESTUDIOS DE LAS PRINCIPALES NARRATIVAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO EN ORDEN CRONOLÓGICA y 2. ESTUDIO DE LAS PRINCIPALES NARRATIVAS DEL NUEVO TESTAMENTO EN ORDEN CRONOLÓGICA, que es una continuación de la primera.
En 1995, el Doctor en Teología, Roberto Alves de Souza, rector de la Facultad Teológica Bautista de Brasilia, me invitó para desarrollar el curso por extensión de la Facultad COMUNICANDO POR MEDIO DE LAS NARRATIVAS. El curso tiene por objetivo entrenar predicadores, profesores y líderes de las iglesias, para que conozcan, enseñen y prediquen la Biblia. Las apostillas mencionadas son usadas durante el curso.
Quiero aquí reconocer mi deuda para con todos los que directamente tuvieron participación en la producción de esta apostilla, que ahora estoy publicando como libro:
--El Pr. Darlyson Feitosa y la Iglesia Bautista Ala Sur me dieron el privilegio de enseñar estos estudios en dos de sus congregaciones.
-- Profesores de idioma portugués mejoraron el portugués y dieron otras sugerencias para dejar los estudios más provechosos. Los principales que me ayudaron fueron:
❖ La profesora Dione Ferraz Campos Alcântara corrigió la apostilla en su forma “bruta” y luego, varias veces, después de cada modificación.
❖ El profesor Anderson Oliveira Costa, la profesora Edelweiss de Morais Mafra y la profesora Geni Novaes Bortolucci dieron sugerencias para que los estudios quedaran más claros y uniformes.
-- Los pastores que dieron otras sugerencias para hacer que los estudios quedaran mejores todavía, fueron:
❖ El Pr. João Pedro Araújo dio sugerencias para hacer más comprensibles las lecciones aprendidas en las narrativas. Tuve el privilegio de ser compañero del Pr. João Pedro Araújo en la implantación de la Iglesia Bautista en el Lago Sur, donde, por primera vez, usé el método de enseñar las narrativas bíblicas en orden cronológica.
❖ El Pr. Samuel Jackson Day dio sugerencias para dejar más comprensibles las repeticiones-clave y los sentimientos-clave descubiertos en las narrativas.
❖ El Doctor en Teología, Roberto Alves de Souza, cuando era rector de la Facultad Teológica Bautista de Brasilia, me invitó para desarrollar el curso por extensión, de la Facultad: COMUNICANDO POR MEDIO DE LAS NARRATIVAS BÍBLICAS. Agradezco su apoyo y ánimo.
❖ El Pr. Marcos de Araújo Rodrigues coopera en el curso por extensión: COMUNICANDO POR MEDIO DE LAS NARRATIVAS BÍBLICAS, usa las narrativas en sus prédicas y estudios y siempre estamos intercambiando ideas.
-- El dibujante Leopoldo Soares fue el encargado de la elaboración de la portada de este libro. Él y Silvana Jacob Cury Santos elaboraron los dibujos que hacen parte del proyecto NARRATIVAS BÍBLICAS.
-- La editoración y formatación de este libro fueron hechas por José Gomes da Silva Neto.
-- Mis alumnos me ayudaron a entender lo que no estaba claro en las primeras apostillas y lo que había de mejor en ellas. Muchas de las lecciones aprendidas en las narrativas fueron descubiertas por ellos.
-- Soy agradecido por el privilegio de trabajar junto con la SOCEP y su excelente personal en la publicación de este y de otros libros en el proyecto NARRATIVAS BÍBLICAS.
-- Agradezco también a la Misión Bautista del Sur de Brasil, por el privilegio de ser uno de sus misioneros en Brasil y por el apoyo y ánimo que he recibido de la misma, al preparar libros sobre cómo comunicar por medio de las narrativas bíblicas.
-- La persona que más me ha ayudado es mi querida esposa, Doris Emily Day, la cual ha andado a mi lado, apoyándome en todo mi ministerio. Ella ha estado bien envuelta en el ministerio COMUNICANDO POR MEDIO DE LAS NARRATIVAS BÍBLICAS, siendo que actualmente está trabajando en la elaboración de libros para entrenar profesores de niños y dirigiendo clínicas para orientarlos.
Los brasileños son buenos contadores de historias y los cristianos pueden aprovechar muy bien esta capacidad contando narrativas bíblicas. El tipo más común de literatura en la Biblia es la narrativa. Casi dos tercios de la Biblia, por lo menos, fueron escritos en lenguaje narrativo. Las narrativas bíblicas cuentan acontecimientos, historias, parábolas, milagros y las experiencias de las personas. El propósito de este libro es ayudar a los cristianos a comunicar la Palabra de Dios, siendo contadores de historias bíblicas.
Dios es el Dios de la historia. Él se reveló a través de Sus hechos en una secuencia histórica. La fe cristiana está basada en los grandes hechos reveladores de Dios, empezando con la creación y culminando con la vida, muerte, resurrección y ascensión de Cristo y continuando con la expansión de la Iglesia, ¡firme en la esperanza de la segunda venida de Jesús! Uno de los métodos más eficaces para comunicar las verdades divinas es contar las narrativas bíblicas según la secuencia histórica. Uno de los mejores métodos de enseñar la verdad divina es el método de Dios, dentro de la estructura cronológica e histórica de las Escrituras, presentando la Biblia como una revelación completa e interdependiente de Dios, que sigue la secuencia de los acontecimientos bíblicos.
Preparé los libros NARRATIVAS BÍBLICAS: ANTIGUO TESTAMENTO, e NARRATIVAS BÍBLICAS: NUEVO TESTAMENTO que es una continuación del primero. El libro NARRATIVAS BÍBLICAS: DOCTRINA presenta un estudio de varias doctrinas utilizando narrativas bíblicas. Estos libros tienen el objetivo de ayudar al cristiano a estudiar y comunicar la Palabra de Dios, aprovechando la estructura cronológica e histórica de las Escrituras. El libro LAS NARRATIVAS BÍBLICAS: HERRAMIENTAS ÚTILES tiene el propósito de enseñar la metodología de comunicar usando las narrativas. Él explica como: analizar una narrativa; contar una narrativa; preparar y predicar un sermón cuyo texto es una narrativa; preparar y dirigir un estudio bíblico con una narrativa y enseñar doctrinas usando las narrativas bíblicas. El libro NARRATIVAS BÍBLICAS: GUÍA DE ENTRENAMIENTO tiene como objetivo dar sugerencias para un pastor que desea entrenar líderes de la iglesia a enseñar y predicar utilizando las narrativas bíblicas.
Existe también NARRATIVAS BÍBLICAS PARA LOS NIÑOS de diferentes edades, trabajo desarrollado por mi esposa Doris, que viene acompañado de actividades didácticas, complementando así este proyecto.
Cada narrativa incluida en los libros NARRATIVAS BÍBLICAS: ANTIGUO TESTAMENTO, e NARRATIVAS BÍBLICAS: NUEVO TESTAMENTO tiene:
■ La estructura.
■ La narrativa escrita en lenguaje simple, usando el lenguaje que se usaría para contarla.
■ Lecciones aprendidas en las mismas.
■ Preguntas inspiradas en la narrativa.
La estructura contiene elementos que ayudan a conocer la narrativa y que preparan el narrador para contarla. Son incluidos el contexto, el personaje-clave, el lugar-clave, las repeticiones-clave, los sentimientos-clave, el problema-inicial, los puntos de referencia y la situación-final.
La narrativa es escrita en lenguaje simple, usando el lenguaje que el autor usaría para contarla. Las citaciones bíblicas que aparecen se refieren a consultas a varias versiones de la Biblia e, en muchos casos, son adaptaciones de las ideas bíblicas, en la concepción del autor, que se valió de sugerencias de personas de varias clases sociales.
Después de la narrativa, aparecen algunas lecciones que se pueden extraer de la misma. El profesor o predicador puede encontrar algunas que pueden ser aplicadas a la vida de sus oyentes o alumnos. Hay también preguntas inspiradas en la narrativa.
Una buena manera de comunicar es contar la narrativa sin dar explicaciones, hacer preguntas y dejar que los oyentes descubran las verdades por sí mismos. La persona que vaya a usar este método podrá contar la narrativa con sus propias palabras y después hacer las preguntas incluidas en el libro, o hacer sus propias preguntas.
La persona que vaya a usar las narrativas como texto para un sermón podrá, perfectamente, escoger algunas de las lecciones aquí incluidas como divisiones de su sermón, lo que facilitará la preparación de un mensaje cuyo texto-base sea una narrativa. Quien vaya a usar este método podrá contar la narrativa con sus propias palabras y después desarrollar las lecciones escogidas en las divisiones del sermón. Para un estudio bíblico, el profesor podrá empezar contando la narrativa y después discutir con los alumnos algunas lecciones escogidas.
La estructura de las narrativas
Este libro identifica la estructura de cada narrativa llevando en consideración los siguientes elementos:
1, Contexto
El contexto incluye las historias que vienen antes y después de la narrativa en destaque. Los acontecimientos antes de la narrativa dan una idea de la situación inicial y establecen las circunstancias en el inicio de la historia.
2. Personaje-clave
El personaje-clave es el que más se destaca en la narrativa. En algunas historias, hay más de un personaje en destaque, siendo así, hay personajes-clave.
3. Lugar-clave
El lugar-clave es el local principal de los acontecimientos narrados. En algunas narrativas, identificar el local de los acontecimientos es fundamental para entender la narrativa, pero, en otras, no es tan importante.
4. Repeticiones-clave
En una narrativa muchas veces los acontecimientos están relacionados por palabras, temas, hechos o ideas que son repetidos con las mismas palabras o con poca modificación. Repeticiones son hechas para reforzar verdades, construir un clímax o expresar emociones.
5. Sentimientos-clave
Las narrativas expresan emociones, actitudes y sentimientos. El sentimiento puede ser positivo o negativo. Resignación, cinismo, hostilidad, espanto, horror, tristeza, dolor, amor, alegría, sorpresa, perplejidad, admiración son algunos de los sentimientos expresados en las narrativas. El contador necesita, durante la narración, manifestar los mismos sentimientos encontrados en la narrativa, entonces, es importante distinguirlos.
6. Problema-inicial
El contexto de la narrativa establece la situación inicial de la historia. Es probable que un episodio en el inicio de la narrativa destaque acontecimientos que traen perturbación para la situación inicial. El episodio responsable por la perturbación es ligado a un problema o a una necesidad. El problema-inicial desencadena la narrativa, es decir, es el punto de partida, el que da inicio a la historia. El episodio que trae la perturbación inicial, es una clave para entender la narrativa.
7. Punto de referencia en la secuencia narrada
Las narrativas empiezan con un problema-inicial que se agudiza con una serie de episodios, hasta que una situación final sea alcanzada. Hay una evolución de problemas, conflictos y tentativas frustradas hasta una resolución final. Hay desequilibrios o crisis. Puede haber alguna influencia de fuera en el proceso. Puede haber más de una persona frente al mismo proceso que resulta en comportamiento alternativo. Los episodios en la secuencia narrada hacen parte del proceso de buscar una solución para el problema-inicial. Esos episodios pueden ser llamados de puntos de referencia.
8. Situación-final
La narrativa se encierra con una situación final, un nuevo equilibrio que puede ser semejante o no a la situación inicial. Hay una conexión entre el problema-inicial que desencadenó la narrativa y la situación final que encierra con una nueva situación. Empezando con el problema-inicial, hay una evolución de problemas, conflictos y tentativas frustradas hasta una solución final que puede ser triste o alegre. Algunas narrativas terminan con un final positivo, otras, negativo. Algunas terminan con el personaje-clave teniendo éxito, otras, con él sufriendo un fracaso.
LA ESTRUCTURA DE LA SECUENCIA ELEMENTAL DE UNA NARRATIVA
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Narrar una historia bíblica es un proceso natural. Cuente la narrativa aprovechando la estructura:
■ Considere el contexto: explique en pocas palabras lo que el contexto de la narrativa revela sobre la situación inicial y las circunstancias históricas de la narrativa.
■ Tome conciencia del problema-inicial: la narrativa casi siempre empieza con un problema o necesidad-inicial y hay una complicación del problema o un aumento de la necesidad.
■ Observe los puntos de referencia en la secuencia narrada: comience con los hechos o acontecimientos que dejan claro cuál es el problema-inicial y continúe con los puntos de referencia que revelan la complicación del problema en la secuencia narrada.
■ Termine la narrativa con la situación-final, que es el desenlace de la narrativa.
La narrativa bíblica es contada oralmente antes de ser escrita. Ella fue repetida de boca en boca muchas veces antes de ser escrita en un libro. Fue perfeccionada y organizada para ser entendida por el oyente. Los cristianos de hoy necesitan adquirir el hábito de ser contadores de las historias de Dios.
ADÁN antes de 4000 a.C. |
NOÉ 2500 a.C. |
ABRAHAM 2000 a.C.
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MOISÉS 1500 a.C. |
DAVID DANIEL 1000 a.C. 586 a.C. |
ESDRAS 516 a.C. |
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HISTORIA DEL MUNDO ANTIGUO |
HISTORIA DE ISRAEL |
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Pré-Diluvio |
Pós-Diluvio |
El Pueblo |
La Tierra |
El Reino
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1. Historia del mundo antiguo
1.1 La creación
En el comienzo, Dios creó el cielo y la tierra. Para crear, Dios habló y en el mismo instante lo que dijo se realizó. Dios creó al hombre y a la mujer a Su imagen y para tener dominio sobre los animales y las plantas. Plantó el Jardín del Edén y allí colocó al hombre. En el Jardín había un árbol, cuyo fruto Dios prohibió que Adán y Eva comieran. Toda la creación era, lógicamente, buena en el principio.
1.2 La caída
Satanás usó a la serpiente para engañar a Eva y hacerla, junto con Adán, comer del fruto prohibido. A través de ellos entró todo tipo de maldad en el mundo. Dios prometió que un descendiente de la mujer iría a herir la cabeza de la serpiente. Uno de los hijos de Adán, Caín, mató a su propio hermano, Abel, y salió de la presencia de Dios. Dios dio a Adán y Eva otro hijo llamado Set. Algunos de los descendientes de Set adoraron a Dios. Los descendientes de Caín se iban corrompiendo cada vez más. Dios decidió destruir el mundo.
1.3. El diluvio
Dios destruyó el mundo entero con el diluvio, pero salvó a Noé y su familia, usando para eso un arca. Dios le dio a Noé el arco-iris, colocado en las nubes como señal de que Él nunca más destruiría a todas las personas en un diluvio.
Dios mandó a los descendientes de Noé que se multiplicaran y llenaran la tierra. Pero, para no dispersarse, ellos empezaron a construir la torre de Babel. Dios multiplicó los idiomas de ellos, de manera que un pueblo no podía entender al otro.
Después que Dios multiplicó los idiomas, las naciones se dispersaron sobre toda la tierra. Una vez más se corrompieron y se olvidaron de Dios. Hicieron ídolos de piedra y de madera. Sin embargo, esta vez, Dios no los castigó como antes.
2. El pueblo de Israel
2.1. El pacto de Dios con Abraham
De entre todos los hombres, Dios escogió a uno solo, a Abraham. Lo llamó para dejar su tierra y sus parientes e ir para un lugar que le mostraría. Aún antes de darle un hijo, Dios prometió a Abraham que daría la tierra de Canaán a sus descendientes y, por medio de ellos, bendeciría a todas las naciones del mundo. Dios renovó Su promesa al hijo de Abraham, Isaac; y también a su nieto, Jacob. Jacob trató de alcanzar para sí mismo las promesas divinas usando la astucia humana. Después de ser dominado por Dios, Jacob tuvo su nombre cambiado para Israel. Jacob o Israel, tuvo doce hijos.
Los descendientes de Israel estaban llenos de maldad. Diez de sus hijos tuvieron tanto odio de su hermano José que lo vendieron como esclavo para Egipto.
2.2. Los descendientes de Abraham son esclavizados en Egipto
José, descendiente de Abraham, fue esclavo en Egipto, pero Dios estaba con él. Dios capacitó a José para interpretar los sueños de Faraón y este lo puso en una posición de poder sobre todo el Egipto. José salvó al pueblo de Egipto y a otros pueblos durante una terrible sequía.
Durante la sequía, los hermanos de José finalmente descubrieron que él estaba vivo y que ocupaba una posición de autoridad en Egipto. José perdonó a sus hermanos por la maldad que hicieron contra él. Faraón invitó al padre y a los hermanos de José, con todos sus hijos y nietos, para ir a vivir a Egipto. Ellos permanecieron viviendo en Egipto después de la muerte de su padre y no volvieron para la tierra que Dios había dado a Abraham, Isaac y Jacob. José y toda su generación murieron en Egipto.
Los descendientes de Israel tuvieron muchos hijos y tenían mucho ganado, cabras y ovejas. El Faraón, que era a favor y agradecido a José, murió. Más o menos cuatrocientos años después de José, Egipto tuvo un nuevo Faraón, que quedó con miedo de los israelitas e hizo planes para acabar con ellos, haciéndolos esclavos, tratándolos brutalmente y con crueldad.
2.3. Los descendientes de Abraham salen de Egipto
Dios levantó a Moisés como libertador para sacar a los israelitas de Egipto. Dios mandó nueve plagas sin que el Faraón dejara irse a los israelitas. Después de la novena plaga, Dios habló con Moisés sobre como los israelitas tendrían que prepararse para la décima plaga. El jefe de cada hogar debería matar un cordero y colocar su sangre en los lados de la puerta de la casa. A la medianoche, Dios mató a los hijos mayores de todas las familias de Egipto en las casas que no pintaron con la sangre del cordero. Faraón mandó que Moisés sacara a los israelitas de Egipto esa misma noche.
Dios libertó a los israelitas de la esclavitud de Egipto y empezó a guiarlos de vuelta a la tierra de Canaán. Durante el día, Él iba adelante de ellos en una columna de nube y, durante la noche, en una columna de fuego. Cuando los israelitas llegaron al Mar Rojo, Faraón decidió volver a capturarlos. Dios hizo que el mar retrocediera y los israelitas pasaran en tierra seca, con murallas de agua a los dos lados. Llegaron al desierto y allá Dios cuidó de sus necesidades básicas, dándoles agua, comida y liberación de sus enemigos.
Dios dirigió al pueblo hacia el Monte Sinaí, donde le dio los diez mandamientos por intermedio de Moisés. Por medio de esa ley, Dios gobernaría a Su pueblo.
Dios guio a los israelitas del Monte Sinaí a la frontera de la tierra que les había prometido. Moisés envió doce hombres para ir a espiar la tierra. Los espías volvieron y contaron que la tierra era buena, pero que el pueblo era robusto y que algunos eran gigantes. Le faltó fe a la multitud para entrar en la tierra. El castigo por no haber creído en la promesa de Dios fue que todos los de esa generación, excepto Josué y Caleb, andarían como errantes durante cuarenta años y morirían en el desierto.
3. La tierra de Israel
3.1. La conquista de la tierra
Cuando la generación de los desobedientes murió, Dios llevó a Su pueblo para la tierra prometida. Moisés murió y Josué quedó en su lugar como guía del pueblo de Dios. Él dirigió el ejército de Dios y la primera conquista fue la ciudad de Jericó. Los israelitas invadieron la tierra de Canaán, conquistaron sus habitantes y pasaron a vivir en ella. Sirvieron a Dios durante la vida de Josué y mientras vivían los líderes que sabían todo lo que Dios había hecho por el pueblo de Israel.
3.2. La tierra gobernada por los jueces
Una vez seguro en su tierra, el pueblo se olvidó de Dios después de la muerte de la generación que conoció a Josué. En el tiempo de los jueces, no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que quería. En consecuencia, cada generación era peor que la generación de sus padres. Dios mandó extranjeros para castigarlos. Cuando se arrepentían, Dios mandaba jueces para liberar a los israelitas y restablecer el orden. Algunos de los jueces más conocidos fueron Débora y Barac, Gedeón y Sansón. Hubo seis ciclos de apostasías, opresiones y liberaciones.
El último juez fue Samuel. Él trajo los israelitas de vuelta para Dios y los llevó a tener victoria sobre sus enemigos. Cuando Samuel quedó viejo, puso a sus hijos como jueces, pero ellos estaban solamente interesados en ganar dinero y no juzgaban las demandas con justicia. Entonces, el pueblo quiso tener un rey, como las demás naciones. No quiso que Dios lo gobernara por medio de los jueces.
4. El reino de Israel
4.1. El reino unido
El reino comenzó con el primer rey, Saúl. Dios escogió a Saúl para ser el rey. Él empezó sirviendo a Dios y tuvo suceso en una guerra contra los enemigos de Israel. Pero se olvidó que el rey, así como el pueblo, debía vivir bajo la autoridad y el juicio de Dios. Como rey, quiso vivir por sobre las leyes de Dios. Lo desobedeció. Dios rechazó a Saúl como rey y escogió a David para ocupar su lugar. Saúl no aceptó la elección de Dios, y persiguió a David hasta el día de su muerte.
El rey David conquistó muchos territorios. Él era un hombre dedicado a Dios y, como líder, conquistó la lealtad de su pueblo. Dios prometió a David que uno de sus descendientes iría a reinar para siempre. David cometió un adulterio y un homicidio que trajeron consecuencias terribles, haciendo sufrir a su familia y a su nación.
Antes de morir, David nombró rey a su hijo Salomón. Salomón empezó bien su reinado, amando a Dios, siguiendo los consejos de su padre David y buscando sabiduría de lo alto. Construyó en Jerusalén el gran Templo para que el pueblo tuviera un lugar donde adorar a Dios. Sin embargo, se casó con mujeres extranjeras, aun sabiendo que Dios había ordenado que no hiciera eso. Ellas hicieron que él se alejara de Dios y practicara la idolatría. La riqueza de Salomón exigió altos impuestos y trabajo forzado, los cuales se transformaron en una carga muy pesada para el pueblo.
4.2. El reino dividido
El rey Salomón murió. Su hijo Roboam asumió el trono. Él no quiso aliviar los pesados impuestos que su padre había ordenado. El pueblo se rebeló. Hubo guerra civil entre el propio pueblo de Dios. Las diez tribus del norte se retiraron del reino, escogieron a Jeroboam como rey y formaron un nuevo reino, llamado Israel. Su capital era Samaria. Los reyes de Judá eran descendientes de David, mientras que los reyes de Israel no lo eran. Jeroboam, el primer rey de Israel, se apartó de Dios y construyó lugares para adorar falsos dioses y, de esta manera, evitar que el pueblo fuera a Jerusalén, para adorar a Dios en el Templo. Todos los reyes de
Israel siguieron el ejemplo de Jeroboam: eran idólatras y malos.
El peor rey de Israel fue Acab, que siguió la orientación de su maldita esposa Jezabel, adoró al dios Baal, practicó violencias y consideró al profeta Elías como su enemigo. Dios envió profetas a Israel, entre los cuales los más importantes fueron Elías y Eliseo.
En el sur, lo restante del reino original, se llamó Judá. Los reyes eran descendientes de David. Algunos fueron buenos y siguieron el ejemplo de David; otros fueron malos y siguieron el ejemplo de Jeroboam, el primer rey de Israel.
4.3. El reino parcial
Todos los reyes de Israel rechazaron el pacto hecho con Dios. Israel fue castigado por Dios y fue conquistado por los asirios. La razón del castigo fue el hecho de los israelitas haber pecado contra Dios, adorado otros dioses y seguido las costumbres de los pueblos que Dios había expulsado de la tierra. Dios había mandado mensajeros y profetas a Israel, pero el pueblo no los escuchó ni se arrepintió. Muchos de Israel fueron llevados cautivos para Asiria, e asirios fueron a vivir en Israel. En Samaria, ex - capital de Israel, hubo un culto mixto, donde los samaritanos adoraron a Dios y al mismo tiempo adoraron a ídolos y a otros dioses.
Con la caída de Israel, solo quedó el Reino de Judá. El valor de cada rey de Judá es determinado mediante una comparación con dos de los reyes ya mencionados: el rey David, que se mantuvo apegado firmemente a la alianza con Dios; y el rey Jeroboam, de Israel, que abandonó el pacto. Los principales reyes fieles a Dios fueron Ezequias y Josías.
El Reino de Judá experimentó un remolino de decadencia pues los reyes, los líderes religiosos y el pueblo estaban pecando cada vez más, siguiendo el ejemplo de los pueblos paganos y adorando ídolos. La decadencia era interrumpida por las reformas dirigidas por los pocos reyes fieles a Dios. Por causa de ese remolino de decadencia, Dios continuó a advertirlos por medio de los profetas, pero ellos se rieron de esos mensajeros, desecharon sus mensajes y se burlaron de ellos. Muchos de los profetas hablaron de una persona especial que Dios iría a mandar.
4.4. El reino en el exilio
Finalmente, Dios quedó tan irritado con su pueblo, que hizo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, conquistara y destruyera a Judá. Los ciudadanos más importantes fueron llevados a Babilonia.
Daniel y sus amigos estaban entre los cautivos llevados a Babilonia como prisioneros. Ellos permanecieron firmes en su fe en Dios y obedecieron a Sus leyes, a pesar de las persecuciones y sufrimientos.
El profeta Ezequiel vivió en Babilonia y predicó mensajes de Dios dirigidas al pueblo que estaba allí y también a los habitantes de Jerusalén.
4.5. El remaneciente del reino
Transcurridos setenta años del exilio de Judá en Babilonia, el reino de los babilonios cayó en las manos de los persas, los cuales dejaron que los judíos regresaran a su tierra. Los líderes de la reconstrucción fueron Esdras y Nehemías. Esdras cuenta la historia de la reconstrucción del Templo y Nehemías dirigió la reconstrucción de los muros de la ciudad. Ester cuenta la historia de algunos judíos que no volvieron a Jerusalén.
Con el pasar de los años, el pueblo que volvió, continuó desechando los ideales presentados por Dios, despreciando el sábado, casándose con mujeres extranjeras y practicando costumbres paganas. Esdras, Nehemías y los profetas pusieron todo en sus debidos lugares, purificando la nación de las influencias paganas y cuidando para que los servicios del Templo fueran debidamente realizados. Por fin, los remanecientes de Judá se transformaron en una nación que rechazó la idolatría, el casamiento mixto y también guardó el sábado. Sin embargo,
con el transcurso de los siglos, se quedaron demasiadamente severos e incapaces de amar.
Al regresar para la tierra prometida, los judíos todavía no disfrutaban de libertad. Los extranjeros siempre los dominaban. Los romanos conquistaron el mundo y los dominaron durante más de quinientos años. Los israelitas vivían ansiosos por la llegada del Libertador que Dios había prometido a Abraham, a David y a los profetas.
5. En el Antiguo Testamento se encuentran muchas profecías sobre alguien esperado
El cuadro abajo muestra algunas de las profecías sobre alguien que vendrá.
TEXTO
|
P R O F E C Í A |
Gn 3:15 |
Un descendiente de Eva herirá la cabeza de la serpiente. |
Gn 12:3 |
Por medio de Abraham, todos los pueblos del mundo serán bendecidos. |
Is 9:7; 11:1-2 |
El prometido de Dios será heredero de David. |
Is 7:4 |
La virgen concebirá y dará a luz un hijo. |
Mi 5:2 |
El Mesías nacerá en Belén. |
Os 11:1 |
Huirá para Egipto. |
Dt 18:15 |
La promesa de un gran profeta. |
Zac 9:9 |
Su entrada triunfal en Jerusalén. |
Sal 41:9 |
El traidor será alguien íntimo de él. |
Zac 11:12 |
El precio de la traición será treinta monedas de plata. |
Sal 27:12 |
Testigos falsos irán a atestiguar contra él. |
Is 50:6 |
Lo herirán y escupirán en él. |
Is 53:3 |
Él será despreciado por los judíos. |
Sal 22:16 |
Sus manos y pies serán traspasados. |
Is 53:7 |
Él permanecerá en silencio delante de sus acusadores. |
Sal 22:18 |
Echarán suerte sobre su túnica. |
Is 53:12 |
Morirá con los transgresores. |
Sal 22:6-8 |
Sufrirá burlas e insultos. |
Is 53:6, 12 |
Serán lanzados sobre él los pecados de muchos. |
Is 53: 4-5 |
Sufrirá por los otros. |
Sal 69:4 |
Será odiado sin causa. |
Sal 109:4 |
Él orará a favor de sus enemigos. |
Is 53:9 |
Será sepultado con los ricos. |
Sal 16:10 |
Su alma no será dejada en la muerte; su cuerpo no verá la corrupción. |
Sal 68:18 |
Volverá a los cielos. |
LIBRO |
Génesis |
Éxodo |
Levítico |
Números |
Deuteronomio |
IDEA-CLAVE |
Iniciando |
Redención |
Culto |
Peregrinaciones |
Alianza confirmada |
LA NACIÓN |
El padre de la nación es escogido |
Redimida |
Separada |
Dividida |
Preparada |
EL PUEBLO |
Preparado |
Libertado |
Instruido |
Probado |
Reenseñado |
CARÁCTER DE DIOS |
- Poderoso - Soberano |
Misericordioso |
Santo |
Justo |
- Amoroso - Señor |
ACCIÓN DE DIOS |
Creación |
Redención |
Santificación |
Sustentación |
Compensación |
ORDEN DE DIOS |
Haya |
Deja ir a mi pueblo |
Santos seréis (19:2) |
Entre |
- Obedezca - Ame |
TEXTOS- CLAVE |
1:1 |
3:8; 12:51; 20:2 |
17:11; 19:2; 20:26 |
10:9, 29; 14:22-23; 20:12 |
4:23; 5:29; 8:11; 10:12-13; 11:26-28; 28:1; 29:1 |
PALABRAS- CLAVE |
Dios |
Redención |
- Santo - Expiación |
Vagueações |
- Alianza - Recordar |
LUGAR- CLAVE |
Edén Canaán |
- Egipto - Monte Sinaí |
Monte Sinaí |
- Monte Sinaí - Desierto - Moab |
Moab |
ÉPOCA, TIEMPO |
Creación hasta 1805 a.C. |
1875 a.C. a 1444 a.C. 431 años |
Mayo 1444 1mês |
1444 a.C. — 1405 a.C. 38 años y 9 meses |
1405 1 mes |
TEXTO: Génesis 1:1- 2:25
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Considerando que los capítulos 1 y 2 de Génesis tratan del inicio de todas las cosas, no hay un contexto que anteceda a este texto.
La palabra DIOS ejerce la función de sujeto de la primera frase de la Biblia. DIOS es el sujeto de toda la Biblia.
❖ Personaje-clave: Dios.
❖ Lugares-clave: El cielo y la tierra.
❖ Repeticiones-clave:
-- Las acciones de Dios: Dios creó (1:1,21, 27); vio (1:4,25,31); hizo (1:7,16,25); dijo (1:3,6,9,11,14,20,24,26,29); llamó (1:10); puso (1:17); y bendijo (1:22,28).
-- Dios dijo y así sucedió (1:3,6,9,11,14,20,24)
-- Dios vio que todo en su creación era bueno (1:4,10,12,18,21,25,31).
-- La creación del hombre (1:26-27; 2:7).
-- Las responsabilidades del hombre sobre la creación: tener dominio, cultivar y guardar (1:26, 2:15,19).
❖ Sentimientos-clave:
-- El sentimiento positivo: todo en la creación era bueno.
-- El amor de Dios en crear un paraíso.
-- El riesgo: no puede comer del árbol del conocimiento del bien y del mal.
-- La soledad del hombre antes de la creación de la mujer.
-- La alegría del hombre al conocer a la mujer.
❖ Problema-inicial: No había orden ni vida en la tierra.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
La Creación
Por fe se entiende que todo fue creado por Dios (He 11:3)
-- En el comienzo, Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era sin forma (1: 1-2)
1er. día: Dios creó la luz e hizo separación entre la luz y la oscuridad (1:3-5)
2º día: Dios creó el firmamento. Parte del agua quedó en la tierra y la otra en el alto cielo (1:6-8)
3er. día: Dios hizo el agua juntarse en los océanos, apareció la tierra seca y toda la flora fue creada (1: 9-13)
4º día: Dios hizo el sol, la luna y las estrellas (1: 14-19)
5º día: Dios creó los peces y los pájaros (1:20-23)
6º día: . Dios creó los demás animales (1:24-25).
. Hizo al hombre a Su semejanza (1:26-30).
. Todo lo que Dios hizo era muy bueno (1:31)
7º día: Dios descansó del trabajo de la creación y santificó el séptimo día (2: 1-3).
El Jardín del Edén
-- Dios plantó un jardín (2:8).
-- Dios puso al hombre en el jardín para cuidarlo (2:15).
-- Prohibió al hombre de comer del árbol de conocimiento del bien y del mal (2:16-17)
La Formación del Hogar
-- Adán estaba solo. Dios formó una mujer para el hombre (1:27; 2:18-23).
-- Dios bendijo a la pareja, le dio dominio sobre el mundo animal y los mandó multiplicarse (1:28-30)
-- El hombre debería dejar sus padres, unirse a su mujer, y ellos serían una sola carne (2:24)
-- Los dos estaban desnudos, pero no se avergonzaban (2:25).
❖ Situación-final: Todo lo que Dios creó era muy bueno. El hombre y la mujer estaban en el Jardín del Edén. Ellos estaban desnudos pero no sentían vergüenza.
NARRATIVA:
La Creación
Los hombres no pueden explicar cómo el mundo y todo lo que en él existe fueron hechos, pero la Biblia enseña que todo fue creado por Dios y es por medio de la fe, y no por las pruebas científicas, que entendemos que toda la obra de la creación fue realizada por Dios (He 11:3).
En el comienzo, Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era sin forma, vacía, oscura y cubierta de agua (1:1-2).
En el primer día de la creación, Dios dijo: “Haya luz”; y hubo luz. Esto sucedió en el mismo instante en que Dios ordenó; Él apenas habló y fueron creados. Él vio que la luz era buena e hizo separación entre la luz y la oscuridad, llamando a la luz “día” y a la oscuridad “noche”, y así pasó el primer día (1:3-5).
En el segundo día, Dios continuó su trabajo. Él dijo: “Que haya en medio del agua una división para separarla en dos partes”. Así aconteció. Él creó el firmamento, colocando una parte del agua en la tierra y la otra parte por encima de la tierra, en el alto cielo. Pasó también el segundo día (1:6-8).
En el principio el agua cubría todo el mundo. En el tercer día, dijo Dios: “Que el agua que está debajo del cielo se junte en un solo lugar, para que así aparezca la tierra seca”. Así sucedió. Dios llamó a la parte seca “tierra” y al agua “mar”. Él hizo además crecer de todo en la parte seca: pasto, flores y árboles. Dios vio que lo que había hecho era bueno (1:9-13).
En el cuarto día, Dios dijo: “Que haya luces en el cielo para que separen el día de la noche y para que marquen los días, los años y las estaciones”. Y así fue. Él hizo el sol, la luna y las estrellas. Él hizo el sol para gobernar el día y la luna y las estrellas para gobernar la noche. Él vio que todo lo que había hecho era bueno (1:14-19).
En el quinto día, dijo Dios: “Que las aguas queden llenas de todo tipo de seres vivos, y que en la tierra haya aves que vuelen en el aire”. Él creó los peces y los pájaros. Dios los bendijo y los mandó que se multiplicaran. Pasó el quinto día y el mundo quedó mucho mejor. Dios vio que todo eso era bueno (1:20-23).
El sexto día, Dios dijo: “Que la tierra produzca todo tipo de animales: domésticos, salvajes y los que se arrastran en el suelo, cada uno de acuerdo con su especie”. Él creó todos los animales, como caballos, vacas, carneros, serpientes, elefantes, ratones y demás animales. Dios vio que todo eso era bueno (1:24-25).
Pero, todavía no existía el hombre. Entonces dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, que se parecerá con nosotros”. Dios hizo al primer hombre y lo llamó Adán. Dios dijo que los seres humanos tendrían poder sobre los peces, sobre las aves, sobre todos los animales (1:26-30).
Dios vio que todo lo que había hecho era muy bueno (1:31). Y así pasó el sexto día.
El séptimo día, Dios descansó de todo el trabajo que había hecho como Creador (2:1-3). Él bendijo el séptimo día y lo separó como un día sagrado, pues en ese día él terminó de hacer todas las cosas y descansó.
No existe nada en el mundo que Dios no haya hecho. Por medio de la fe, sabemos que Dios creó todo en el cielo y en la tierra (He 11:3).
El Jardín del Edén
Dios plantó un jardín, el Jardín del Edén. Allí hizo que crecieran árboles lindos de todos los tipos, que daban frutas buenas para ser comidas. Dios puso al hombre en el Jardín para cuidarlo y hacer plantaciones (2:8-15).
En el medio del jardín quedaba el árbol que daba el conocimiento del bien y del mal (2:9). Dios prohibió que el hombre comiera de ese árbol. Dios le dijo: “Puedes comer las frutas de cualquier árbol del jardín, menos del árbol que da el conocimiento del bien y del mal. No comas la fruta de ese árbol, porque el día en que la comas, con certeza morirás” (2:16-17).
La Formación del Hogar
Adán estaba solo, no había otra persona con él. Entonces dijo el Señor Dios: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacer a alguien para él, que lo ayude como si fuera su otra mitad”. Dios llevó al hombre para ver todos los animales y las aves del cielo, para ver cómo él los llamaría. El hombre puso nombre a todos los animales, a las aves del cielo y a todas las fieras salvajes. Para el hombre, sin embargo, no se encontró la auxiliar correspondiente. Entonces Dios hizo que Adán durmiera, tomó una de sus costillas, la transformó en una mujer y se la trajo a Adán. Adán llamó a la mujer “Eva” y exclamó: “¡Esta sí, es hueso de mis huesos y carne de mi carne! ¡Ella será llamada ´mujer´, porque fue formada del hombre!” (1:27; 2:18-23).
Dios los bendijo y les dijo: “Ustedes tienen dominio sobre los animales, los peces, las aves y los reptiles. Ahora ustedes deben multiplicarse y llenar la tierra con sus hijos” (1:26-30). Dios explicó que su plan es que el hombre deje a sus padres para unirse a su mujer, y que los dos sean una sola carne (2:24). Tanto el hombre como la mujer estaban desnudos, pero no tenían vergüenza (2:25).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
4.1 Dios es omnipotente. Crear es hacer alguna cosa de la nada. Solamente Dios puede hacer alguna cosa de la nada. El Creador que hizo todo de la nada tiene el poder de hacer todo lo que quiera.
4.2 Dios es omnisciente. Nadie enseñó a Dios cómo hacer los cielos y la tierra. Él sabía y entendía completamente, sin tener a alguien para enseñarle.
4.3 Dios es omnipresente. Él no necesita subir para alcanzar lugares altos. No necesita andar o volar para llegar a algún lugar distante. Dios está en todo lugar.
4.4 Dios es santo. Él es perfecto y bueno, por eso, todo lo que Él hace es absolutamente perfecto. En el principio, nada del mundo animal heriría o haría mal al hombre. Espinos, abrojos, hierbas dañinas y frutas venenosas no crecían como ahora (1:31).
4.5 Dios es amor. Él hizo una creación perfecta para el hombre, porque Él es un Dios amoroso y bondadoso.
4.6 Dios es Dios de acción. Dios creó (1:1,21,27); Él vio (1:4,25,31); Dios hizo (1:7,16,25); Dios dijo (1:3,6,9,11,14,20,24,26,29); Él llamó (1:10); Él puso (1:17); y Él bendijo (1:22,28).
4.7 La trinidad existía antes de la creación. El plural “hagamos al hombre a nuestra imagen”, es usado en el versículo 1:26. Eran Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo hablando entre ellos.
4.8 Dios es Dios de ley y de orden. La creación viene a la existencia según una orden creciente de dignidad, hasta la creación del hombre, imagen de Dios y administrador de la creación. Dios hizo el sol nacer y ponerse cada día. Hizo la luna y las estrellas para seguir el mismo camino año tras año.
1º Dejar a los padres. Para el bebé, el niño, el joven, la relación más importante que se tiene es con los padres. El casado debe dejar de dar preferencia a los padres para dar preferencia a la nueva relación dentro del nuevo hogar.
2º Unirse. Unirse quiere decir pegar o cementar. Jesús usó el texto de Génesis para explicar que el casamiento debe permanecer en cuanto los dos cónyuges tengan vida (Mt 19:4-6).
3º Ser una sola carne. El plan de Dios para que una pareja haga sexo es entre dos personas que dejaron sus padres y tienen un compromiso de permanecer unidos. Siendo que todo lo que Dios creó es muy bueno (1:31), sexo dentro del casamiento es bueno.
P R E G U N T A S
TEXTO: Génesis 3:1 - 24
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Dios era la única Persona presente en el principio. Mientras Él no mandó, nada existió.
Todo lo que Él hizo fue absolutamente correcto. En el principio, nada del mundo machucaría o haría mal al hombre. Espinos, abrojos, hierbas dañinas y frutas venenosas no crecían como ahora.
En la creación, el hombre recibió prioridad de parte de Dios. Él fue hecho a su imagen (1:26). Lo que en el hombre fue hecho a imagen de Dios es exactamente aquello que no se puede ver. En la parte oculta del hombre hay una mente, emociones y voluntad. El cuerpo del hombre fue creado para ser la morada de la parte hecha a imagen de Dios.
Adán y Eva cuidaban del jardín y podían comer las frutas de cualquier árbol del jardín, menos del árbol que daba el conocimiento del bien y del mal. Ellos estaban desnudos pero no tenían vergüenza.
❖ Personajes-clave: Adán y Eva.
❖ Lugar-clave: El jardín del Edén.
❖ Repeticiones-clave:
-- Comer de la fruta (3:1,2-3,5,6,11,12,13,17,22).
-- Acusaciones: Dios acusó al hombre (3:11); Adán acusó a la mujer (3:12) y la mujer acusó a la serpiente (3:13).
-- Castigos: de la serpiente (3:14-15); de la mujer (3:16); del hombre (3:17-19)
❖ Sentimientos-clave:
-- La seducción de la serpiente.
-- La desconfianza de la mujer de la bondad de Dios.
-- La vergüenza de Adán y Eva después de comer la fruta prohibida.
-- La tristeza de Dios cuando declara el castigo.
Problema-inicial: La serpiente preguntó a la mujer: “¿Es verdad que Dios les mandó que no comieran las frutas de ningún árbol del jardín?”
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
La Desobediencia de la Primera Pareja
-- La serpiente dijo a Eva: “¿Es verdad que Dios les mandó que no comieran las frutas de ningún árbol del jardín?” (3:1)
-- Eva respondió: “No, nosotros podemos comer de las frutas de todos los árboles, menos la fruta del árbol que queda en medio del jardín. Dios nos dijo: ´No coman de esa fruta, ni la toquen, es condenación a muerte´” (3:2-3).
-- La serpiente afirmó: “¡No! ¡Ustedes no morirán! Dios sabe que cuando ustedes coman de la fruta de ese árbol, sus ojos se abrirán, y ustedes serán como Dios, conociendo el bien y el mal” (3:4-5).
-- La mujer vio que la fruta era buena para comerse y quiso tener conocimiento. (3:6).
-- La mujer comió de la fruta y dio también para su marido comer.
El Resultado de la Desobediencia
-- Los ojos de Adán y Eva se abrieron y ellos se dieron cuenta que estaban desnudos e hicieron ropas de hojas de higuera (3:7).
-- Adán y Eva oyeron la voz de Dios y se escondieron de él (3:8).
-- Dios llamó al hombre: “¿Dónde estás?” (3:9)
-- Adán contestó: “Oí tu voz cuando estabas paseando por el jardín y quedé con miedo porque estaba desnudo y me escondí” (3:10).
-- Dios preguntó: “¿Comiste de la fruta del árbol que te dije que no comieras?” (3:11)
-- Adán le echó la culpa a la mujer y a Dios, y la mujer le echó la culpa a la serpiente (3:12-13).
-- Dios castigó a la serpiente (3:14-15), a la mujer (3:16) y al hombre (3:17-19).
-- Dios prometió que un descendiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente (3:15).
-- Dios hizo ropas de pieles de animales para que Adán y Eva se vistieran (3:21).
-- Adán y Eva fueron expulsos del Jardín del Edén (3:22-23).
-- Ángeles impedían que alguien pudiera entrar en el Jardín (3:24).
❖ Situación-final: Después de pecar, Adán y Eva fueron expulsos del Jardín del Edén.
NARRATIVA:
La Desobediencia de la Primera Pareja
En el jardín había un árbol del cual Adán y Eva no podían comer porque el Señor Dios ordenó: “Puedes comer de las frutas de cualquier árbol del jardín, menos del árbol que da el conocimiento del bien y del mal. El día en que comas de esa fruta, con certeza morirás” (2:16-17).
La serpiente era más astuta que todos los animales que Dios había creado (3:1). Ella sirvió de máscara para un ser hostil a Dios y enemigo del hombre.
Un día, Eva paseaba sola por el jardín hasta que llegó cerca del árbol cuyas frutas eran prohibidas para el consumo. La serpiente le dijo: ““¿Es verdad que Dios les mandó que no comieran las frutas de ningún árbol del jardín?” (3:1). La serpiente ya sabía la respuesta correcta, pero estaba probando a Eva para poder engañarla.
Eva respondió: “No, nosotros podemos comer de las frutas de todos los árboles, menos la fruta del árbol que queda en medio del jardín. Dios nos dijo: ´No coman de esa fruta, ni la toquen, es condenación a muerte´” (3:2-3).
La serpiente entonces afirmó: “¡No! ¡Ustedes no morirán! Dios dijo eso porque sabe que, cuando ustedes coman de la fruta de ese árbol, sus ojos se abrirán, y ustedes serán como Dios, conociendo el bien y el mal” (3:4-5).
Eva miró las frutas. Vio que el árbol era bonito y que sus frutas agradaban al apetito. Ella pensó como sería bueno tener conocimiento. Ahí, sacó una fruta del árbol, comió y le dio también a su marido que comió con ella (3:6).
El Resultado de la Desobediencia
En el mismo instante, Adán y Eva supieron que habían sido engañados. Quedaron con miedo y vergüenza, pues notaron que estaban desnudos. Entonces, cosieron hojas de higuera para usar como delantales. En aquel día, cuando soplaba el viento suave de la tarde, el hombre y su mujer oyeron la voz de Dios que estaba paseando por el jardín y se escondieron entre los árboles.
Dios llamó al hombre: “¿Dónde estás?”
Adán respondió: “Yo oí tu voz cuando estabas paseando por el jardín y quedé con miedo porque estaba desnudo y me escondí”
Dios le preguntó: “¿Y quién fue que te dijo que estabas desnudo? ¿Comiste de la fruta del árbol que te dije que no comieras?”
Adán contestó: “La mujer que me disté para ser mi compañera me dio la fruta y yo comí”.
Dios le preguntó a la mujer: “¿Por qué hiciste eso?”.
Eva se defendió diciendo: “La serpiente me sedujo, me engañó y yo comí”. (3:8-13).
Dios dijo a la serpiente: “Por causa de lo que hiciste, maldita eres entre todos los animales. De ahora en adelante andarás arrastrándote en el suelo y comerás el polvo de la tierra. Haré que tú y la mujer sean enemigas una de la otra, y así también serán enemigas tu descendencia y la descendencia de ella. El descendiente de la mujer te herirá la cabeza y tú le herirás el calcañar” (3:14-15).
Cuanto a la mujer, Dios le dio el siguiente castigo: “Voy a aumentar tu sufrimiento en tus gestaciones y con mucho dolor darás a luz a tus hijos. A pesar de eso, tendrás deseos de estar con tu marido, y él te dominará” (3:16).
Dios dio al hombre el siguiente castigo: “Por causa de lo que hiciste, la tierra será maldita. Ella producirá cardos y espinos y tendrás que comer de las hierbas del campo. Tendrás que trabajar muy pesado y sudar para hacer que la tierra produzca algún alimento. Eso hasta que vuelvas para la tierra. Fuiste hecho de la tierra y serás tierra otra vez” (3:17-19).
Dios hizo ropas para Adán y Eva con pieles de animales (3:21).
Dios dijo: “Ahora, el hombre conoce el bien y el mal. Él no debe comer la fruta del árbol de la vida y vivir para siempre”. Por eso Dios expulsó a Adán y Eva del jardín del Edén y ellos tuvieron que trabajar para sustentarse. Ellos no podrían volver más al jardín, pues los ángeles con una espada de fuego estaban de guardia en la entrada y nadie podía entrar (3:22-24).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
10.1 El pecado trae la muerte (2:17; Ro 6.23).
10.2 El pecado produce miedo y vergüenza. Después de pecar, Adán y Eva sintieron miedo y vergüenza y se escondieron de Dios (3:7-8).
10.3 El pecado aleja a las personas de Dios. Después de pecar, Adán y Eva se escondieron de Dios (3:8). Ellos fueron expulsos del jardín donde andaban con Dios (3:23). El gran castigo del pecador es la pérdida de la familiaridad con Dios.
10.4 El pecado separa a una persona de la otra. Después de pecar, Adán acusa a Eva (3:12). Después de la rebelión del hombre en contra de Dios, viene la lucha del hombre contra el hombre.
10.5 El pecador no quiere asumir la responsabilidad de su propio pecado. Adán trató de culpar a Dios (3:12), diciendo: “la mujer que me disté me dio la fruta y yo comí”.
10.6 El pecado crea problemas en el hogar. Adán acusó a Eva después de pecar (3:12). Los problemas en los hogares son consecuencias del pecado.
10.7 El pecado afecta a los culpados en sus actividades fundamentales: a la mujer como madre y esposa (3:16), al hombre como trabajador. (3:17-19).
P R E G U N T A S
TEXTO: Génesis 4:1 — 6:13
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Adán y Eva pecaron contra Dios y por eso fueron echados del jardín. Sus hijos nacieron fuera del jardín. Aquella parte en Adán, Eva y sus hijos que debería ser a imagen de Dios para que lo pudieran conocer, amar y a Él obedecer, estaba contaminada por la influencia de Satanás.
❖ Personajes-clave: Caín, Abel, Lamec, Set, Enoc, Matusalén y Noé.
❖ Lugar-clave: Fuera del jardín del Edén.
❖ Repeticiones-clave:
-- Son mencionados los hechos de los descendientes de Caín:
-- Caín construyó una ciudad (4:17);
-- Lamec tomó para sí dos mujeres. Mató dos hombres e hizo una canción celebrando su acción. (4:19,23-24);
-- Jabal fue el antepasado de los que crían ganado y viven en tiendas (4:20);
-- Jubal fue el antepasado de todos los músicos que tocan arpa y flauta (4:21);
-- Tubal-caín era herrero y hacía objetos de bronce y de fierro (4:22);
-- De los descendientes de Set son mencionados los años que vivieron y le primer hijo de cada uno: Adán, 930 años (5:3-5-); Set, 912 años (5:6-8); Enós, 905 años (5:9-11); Cainán, 910 años (5:12-14); Mahalaleel, 905 años (5:15-17); Jared, 972 años (5:18-20); Enoc, 360 años (5:21-24); Matusalén, 969 años (5:25-27); Lamec, 776 años (5:28-31).
-- La maldad practicada por los seres humanos:
-- Caín mató a Abel y se retiró de la presencia del Señor (4:8-16);
-- Lamec tomó para sí dos mujeres. Mató dos hombres e hizo una canción celebrando su acto. (4:19,23-24)
-- Los hijos de Dios del linaje de Set vieron que las hijas de los hombres de la descendencia de Caín eran bonitas. Entonces escogieron las que quisieron y se casaron con ellas (6:2).
-- Dios vio que las personas eran muy perversas y que siempre estaban pensando hacer cosas malas (6:5).
Sentimientos-clave:
-- La ira de Caín.
-- El orgullo de los descendientes de Caín en las acciones realizadas.
-- El privilegio de larga vida de los descendientes de aquellos que invocaron el nombre de Dios.
-- El placer de Dios en Enoc y Noé.
-- La frustración de Dios por causa de la raza humana, con excepción de Enoc y Noé.
Problema-inicial: Adán y Eva tuvieron dos hijos: Caín y Abel. Abel era pastor de ovejas y Caín era agricultor.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Caín y Abel
-- Adán y Eva tuvieron hijos: Caín y Abel (4:1-2).
-- Caín ofreció a Dios algunos productos de la tierra (4:3), mientras que Abel le ofreció de las primicias de su rebaño (4:4).
-- Dios quedó contento con Abel, pero rechazó a Caín (4:4-5).
-- Caín quedó con rabia (4:5).
-- Dios avisó a Caín del peligro, pues el pecado estaba a su espera (4:6-7).
-- Caín mató a su hermano Abel (4:8).
-- Dios maldijo a Caín (4:9-15).
Caín y sus Descendientes Fuera de la Presencia de Dios
-- Caín salió de la presencia de Dios (4:16).
-- Caín construyó una ciudad donde hubo desarrollo en la pecuaria, en la música y en la industria. (4:17-22).
-- Lamec tuvo dos mujeres. Cantó una canción de orgullo porque mató a dos hombres (4:19-24).
Descendientes de Set
-- Dios dio a Adán y Eva otro hijo, Set. Set y sus descendientes adoraron a Dios (4:25-26).
-- Enoc, uno de los descendientes de Set, vivió en comunión con Dios y un día desapareció sin morir, pues Dios se lo llevó (5:21-24).
-- Matusalén, el hijo de Enoc, vivió 969 años (5:21,27).
Dios Planea Destruir la Raza Humana
-- Los hombres que conocían a Dios se casaron con mujeres bonitas que no lo conocían (6:1-2).
-- Dios planeó destruir la raza humana por causa de su maldad (6:1-13).
-- Noé vivió en comunión con Dios y fue aprobado por Él (6:8).
❖ Situación-final: Dios miró para el mundo y vio que las personas, con excepción de Noé, solo hacía cosas malas. Él planeó destruir el mundo.
NARRATIVA
Caín y Abel
Adán tuvo relaciones con Eva, ella concibió y dio a luz a un hijo, al cual llamó Caín. Después, tuvo otro hijo, Abel. Abel era pastor de ovejas y Caín era agricultor.
El tiempo pasó. Un día, Caín trajo algunos productos de la tierra, sin preocuparse de dar lo mejor, y los ofreció a Dios (4:3). Abel, por su parte, trajo los primeros corderitos nacidos en su rebaño (4:4) para ofrecerlos a Dios. Abel, por medio de la fe, ofreció a Dios un sacrificio mejor que el de Caín (He 11:4). Dios quedó contento con Abel y con su ofrenda, pero no se agradó de Caín y su ofrenda (4:4-5).
Caín quedó furioso y su semblante decayó. Entonces Dios le dijo: “¿Por qué estás con rabia y por qué tu semblante decayó? Si hubieras hecho lo que es cierto, estaría sonriendo; pero hiciste mal, y por eso el pecado está a la puerta, a tu espera. Él quiere dominarte, pero tú debes vencerlo” (4:6-7).
Sin embargo, Caín invitó a Abel para salir con él. Cuando los dos estaban en el campo, Caín atacó a Abel y lo mató (4:8).
Más tarde, Dios preguntó a Caín: “¿Dónde está tu hermano Abel?”
Caín contestó: “No sé. ¿Acaso soy yo guarda de mi hermano?”,
Dios dijo: “Desde la tierra, la sangre de tu hermano está gritando, pidiendo venganza. Ahora, eres maldito y expulso del suelo fértil que abrió la boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando prepares la tierra para plantar, ella no producirá nada. Vas a andar siempre errante por el mundo”.
Caín respondió: “Yo no voy a poder aguantar este castigo tan pesado. Tú estás expulsándome de esta tierra y cualquier persona que me encuentre va a querer matarme”.
Dios le respondió: “Eso no va a suceder. Si alguien te mata, serán muertas siete personas de su familia, como venganza”. Después, Dios puso una señal en Caín para que si alguien lo encontrara, no lo matara (4:9-15).
Caín y sus Descendientes Fuera de la Presencia de Dios
Se retiró Caín de la presencia del Señor y se fue a vivir lejos del Edén. Caín se esforzó por crear una civilización independiente de Dios. Los descendientes de Caín siguieron su ejemplo y vivieron sin Dios. Caín tuvo un hijo al cual llamó Enoc. Pasado algún tiempo, Caín construyó una ciudad y la llamó Enoc también, como el nombre de su hijo. Uno de los descendientes de Caín era Lamec. Lamec tomó dos mujeres para él. Tuvo tres hijos: Jabal que fue el antepasado de los
que crían ganado y viven en tiendas; Jubal, que fue el antepasado de todos los músicos que tocan arpa y flauta; y Tubal-caín, que era herrero y hacía objetos de bronce y fierro.
Cuando Lamec mató a dos hombres, él se alegró con su pecado e hizo hasta una canción para celebrar su acto. Un día, Lamec dijo a sus mujeres: “Escúchenme, mujeres de Lamec, noten bien lo que yo digo. Maté a un hombre porque me hirió, maté a un joven porque me machucó. Si son muertas siete personas para pagar por la muerte de Caín, entonces, si alguien me mata, serán muertas setenta y siete personas de la familia del asesino” (4:16-24).
Descendientes de Set
Dios dio otro hijo a Adán y Eva. Ellos lo llamaron Set. Adán murió con novecientos treinta años de edad. El hijo de Adán, Set, murió con novecientos doce años de edad. Los descendientes de Set empezaron a acordarse de Dios y a invocar el nombre del Señor (4:25-26). Uno de los hijos de Set fue llamado Enos. Enos murió con novecientos cinco años de edad. Uno de los hijos de Enos fue llamado Cainán. Cainán murió con novecientos diez años de edad. Uno de los hijos de Cainán fue llamado Mahalaleel. Él murió con ochocientos noventa y cinco años de edad. Uno de los hijos de Mahalaleel fue llamado Jared. Él murió con novecientos sesenta y dos años de edad. Uno de los hijos de Jared fue llamado Enoc.
Enoc vivió trescientos sesenta y cinco años. Él vivió siempre en comunión con Dios y un día desapareció, pues Dios se lo llevó. Uno de los hijos de Enoc fue Matusalén. Cuando Matusalén tenía ciento ochenta y siete años, nació su hijo Lamec. Matusalén murió con novecientos sesenta y nueve años de edad. Cuando Lamec tenía ciento ochenta y dos años, fue padre de un hijo, Noé. Lamec murió con setecientos setenta y siete años de edad. Noé fue padre de tres hijos: Sem, Cam y Jafet (5:1-32).
Dios Planea Destruir la Raza Humana
Los hijos de Dios del linaje de Set, vieron que las hijas de los hombres de la descendencia de Caín eran bonitas. Entonces, escogieron las que ellos quisieron y se casaron con ellas. Escogieron y tomaron para ellos esposas llevados apenas por la atracción física, sin buscar la orientación de Dios (6:2). Esta fue una de las actitudes que llevó a Dios a planear a la destrucción de la tierra.
La maldad de la raza humana llegó a tal punto, que Dios decidió destruir todos los seres vivos. Antes de la destrucción, Dios dio a las personas ciento veinte años para arrepentirse. Dios vio que las personas eran muy malvadas y que siempre estaban pensando hacer cosas malas. Dijo Dios: “Voy a hacer desaparecer de la tierra a esa gente que creé y también a todos los animales” (6:3-7).
Cuando Dios estaba planeando la destrucción de la tierra, Noé, que siempre obedecía a Dios, halló gracia ante los ojos de Dios (6:8).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
■ A hacer el mal;
■ A quedar irritado con Dios;
■ A matar a su hermano;
■ A despreciar el llamado al arrepentimiento y al perdón;
■ A volverse un errante;
■ A su propia destrucción (4:8-9).
P R E G U N T A S
TEXTO: Génesis 6:13 — 9:29
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Adán y Eva pecaron contra Dios y por eso fueron echados del jardín. Sus hijos nacieron fuera del jardín. Los descendientes de Adán y Eva fueron aumentando. La decadencia moral, la maldad y la violencia crecieron a tal punto que, con excepción de Noé y su familia, todas las personas solo hacían cosas malas.
❖ Personaje-clave: Noé.
❖ Lugar-clave: El mundo antiguo.
❖ Repeticiones-clave:
-- Destruir seres vivos (6:7,17; 8:21-22; 9:11,15).
-- Arca (6:13-16; 7:1,9,23; 8:1,4,6-10, 16-19; 9:10).
-- Animales (6:7,19-21; 7:8,14-15,21,23; 8:1,17-20; 9:2-3,10,11,12,15).
-- Alianza (6:18; 9:9,11,12,13,15,16,17).
-- Tiempo mencionado: Dios dio a las personas 120 años para que se arrepintieran antes de la destrucción (6:3); edad de Noé (7:6); siete días después que Noé entró en el arca (7:10); el diluvio duró cuarenta días (7:17); la inundación sobre la tierra duró ciento cincuenta días antes que el agua empezara a bajar (7:24); durante ciento cincuenta días el agua fue bajando poco a poco (8:13); el día diecisiete del séptimo mes, el arca paró en la región montañosa (8:4); al final de cuarenta días, Noé abrió la ventana del arca y soltó un cuervo (8:6); Noé esperó siete días más y mandó la paloma de nuevo (8:10); Noé esperó más siete días y mandó la paloma otra vez (8:12).
❖ Sentimientos-clave:
-- El disgusto de Dios con la raza humana.
-- La paciencia de Dios al esperar 120 años antes de castigar al pueblo.
-- La fe de Noé.
-- La preocupación de Dios en salvar un remaneciente tanto de personas como de animales.
-- El alivio de Noé por salir del arca.
-- La vergüenza de Noé embriagado y desnudo.
-- La falta de respeto de Cam con su padre Noé.
-- La tristeza de Noé con su hijo Cam y su nieto Canaán.
❖ Problema-inicial: Con excepción de Noé y su familia, todas las personas solo hacían cosas malas.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
El Diluvio
-- La maldad de la raza humana (6:1-6).
-- Dios decidió destruir el mundo (6:7).
-- Habría 120 años antes de la destrucción (6:3).
-- Noé obedecía a Dios y vivía en comunión con Él (6:8).
-- Dios avisó a Noé de su plan de destruir el mundo y lo mandó construir un arca. Noé obedeció (6:13-22).
-- Noé anunciaba la palabra de Dios mientras construía el arca (2 Pe 2:5).
-- Noé, su esposa, sus hijos y nueras entraron en el arca con un macho y una hembra de todas las especies de animales (7:1-16) y siete parejas de los animales considerados puros (7:2-3).
-- Dios cerró la puerta del arca (7:16).
-- El diluvio duró 40 días y cubrió todo. Demoró 150 días antes que el agua empezara a bajar (7:17-24). Demoró 150 días para que el agua bajara (8:1-3).
-- El arca paró en la tierra. Después de 40 días, Noé soltó un cuervo. Después de siete días más, envió una paloma. Después de otros siete días, soltó una paloma que volvió con una hoja. Siete días después, soltó la paloma nuevamente y ella no volvió más (8:6-12).
-- Cuando la tierra se secó, Dios mandó que Noé saliera del arca con su familia y los animales
(8:15-18).
Noé y su Familia Después del Diluvio
-- Noé ofreció sacrificios a Dios (8:20).
-- Dios mandó que Noé llenara el mundo con hijos y se dispersara por toda la tierra (9:1,7).
-- Dios hizo un acuerdo con Noé y prometió que nunca más destruiría los seres vivos por medio de un diluvio (8:22-22; 9:11).
-- Como señal de la promesa, Dios dio el arco-iris (9:12-17).
-- Noé quedó embriagado y desnudo dentro de su tienda. Cam, su hijo menor, contó a sus hermanos. Ellos cubrieron a su padre (9:20-25).
-- Noé maldijo a Canaán, el hijo de Cam (9:25-27).
NARRATIVA
El Diluvio
La maldad de la raza humana llegó a tal punto que Dios decidió destruir a todos los seres vivos. Dios dio a las personas 120 años para que se arrepintieran, antes de la destrucción (6:3). Dios vio que la maldad del hombre era grande, que era continuamente malvado todo su deseo (6:5) y que tenía una conducta perversa (6:12). Solamente Noé obedecía a Dios y andaba en comunión con Él (6:8-9).
Dios avisó a Noé: “Resolví acabar con todos los seres humanos. Yo los destruiré completamente y destruiré también la tierra, pues está llena de violencia (6:13). Voy a mandar un diluvio para inundar la tierra para destruir todo lo que tiene vida; todo lo que hay en la tierra morirá. Pero contigo voy a hacer un acuerdo y entrarán en el arca tú, tus hijos, tu mujer y tus tres nueras” (6:17-18). Él orientó a Noé para construir una gran arca de tres pisos. El arca tendría que ser construida totalmente como Dios dijo a Noé (6:13-21). Dios orientó a Noé para que colocara solo una puerta en la parte lateral de la gran arca (6:16). Noé hizo todo de acuerdo como Dios le había mandado (6:22).
Dios orientó a Noé para que llevara para dentro del arca una pareja de todas las especies de animales y comida para ellos. De los animales llamados “puros” por Dios, debería llevar siete parejas (7:2, 8-16).
Noé anunció la Palabra de Dios mientras construía el arca (2 Pe 2:5). Las personas no aceptaron las palabras de Dios anunciadas por Noé. Dios esperó 120 años para que ellos cambiaran de idea, pero no esperaría más. Era tiempo de Dios castigarlos.
Noé tenía seiscientos años de edad cuando las aguas del diluvio cubrieron la tierra (7:6). Para escapar del diluvio, Noé entró en el arca junto con sus hijos, su mujer y sus nueras. Los animales entraron con Noé en el arca, de dos en dos, macho y hembra, como Dios había mandado. (7:7-8). Cuando todos estaban dentro, Dios cerró la puerta (7:16). Después que Dios cerró la puerta, mandó una lluvia torrencial que parecía grandes cascadas vertidas pelas compuertas del cielo. Aumentaron las aguas y levantaron el arca, que quedó elevada por sobre la tierra. La lluvia del diluvio duró 40 días y cubrió todo, hasta los picos más altos de las montañas. Quien estaba fuera del arca estaba separado de quien estaba dentro: quien estaba fuera fue destruido y quien estaba dentro fue salvo. Solamente Noé, y aquellos que estaban con él en el arca, quedaron vivos. El resto de los seres humanos y de los animales fueron muertos (7:17-23). La inundación sobre la tierra duró ciento cincuenta días antes que el agua empezara a bajar (7:24).
Dios hizo el viento soplar sobre la tierra y el agua empezó a bajar poco a poco. Demoró ciento cincuenta días para que el agua bajara (8:1-5). Finalmente, Noé sintió que el arca había parado en la tierra. Sin embargo, él no se atrevió a desembarcar, pues solo las cimas de las montañas aparecían. Después de 40 días, Noé soltó un cuervo, que no volvió. Después, él soltó una paloma, que no encontró lugar para posar y volvió para Noé en el arca. Después de siete días él soltó la paloma de nuevo, la cual volvió de tardecita trayendo en su pico una hoja verde de olivo. De esta manera, Noé supo que las aguas habían escurrido de la superficie de la tierra. Después de siete días Noé soltó otra vez la paloma y ella no volvió y así él comprendió que podía salir del arca con la familia y los animales (8:15-18).
Noé y su Familia Después del Diluvio
La primera cosa que Noé hizo, al salir del arca, fue construir un altar para ofrecer sacrificios a Dios. Él tomó aves y animales puros, uno de cada especie, y los quemó como sacrificio en el altar. El olor de los sacrificios agradó a Dios y Él prometió que nunca más iría a maldecir la tierra por causa de la raza humana. Dios habló consigo: “Yo no maldeciré nunca más la tierra por causa del hombre, porque el intento del corazón del hombre es malo desde su infancia; nunca más mataré a todos los vivientes, como lo hice” (8:20-22). Dios ordenó a Noé y a sus hijos: “Tengan muchos hijos y que sus descendientes se dispersen por toda la Tierra” (9:1,7).
Dios hizo un acuerdo con Noé, con sus descendientes y con todos los animales, y prometió que nunca más destruiría todos los seres vivos con un diluvio (8:21-22; 9:11). Como señal de la promesa, Dios dio el arco-iris. El arco-iris fue la señal visible de la eterna promesa de Dios a todos los seres vivos en el mundo, de que no habría otro diluvio para destruir todos los seres vivos (9:12-17).
Noé era agricultor. Él hizo una plantación de uvas y un día tomó mucho vino y quedó embriagado y desnudo dentro de su tienda. Cam, su hijo menor lo vio y contó a sus hermanos sobre la indecencia de su padre. Pero Sem y Jafet, hermanos de Cam, tomaron un manto, lo pusieron sobre sus propios hombros y, caminando de espaldas, cubrieron la desnudez de su padre para que no la vieran (9:20-23).
Cuando Noé despertó de su embriaguez, supo lo que había hecho su hijo más joven y maldijo a Canaán, el hijo de Cam (9:25-27). La maldición cayó sobre el hijo del ofensor (10:6). Por su falta de respeto para con su padre, su propia familia iría a fracasar.
Después del diluvio, Noé vivió trescientos y cincuenta años más y murió cuando tenía novecientos cincuenta años de edad (9:28-29).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
P R E G U N T A S
TEXTO: Génesis 11: 1-32
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Después del diluvio la tierra se secó. La familia de Noé y todos los animales salieron del arca. Noé construyó un altar para ofrecer sacrificios a Dios. Dios aceptó la ofrenda de Noé (8:20-22). Dios mandó que los descendientes de Noé se multiplicaran y se dispersaran por toda la tierra (9:7). El arco-iris fue dado por Dios como señal para mostrar que Él nunca más destruiría el mundo con un diluvio (9:12-17). Después del diluvio, todas las personas de la tierra eran descendientes de Noé. La mayoría de los descendientes de Noé luego se olvidaron de la voluntad de Dios para ellos.
❖ Personajes-clave: Todos los pueblos.
❖ Lugar-clave: La llanura donde fue construida la Torre de Babel.
❖ Repeticiones-clave:
-- Lengua / idioma (11:1, 6,7, 9).
-- Torre (11: 4-5).
-- Construir (11: 3,4,5,8).
-- Dispersar por la tierra (9:7; 11: 4,8,9).
-- Los descendientes de Sem, hijo de Noé, son mencionados, dando el nombre del primer hijo de cada generación y cuantos años vivió hasta la generación de Tera (11: 10-25).
❖ Sentimientos-clave:
-- La arrogancia de los hombres que construyeron la Torre de Babel.
-- La superioridad de Dios sobre los hombres.
❖ Problema-inicial: Todos los pueblos hablaban un solo idioma y los hombres en una llanura tomaron para ellos el desafío de construir una torre para que no se dispersaran por todo el mundo.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
La Torre de Babel
-- Todos los pueblos hablaban un solo idioma (11:1).
-- Los hombres en una llanura tomaron para ellos el desafío de construir una torre que llegara hasta el cielo (11:4).
-- Desearon quedar famosos (11:4).
--Desearon no dispersarse por el mundo entero (11:4). Dios bajó del Cielo para ver el trabajo de los hombres (11:5).
-- Dios confundió el idioma que ellos hablaban para que uno no entendiera lo que el otro estaba diciendo (11:7).
-- Así, Dios los dispersó por el mundo entero (11:8).
Los Descendientes de Sem
-- Tera y sus hijos: Abram, Naor y Harán. Harán fue el padre de Lot (11: 10-32).
❖ Situación-final: Las personas se dispersaron y uno de los descendientes de Sem, Abram, se quedó viviendo en Harán
NARRATIVA
La Torre de Babel
Después del gran diluvio, todas las personas eran descendientes de Noé. Dios mandó a Noé: “Tengan muchos hijos, y que los descendientes de ustedes se dispersen por toda la tierra” (9:7).
Los pueblos hablaban un solo idioma. Todos usaban las mismas palabras. Algunos llegaron a una llanura. Ellos empezaron a hacer ladrillos quemados y construir con ellos en lugar de usar piedras. Usaban asfalto en lugar de mezcla de cemento. Un día, dijeron los unos a los otros: “Ahora vamos a construir una ciudad que tenga una torre que llegue hasta el cielo. Así quedaremos famosos y no seremos dispersados por todo el mundo (11: 1-4).
En la alianza del arco-iris (9:11-17), Dios prometió que no iría más a destruir el mundo con un diluvio. Sin embargo, los hombres empezaron a construir una torre que tocase el cielo, sin pensar en el peligro de otro diluvio (11:4).
Dios descendió para ver la ciudad y la torre que el pueblo estaba construyendo. Dijo Dios: “Esa gente es un solo pueblo y todos hablan un solo idioma. Eso que ellos están haciendo es apenas el comienzo. Vamos a confundir el idioma que ellos hablan para que uno no entienda lo que el otro está diciendo” (11: 5-7).
El Señor Dios dio diferentes idiomas al pueblo. No pudiendo más entenderse los unos a los otros, se separaron en varias familias y se cambiaron para diferentes partes de la región. De esta forma, Dios los esparció por el mundo entero. La construcción de la ciudad fue abandonada y recibió el nombre de Babel, que significa confusión. Después de algunos años se fueron para otros lugares del mundo, yendo a pie o en barco (11:8-9).
Los Descendientes de Sem
Los descendientes de Sem, hijo de Noé, son mencionados, dando el nombre del primer hijo de cada generación y cuantos años vivió hasta la generación de Tera (11:10-25).
Tera vivía en la ciudad de Ur en Babilonia. Tera fue padre de tres hijos: Abram, Naor y Harán. Harán fue el padre de Lot. Harán murió en la ciudad de Ur. Abram se casó con Sarai, que no tenía hijos porque era estéril. Tera salió de la ciudad de Ur para ir hasta la tierra de Canaán y llevó junto a su hijo Abram, su nuera Sarai y su nieto Lot. Ellos llegaron a Harán y se quedaron viviendo allí. Tera murió en Harán con la edad de doscientos cinco años (11:26-32).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
P R E G U N T A S
TEXTO: Génesis 12 - 25
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Después del diluvio, Dios mandó que los descendientes de Noé se dispersaran por toda la tierra (9:7). La mayoría de ellos luego se olvidó de la voluntad de Dios para con ellos. Un ejemplo de eso es la construcción de la Torre de Babel, cuyo objetivo era evitar que fueran dispersos por diferentes lugares del mundo como Dios ordenó. Dios acabó con la construcción de la Torre dando diferentes idiomas al pueblo. No pudiendo entenderse más los unos a los otros, se separaron y se cambiaron para diferentes lugares.
Sem era uno de los hijos de Noé. Uno de los descendientes de Sem fue Tera. Tera salió de la ciudad de Ur y llevó junto a su hijo Abram, su nuera Sarai y su nieto Lot.
❖ Personaje-clave: Abram (Abraham)
❖ Lugar-clave: Canaán.
❖ Repeticiones-clave:
-- Alianza (15:18; 17:2, 4, 7, 9, 10, 11, 13, 14, 19, 21).
-- Dios hizo promesas a Abraham. Dios prometió: bendecir y hacer de Abraham una bendición (12:1- 4); descendientes a Abraham (15:4-5; 17;7-8, 16-21; 18:9-15; 22:17-18): bendecir ricamente a Abraham (22:15-18).
-- Hijo / descendiente de Abraham:
- No tenía hijos (11: 30; 15:2);
- Dios prometió descendientes (15:4-5; 17:7-8, 16-21; 18:9-15; 22:17-18);
- Ismael (16:1-16; 21:8-21; 25:9);
- Isaac (21:1-7; 8; 22:1-14; 24:1-8, 52-67; 25:9).
-- En el contexto de la mención del nombre de Lot, Dios aparece a Abraham:
- Dios llamó a Abram para salir de su tierra y dejar a sus parientes. Abram salió llevando con él a Lot (12:1-4).
- En una pelea de los pastores de Abram con los de Lot, Abram dejó a Lot escoger la tierra que sería de él. Dios prometió dar a los descendientes de Abram toda la tierra que él estaba viendo (13: 1-18).
- Sodoma fue conquistada y sus habitantes, incluyendo a Lot fueron llevados como prisioneros. Abram libertó a Lot y a los otros prisioneros (14:1-16). Dios prometió a Abram un hijo y estableció una alianza con él (15:1-21).
- Dios avisó a Abraham que iría a visitar la ciudad de Sodoma. Cuando Dios destruyó la ciudad, él se acordó de Abraham y retiró a Lot con las dos hijas de la catástrofe (19:15-29).
❖ Sentimientos-clave:
-- La fe de Abraham; también la fe que vacila durante las circunstancias de la vida.
-- El sacrificio de Abraham en relación con Lot e Isaac.
-- La angustia de Abraham de tener un hijo.
-- El negativismo relacionado a Lot.
❖ Problema-inicial: Dios llamó a Abram para salir de su tierra y dejar a sus parientes.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Dios Llama a Abram
-- Dios llamó a Abraham para salir de su tierra y dejar a sus parientes. (12:1).
-- Dios prometió bendecir a Abraham y hacer de él una bendición (12:2-3).
-- Abraham salió llevando a Lot con él (12:4-9).
Abram en Egipto
-- En un período de hambre, Abraham se fue a Egipto. Quedó con miedo que alguien pudiera matarlo para quedarse con Sarai y mintió, diciendo que ella era su hermana (12:10-20).
Abram y Lot Separados
-- En una pelea de los pastores de Abram con los de Lot, Abram dejó a Lot escoger la tierra que sería de él (13: 1-12).
-- Dios prometió dar a los descendientes de Abram toda la tierra que él estaba viendo (13: 14-18). Sodoma fue conquistada y sus habitantes, incluyendo a Lot, fueron llevados como prisioneros. Abram libertó a Lot y a los otros prisioneros (14:1-16).
-- Melquisedec bendijo a Abram (14:18-20).
-- Abram rechazó los regalos del rey de Sodoma (14:21-23).
Dios Hace Alianzas con Abram
-- Dios prometió a Abram un hijo y estableció una alianza con él (15:1-21).
-- Abram tuvo un hijo con Agar, la sierva de Sarai (16:1-6).
-- Dios hizo una nueva alianza con Abram y los nombres de Abram y Sarai fueron cambiados para Abraham y Sara. La alianza fue sellada con la circuncisión (17:1-27).
Destrucción de Sodoma
-- Dios avisó a Abraham que iría a visitar la ciudad de Sodoma (18:16-22).
-- Abraham intercedió por los hombres de la ciudad de Sodoma (18:23-33).
-- Los dos ángeles visitaron a Lot. Él fue avisado de la destrucción. Lot escapó de la destrucción de Sodoma con las dos hijas (19:1-22).
-- Sodoma fue destruida como consecuencia del juicio divino (19:24-29).
-- Lot se embriagó y tuvo relaciones con sus hijas (19:30-38).
Abraham y su Hijo Isaac
-- Dios dio a Abraham y a Sara el hijo Isaac (21:1-7).
-- Agar e Ismael fueron expulsos (21:9-21).
-- Dios probó a Abraham exigiendo que él ofreciera a su hijo Isaac en holocausto. Cuando Abraham levantó el cuchillo para matar a su hijo, Dios intervino providenciando un carnero para el holocausto (22:1-13).
-- Sara vivió ciento veintisiete años y murió (23:1-20).
-- Abraham mandó a su empleado más antiguo ir donde sus parientes para escoger una esposa para Isaac. El empleado oró pidiendo la ayuda de Dios. En la casa de los hermanos de Abraham, encontró a Rebeca. Labán, el hermano de Rebeca, quedó impresionado con los regalos dados a ella. La familia de Rebeca concordó que ella fuera la esposa de Isaac (24:3-67).
❖ Situación-final: Dios prometió a Abraham: “Juro que te bendeciré ricamente. Haré que tus descendientes sean tan numerosos como las estrellas del cielo o los granos de arena en la playa del mar. Todas las naciones del mundo serán benditas por medio de tus descendientes, pues hiciste lo que te mandé” (22:15-18).
NARRATIVA
Dios Llama a Abram
Cierto día, Dios habló a Abram que dejara su país de origen, sus parientes y la casa de su padre, y saliera rumbo a una tierra que le mostraría (12:1).
Dios hizo las siguientes promesas a Abram condicionadas a su obediencia:
1ª Sus descendientes irían a formar una gran nación (12:2).
2ª Dios lo bendeciría (12:2).
3ª Su nombre sería famoso (12:2).
4ª Él sería una bendición para los demás (12:2).
5ª Dios bendeciría a los que lo bendijeran (12:3).
6ª Dios maldeciría a los que lo maldijeran (12:3).
7ª Por medio de Abram todos los pueblos del mundo serían benditos (12:3).
Abram tenía setenta y cinco años cuando partió de Harán, como Dios le había ordenado. La obediencia de Abram fue parcial. Salió de su casa yendo para Canaán, pero no rompió con Lot, su sobrino. Lot partió con él. Cuando llegaron a Canaán, Dios apareció a Abram y le dijo: “Yo voy a dar esta tierra a tus descendientes” (12:4-7). Abram construyó allí un altar a Dios.
Abram en Egipto
Hubo en Canaán un hambre que asoló todo el país. Abram, sin consultar a Dios, se fue, por su propia iniciativa, a Egipto. Cuando estaba llegando a Egipto, Abram dijo a Sarai, su esposa: “Eres una mujer muy bonita. Por eso me matarán y dejarán que tú vivas. Dirás, entonces, que eres mi hermana. Así, por tu causa, me dejarán vivir y me tratarán bien”. Entonces él mintió diciendo una media-verdad, diciendo que Sarai era su hermana, dejando de decir que ella era su esposa también.
Cuando Abram llegó a Egipto, los egipcios vieron que Sarai, su mujer, era, de hecho, muy bonita. Ella fue llevada para el palacio del rey. Por causa de ella el rey trató bien a Abram y le dio ovejas, bueyes, jumentos, esclavos y esclavas, jumentas y camellos. Pero, por causa de Sarai, Dios castigó al rey y su familia con enfermedades horribles.
El rey mandó llamar a Abram y le preguntó: “¿Por qué me hiciste una cosa así? Dijiste que ella era tu hermana, y por eso me casé con ella. Por lo tanto, aquí está tu mujer; ¡sale de aquí con ella! Entonces el rey dio una orden y sus guardias llevaron a Abram para fuera de Egipto, junto con su mujer y con todas las cosas que le pertenecían (12:10-20).
Abram y Lot Separados
Abram salió de Egipto con todo lo que tenía y fue para el sur de Canaán. Abram era muy rico en rebaños, en plata y en oro. Lot también llevaba ovejas, cabras, ganado, empleados y su familia. No había pastos suficientes que permitieran que los dos se quedaran juntos, porque ellos tenían muchos animales. Por eso, los hombres que cuidaban de los animales de Abram discutían con los que cuidaban de los animales de Lot. En la pelea de los pastores de Abram con los de Lot, Abram dejó a Lot escoger la tierra que sería de él. Abram dijo a Lot: “Vamos a separarnos. Escoge ahora. Si fueres para la izquierda, yo iré para la derecha; si fueres para la derecha, yo iré para la izquierda”.
Lot miró alrededor y vio que el valle del Jordán tenía bastante agua. Lot se quedó con el mejor terreno y dejó a Abram con lo que no servía mucho. Lot se fue para la llanura regada y fértil, mientras que Abram se quedó en las regiones montañosas y menos fértiles (13:1-13).
Después que Lot se separó de él, el Señor Dios vino luego al encuentro de Abram para asegurarle que toda la tierra de la promesa le pertenecería a él y a su descendencia. Dios dijo a Abram: “Mira bien desde donde estás. Te daré a ti y a tus descendientes, para siempre, toda la tierra que estás viendo. Haré que tus descendientes sean tantos como el polvo de la tierra”.
Abram construyó un altar para Dios (13:14-18).
Lot fue armando sus tiendas hasta Sodoma (13:12). En una batalla, Sodoma fue derrotada y Lot y los habitantes de la ciudad fueron capturados. Los vencedores tomaron todos los bienes de Sodoma y Gomorra y todos sus alimentos y se fueron. Cuando Abram supo que su sobrino había sido llevado prisionero, inició una persecución. En un ataque nocturno bien planeado, con un pequeño grupo de trescientos y dieciocho soldados, Abram rescató a Lot y a los otros prisioneros y recuperó todos los bienes llevados de Sodoma (14:16).
Después de la batalla donde libertó a los ciudadanos de Sodoma, incluyendo a su sobrino Lot, Abram se encontró con Melquisedec, Rey de Salén. También se encontró con el rey de Sodoma, la ciudad de los grandes pecadores. Delante de Melquisedec, Abram recibió una bendición y le dio a él la décima parte de todo lo que había traído de la batalla. El rey de Sodoma ofreció a Abram todos los bienes recuperados en la batalla. Abram rechazó los presentes, diciendo: “Desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de lo que te pertenece, para que no digas: Yo enriquecí a Abraham” (14:17-24).
Dios hace Alianzas con Abram
Después de esos acontecimientos, en una visión, el Señor Dios apareció a Abram, diciendo: “¡No temas, Abram! Yo soy tu escudo; tu recompensa será muy grande”.
Abram respondió: “Mi Señor, continuo sin hijo. Dame un hijo”.
Dios dijo a Abram: “Mira para el cielo y cuenta las estrellas, si es que puedes. Pues bien, será ese el número de tus descendientes”. Dios renovó la promesa de dar la tierra de Canaán a sus descendientes. Abram puso su confianza en el Señor y por eso recibió la aprobación de Dios.
Cuando empezó a anochecer, Abram cayó en profundo sueño. De repente quedó con miedo y el pavor se apoderó de él. Entonces dijo Dios: “Sabe, con certeza, que tus descendientes vivirán en un país extranjero; allí serán esclavos y serán maltratados durante cuatrocientos años. Pero yo castigaré a la nación que los esclavizar. Y tus descendientes, Abram, saldrán libres, llevando muchas riquezas. Después de cuatro generaciones, tus descendientes volverán para acá”.
En esa misma ocasión, Dios hizo una alianza con Abram. Él dijo: “Prometo dar a tus descendientes esta tierra, desde la frontera con el Egipto hasta el río Eufrates (15: 1-21).
A Abram le faltó fe para esperar que Dios diera a él y a Sarai un hijo, por ya ser los dos de edad avanzada. Sarai vino con una solución para ayudar a Dios. Ella daría a Abram su sierva Agar, y reconocería como suyos los hijos nacidos de esa unión. Abram oyó la voz de Sarai, tuvo relaciones con Agar, y ella concibió. Cuando descubrió que había concebido, Agar comenzó a mirar con desprecio para Sarai.
Sarai dijo a Abram: “Por tu culpa Agar me está despreciando. Yo misma la entregué en tus brazos; y, ahora que sabe que concibió, ella queda tratándome con desprecio. Que Dios juzgue quién es el culpado, si soy yo o eres tú”.
Abram respondió: “Está bien. Agar es tu sierva, tú mandas en ella. Haz con ella lo que quieras”.
Sarai maltrató a Agar y ella huyó. El Ángel de Dios la encontró en el desierto y le preguntó: “Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes y para dónde vas?”.
Agar respondió: “Estoy huyendo de mi dueña”.
El Ángel dio la siguiente orden: “Vuelve para tu dueña y obedécela en todo”. El Ángel prometió: “Estás encinta y tendrás un hijo. Le pondrás el nombre de Ismael, pues Dios escuchó tu grito de aflicción. Ese hijo será como un potro salvaje; Él luchará contra todos, y todos lucharán contra él. Él vivirá lejos de todos sus parientes”.
Agar dio un hijo a Abram y él le puso al niño el nombre de Ismael. Abram tenía ochenta y seis años cuando Ismael nació (16:1-16).
Dios volvió a hablar con Abram cuando él estaba con noventa y nueve años. Dios hizo una nueva alianza con Abram y le cambió el nombre de Abram para Abraham. Prometió que haría Abraham padre de una multitud de naciones y que reyes saldrían de él. Dios cambió el nombre de Sarai para Sara. La alianza fue sellada con la circuncisión, un rito exterior a ser practicado en todos los descendientes de Abraham. Dios nuevamente prometió que daría a Abraham y a Sara un hijo. Dios prometió que Sara sería madre de naciones y que habría reyes entre sus descendientes; prometió que establecería su alianza con el hijo de Abraham y Sara y que ella daría a luz al año siguiente. Cuando terminó de hablar con Abraham, Dios subió y lo dejó.
Entonces Abraham, su hijo Ismael y todos los hombres de su casa, hijos de la casa o comprados por dinero, fueron circuncidados con él (17:1-23).
Dios apareció otra vez a Abraham. Era la hora más calurosa del día y Abraham estaba sentado a la entrada de la tienda. Él miró para arriba y vio tres hombres en pie delante de él. Cuando los vio, corrió a su encuentro, se puso con el rostro en tierra y dijo: “Señores, si merezco su atención, no pasen por mi humilde casa sin hacer una visita. Voy a mandar que traigan agua para que se laven los pies y un poco de comida. Así, ustedes tendrán fuerzas para seguir su viaje. Ustedes me honraron con su visita, por lo tanto, dejen que yo los sirva”.
Ellos respondieron: “Está bien, nosotros aceptamos”.
Debajo de un árbol, Abraham mismo les sirvió la comida.
Los visitantes preguntaron a Abraham: “¿Dónde está Sara, tu mujer? “.
Abraham respondió: “Está en la tienda”.
Uno de ellos dijo: “El año que viene yo vendré a visitarte otra vez. Y, en esa época Sara, tu mujer, tendrá un hijo”.
Sara estaba atrás de la entrada de la tienda, escuchando la conversación. Abraham y Sara eran muy viejos y Sara ya había pasado de la edad de tener hijos. Ella se rio y pensó: “¿Cómo podré tener placer sexual ahora que yo y mi señor estamos viejos?”.
Dios preguntó a Abraham: “¿Por qué Sara se rio? ¿Por qué dijo que está demasiado vieja para tener un hijo? ¿Será que hay alguna cosa imposible para Dios? Pues, como yo dije, el año que viene vendré a visitarte otra vez. Y, en esa época, Sara tendrá un hijo”.
Sara quedó con miedo y quiso negar: “¡Yo no estaba riéndome!”
Dios respondió: “No es verdad; te estabas riendo sí” (18:1-15).
Destrucción de Sodoma
Los visitantes, junto con Abraham, se levantaron y fueron a un lugar de donde podían ver la ciudad de Sodoma. Hacía mucho tiempo que Dios estaba descontento con las ciudades de Sodoma y Gomorra. Entonces Dios se dijo para sí mismo: “No voy a esconder de Abraham lo que pretendo hacer. Sus descendientes serán una nación grande y poderosa. Por medio de él bendeciré todas las naciones de la tierra”. Entonces Dios dijo a Abraham: “Hay terribles acusaciones contra Sodoma y Gomorra, y el pecado de sus habitantes es muy grave. Necesito bajar hasta allá y ver si las acusaciones que he oído son verdaderas o no”.
Entonces dos de los visitantes salieron, yendo en dirección de Sodoma; pero Abraham se quedó allí con Dios.
Abraham preguntó: “¿Será que vas a destruir a los buenos junto con los malos? Tal vez haya cincuenta justos en la ciudad. No es posible que mates a los buenos junto con los malos, como si todos hubieran cometido los mismos pecados. Tú eres el juez del mundo entero y por eso, ¿no actuarás con justicia?
Dios respondió: “Si yo encuentro cincuenta justos en Sodoma, perdonaré la ciudad entera por causa de ellos”.
Abraham volvió a decir: “Puede suceder que haya apenas cuarenta y cinco justos. ¿Destruirás la ciudad por causa de esa diferencia de cinco?”.
Dios respondió: “Si yo encuentro cuarenta y cinco, no destruiré la ciudad”.
Abraham continuó: “¿Y si hay solamente cuarenta justos?”
Respondió Dios: “Por amor de esos cuarenta, no destruiré la ciudad”.
Abraham dijo: “No te irrites conmigo, Señor. ¿Y si hay solamente treinta?”
Dios contestó: “Si hay solamente treinta, yo perdonaré la ciudad”.
Abraham insistió: “Estoy siendo osado, pero perdóname, Señor. ¿Y si hay solamente veinte?”
Dios respondió: “Por amor a esos veinte, no destruiré la ciudad”.
Abraham dijo: “No te enfades, Señor, pues esta es la última vez que voy a hablar. ¿Y si hay solamente diez?”
Respondió Dios: “Por causa de esos diez, no destruiré la ciudad”.
Cuando Dios terminó de hablar con Abraham, se retiró y Abraham volvió para casa (18:16-33).
En Sodoma, los ángeles encontraron a los hombres de la ciudad queriendo abusar sexualmente de otros hombres. Dios no encontró los diez justos en la ciudad de Sodoma.
Estaba anocheciendo cuando los dos ángeles llegaron a Sodoma. Lot estaba sentado cerca del portón de entrada de la ciudad. Cuando vio a los ángeles se levantó y los invitó a hospedarse en su casa. Lot insistió tanto, que ellos aceptaron y fueron con él para su casa. Lot mandó preparar una buena cena y los visitantes entonces cenaron.
Pero, antes que ellos se fueran a dormir, todos los hombres de Sodoma rodearon la casa. Ellos llamaron a Lot y le preguntaron: “¿Dónde están los hombres que entraron en tu casa esta noche? Tráelos aquí afuera para nosotros, porque queremos tener relaciones con ellos”.
Lot salió para hablar con los hombres y les dijo: “Por favor, mis amigos, ¡no cometan ese crimen! Presten atención: tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Voy a traerlas aquí afuera para ustedes. Hagan con ellas lo que quieran. Pero, no hagan nada con esos hombres, porque son mis huéspedes y tengo el deber de protegerlos”.
Pero los hombres de la ciudad respondieron: “¡Sale de ahí!” Y decían entre sí: “¡Este hombre es extranjero y quiere mandar en nosotros!”
Los hombres de Sodoma se arrojaron contra Lot y llegaron cerca de la puerta para derribarla. Sin embargo, los ángeles visitantes tomaron a Lot y lo metieron para dentro de la casa y cerraron la puerta. Luego, hicieron que los hombres que estaban fuera de la casa quedaran ciegos, y así, no pudieron encontrar la puerta.
Entonces dijeron a Lot: “Toma a tus hijos, a tus hijas, tus yernos y otros parientes que tengas en la ciudad y sácalos a todos de aquí. Vamos a destruir este lugar. Dios ha oído las terribles acusaciones que hay contra esta gente y por eso nos mandó para destruir Sodoma”.
Lot fue a hablar con sus futuros yernos que estaban para casarse con sus hijas: “¡Prepárense rápido y salgan de aquí, porque Dios va a destruir la ciudad!”.
Pero sus futuros yernos pensaron que él se burlaba de ellos (19:1-14).
Lot, su esposa y las dos hijas escaparon de Sodoma. Cuando estaban huyendo, la esposa de Lot miró para atrás y se convirtió en una estatua de sal. Dios hizo llover azufre y fuego de los cielos sobre Sodoma. Cuando Dios destruyó la ciudad, Él se acordó de Abraham y retiró a Lot con las dos hijas de la catástrofe. Sodoma fue destruida como consecuencia del juicio divino (19:15-29).
Lot tuvo miedo de quedarse viviendo en una ciudad de la llanura y por eso fue para las montañas, junto con sus dos hijas. Allí, los tres vivían en una cueva. Cierto día, la hija mayor dijo a la menor: “Nuestro padre ya está quedando viejo y no hay ningún otro hombre en esta región. De esta forma, no podemos casarnos y tener hijos. Vamos a dar vino a nuestro padre hasta que se embriague. Entonces, nos acostaremos con él y así tendremos hijos de él”.
Esa misma noche, ellas dieron vino a su padre y la hija mayor tuvo relaciones con él. Pero él estaba tan embriagado que no notó nada. Al día siguiente, la hija mayor dijo a su hermana: “Yo dormí anoche con nuestro padre. Vamos a embriagarlo de nuevo hoy a la noche y tú vas a dormir con él”. Esa noche volvieron a dar vino al padre y la hija menor tuvo relaciones con él. De nuevo él estaba tan embriagado que no notó nada.
Así, las dos hijas de Lot concibieron de su propio padre. La mayor le puso Moab a su hijo. La menor, puso a su hijo el nombre de Ben-ammi (19:30-38).
Abraham y su Hijo Isaac
Dios cumplió su promesa y dio a Abraham y Sara el hijo Isaac, en el tiempo que había marcado. Abraham tenía cien años cuando nació su hijo Isaac (21:1-2).
En la fiesta que celebraba el desmame de Isaac, Ismael, hijo de la esclava Agar, se burló del niño Isaac (21:8-9).
Sara insistió con Abraham: “Echa fuera a esa esclava y al hijo de ella, para que el hijo de esa esclava no sea heredero junto con Isaac, mi hijo”.
Abraham quedó muy preocupado con eso, pues Ismael también era su hijo. Pero, Dios le dijo: “Abraham, no te preocupes con el niño ni con la sierva. Haz todo lo que Sara te diga, porque tendrás descendientes por medio de Isaac. El hijo de la esclava es tu hijo también y por eso haré que los descendientes de él sean una gran nación”. Al día siguiente, Abraham se levantó de madrugada y dio a Agar pan y un odre de agua y la mandó que ella y su hijo se fueran de ahí.
Agar se fue caminando sin dirección por el desierto de Beerseba. Cuando se acabó el agua del odre, dejó al niño debajo de un arbusto y fue a sentarse a unos cien metros de allí. Pensó: “No soporto ver morir a mi hijo”.
Dios escuchó el llanto del niño y el Ángel de Dios llamó a Agar y le dijo: “¿Por qué estás preocupada, Agar? Dios oyó el llanto del niño del lugar donde él está. Levanta al niño y tómalo de la mano. Yo haré de sus descendientes una gran nación”.
Dios abrió los ojos de Agar y ella vio un pozo. Ella llenó el odre de agua y dio a Ismael para que bebiera. Protegido por Dios, el niño creció y se convirtió en un buen tirador de arco (21:11-21).
Años después, Dios probó a Abraham, exigiendo que él ofreciera a su hijo Isaac en holocausto. Dijo Dios: “Toma ahora a Isaac, tu hijo a quien tanto amas, y anda hasta la montaña que yo te voy a mostrar, y quema a tu hijo como sacrificio”. Abraham salió con Isaac teniendo seguridad que tanto Isaac como él, volverían (22:5) del sacrificio, confiado en la promesa “por medio de Isaac será llamada tu descendencia” (21:2). Abraham se levantó temprano, ensilló su jumento y llevó con él dos de sus siervos y a su hijo Isaac. Él cortó leña para el holocausto y partió caminando para el lugar que Dios había indicado. Al tercer día, Abraham, levantando los ojos, vio de lejos el lugar. Dijo entonces a sus siervos: “Quédense aquí con el jumento. Yo y el niño iremos hasta allá, adoraremos y volveremos junto a ustedes”. Abraham esperaba que Isaac resucitara. Él creyó que aunque matara a Isaac en obediencia a Dios, Dios lo resucitaría de entre los muertos (He 11:17-19).
Abraham tomó la leña para el sacrificio y la puso en los hombros de Isaac. Tomó un cuchillo y el fuego y los dos fueron andando juntos.
El niño Isaac preguntó a su padre: “Nosotros tenemos la leña y el fuego pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto?”
Abraham respondió: “Dios se proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío”, y se fueron los dos juntos.
Abraham hizo un altar y arregló la leña encima de él. Después amarró a Isaac y lo colocó en el altar, encima de la leña. Cuando Abraham levantó el cuchillo para matar a su hijo, el Ángel de Dios intervino clamando: “¡No machuques al niño ni le hagas ningún mal! Ahora sé que temes a Dios, pues no me negaste a tu hijo, ¡tu único hijo! (22:1-12).
Abraham miró alrededor y vio un carnero trabado por los cuernos en un zarzal. Dios hizo que el carnero quedase trabado por los cuernos entre los arbustos. Si hubiera quedado preso por cualquier otra parte del cuerpo, él se habría herido tratando de salirse. Dios solamente aceptaría un animal sano y fuerte como sacrificio. Abraham fue a buscar el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Abraham llamó al lugar de “El Señor proveerá”. Dios proveyó el cordero para morir en lugar de Isaac (22:13-14).
Dios prometió a Abraham: “Juro que te bendeciré ricamente. Haré que tus descendientes sean tan numerosos como las estrellas del cielo y los granos de la arena en la playa. Todas las naciones del mundo serán benditas por medio de tus descendientes, pues hiciste lo que yo te mandé” (22:15-18).
Sara vivió ciento veintisiete años y murió. Abraham compró un campo con una gruta para ser el cementerio de la familia donde Sara y los otros patriarcas serían enterrados (23:1-20).
Un día, Abraham llamó a su empleado más antiguo y lo mandó que fuera donde vivían sus parientes para que escogiera una esposa para Isaac. El empleado tomó camellos y un montón de regalos y fue a la ciudad donde Naor había vivido, en Mesopotamia. Cuando llegó, ya era de tardecita, la hora en que las mujeres venían a buscar agua. Ahí, él oró de la siguiente manera: “Oh, Señor, Dios de mi patrón Abraham, yo estoy aquí cerca del pozo donde las jóvenes de la ciudad vienen para buscar agua. Voy a decir a una de ellas: “Por favor, baje su cántaro para que yo beba un poco de agua. Si ella dice: Beba y yo voy a dar también agua para sus camellos, que sea esa la joven que escogiste para tu siervo Isaac”.
Él todavía no había terminado la oración cuando vino Rebeca. Ella era hija de Betuel, que era hijo del hermano de Abraham. Rebeca era una joven linda y todavía era virgen. Entonces, el empleado de Abraham fue corriendo para encontrarse con ella y le dijo: “Por favor, deje que yo beba un poco de agua de su cántaro”.
Rebeca respondió: “Usted puede beber”. Después de darle de beber, Rebeca dijo: “Voy a sacar agua para sus camellos también”.
El hombre tomó un pendiente de oro y lo colocó en la nariz de ella y también le dio dos pulseras de oro. A seguir, le preguntó: “Por favor, diga quién es su padre. ¿Será que en su casa hay lugar para que mis hombres y yo pasemos allí la noche?”.
Ella respondió: “Yo soy hija de Betuel, hijo de Milca y de Naor. En nuestra casa hay lugar para dormir y también hay bastante paja y pasto para los camellos”.
El siervo de Abraham se arrodilló, adoró a Dios y dijo: “¡Bendito sea el Dios de Abraham, mi patrón! Pues fue fiel y bondadoso con él, guiándome directamente a la casa de sus parientes”.
Rebeca fue corriendo para la casa de su madre y le contó todo lo que había pasado. Rebeca tenía un hermano llamado Labán, el cual vio el pendiente en la nariz de la hermana y las pulseras en sus brazos. Labán salió corriendo y fue a buscar al empleado de Abraham y le dijo: “Venga conmigo, ya preparé la casa y también el lugar para los camellos”.
La familia de Rebeca concordó que ella fuera la esposa de Isaac. Labán y Betuel respondieron: “Todo eso viene del Señor y por eso no podemos decir nada, ni a favor ni en contra. Aquí está Rebeca, llévela con usted”.
Cuando el empleado de Abraham oyó esas palabras, se arrodilló, puso su rostro en el suelo y adoró a Dios. Después, tomó varios objetos de plata y de oro y vestidos y los dio a Rebeca. También dio regalos caros al hermano y a la madre de ella.
Entonces, Rebeca y sus empleadas se prepararon, montaron los camellos y siguieron al empleado de Abraham.
Entonces Isaac llevó a Rebeca para la tienda donde Sara, su madre, había vivido y ella se transformó en su mujer. Isaac amó a Rebeca (24:3-67).
Abraham murió con 175 años y fue enterrado junto con Sara (25:7-11).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
1ª Era rey y sacerdote tal como Jesús.
2ª No hay registro de sus antepasados, ni de su descendencia, a semejanza de Cristo, el Hijo Eterno de Dios.
3ª Era superior a Abram, siendo que Abram dio a él el diezmo, y él, el superior, bendijo a Abraham.
Ella recibió socorro de dos fuentes:
1ª Ella clamó a Dios. Haciendo esto, Dios le abrió los ojos y ella vio un pozo. Rechazo provoca ira, que provoca depresión, porque la persona tiene ojos solamente para sí misma y no ve lo que es obvio. Mirando para Dios, ella pudo ver el “pozo” que estaba cerca.
2ª La responsabilidad para con el hijo la ayudó en la recuperación. La vida no termina cuando alguien es rechazado, y, de igual modo, las responsabilidades no se van. El rechazo de un hombre no retiró de Agar los recursos dados por Dios para sobrevivir y recuperar la vida.
P R E G U N T A S
■ ¿Un habitante de la ciudad de Sodoma?
■ ¿Un creyente mundano como Lot, que cree en Dios pero tiene un estilo de vida semejante al de aquellos que no conocen a Dios?
■ ¿Un hombre de fe como Abraham, todavía imperfecto, a veces fallando, pero progresando en su caminada con Dios?
TEXTO: Génesis 25:24 — 37:1
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Dios prometió a Abraham que sus hijos formarían una gran nación y que les daría la tierra de Canaán. Abraham murió con 175 años (Gn 25:7), sin ver cumplidas las promesas de Dios. Ismael era el hijo de Abraham con Agar, la esclava egipcia de Sara. Pero él no era el hijo prometido por Dios y vivía separado del hermano Isaac. Isaac era el hijo prometido por Dios a Abraham y Sara. Las promesas hechas a Abraham irían a ser cumplidas en los descendientes de Isaac.
❖ Personaje-clave: Jacob.
❖ Lugares-clave: Canaán y Mesopotamia, la tierra del Oriente.
❖ Repeticiones-clave:
-- Jacob aprovechándose de los otros: consiguió los derechos de hijo mayor de Esaú, a cambio de pan y guisado (25:29-34); engañó a Isaac para recibir la bendición prometida a Esaú (27:1-29); hizo que los animales débiles quedaran para Labán y los más fuertes para él (30:25-43).
-- Conflictos envolviendo engañado y siendo engañado:
- Entre Isaac y Rebeca sobre el hijo preferido;
- Entre Jacob y Esaú sobre tener los privilegios de hijo primogénito;
- Entre Jacob y Labán;
- Entre Raquel y Lea;
- Entre los hijos de Labán y Jacob;
- Entre hijos de Jacob y la ciudad de Siquem;
- Entre José y sus hermanos;
-- Dios apareció y habla a:
- Jacob (28:13-15; 31:3; 32:25-30; 35:1,10-12; 46:2-4);
- Labán (31:23).
❖ Sentimientos-clave:
-- La predilección de Isaac por Esaú y la de Rebeca por Jacob.
-- El egoísmo y la ambición de Jacob.
-- El conflicto.
-- La cobardía de Jacob.
-- El miedo de Jacob cuando huyó de Esaú y posteriormente cuando huyó de Labán.
-- La rabia de Esaú con Jacob.
-- El desprecio de Labán y sus hijos por Jacob.
-- El amor de Jacob por Raquel y la antipatía por Lea.
-- La furia de los hijos de Jacob cuando la hermana fue deshonrada.
❖ Problema-inicial: Rebeca no podía tener hijos, pero Dios oyó las oraciones de Isaac y Rebeca concibió gemelos.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Jacob, en el Hogar de sus Padres
-- Isaac tenía 40 años cuando se casó con Rebeca (25:20).
-- Rebeca no podía tener hijos, pero Dios escuchó las oraciones de Isaac y Rebeca concibió gemelos (25:21-22)
-- Nacieron Esaú y Jacob (25:24-26).
-- Isaac amaba más a Esaú que era buen cazador. Rebeca prefería a Jacob, que se quedaba en casa (25:27-28).
-- Esaú vendió sus derechos de hijo mayor a Jacob, a cambio de pan y guisado (25:29-24).
-- Esaú se casó con dos jóvenes de Canaán, que amargaron la vida de Isaac y Rebeca (26:34-35).
-- Jacob engañó a Isaac para recibir la bendición prometida a Esaú (27:1-29).
-- Esaú quedó con odio de Jacob y pensó matarlo (27:41).
Jacob Huyendo de Esaú
-- Rebeca mandó a Jacob para la casa de Labán (27:42-46).
-- Huyendo de Esaú, en Betel, Jacob pasó la noche a la intemperie y tuvo un sueño con una escalera que iba desde la tierra hasta el cielo y con Dios dando a él y a sus descendientes la tierra de Canaán (28:10-17).
-- Jacob prometió ser siervo de Dios y entregar su diezmo para Él (28:18-22).
Jacob con Labán
-- Jacob llegó donde vivía Labán, hermano de Rebeca, el cual llevó a Jacob para su casa (29:1-14).
-- Jacob quedó enamorado de Raquel, hija de Labán y combinó trabajar para él siete años para poder casarse con ella (29:15-19).
-- Los siete años pasaron y Labán engañó a Jacob, dándole Lea, la hija mayor en casamiento. Jacob combinó trabajar otros siete años para casarse con Raquel (29:21-30).
-- Jacob tuvo hijos con Lea y con las esclavas de Lea y Raquel. Muchos años pasaron antes que tuviera un hijo con Raquel (29:31; 30:24).
-- Jacob y Labán hicieron un acuerdo. Jacob se quedaría con todas las ovejas manchadas y salpicadas de color y todas las ovejas de color oscuro, y las cabras manchadas y salpicadas de color, a cambio de cuidar de las ovejas de Labán. Jacob hizo que los animales débiles quedaran para Labán y los fuertes para él (30:25-43).
-- Los hijos de Labán dijeron: “De lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza”, y Labán ya no mostraba tanta amistad por Jacob como antes (31:1-2).
Jacob Huyendo de Labán
-- Jacob huyó con todo lo que le pertenecía mientras Labán estaba fuera, cortando la lana de sus ovejas. Jacob llevó sus esposas y animales. Raquel robó las imágenes de los dioses de la casa de su padre (31:3-21).
-- Labán fue atrás de Jacob y lo alcanzó siete días después (31:22-23).
-- Dios apareció en un sueño a Labán y le dijo: “No hagas nada a Jacob” (31:24).
-- Labán preguntó a Jacob por qué lo había engañado, llevándose a sus hijas sin decir nada y robando las imágenes de su casa. Jacob dejó que Labán buscara las imágenes entre sus cosas, pero no las encontró (31:25-42).
--Jacob y Labán hicieron un acuerdo de no ser enemigos (31:43-55).
-- Jacob mandó regalos para Esaú, con la intención de calmarlo (32:3-21).
-- Jacob pasó la noche solo, luchando con Dios. En la lucha, se descoyuntó el muslo de Jacob. Dios cambió el nombre de Jacob para Israel (32:22-32).
-- Esaú aceptó los animales que Jacob le dio de regalo. Jacob y Esaú se separaron sin pelear (33: 1-17).
Jacob en Canaán
-- Hamor, fue jefe de aquella región. Su hijo Siquem abusó sexualmente de Dina, la hija de Jacob. Los hijos de Jacob engañaron a los hombres de la ciudad y se vengaron matándolos (34:1-31).
-- Jacob fue a Betel y construyó un altar a Dios. Dios lo bendijo, cambió su nombre para Israel y le dijo que le daría la tierra prometida a Abraham y a Isaac, que sus descendientes serían una nación y que entre sus descendientes habría reyes (35:1-15).
-- Raquel murió cuando dio a luz a su hijo Benjamín (35:16-19).
Rubén, hijo de Jacob, tuvo relaciones con Bila, la concubina de Jacob (35:22).
-- Jacob tuvo 12 hijos: 6 con Lea, 2 con Raquel y 4 con las concubinas Bila y Zilpa (35:22-26).
-- Jacob se quedó viviendo en la tierra de Canaán (37:1).
❖ Situación-final: Dios bendijo a Jacob y confirmó el cambio de su nombre para Israel, dijo que le daría la tierra prometida a Abraham e Isaac, que sus descendientes serían una nación y que entre sus descendientes habría reyes. Jacob permaneció viviendo en la tierra de Canaán, donde su padre había vivido.
NARRATIVA:
Jacob, En La Casa De Sus Padres
Isaac tenía 40 años cuando se casó con Rebeca, la hermana de Labán (25:20). Se pasaron veinte años sin que Rebeca pudiere concebir. Isaac oró a Dios por Rebeca. Dios oyó sus oraciones, y Rebeca concibió gemelos (25:21-22).
El primero que nació era muy velludo y le llamaron Esaú. Él tenía privilegios dados al hijo mayor, tales como doble parte de la herencia paterna y el derecho de ejercer el sacerdocio sobre la familia, después de la muerte de su padre. El segundo gemelo nació agarrado al calcañar de Esaú con una de sus manos, y le llamaron Jacob (25:24-26).
A Esaú le gustaba vivir en el campo y se volvió un buen cazador. Jacob, al contrario, era un hombre tranquilo, que le gustaba estar con su madre. Isaac amaba más a Esaú, porque le gustaba comer la carne de los animales que él cazaba. Rebeca prefería a Jacob (25:27-28).
Un día, cuando Jacob estaba haciendo un guisado, Esaú llegó del campo muy cansado y exclamó: “Estoy muriéndome de hambre. Por favor, déjame comer de esa comida”.
Jacob respondió: “Solo si me pasas los derechos de hijo primogénito.”
Esaú dijo: “Me estoy casi muriendo; ¿qué valor tienen para mí esos derechos?” Esaú hizo un juramento solemne, cediéndole a Jacob sus derechos.
Jacob, entonces, le dio pan y guisado. Esaú comió, bebió, se levantó y se fue. Así él demostró cuan poco valor daba a los privilegios de un hijo mayor (25:29-34).
Cuando tenía cuarenta años, Esaú se casó con dos mujeres de Canaán, las cuales amargaron la vida de Isaac y de Rebeca (26:34-35).
Los años pasaron e Isaac, ya viejo y ciego, llamó a Esaú y le dijo: “¡Hijo mío! Toma el arco y sus flechas, anda al campo y caza un animal. Prepara una comida sabrosa, como a mí me gusta, y tráela aquí para mí. Después de comer, yo te daré mi bendición, antes de morirme” (27:1-4).
Rebeca, por acaso, escuchó lo que Isaac dijo a Esaú y se dio prisa para hablar con Jacob diciéndole: “Tu padre mandó que Esaú cazara un animal y preparara una comida sabrosa para él. Después de comer, él le dará su bendición, antes de morirse. Corre, hijo mío. Trae dos cabritos de los mejores. Yo voy a preparar una comida sabrosa, como a tu padre le gusta, y tú la llevarás para que él la coma. Tú irás a fingir ser Esaú y así recibirás su bendición, en lugar de tu hermano”.
Jacob respondió a su madre: “Mi hermano es muy velludo y yo no. Si mi padre me toca, sabrá luego que yo no soy Esaú y en lugar de bendecirme, él me maldecirá por haberlo engañado.”
La madre respondió: “En ese caso, que la maldición caiga sobre mí, hijo mío. Hace exactamente lo que yo te dije” (27:5-13).
Jacob tomó los cabritos y su madre preparó la comida. Rebeca vistió a Jacob con las ropas de Esaú, amarrando las pieles de los cabritos en sus brazos, en las manos y alrededor de su cuello (27:14-17).
Jacob fue hasta donde estaba su padre, llevando la comida, y dijo: “¡Papá, traigo lo que me pidió!”
Isaac preguntó: “¿Quién eres tú, hijo mío?”
Dijo Jacob: “Yo soy Esaú. Ya hice lo que mandaste. Come la carne del animal que cacé y después bendíceme.”
Isaac preguntó: “¿Pero cómo fue que encontraste la caza tan rápido, hijo mío?”
Jacob respondió: “Tu Dios me ayudó”.
Isaac estaba medio desconfiado y le dijo: “Llega más cerca, para que yo pueda tocarte, y así certificarme que eres realmente Esaú.”
Jacob llegó más cerca, Isaac tomó sus manos y dijo: “Tu voz es la voz de Jacob, pero las manos se parecen con las de Esaú. ¿Eres realmente mi hijo Esaú?”
“Sí, soy”, respondió Jacob.
Isaac comió y bebió y después dijo: “Ven aquí, hijo mío, y dame un beso.”
Jacob se aproximó y besó a su padre. Cuando sintió el olor de la ropa de Esaú, que Jacob traía puesta, Isaac lo bendijo y dijo: “Que el Señor Dios te bendiga. Que Dios te dé el rocío del cielo; que tus campos produzcan buenas cosechas. Que naciones sean dominadas por ti, que seas respetado por los pueblos. Que seas señor de tus parientes, y que los descendientes de tu madre te tengan respeto. Malditos sean aquellos que te maldijeren, y que sean benditos los que te bendijeren” (27:18-29).
Isaac terminó de darle la bendición y Jacob estaba saliendo, cuando llegó Esaú, viniendo de la cazada. Él hizo una comida deliciosa y se la llevó a su padre. Dijo: “Levántate, por favor, come de la caza que yo maté y después bendíceme.”
Entonces preguntó Isaac, confundido: “¿Quién eres?”
“Soy Esaú, tu hijo mayor”.
Isaac quedó agitado y empezó a temblar mucho. Dijo: “Entonces ¿quién fue que trajo aquel asado? Yo le di a aquel hombre mi bendición. Y bendito quedará. Tu hermano vino, me engañó y se quedó con la bendición que era tuya”.
Cuando Esaú escuchó eso, dio un grito lleno de amargura y dijo: “Esta es la segunda vez que él me engaña. Primero, él me tomó los derechos de hijo mayor y ahora robó la bendición que era mía.” Esaú suplicó con voz llorosa: “Mi padre, bendíceme también.”
Isaac respondió: “No puedo, pues tu hermano ya tiene mi bendición” (27:30-40).
Esaú pasó a odiar a Jacob y se quedó pensando: “Mi padre luego morirá. Cuando se acaben los días de luto, voy a matar a mi hermano” (27:41).
Jacob Huyendo De Esaú
Rebeca supo del plan de Esaú y mandó que llamaran a Jacob. Ella dijo: “Esaú está planeando vengarse de ti. Por eso, hijo mío, vete ahora mismo para la casa de Labán, mi hermano, que vive en Harán. Quédate algún tiempo allá con él, hasta que pase el odio de tu hermano.” Después, Rebeca consiguió el consentimiento de Isaac y Jacob partió (27:42-46).
Huyendo de la cólera de Esaú, al atardecer, Jacob paró para reposar, tomó una piedra como almohada, se acostó y soñó. Él vio una escalera que iba de la tierra hasta el cielo, y los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. En el sueño de Jacob, Dios dijo: “Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de Isaac, tu padre. Te daré, y a tus descendientes, esta tierra donde estás acostado. Tus descendientes serán tantos como el polvo de la tierra. Todas las familias del mundo serán bendecidas por intermedio de ti y de tus descendientes. Yo estaré contigo y te protegeré en todos los lugares donde estés. Haré que vuelvas a esta tierra, voy a cumplir todo lo que te prometí” (28:10-17).
Jacob despertó y dijo: “De hecho, el Señor Dios está en este lugar, y yo no sabía de eso”. Él tomó la piedra que había usado como almohada y la puso en pie, como si fuera un marco, llamando al lugar Bet-el, o sea, “La Casa de Dios”. Él hizo a Dios la siguiente promesa: “Si fueres conmigo y me guardares en este viaje; si me dieres ropa y comida; y si yo vuelvo sano y salvo para la casa de mi padre, entonces tú, oh Señor, serás mi Dios y yo te entregaré la décima parte de todo cuanto me des” (28:18-22).
Jacob Con Labán
Jacob llegó donde vivía Labán, hermano de Rebeca, el cual acogió al sobrino en su casa (29:1-14). Jacob se quedó en la casa de su tío Labán todo un mes. Labán, entonces, dijo: “No es cierto que trabajes gratis para mí solo porque eres mi pariente. ¿Cuánto quieres ganar?”
Sucedió que Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea, la menor, Raquel. Como Jacob estaba enamorado de Raquel, respondió: “Trabajaré siete años para ti para que me pueda casar con Raquel”.
Labán concordó (29:15-19).
Tan grande era al amor de Jacob por Raquel, que aquellos años pasaron como si fueran días. Cuando pasaron los siete años, Labán engañó a Jacob. Con el rostro cubierto por un velo, fue a Lea que Jacob encontró en la oscuridad de la habitación. Solo en la mañana siguiente Jacob descubrió que había dormido con Lea. Furioso, fue a reclamar con Labán: “Yo trabajé para quedarme con Raquel. ¿Por qué me engañaste?
Labán respondió: “Aquí no hay la costumbre de la hija menor casarse antes de la mayor. Espera hasta que se termine la semana de fiesta de casamiento. Ahí, si prometes que trabajarás para mi otros siete años, yo te daré a Raquel.”
Jacob concordó y, cuando terminó la semana de fiestas del casamiento con Lea, Labán le dio a su hija Raquel como esposa. Él también dio la esclava Zilpa a Lea y la esclava Bila a Raquel.
Jacob amaba a Raquel mucho más de lo que amaba a Lea. Sin embargo, fue Lea quien le dio cuatro hijos, mientras Raquel permanecía estéril. Por fin, Raquel gritó: “¡Dame hijos, o entonces moriré!”
Jacob quedó furioso y replicó: “¿Por acaso soy Dios, que te hizo estéril?”
Entonces Raquel dio a Jacob su esclava Bila para ser su concubina y dijo que iba a considerar los hijos de esa unión como siendo de ella. Lea también dio a él su esclava Zilpa. Jacob tuvo diez hijos con Lea y las concubinas, antes que Raquel concibiese y diera a luz a un hijo que llamaron José (29:31-30:24).
Después del nacimiento de José, Jacob dijo a Labán: “Déjame volver a mi tierra. Dame mis hijos y mis mujeres, que yo gané trabajando para ti, y me iré. Tú sabes que he trabajado y como he cuidado de tus animales. Antes que yo llegara, tenías poco, pero después, todo aumentó mucho. Dios te ha bendecido en todos los lugares por donde yo he andado. Pero ahora necesito cuidar de mi propia familia” (30:25-30).
“¿Cuánto quieres que yo te pague?”, insistió Labán.
Jacob respondió: “No quiero salario. Seguiré cuidando a tus ovejas, si concuerdas que todos los cabritos manchados que nacieren serán mi salario”.
Labán concordó.
Jacob tomó varas verdes y las descortezó, haciendo que aparecieran rayas blancas. Él ponía esas varas delante de los animales fuertes cuando ellos procreaban. Pero delante de los animales débiles Jacob no ponía las varas. Los animales que concebían delante de las varas daban crías con rayas y con manchas. Así, Jacob fue formando su propio rebaño, separándolo de los animales de Labán (30:31-43).
Labán cambió el salario de Jacob, y dijo: “Los cabritos rayados serán su salario”, ahí las crías fuertes salían todas rayadas (31:8-9).
Los hijos de Labán dijeron: “Es gracias a nuestro padre que Jacob está quedando rico”, y el propio Labán se volvió cada vez más hostil (31:1-2).
Jacob Huyendo de Labán
Dios dijo a Jacob: “Vuelve para la tierra de tus padres, donde están tus parientes. Yo estaré contigo” (31:3).
Jacob se preparó para volver a Canaán. Cuando Labán y sus hijos estaban bien lejos, cortando la lana de sus ovejas, Jacob juntó todo lo que había conseguido con su trabajo y se dio prisa para partir. Sin que Jacob supiera, Raquel robó las imágenes de los dioses de la casa de su padre (31:3-21).
Labán supo que Jacob había huido. Él reunió a sus parientes y fue atrás de Jacob. Dios apareció en un sueño a Labán y le dijo: “No hagas nada con Jacob” (31:22-24).
Labán alcanzó a Jacob después de siete días de un viaje cansador y preguntó por qué lo había engañado, llevándose a sus hijas sin decir nada y robando las imágenes de su casa.
Jacob respondió: “Yo quedé con miedo, pues pensé que me ibas a quitar tus hijas a la fuerza. Pero, si encuentras tus imágenes con alguien aquí, esa persona será muerta.” Jacob dejó que Labán buscara sus imágenes, pero él no las encontró.
Entonces Jacob se enojó y dijo a Labán: “¿Qué fue que hice de errado? ¿Cuál fue la ley que yo quebré para que me persigas con tanta rabia? Ahora que revolviste todas mis cosas, ¿habrás encontrado algunos objetos que sean tuyos? Durante veinte años que trabajé para ti, tus ovejas y tus cabras nunca tuvieron abortos. Yo no comí un solo carnero que fuera tuyo. Los animales que las fieras mataron, yo mismo pagaba el perjuicio. Me cobrabas cualquier animal que fuera robado de día o de noche. Mi vida era así: de día el calor me castigaba, y de noche me moría de frío. Y ¡cuántas noches yo pasé sin dormir! Me quedé veinte años en tu casa. Trabajé catorce años para conseguir tus dos hijas y seis años para conseguir tus animales. Y, además, cambiaste mi salario unas diez veces” (31:25-42).
Los dos se empeñaron en una discusión vehemente. Ambos se recriminaban por el mal que habían hecho. Jacob y Labán hicieron un acuerdo de no atacar el uno al otro (31:43-55).
Jacob se preparó para enfrentar a su peor enemigo, su hermano Esaú. Mandó mensajeros a la región de Seir, a fin de encontrarse con Esaú. Los mensajeros volvieron con la terrible noticia de que Esaú ya se pusiera en marcha con cuatrocientos hombres.
Jacob tuvo mucho miedo y dividió en dos grupos la gente y los animales que estaban con él. Él pensó que si Esaú viniese y atacase un grupo, el otro podría escapar.
Después Jacob oró: “Escúchame, oh Señor, Dios de mi abuelo Abraham y de Isaac, mi padre. Tú me mandaste volver a mi tierra y a mis parientes, prometiéndome que me iría bien. Yo, tu siervo, no merezco toda la bondad y fidelidad con que me has tratado. Cuando crucé el río Jordán, yo tenía sólo una vara de pastor, y ahora estoy volviendo con estos dos grupos de personas y animales. Oh Dios, yo te pido que me salves de mi hermano Esaú. Acuérdate que prometiste que todo me sucedería bien y que mis descendientes serían como la arena de la playa” (32:3-12).
Jacob escogió, entre sus animales, seiscientos de los más perfectos y los dividió en cinco grupos para dar de regalo a Esaú. Él puso un empleado para que cuidara de cada grupo y mandó los regalos delante de él. Jacob orientó a los conductores de los animales: “Deberán mantener una buena distancia entre estos rebaños, y cada vez que uno de ustedes se encuentre con Esaú, deberá decirle que los animales son un regalo que estoy mandando para él, y que estoy siguiendo luego atrás.”
Jacob pensaba: “Voy a calmar a Esaú con los regalos que irán delante de mí. Y, cuando nos encontremos, tal vez él me perdone” (32:13-21).
Jacob pasó toda la noche solo. Ahí vino un hombre que luchó con él hasta que amaneciera el día. En la lucha, se descoyuntó el encaje del muslo de Jacob. El hombre mandó: “Suéltame, pues ya está amaneciendo.”
Jacob respondió: “No te suelto mientras no me bendigas”.
Entonces el hombre dijo: “Tu nombre no será más Jacob. Luchaste con Dios y con los hombres y venciste; por eso tu nombre será Israel.” Y allí él bendijo a Jacob.
Entonces Jacob dijo: “Yo vi a Dios cara a cara, pero todavía estoy vivo” (32:22-32).
Cuando Jacob vio que Esaú venía llegando con sus cuatrocientos hombres, dividió sus hijos en grupos que quedaron con Lea, con Raquel y con sus dos concubinas. Después Jacob pasó y quedó al frente; siete veces él se arrodilló y puso su rostro en el suelo, hasta que llegó cerca de Esaú. Contrariamente a toda su expectativa, Esaú salió corriendo a su encuentro y lo abrazó; él puso los brazos alrededor de su cuello y lo besó. Y los dos lloraron.
Jacob insistió que Esaú aceptase los animales que le había mandado de regalo. Jacob y Esaú se separaron sin pelear. Después de aquel encuentro, ambos se establecieron en regiones diferentes de Canaán y vivieron en paz (33:1-20).
Jacob En Canaán
Jacob armó su campamento en Canaán cerca de la ciudad de Siquem. Cierta vez, Dina, la hija de Jacob y Lea, fue a hacer una visita a algunas jóvenes de aquel lugar. Hamor era jefe de aquella región. Su hijo Siquem abusó sexualmente de Dina. Después él la encontró tan atrayente que se enamoró de ella y trató de hacer que ella lo amara. Dijo a su padre: “Pide esta joven en casamiento para mí.”
Los hijos de Jacob quedaron indignados y furiosos, pues Siquem había deshonrado a la hermana de ellos.
Hamor habló a Jacob y a sus hijos: “Mi hijo Siquem está enamorado de la hija de ustedes. Dejen que ella se case con él. Quedémonos parientes; nosotros nos casaremos con las hijas de ustedes, y ustedes se casarán con las nuestras”.
Los hijos de Jacob fueron falsos en la respuesta que dieron a Hamor y a su hijo Siquem. Dijeron: “Sólo podemos dejar que nuestra hermana se case con un hombre que haya sido circuncidado. Sólo podemos aceptar su propuesta, con esta condición: que todos sus hombres sean circuncidados. Ahí sí, ustedes podrán casarse con nuestras hijas, y nosotros nos casaremos con las hijas de ustedes.”
Hamor, su hijo Siquem y todos los hombres mayores de edad concordaron con la condición y fueron circuncidados. Tres días después, cuando los hombres sentían fuertes dolores, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron sus espadas entraron en la ciudad sin que nadie notara y mataron a todos los hombres. Enseguida, sacaron a Dina de la casa de Siquem y salieron. Después de la matanza, los otros hijos de Jacob robaron las cosas de valor que había en la ciudad para vengarse de la deshonra de su hermana.
Jacob dijo a Simeón y a Leví: “Ustedes me pusieron en una situación difícil. Ahora todos los moradores de estas tierras me van a odiar.”
Ellos respondieron: “Nosotros no podíamos dejar que nuestra hermana fuese tratada como una prostituta” (34:1-31).
Dios dijo a Jacob: “Anda a Bet-el y quédate viviendo allá. En Bet-el construye un altar y dedícalo a mí, el Dios que te apareció cuando tú estabas huyendo de tu hermano Esaú” (35:1). Jacob fue a Bet-el y construyó un altar a Dios. Dios lo bendijo y confirmó el cambio de su nombre para Israel. Dios le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso. Ten muchos hijos y muchos descendientes. Una nación y muchos pueblos saldrán de ti, y entre tus descendientes habrá reyes. La tierra que di a Abraham e Isaac te daré también y después la daré a tus descendientes”. Dios terminó de hablar con Jacob y se fue de aquel lugar.
Jacob tomó una piedra y la puso como señal en el lugar donde Dios había hablado con él. Él la separó para Dios, derramando vino y aceite encima. Y dio a aquel lugar el nombre de Betel (35:6-15).
Raquel murió dando a luz a su segundo hijo, que fue llamado Benjamín (35:16-19).
Jacob tuvo doce hijos: seis con Lea, dos con Raquel y cuatro con las concubinas Bila y Zilpa (35:22-26).
Jacob permaneció viviendo en la tierra de Canaán, donde su padre había vivido (37:1).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA:
1. Dios cumple Sus promesas, a pesar de Él no tener prisa. Dios prometió a Abraham que iba a cumplir Su alianza por medio de los hijos de Isaac (Gn 12:1-3 y 17:19). Isaac tuvo que esperar veinte años por un hijo. Él se casó con cuarenta años (25:20) y tenía 60 cuando sus hijos Esaú y Jacob nacieron (25:26).
2. Dios escucha las oraciones de sus siervos. Isaac oró al Señor en favor de Rebeca, que no podía tener hijos. Dios oyó las oraciones de Isaac y Rebeca concibió gemelos (25:21-22).
3. Cuando uno de los padres ama más a un hijo que a los otros, eso trae conflictos al hogar. Isaac amaba a Esaú, el cazador, el hombre del campo, mientras que Rebeca amaba a Jacob, que se quedaba en casa y cocinaba (25:27-28). Hubo conflictos graves en aquel hogar.
4. Quien desprecia privilegios, va a perderlos. Esaú no daba ningún valor a la alianza establecida con Abraham o a los privilegios de ser el hijo primogénito. Acabó vendiendo su derecho de primogenitura por pan y guisado (25:29-34). Perdió la bendición del padre por haber sido engañado (27:1-46).
5. La persona más interesante para los hombres puede no ser la persona más usada por Dios. En muchos aspectos, Esaú era más bonito e interesante que Jacob. Pero, él era materialista (He 12:16), y no daba valor a los privilegios espirituales.
6. Dios puede escoger a un hombre no tan interesante y con la disciplina divina hacerlo alguien útil. En la primera etapa de su vida, Jacob era materialista y obtenía ventajas sobre los otros usando la astucia. Él tuvo ventaja sobre Esaú y Labán, pero estaba confiar en la alianza divina establecida con Abraham y confiar en las promesas divinas. Después, con la disciplina divina, Dios cambió su carácter y su nombre.
7. Hay ciertos errores cometidos que, aunque haya arrepentimiento posterior y remordimientos, es inútil tratar de recuperar lo que se perdió. Fue inútil el remordimiento de Esaú por despreciar la bendición divina (He 12:17).
8. Decisiones tomadas por alguien que da más valor a los placeres temporales que a los eternos, traen perjuicios permanentes. Esaú dio más valor a un poco de comida que a su derecho de primogenitura y perdió, tanto el derecho a la primogenitura como los privilegios espirituales (25:29-34).
9. Los errores de los padres dan a los hijos la predisposición de imitarlos. El relato en el cual Isaac aparece tratando de hacer pasar a su esposa como si fuera su hermana, es una simple repetición de lo ocurrido en la vida de Abraham (12:13 y 20:2,13). Isaac se mostraba más predispuesto a imitar los errores de su padre que a confiar en la protección del Señor (26:2-3, 6-7).
10. El relacionamiento más importante para una persona casada debe ser con el cónyuge. Cuando un casado da prioridad a un hijo más que a su cónyuge, eso provoca problemas de comunicación. Isaac amaba a Esaú, mientras que Rebeca amaba a Jacob y ella supo de los planes de su marido escuchando su conversación con el hijo, en vez de su marido avisarla. Ella ayudó a engañar al marido para dar ventajas a su hijo Jacob.
11. La mujer que es sumisa al hijo en lugar de a su marido, va a sufrir la soledad. Cuando Rebeca engañó a su marido para ayudar a Jacob, Isaac quedó triste. Esaú se sintió traicionado y ella quedó sin Jacob que tuvo que huir de su casa.
12. No es de la voluntad de Dios que una persona haga el mal esperando con eso que venga el bien. No fue de la voluntad de Dios que Jacob engañara a su padre y traicionara al hermano para recibir la bendición paterna, esperando que eso le trajera el bien (27:1-35).
13. Quien obtiene ventajas sobre los demás por medio de la astucia, va a tener enemigos. Dos veces Jacob se aprovechó de Esaú usando la astucia: cuando le tomó el derecho de primogenitura y cuando usurpó la bendición del padre que le pertenecía. Después de estas cosas, Esaú empezó a odiar a Jacob (27:36-41).
14. El ser humano no merece las bendiciones y privilegios que recibe de Dios. Jacob no estaba con el corazón puesto en Dios, pero, Dios estaba con su corazón inclinado para Jacob y lo bendijo. Jacob, el engañador, no mereció de Dios la bendición de Abraham, que fue transmitida a Isaac, que, por su vez, se la comunicó a él (28:1-4; 32:9-12).
15. Dios escoge a quien Él quiere para cumplir tareas específicas. Así como Isaac había sido escogido entre dos candidatos, también Jacob, y no Esaú, fue escogido por Dios. Mediante Jacob y por medio de su descendencia, la bendición relativa al Mesías tendría que cumplirse (28:12-16).
16. Dios es omnipresente. Él está en todos los lugares aunque el hombre no lo note. Dios estaba presente con Jacob y él no lo sabía (28:17).
17. El pecado encuentra al pecador. El engañador será engañado. El ladrón será robado. De la misma manera como Jacob se había hecho pasar por Esaú en un momento serio, también Labán convenció a Lea en el sentido de hacerse pasar por Raquel, en un momento importante (29:21-27).
18. La persona creyente en Dios será fuente de bendición para otras personas. Labán gozó de bendiciones por causa del amor que Dios tenía por Jacob (30:27).
19. La paciencia divina no se agota por causa de las fallas de sus siervos. Dios esperó tantos años por Jacob, disciplinándolo, guiándolo y hasta haciendo el mejor uso posible de sus errores y pecados.
20. El siervo de Dios puede sufrir acusaciones falsas. Labán fue bendecido gracias al amor que Dios tenía por Jacob (30:27); cuando Jacob enriqueció, fue acusado de quedar rico gracias al suegro (31:1).
21. El siervo de Dios no es protegido por la astucia, sino por el cuidado de Dios. Dios había advertido a Labán para que no se vengara de Jacob. Entonces, no fue la astucia de Jacob, sino el cuidado de Dios que salvó su vida (31:24, 29).
22. La verdadera oración viene de una persona que conoce la grandeza de Dios y su propia debilidad y desmerecimiento, y, de su total dependencia de Dios para la solución de sus problemas. En su oración, Jacob (32:9-12) reconoció la iniciativa divina en las manifestaciones de la gracia para con su padre y para con él mismo (32:9). Él reconoció su propio desmerecimiento y a Dios como la fuente de todo lo que es bueno y perfecto (32:10). Reconoció la necesidad de la protección de Dios (32:11). Reconoció que podía confiar en las promesas de Dios (32:12).
23. El hombre que conoce la extensión de sus necesidades y su total impotencia, está en condiciones de conocer el poder de Dios. Solo cuando Jacob conoció el peligro en Esaú, su propia impotencia y la extensión de su necesidad, él se rindió delante de Dios de modo voluntario, corporal y espiritualmente (32:22-29).
24. Una experiencia con Dios transforma a la persona. Jacob tuvo su nombre cambiado para Israel y fue transformado en una persona diferente (32:28). Dejó de ser el hombre que quería obtener ventajas sobre los otros por medio de la astucia, para ser alguien dependiente de los cuidados divinos. Dejó de ser el hombre aterrorizado, para tener la certeza de la gracia y del poder de Dios para enfrentar el futuro. Dejó de ser el hombre que despojó a su hermano, usando la astucia, para ser alguien que dio presentes a su hermano, buscando la paz (33:8-11).
25. El hombre que conoce a Dios es un pacificador. Antes, Jacob obtenía ventajas de los otros, quedaba con remordimientos, pero continuaba con sus actos engañadores. Después de haberse encontrado con Dios, aun contendiendo (acusando y siendo acusado) con su suegro, hizo un pacto de paz y, después, lo mismo sucedió entre él y su hermano.
26. El no-cumplimiento de los acuerdos es una de las características del hombre perverso. Simeón y Leví traicionaron el acuerdo que hicieron con Siquem. Eso trajo enemistades y trastornos para Jacob (34:1-31). Pablo dice que una de las marcas del hombre perverso es la perfidia (el no-cumplimiento de los pactos) (Ro 1:31).
27. El joven de un hogar cristiano que desprecia la herencia espiritual, aceptando el estilo de vida del mundo sin Dios, sufrirá daños. El mundanismo no solo impide la bendición espiritual, como trae peligro real. Dina era descendiente de Abraham, Isaac e Israel y por eso tenía una herencia espiritual. Pero, ella salió para ver las hijas de la tierra, (34:1), que eran paganas y no conocían a Dios y participó de la vida social de ellas. Dina estaba aceptando tal estilo de vida, escogiendo una vida permisiva, que la llevó a ser deshonrada (34:1-2, 13, 27, 30-31).
P R E G U N T A S
TEXTO: Génesis 37, 39-50
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Dios había prometido a Abraham que daría a sus descendientes la tierra de Canaán. Dios renovó la promesa con el hijo de Abraham, Isaac, y con su nieto, Jacob. Jacob tuvo su nombre cambiado para Israel. Jacob, o Israel, tuvo doce hijos. José era el undécimo.
❖ Personaje-clave: José.
❖ Lugar-clave: Egipto.
❖ Repeticiones-clave:
-- José en una posición de autoridad superior a otras personas: en sus sueños (39:5-11); en la casa de Potifar (39:1-6); en la prisión (39: 20-23); gobernador de Egipto (41:37-44); los hermanos de José se postraron con el rostro en tierra delante de él (42:6).
-- José derrotado y después exaltado: de esclavo para administrador de la casa de Potifar (39:1-6); en la prisión, quedó encargado de los otros presos (39:22-23); salió de la prisión para ser gobernador de Egipto (41:14-44).
-- José injusticiado: por el padre que lo amaba más que a todos sus otros hijos (37:3-4); por los hermanos que lo vendieron como esclavo (37:12-36); por la esposa de Potifar que lo acusó falsamente (39:11-19); por Potifar que lo puso en la prisión (39:20-21); por el copero que se olvidó de él (40:1-23; 41:9).
-- Capa / ropa: Jacob mandó a hacer una túnica larga y con mangas largas para José (37:3-4); la esposa de Potifar agarró a José por la capa. José dejó su capa con ella y ella la usó para acusarlo falsamente (39:11-19); antes de presentarse a Faraón, José se cambió ropa. Faraón hizo que José se vistiera de ropas de lino fino (41:14, 42).
❖ Sentimientos-clave:
-- La predilección de Jacob por José.
-- La arrogancia del joven José.
-- El odio de los hermanos por José.
-- La esperanza aún en la oscuridad de la desesperación, es vista por el número de veces que José fue derrotado y después se recuperó.
-- La obsesión de la esposa de Potifar de tener relaciones con José.
-- La ira de Potifar cuando oyó las acusaciones de su esposa contra José.
-- La perturbación de Faraón por causa de sus sueños.
-- El coraje de José cuando dijo al Faraón que era Dios quien interpreta sueños y cuando le dio consejos.
-- La desesperación de la familia de José por causa del hambre.
-- La cautela de José cuando vio sus hermanos en Egipto.
-- El miedo de Jacob de perder otro hijo.
-- El miedo que sus hermanos sintieron cuando José, el gobernador, se reveló para ellos.
-- El deseo de Jacob de ser enterrado en Canaán.
❖ Problema-inicial: Cuando tenía diecisiete años, José contaba a su padre las cosas perversas que sus hermanos mayores hacían (37:2).
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
José y sus Hermanos
-- Con 17 años, José contaba al padre las cosas erradas que sus hermanos hacían (37:2).
-- Jacob amaba a José más que a todos sus otros hijos y mandó a hacer una túnica larga y con mangas largas para él. Los otros hijos odiaban a José (37:3-4).
-- José soñó que los hermanos y sus padres se inclinaban delante de él (37:5-11).
-- José fue vendido como esclavo por los hermanos y llevado para Egipto. Los hermanos mataron un cabrito y con la sangre mancharon la túnica de José, para engañar a su padre (37:12-36).
Inicio de la Vida de José en Egipto
-- En Egipto, José fue vendido a Potifar, capitán de la guardia del rey (37:36; 39:1).
-- Dios estaba con José, lo bendijo y él quedo responsable de cuidar de todo lo que pertenecía a Potifar (39:2-6).
-- José fue tentado por la mujer de Potifar y resistió, para no pecar contra Dios (39:7-10).
-- Un día, ella lo agarró por la capa, José dejó su capa con ella y huyó. Ella usó la capa para acusarlo falsamente (39:11-19).
-- Potifar echó a José a la prisión, pero Dios estaba con él (39:20-21).
-- José quedó encargado de los otros presos (39:22-23).
-- José explicó el significado de los sueños de dos empleados del rey y las cosas sucedieron como José las había interpretado: el jefe de los coperos volvió a servir al rey y el panadero fue ahorcado (40:1-23).
José en una Alta Posición en Egipto
-- Dos años después, el rey tuvo un sueño con siete vacas gordas y después con siete flacas, que nadie podía interpretar. El copero se acordó de José, él fue llamado e interpretó los sueños del rey. El sueño reveló que habría siete años con mucho alimento y después siete años de hambre (41:1-36).
-- José quedó como gobernador de Egipto y durante los 7 años de abundancia él almacenó cereales. Testificó que fue Dios quien lo hizo crecer (41:37-52).
-- Comenzaron los siete años de hambre y José vendía cereales (41:53-57). José salvó a Egipto durante los siete años de hambre.
-- Jacob descubrió que había alimento en Egipto. Mandó a sus hijos a Egipto para comprar comida. Como gobernador de Egipto era José quien vendía cereales a las personas que venían de otras tierras. Cuando los hermanos de José llegaron, ellos se arrodillaron delante de él y pusieron su rostro en el suelo. José los reconoció, pero fingió que no los conocía y les habló duramente. Sus hermanos no reconocieron a José. José se acordó de los sueños que tuvo a su respecto (42:1-24)
-- La segunda vez que los hermanos vinieron a comprar alimentos, José les contó quien era él. Los hermanos quedaron tan asustados que no pudieron responder nada. José les habló de nuevo: “Yo soy su hermano José, aquel que ustedes vendieron para ser traído para Egipto. Fue para salvar vidas que Dios me envió delante de ustedes para que Él salvara la vida de ustedes aquí en este país y asegurara que tendrían descendientes” (45:1-8).
La Familia de José en Egipto
-- Los hermanos volvieron para Canaán y trajeron a Jacob y toda su familia para vivir en Egipto. En una visión, Dios mandó a Israel ir para Egipto (46:1-27). Fueron setenta miembros de la familia para Egipto (46:27).
-- Después de la muerte de su padre, los hermanos de José quedaron con miedo que él se vengara de ellos. José explicó: “Ustedes planearon maldad contra mí, pero Dios cambió el mal en bien, para salvar la vida de mucha gente” (50:16-20).
-- José y la familia se quedaron viviendo en Egipto después que los años de sequía pasaron (50:22).
-- Antes de morir, José expresó el deseo de que, cuando la familia volviera para el país prometido a Abraham, a Isaac y a Jacob, debería llevar su cuerpo para allá (50:24-26).
Situación-final: José y sus hermanos con sus familias, continuaron viviendo en Egipto después de la muerte de su padre. Antes de morir, José expresó el deseo de que, cuando la familia volviera para el país prometido a Abraham, a Isaac y a Jacob, debería llevar su cuerpo para allá.
NARRATIVA:
José Y Sus Hermanos
Jacob, o Israel, tuvo doce hijos. José fue el undécimo. Cuando tenía diecisiete años, José contaba a su padre las cosas perversas que sus hermanos mayores hacían (37:2).
Jacob ya era viejo cuando José nació y, por eso, él lo amaba más que a todos sus otros hijos. Jacob mandó hacer para José una túnica larga, de mangas largas, de varios colores. Sus hermanos vieron que su padre lo amaba más que a ellos, y lo odiaron (37:3-4).
José soñó que estaba con la familia en el campo, amarrando atados de espigas de trigo. De repente su atado quedó en pie y los de los otros de su familia se pusieron alrededor del suyo y se curvaron delante de él. Después José soñó que el sol, la luna y once estrellas se curvaban delante de él. La interpretación del sueño era que su padre, la madre y sus hermanos se arrodillarían delante de él y pondrían el rostro en el suelo. José contó a sus hermanos el sueño, y estos lo odiaron aún más (37:5-10).
Los hermanos de José llevaron las ovejas y las cabras de su padre para lejos de casa. Un día, Israel mandó que José fuera hasta donde sus hermanos estaban y que trajera noticias de ellos. José fue a buscar a sus hermanos. Ellos lo vieron de lejos, y antes que llegara cerca, empezaron a hacer planes para matarlo. Dijeron entre sí: “¡Está llegando el tal soñador! Vengan, nosotros lo mataremos y lo botaremos en una cisterna cualquiera, diremos que un animal feroz lo devoró. ¡Veremos lo que sucederá con sus sueños!”
Cuando José llegó al lugar donde sus hermanos estaban, ellos le arrancaron la túnica larga y lo echaron en el pozo, que estaba vacío y seco. De repente, vieron pasando una caravana de ismaelitas que iba a Egipto. En vez de matar a José, lo vendieron como esclavo. Después, los hermanos mataron a un cabrito y con la sangre mancharon la túnica de José. Llevaron la túnica al padre. Israel la reconoció, llegó a la conclusión de que un animal salvaje había despedazado a José y quedó inconsolable (37:15-35).
Inicio De La Vida De José En Egipto
José fue llevado para Egipto, donde fue vendido a un egipcio llamado Potifar, un oficial que era el capitán de la guardia del palacio del rey Faraón (37:36; 39:1).
Pero el Señor era con José (39:2) en Egipto y él iba muy bien en todo. Potifar vio que Dios estaba con José y lo bendecía en todo lo que hacía, entonces, lo puso como su administrador, con la responsabilidad de cuidar de su casa y cuidar de todo lo que era suyo. Potifar entregó en las manos de José todo lo que tenía y no se preocupaba con nada, a no ser con la comida que comía. Dios bendijo la casa del egipcio, en consideración a José: la bendición de Dios alcanzó todo lo que él poseía en casa y en los campos (39:1-6).
José era un tipo de hombre bello y simpático. La mujer de su dueño empezó a quererlo. Un día ella dijo: “Ven, vamos para mi lecho” (39:6-7).
Él la rechazó diciendo: “Mi dueño me puso como responsable por todo lo que tiene. En esta casa yo mando tanto cuanto él. Aquí yo puedo tener lo que quiera, menos a ti, pues eres mujer de él. Siendo así, ¿cómo podría yo hacer una cosa tan inmoral y pecar contra Dios?” (39:8-10).
Todos los días la mujer insistía que ellos fueran para su cama. José no concordaba y evitaba estar cerca de ella. Un día él entró en la casa para hacer su trabajo y ningún otro empleado estaba allí. Ella lo agarró por la capa y dijo: “Ven, vamos a la cama.” Él dejó la capa en sus manos, huyó y corrió para fuera. La mujer llamó a los empleados de la casa y dijo: “José entró en mi cuarto y quiso tener relaciones conmigo, pero yo grité lo más fuerte que pude. Luego que empecé a gritar, él huyó, dejando su capa en mi habitación.” Ella contó la misma historia al marido (39:14-19).
Potifar quedó con mucha rabia. Agarró a José y lo puso en la cárcel, donde quedaban los presos del rey. En la prisión, Dios estaba con José y lo bendijo, de modo que él conquistó la simpatía del carcelero, que lo puso como encargado de todos los otros presos. Dios ayudó a José y lo hacía prosperar en lo que él emprendía (39:21-23).
Faraón, el rey de Egipto, fue ofendido por dos de sus servidores, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, y mandó que fuesen puestos en la cárcel donde José estaba. Ellos quedaron mucho tiempo allí, y el capitán dio a José la tarea de cuidar de ellos. Cierta noche, allí en la cárcel, el copero y el panadero tuvieron un sueño cada uno. Cada sueño quería decir alguna cosa. José notó que estaban preocupados. Entonces preguntó: “¿por qué ustedes están con esa cara tan triste hoy”?
Ellos respondieron: “Cada uno de nosotros tuvo un sueño, y no hay nadie que sepa explicar lo que estos sueños quieren decir”.
José respondió: “Es Dios quién nos da la capacidad de explicar los sueños”.
El jefe de los coperos contó su sueño: “Soñé que en mi frente había una vid que tenía tres ramas. Así que las hojas salían, aparecían flores, y éstas se volvían uvas maduras. Yo estaba sujetando la copa del rey; estrujaba las uvas en la copa y se la entregaba al rey”.
José dijo: “La explicación es la siguiente: las tres ramas son tres días. De aquí a tres días el rey te va a mandar soltar. Vas a volver a tu trabajo y servirás vino al rey, como hacías antes. Pero, cuando estés muy bien allá, acuérdate de mí y por favor ten la bondad de hablar a mi respecto con el rey, ayudándome así a salir de esta cárcel”.
Cuando el jefe de los panaderos vio que la explicación era buena, contó su sueño: “Soñé que estaba cargando en la cabeza tres canastos de pan. En el canasto de arriba había todo tipo de comidas asadas que los panaderos hacen para el rey. Y las aves venían y comían de esas comidas”.
José explicó: “Tu sueño quiere decir esto: los tres canastos son tres días. De aquí a tres días el rey va a soltarte y va a mandar cortar tu cabeza. Después, tu cuerpo será colgado en un poste de madera, y las aves comerán tu carne”.
Tres días después el rey celebró su cumpleaños, ofreciendo un banquete a todos sus funcionarios. Él mandó soltar al jefe de los coperos y al jefe de los panaderos y dio orden para que viniesen al banquete. Entonces sucedió exactamente lo que José había dicho. El rey hizo que el copero volviese a su antiguo trabajo de servir vino al rey y mandó ahorcar al panadero. Pero el jefe de los coperos no se acordó de José: se olvidó completamente de él (40:1-23).
José En Una Posición Alta En Egipto
Dos años se pasaron. Un día, Faraón soñó. Nadie podía explicar el sueño del rey. Él contó los sueños a los adivinos, pero ninguno de ellos fue capaz de explicarlos. El copero se acordó de José y habló de él al rey. El jefe de los coperos dijo a Faraón: “Llegó la hora de confesar un error que cometí. Un día, cuando quedaste con rabia de mí y del jefe de los panaderos, nos mandaste a la cárcel. Cierta noche, cada uno de nosotros tuvo un sueño, y cada sueño quería decir alguna cosa. Allá en la cárcel estaba con nosotros un joven hebreo, que era esclavo del capitán de la guarda. Contamos a ese joven nuestros sueños. Y él explicó lo que querían decir. Y todo sucedió exactamente como él había dicho.”
Entonces Faraón mandó llamar a José, y fueron deprisa a sacarlo de la cárcel. Él se afeitó, se cambió la ropa y se presentó al rey. Faraón dijo: “Yo tuve un sueño que nadie consiguió explicar. Oí decir que tú eres capaz de explicar sueños.”
José respondió: "Eso no depende de mí. Es Dios quien va a dar una respuesta para tu bien, oh rey"(41:1-16).
Entonces Faraón contó a José su sueño. Él estaba en la orilla del Nilo. De repente, salieron del río siete vacas bonitas y gordas que empezaron a comer el pasto de la orilla del río. Luego enseguida, salieron del río otras siete vacas, feas y flacas, que se tragaron a las bonitas y gordas. Y cuando las devoraron, no demostraban haberlas devorado, porque su apariencia permanecía tan fea como al principio. Después él tuvo otro sueño. Él vio siete espigas de trigo buenas y llenas de granos, las cuales salían de un mismo pie. Después salieron siete espigas secas y quemadas por el viento caliente del desierto y ellas tragaron a las siete espigas llenas y buenas (41:17-24).
José recibió de Dios la interpretación: los dos sueños quieren decir una sola cosa. Las siete vacas bonitas son siete años, y las siete espigas buenas también lo son. Las siete vacas flacas y feas que salieron del río después de las bonitas y también las siete espigas secas y quemadas por el viento caliente del desierto son siete años en que va a faltar comida. José habló: "Es exactamente como yo dije: Dios te mostró, oh rey, lo que Él va a hacer. Vendrán siete años en que va a haber mucho alimento en todo Egipto. Después vendrán siete años de hambre. El hambre será tan terrible que nadie se acordará del tiempo en que hubo alimento en Egipto"(41:26-32).
José aconsejó Faraón a escoger un hombre inteligente para dirigir el país y recoger y guardar en almacenes una parte de todas las cosechas durante los siete años buenos. Entonces podría alimentar el país durante los siete años de hambre. El consejo de José agradó a Faraón (41:33-37).
Faraón les dijo: "No podríamos encontrar a nadie mejor para dirigir el país que José, un hombre en quién está el Espíritu de Dios". Después se volvió hacia José y dijo: "Dios te mostró todo eso, y así está claro que no hay nadie que tenga más capacidad y sabiduría que tú. Vas a quedar encargado de mi palacio, y todo mi pueblo obedecerá a tus órdenes. Sólo yo tendré más autoridad que tú.". Entonces Faraón se sacó del dedo su anillo y lo puso en el dedo de José. Enseguida mandó que lo vistiesen con ropas de lino fino y puso un collar de oro en su cuello. Así José fue puesto como gobernador de todo Egipto. Faraón le dio como esposa a Asenate, hija de un sacerdote. José tenía treinta años cuando entró para el servicio del rey de Egipto. José dejó la presencia de Faraón y recorrió todo el país de Egipto. Él dio testimonio que había sido Dios quién lo hiciera crecer en el país donde había sufrido (41:38-52).
Durante los siete años de abundancia, la tierra produjo y José almacenó el trigo como la arena del mar, en tal cantidad que ultrapasaba toda medida (41:47-49).
Llegaron al fin los siete años de abundancia y empezaron a venir los siete años de hambre. Había hambre en todos los países. Toda la tierra de Egipto sufrió hambre. Entonces José abrió todos los almacenes de trigo y vendió granos a los egipcios. José salvó al pueblo de Egipto de la terrible sequía (41:53-57).
Jacob supo que había alimento en Egipto y mandó sus hijos allá para comprar comida. Los diez hermanos de José, por parte de padre, fueron. Benjamín, el hermano de José por parte de padre y madre, no fue con ellos. Jacob tenía miedo de que le sucediera alguna desgracia.
Como gobernador de Egipto, era José quien vendía cereales a las personas que venían de otras tierras. Cuando los hermanos de José llegaron, ellos se arrodillaron delante de él y pusieron su rostro en el suelo. José reconoció a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron. Él se acordó de los sueños que había tenido a respecto de ellos. José fingió que no los conocía. Habló con voz dura: "Ustedes son espías que vinieron sólo para espiar nuestro país."
Sus hermanos respondieron: "De ninguna manera, señor. Vinimos aquí para comprar alimentos. Somos hijos de un mismo padre. Somos doce hermanos en total. Pero uno desapareció, y el menor está en este momento con nuestro padre."
José respondió: "La manera de probar que ustedes están diciendo la verdad es ésta: uno de ustedes quédese aquí en la cárcel, los otros vuelvan para casa, llevando los alimentos y después traigan aquí a su hermano menor."
Los hermanos dijeron estar de acuerdo. Pero, dijeron unos a otros: "De hecho, ahora estamos sufriendo por causa de aquello que hicimos con nuestro hermano. Vimos su aflicción cuando pedía que tuviéramos pena de él, pero no nos importamos. Ahora es nuestra vez de quedarnos afligidos"(42:1-21).
Cuando llegaron a Canaán, contaron a Jacob, su padre, todo lo que había sucedido con ellos.
Entonces Jacob dijo: “¿Ustedes quieren que yo pierda todos mis hijos? José no está con nosotros, y Simeón tampoco está. Ahora ustedes quieren llevar a Benjamín. Mi hijo no va con ustedes. José, su hermano, está muerto, y sólo quedó Benjamín. Alguna cosa podría pasar con él en el viaje y así ustedes matarían de tristeza este viejo” (42:21-38).
El hambre continuaba. Cuando las familias de Jacob comieron todo el alimento que trajeron de Egipto, Jacob dijo a los hijos: “Vuelvan a Egipto y compren más alimento para nosotros”.
Judá se acordó: “Aquel hombre dejó bien claro que, si nuestro hermano no fuera con nosotros, él no nos recibiría. Si dejas que él vaya, nosotros iremos. Si no lo dejas ir, no iremos.”
Entonces Jacob dijo: “Ya que no hay otra manera, lleven al hermano de ustedes y vayan rápidamente a encontrarse otra vez con aquel hombre.”
Entonces los hijos de Jacob tomaron el dinero y fueron para Egipto, llevando a Benjamín. Luego que llegaron, José vio que Benjamín, su hermano por parte de padre y madre, estaba con ellos. Mandó su siervo llevarlos a su casa para almorzar. Cuando llegaron a la casa de José quedaron con miedo. José llegó a su casa, vio a Benjamín, y dijo: “¿Es ese el hermano menor de ustedes, de quién ustedes me hablaron?
Al ver a su hermano, José quedó tan emocionado, que tuvo deseos de llorar. Entonces fue para su habitación y allí lloró. Cuando consiguió controlarse, lavó el rostro y salió. Mandó servir el almuerzo y los hermanos fueron puestos por orden de edad, desde el mayor hasta el menor. Cuando vieron eso, ellos empezaron a mirarse unos a los otros, muy admirados (43:1-34).
José dio a su siervo la orden de llenar de alimento los sacos que sus hermanos trajeron y de poner en la boca del saco que pertenecía a Benjamín, su copa de plata. El siervo hizo todo como José había mandado. Por la mañana bien temprano los hermanos de José salieron de viaje, con sus jumentos. El siervo de José fue atrás, los alcanzó y habló: “¿Por qué ustedes pagaron el bien con el mal? ¿Por qué robaron la copa de plata de mi patrón?
Ellos respondieron: “¡Nosotros no seríamos capaces de hacer una cosa de esas! Si encuentras la copa con alguno de nosotros, será muerto, y nosotros quedaremos tus esclavos.”
El siervo de José respondió: “Concuerdo con ustedes, pero sólo aquel con quien esté la copa es quien será mi esclavo; los otros podrán irse.”
Entonces ellos pusieron deprisa los sacos de alimentos en el suelo, y cada uno abrió el suyo. El siervo buscó en cada saco, empezando por el mayor hasta el menor. La copa fue encontrada en la boca del saco de Benjamín. Entonces los hermanos rajaron sus ropas en señal de tristeza, colocaron de nuevo las cargas encima de los jumentos y volvieron a la ciudad. Cuando llegaron a la casa de José, ellos se arrodillaron delante de él y pusieron el rostro en el suelo.
Judá dijo: “Si yo vuelvo a la casa sin el joven, luego que mi padre note eso, se va a morir. La vida de él está unida con la vida del joven, y nosotros seríamos culpados de matar de tristeza a nuestro padre, que está viejo. Yo aseguré a mi padre que sería responsable por el joven. Por eso ahora yo te pido que me dejes quedarme aquí como tu esclavo en lugar del joven. Y permitas que él vuelva con sus hermanos. ¿Cómo puedo volver a la casa si el joven no fuere conmigo? Yo no quiero ver esa desgracia caer sobre mi padre” (44:1-34).
José no pudo controlar más su emoción, de manera que gritó para sus empleados: “¡Salgan todos de aquí!”
Entonces José dijo a sus hermanos: “Yo soy José. ¿Mi padre está vivo?”
Los hermanos quedaron tan asustados, que no pudieron responder nada. José siguió: “Yo soy su hermano José, aquel que ustedes vendieron para ser traído para Egipto. Dios me envió adelante de ustedes para que Él salvara sus vidas aquí en este país y asegurase que tendrían descendientes. Por lo tanto, no fueron ustedes que me mandaron para acá.” José abrazó a su hermano Benjamín y empezó a llorar. Todavía llorando, José abrazó y besó a cada uno de sus hermanos. Después de eso, los hermanos empezaron a hablar con él.
Los hermanos se despidieron, salieron de Egipto y, cuando llegaron a Canaán, dijeron a Jacob, su padre: “¡José está vivo! ¡Él es el gobernador de todo Egipto!”
Jacob casi se desmayó y no lo podía creer. Pero, cuando le contaron todo lo que José había dicho, quedó muy animado y dijo: “Mi hijo José todavía está vivo. Quiero verlo antes que me muera” (45:1-28).
La Familia de Jacob en Egipto
Dios dijo a Israel, en una visión nocturna: “Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No tengas miedo de ir a Egipto, pues allí yo haré que tus descendientes sean una gran nación. Yo iré para Egipto contigo y traeré tus descendientes de vuelta para esta tierra”.
Entonces Jacob partió para Egipto. Faraón ofreció a Israel y a su familia la mejor tierra de Egipto. Al todo fueron setenta personas de la familia de Jacob que vinieron a Egipto.
Cuando ellos llegaron a Egipto, José mandó preparar su carro y fue para Gosén para encontrarse con su padre. Cuando se encontraron, José lo abrazó y lloró abrazado a él por mucho tiempo. Entonces Jacob dijo: “¡Ya puedo morir, ahora que ya te vi y sé que estás vivo!” (46:1-30).
José dio, al padre y a los hermanos, tierras en la mejor región de Egipto, cerca de la ciudad de Ramesés. Esas tierras fueron propiedad de ellos, y ellos se quedaron viviendo allí. José daba alimentos a sus parientes, conforme la necesidad de cada familia (47:11-12).
Los israelitas quedaron viviendo en Egipto, en la región de Gosén. Jacob vivió diecisiete años en Egipto, llegando a la edad de ciento cuarenta y siete años. Cuando sintió que iba a morir, Jacob mandó llamar su hijo José y dijo: “Cuando me muera, saca mi cuerpo de Egipto y entiérrame en la sepultura de mis antepasados, para que yo descanse con ellos.”
José respondió: “Yo haré lo que me estás pidiendo” (47:28-31).
Después Jacob llamó a sus hijos y dijo: “Pónganse alrededor de mí, y yo les diré lo que sucederá a ustedes en el futuro.” Entonces él hizo predicciones relacionadas a las doce tribus de Israel.
Jacob dio a sus hijos la siguiente orden: “Yo estoy para morirme y reunirme con mi pueblo en el mundo de los muertos. Entiérrenme donde están enterrados mis antepasados, en la caverna del país de Canaán. Allí están enterrados Abraham y Sara, su mujer; Isaac y su mujer Rebeca; y allí yo enterré a Lea.” Cuando acabó de dar esa orden a los hijos, Jacob se acostó de nuevo en la cama y murió (49:1-33).
José se arrojó sobre su padre llorando y besando su rostro. Él ordenó a los médicos que estaban a su servicio, que embalsamaran el cuerpo de su padre y así ellos lo hicieron. José fue a enterrar a su padre. Fueron con él las autoridades relacionadas con Faraón y todos los líderes de Egipto.
Fueron también las familias de José, de manera que el grupo era muy grande (50:1-9).
Después de la muerte del padre, Israel, los hermanos de José estaban con miedo que él fuera a vengarse de ellos. José les dijo: “No tengan miedo; yo no puedo colocarme en el lugar de Dios. Ustedes planearon aquella maldad contra mí, pero Dios cambió el mal en bien para hacer lo que hoy estamos viendo. Es decir, salvar la vida de mucha gente” (50:20).
José y sus hermanos, con sus familias, continuaron viviendo en Egipto después de la muerte de su padre, aunque la sequía había acabado. Ellos no volvieron a la tierra que Dios había dado a Abraham, Isaac y Jacob. José y toda su generación murieron en Egipto (50:22). Antes de morir, José expresó el deseo de que, cuando la familia volviera para el país prometido a Abraham, a Isaac y a Jacob, debería llevar su cuerpo para allá. (50:24-26).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
P R E G U N T A S
-- ¿Qué lo ayudó a obtener victoria?
-- ¿Qué lo perjudicó más y contribuyó para su derrota?
TEXTO: Éxodo 1:1 — 4:26
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Dios había prometido a Abraham que daría a sus descendientes la tierra de Canaán. Dios renovó la promesa con el hijo de Abraham, Isaac, y con su nieto, Jacob. Jacob tuvo su nombre cambiado para Israel. Jacob, o Israel, tuvo doce hijos. Uno de sus hijos, José, fue tan odiado por sus hermanos que ellos lo vendieron para ser esclavo en Egipto. Dios dio capacidad a José para interpretar los sueños del Faraón, el rey de Egipto. El rey puso a José en una posición de poder sobre toda la tierra de Egipto. José salvó al pueblo de Egipto y a otros pueblos en una terrible sequía.
En esta sequía, que trajo una gran hambre, los hermanos de José finalmente descubrieron que él estaba vivo y en una posición de autoridad en Egipto. Faraón invitó al padre y a los hermanos de José, con todos sus hijos y nietos, para venir y vivir con José. José y sus hermanos, con sus familias, continuaron viviendo en Egipto, aunque la sequía ya había terminado. Ellos no volvieron a la tierra que Dios había dado a Abraham, a Isaac y a Jacob. José y toda su generación murieron en Egipto (1:6).
Los descendientes de Israel tuvieron muchos hijos y aumentaron tanto numéricamente, que se volvieron poderosos. Quedaron muy ricos. Tuvieron mucho ganado, cabras y ovejas (1:7).
José, y toda su generación, tenían todo lo que necesitaban en Egipto, porque el rey era amigable y agradecido a José por salvar su tierra del hambre. Pero, cuando ese rey murió, las cosas cambiaron. Trescientos cincuenta años después que los descendientes de Israel llegaron a Egipto, el país tuvo un nuevo rey que no sabía nada al respecto de José.
❖ Personaje-clave: Moisés.
❖ Lugar-clave: Egipto.
❖ Repeticiones-clave:
-- Los israelitas se multiplicaron y quedaron cada vez más numerosos (1:7,9,10,12,20).
-- El sufrimiento de los israelitas (1:7, 11-12, 13-14, 15-18, 22; 2:11,23-24; 3:7-9).
-- Dios supo de la aflicción de los israelitas (2:22; 3:7-9, 16-17).
-- Dios es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob (3:6,15,16; 4:5).
-- Moisés da disculpas delante de Dios, y Dios le responde (3:11.12, 13-18; 4:1-9, 10-12, 13-17).
❖ Sentimientos-clave:
-- El miedo que el Faraón tenía de los israelitas.
-- La agonía y el sufrimiento de los israelitas en Egipto.
-- La autoconfianza que Moisés, el príncipe, sintió.
-- El rechazo de los israelitas de la ayuda de Moisés, el príncipe.
-- La falta de confianza en sí mismo que Moisés sintió cuando Dios lo llamó para volver a Egipto.
-- La ira de Dios con Moisés por éste continuar argumentando, negándose a volver a Egipto.
❖ Problema-inicial: Egipto tuvo un nuevo rey que no sabía nada al respecto de José y tuvo miedo de los israelitas (Ex 1:8-10).
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Opresión en Egipto
-- Los hijos de Israel quedaron cada vez más numerosos y poderosos y los egipcios tuvieron miedo de ellos (1:7).
-- Egipto tuvo un nuevo rey, que no sabía nada sobre José, el cual tuvo miedo de los israelitas y buscó una manera de acabar con ellos (1:8-10).
1º Con trabajos forzados y pesados (1:11-12).
2º Transformándolos en esclavos, tratándolos con brutalidad y crueldad (1:13-14).
3º Orientando a las parteras de ellos para que mataran a los niños hombres que nacieran entre los israelitas (1:15-16).
4º Mandando que los niños hombres que nacieran entre los israelitas fueran lanzados al Nilo para que murieran ahogados (1:22).
Moisés en Egipto
-- Nació Moisés y los padres lo escondieron durante tres meses. Después, su madre lo puso en un canastillo de juncos que dejó a la orilla del río. La princesa descubrió al bebé y lo adoptó como hijo (2:1-10).
-- Moisés, ya adulto, vio a un egipcio maltratando y golpeando a un israelita y lo mató. Al día siguiente, cuando quiso separar a dos israelitas que estaban peleando, uno de ellos le preguntó:
“¿Quieres matarme así como mataste al egipcio? (2:11-14).
Moisés en el Desierto de Madián
-- Moisés huyó para el desierto, donde se casó con Séfora, la hija del sacerdote Jetro. Moisés cuidó de las ovejas de Jetro por 40 años (2:15-25).
Dios Habla con Moisés en una Llama de Fuego, en Medio de la Zarza
-- El ángel de Dios apareció a Moisés en una llama de fuego en medio de una zarza que no se consumía. Dios llamó a Moisés por el nombre y lo mandó que se sacara el calzado, porque él estaba en un lugar santo (3:1-10).
-- Dios escogió a Moisés para guiar a los israelitas de vuelta para la tierra que había dado a Abraham, librándolos de la esclavitud. Moisés protestó, dio disculpas y Dios respondió a cada una de ellas (3:11 — 4:17).
# Moisés preguntó: “¿Cuál es tu nombre?” Dios respondió: “Yo Soy El Que Soy” (3:14).
# Moisés protestó diciendo que los israelitas no creerían en él (4:1). Dios responde dando a Moisés tres señales milagrosas:
1ª Una vara transformada en serpiente y transformada en vara de nuevo (4:2-5)
2ª La mano sana en leprosa y después curada (4:6-8).
3ª Agua transformada en sangre (4:9).
# Moisés se disculpó diciendo que hablaba tartamudeando (4:10). Dios respondió: “¿Quién da la boca al ser humano?” (4:11).
# Moisés argumentó: “Manda a otra persona” (4:13). Dios quedó airado con Moisés, pero prometió mandar a Aarón, el hermano mayor, para auxiliarlo (4:14-17).
-- Dios avisó a Moisés que Aarón estaba yendo a encontrarlo (4:14).
-- Moisés habló con Jetro que quería volver para visitar Egipto (4:18).
-- Moisés, su mujer y sus hijos comenzaron su viaje de vuelta a Egipto (4:20).
❖ Situación-final: Moisés, su mujer y sus hijos comenzaron su viaje de vuelta para Egipto (4:20). Aarón se encontró con Moisés (4:27-28).
NARRATIVA:
Opresión en Egipto
Los descendientes de Israel, que llegaron a Egipto, fueron setenta personas. Israel y José, así como todos sus hermanos y toda aquella generación, murieron. Los descendientes de Israel se multiplicaron; se volvieron cada vez más numerosos y poderosos, a tal punto, que el país quedó con miedo de ellos (1:5-7).
Egipto tuvo un nuevo Faraón, que no sabía nada al respecto de José y tuvo miedo de los israelitas. Él dijo: “Vean, el pueblo de Israel es fuerte y está aumentando más rápido que nosotros. En caso de guerra, ellos podrían unirse a nuestros enemigos. Necesitamos encontrar una manera de no dejar que ellos se vuelvan más numerosos todavía” (1:8-10). Él preparó los siguientes planes para acabar con ellos:
1º Faraón planeó matar a los israelitas con trabajos forzados y pesados. Sin embargo, cuanto más los egipcios maltrataban a los israelitas, más ellos aumentaban (1:11-12).
2º Faraón planeó matar a los israelitas, haciéndolos esclavos, tratándolos con brutalidad y crueldad. Ellos fueron obligados a hacer trabajos pesados en la fabricación de ladrillos, en las construcciones y en las plantaciones, pero aumentaban cada vez más. En todos los trabajos que los israelitas hacían eran tratados con crueldad (1:13-14).
3º Faraón planeó acabar con los israelitas, orientando a las parteras de ellos a matar a los niños hombres que nacieran.
Faraón dio la siguiente orden a Sifra y a Fúa, que eran parteras de las mujeres israelitas: “Cuando ustedes vayan a ayudar a las mujeres israelitas en sus partos, hagan lo siguiente: si nace un niño, mátenlo; pero, si nace una niña, déjenla que viva.” Sin embargo, las parteras temían a Dios y no hicieron lo que el rey de Egipto les había mandado. Al contrario, dejaron que los niños hombres vivieran. Entonces, el Faraón mandó a llamar a las parteras y les preguntó: ¿Por qué están dejando que los niños vivan?”
Ellas respondieron: “Las mujeres israelitas no son como las egipcias. Ellas dan a luz con facilidad, y los niños nacen antes que la partera llegue.” Y el pueblo de Israel aumentó y se hizo muy fuerte (1:15-21).
4º Faraón mandó que todos los niños hombres nacidos de los israelitas fueran lanzados al río Nilo para morir ahogados (1:22).
Moisés en Egipto
Nació un niño muy bonito y los padres lo escondieron durante tres meses. A los tres meses, lloraba demasiado fuerte para permanecer escondido y la madre tomó un canastillo de junco, puso el bebé en ella y dejó el canastillo a la orilla del río (2:1-3). Los juncos crecían junto a la orilla, en aguas rasas, donde la corriente no arrastraría el canastillo, y había menos peligro de cocodrilos. También era el lugar donde las mujeres lavaban ropa o preparaban comida. La hermana del bebé. Miriam, se quedó de lejos mirando lo que iba a suceder con el bebé (2:4).
La princesa, hija de Faraón, fue hasta el río y se estaba bañando cuando, de repente, vio el canastillo. La princesa lo abrió y vio el bebé llorando. Ella quedó con pena de él, sabiendo que se trataba de un niño israelita que debería ser muerto.
La hermana del bebé preguntó a la princesa: “¿Quieres que yo vaya a llamar una mujer israelita para amamantar y criar este niño para ti?”
“Anda”, respondió la princesa.
La joven trajo a la propia madre del niño. La princesa combinó con la madre que le daría un salario para amamantar y criar el niño. Cuando el niño creció, la madre llevó el hijo a la princesa, que lo adoptó como su hijo. La princesa le puso el nombre de Moisés (2:5-10). Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios (Hch 7:22).
Cuando Moisés era un hombre hecho, a los 40 años (Hch 7:23), visitó el campo de trabajo donde los esclavos israelitas trabajaban. Moisés vio a un egipcio golpeando a un israelita, su pariente, y observó que no había nadie allí; entonces mató al egipcio y escondió el cuerpo en la arena. Al día siguiente, volvió y vio a dos israelitas peleando. Moisés quiso apartar la pelea, pero aquel que maltrataba al otro le preguntó: “¿Quién te puso como nuestro jefe o juez? ¿Estás queriendo matarme como mataste al egipcio?” (2:11-14).
Moisés En El Desierto De Madián
Faraón, habiendo sabido del caso, procuraba matar a Moisés. Pero el huyó y fue a vivir en el desierto, en la tierra de Madián (2:15-16).
Un día, Moisés estaba sentado cerca de un pozo, cuando las siete hijas de Jetro, un sacerdote, vinieron a sacar agua y llenaron las piletas para dar de beber al rebaño de su padre. Entonces llegaron algunos pastores y expulsaron a las jóvenes de allí. Pero Moisés se levantó y las defendió y les dio agua a los animales. Jetro invitó a Moisés para cenar y después para vivir con la familia. Jetro dio a Moisés su hija Séfora en casamiento. Ella tuvo un hijo y Moisés le puso por nombre de Gersón (2:16-22).
Muchos años después, Faraón, el Rey de Egipto, murió, pero los israelitas siguieron gimiendo por causa de la esclavitud. Ellos gritaban pidiendo auxilio, y sus pedidos llegaron hasta Dios (2:23-25).
Moisés cuidó de las ovejas y de las cabras de su suegro por 40 años.
Dios Habla Con Moisés En Una Llama de Fuego, Del Medio de la Zarza
Un día, Moisés llevó el rebaño para el otro lado del desierto y fue hasta el Monte Sinaí. Allí el Ángel de Dios le apareció en una llama de fuego, en el centro de un arbusto. Moisés vio que el arbusto estaba en fuego, pero no se quemaba. Él llegó cerca para ver aquella cosa rara (3:1-3).
Moisés no sabía que Dios estaba en la zarza, hasta que Él le habló del medio del fuego. Dios llamó a Moisés por el nombre: “¡Moisés! ¡Moisés!”
Moisés respondió: “Estoy aquí”.
Dios ordenó a Moisés: “Para ahí y quita tu calzado, porque el lugar donde estás es un lugar santo”. Los esclavos andaban descalzos (3:4-5). (
Dios continuó: “Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob” (3:6).
Dijo Dios: “Yo vi la miseria de mi pueblo que está en Egipto; oí su pedido de socorro por causa de sus opresores. Sé lo que están sufriendo. Por eso, descendí para libertarlos de Egipto, para una tierra grande y buena. Ahora ven, yo te enviaré al Faraón de Egipto para que saques de allá a mi pueblo, a los israelitas” (3:7-10).
Moisés sufrió un “colapso nervioso” y se mostró completamente cerrado para el trabajo de Dios. Él preguntó a Dios: “¿Quién soy yo para ir a hablar con el rey de Egipto y sacar de aquella tierra a los hijos de Israel?” (3:11).
Dios respondió a Moisés: “Yo estaré contigo; y esta será la señal de que yo te envié: cuando hagas salir al pueblo de Egipto, ustedes servirán a Dios en esta montaña” (3:12).
Moisés trató de disculparse en relación con su incapacidad y Dios respondió a cada objeción (3:13 — 4:31):
1º - Moisés protestó: “Cuando yo vaya a hablar con los israelitas y les diga que el Dios de sus antepasados me envió, ellos me van a preguntar: ¿Cuál es el nombre de él?”
Dios respondió: “YO SOY EL QUE SOY. Dirás lo siguiente: YO SOY me envió a ustedes.”
Dios continuó: “Dirás que El Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me envió a ustedes. Anda, reúne a los líderes del pueblo de Israel y diles que yo, el Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, te aparecí y te ordené que les dijeras: He visto la situación de ustedes y sé lo que los egipcios les están haciendo. Resolví sacarlos de Egipto, donde están siendo maltratados. E voy a llevarlos para una tierra buena y rica. Mi pueblo oirá lo que les vas a decir. Después, tú y los líderes del pueblo de Israel, irán a hablar con el Faraón, el rey de Egipto. Díganle: El Dios de los hebreos nos apareció. Ahora, déjanos ir para el desierto, a una distancia de tres días de viaje, para ofrecer sacrificios al Eterno, nuestro Dios” (3:13-18).
Dios avisó a Moisés: “Yo sé que, si Faraón no es obligado con mano fuerte, él no los dejará irse. Por eso, extenderé la mano y heriré a Egipto con cosas terribles. Después de eso, el rey dejará que ustedes salgan de Egipto” (3:19-20).
2ª - Moisés protestó de nuevo: “Pero los israelitas no van a creer en mí, ni van a poner atención a lo que yo diga, y van a decir que el Dios Eterno no me apareció” (4:1).
Dios respondió, dando a Moisés tres señales milagrosas. Fueron las siguientes:
1ª señal: una vara transformada en serpiente y transformada en vara de nuevo.
Dios pregunto: “¿Qué es eso que tienes en la mano?”
Moisés respondió: “Una vara de pastor”. Dios mandó Moisés lanzar la vara al suelo. Él la lanzó, la vara se transformó en una serpiente y Moisés huyó de ella. Dios mandó que Moisés extendiera su mano y tomara a la serpiente por su cola. Moisés extendió la mano y tomó a la serpiente por la cola, y de nuevo ella se transformó en una vara en su mano.
Entonces dijo Dios: “Hace esto para probar a los israelitas que el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, te apareció” (4:2-5).
2ª señal: una de las manos sanas transformada en leprosa y después curada.
Dios continuó: “Ahora, mete la mano en tu pecho”. Moisés obedeció. Y, cuando sacó la mano del pecho, ella estaba leprosa, blanca como la nieve. Dios ordenó: “Pone otra vez la mano en tu pecho”. Moisés puso la mano en su pecho nuevamente. Y, cuando la sacó, ella estaba tan buena como el resto del cuerpo. Dios le dijo: “Si con el primer milagro los israelitas no creen en ti y no se convencen, entonces, con el segundo, van a creer” (4:6-8).
3ª señal: agua transformada en sangre.
Dijo Dios a Moisés: “Pero, si con esos dos milagros todavía no creen y no quieren oír lo que les digas, saca agua del río Nilo y derrámala en el suelo, que ella se transformará en sangre” (4:9).
3ª - Moisés argumentó usando otra disculpa, diciendo que era tartamudo: “Nunca tuve facilidad para hablar. Cuando empiezo a hablar yo siempre me confundo” (4:10).
Dios respondió: “¿Quién da la boca al ser humano? Ahora anda, porque yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debes decir” (4:11-12).
4ª - Moisés argumentó: “No, Señor. Por favor, manda a otra persona” (4:13). El sentido de esta frase es “envía a cualquier otra persona”.
El Señor Dios se quedó airado con Moisés por continuar argumentando, pero prometió mandar a Aarón, hermano mayor de Moisés, para ayudarlo. Dios dijo: “¿Por acaso Aarón, el levita, no es tu hermano? Yo sé que él tiene facilidad para hablar. Además, él está viniendo para encontrarse contigo y se pondrá contento de verte. Tú hablarás con Aarón y le dirás lo que él debe decir. Aarón hablará al pueblo en tu lugar. Lleva esta vara de pastor porque es con ella que harás los milagros (4:14-17). Dios coordinó los acontecimientos. Tanto Moisés como Aarón fueron cada uno por su lado, guiados para ese encuentro.
Entonces Moisés volvió para la casa de Jetro, su suegro, y le dijo: “Deja que yo vuelva a Egipto para visitar a mis parientes”.
Jetro respondió: “Anda en paz”.
Moisés, su esposa y sus hijos comenzaron su viaje de vuelta para Egipto. Cuando Moisés todavía estaba en la región de Madián, Dios le había dicho: “Vuelve para Egipto, pues todos los que querían matarte ya murieron”. Entonces Moisés hizo que su mujer y sus hijos montaran en un jumento y comenzó con ellos su viaje de vuelta a Egipto. Moisés llevaba la vara de Dios en su mano (4:18-20).
Dios también orientó a Aarón para que fuera a encontrarse con Moisés en el desierto. Aarón fue, y se encontró con Moisés y lo besó. Moisés contó a Aarón todo lo que Dios había dicho cuando había mandado que él volviera para Egipto. Habló también de los milagros que Dios había ordenado que él hiciera (4:27-28).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
P R E G U N T A S
TEXTO: Éxodo 4:27 — 12:46
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Dios había prometido a Abraham que daría a sus descendientes la tierra de Canaán. Uno de los descendientes de Abraham, José, asumió una posición de poder sobre toda la tierra de Egipto y salvó al país en una gran sequía. Durante la sequía, la familia de José fue a vivir con él en Egipto. José y sus hermanos, con sus familias, continuaron viviendo en Egipto después que la sequía había terminado, y tenían todo lo que necesitaban. Cuando aquel rey murió, las cosas cambiaron. Egipto tuvo un rey que tuvo miedo de los israelitas e hizo planes para acabar con ellos.
Habían pasado más o menos 350 años con los israelitas viviendo en Egipto, cuando Moisés nació. Dios escogió y preparó a Moisés para libertar a los descendientes de Israel de la esclavitud. Moisés, durante 40 años, vivió en el palacio, como príncipe. Lleno de autoconfianza, trató de libertar a Israel usando su propia fuerza, matando a un egipcio. Moisés huyó para el desierto, donde pasó otros cuarenta años como pastor de ovejas. Él se transformó en un hombre al que le faltaba autoconfianza. Cuando Dios lo llamó para ser el libertador, le faltó fe y no creyó que Dios podría usarlo. Después de protestar, Moisés volvió a ser un hombre que confiaba en Dios y tomó el camino rumbo a Egipto.
❖ Personaje-clave: Moisés.
❖ Lugar-clave: Egipto.
❖ Repeticiones-clave:
-- Plaga.
-- Empezando con la segunda plaga, cada vez que el Señor mandaba una plaga sobre Egipto, el rey mandaba llamar a Moisés y a Aarón para que el Señor lo librara a él y a su pueblo, de la plaga. Decía que dejaría que los israelitas salieran. Moisés oraba y Dios retiraba la plaga. Cuando el Faraón veía que la plaga había terminado, continuaba con el corazón endurecido y no dejaba a los israelitas salir de Egipto.
-- Competencia entre Moisés y los magos de Egipto (7:9-12, 20-22; 8:5-7, 16-19; 9:11).
-- Dios hizo diferencia entre Israel y Egipto, librando a su propio pueblo de los castigos mandados contra Egipto (8:22; 9:4-7, 25-26; 10:22-23; 11:6-7; 12:12-13).
-- Los israelitas pidieron a sus vecinos ropas y joyas (3:22; 11:2-3; 12:35-36).
❖ Sentimientos-clave:
-- La gratitud al Señor de los líderes de los israelitas, cuando Moisés habló con ellos la primera vez.
-- La incredulidad y la indignación que Faraón sintió delante del desafío a su autoridad absoluta.
-- La ira de los israelitas con Moisés, cuando Faraón aumentó el trabajo pesado.
-- El desánimo que Moisés sintió cuando el Faraón aumentó el sufrimiento de los israelitas.
-- La obstinación de Faraón en luchar contra Dios.
-- El conflicto de Moisés contra Faraón y sus magos.
-- La persistencia de Dios en libertar a Su pueblo.
-- La aflicción de los egipcios con la muerte de los primogénitos.
-- La ansiedad de los egipcios, después de las diez plagas, de librarse de los israelitas.
❖ Problema-inicial: Moisés y Aarón reunieron a las autoridades de los israelitas. Aarón les contó todo lo que el Señor había dicho a Moisés. El pueblo de Israel quedó agradecido al Señor porque Él había oído sus clamores. Después, Moisés y Aarón hablaron con Faraón, el rey de Egipto, dándole el recado de Dios: “Deja a mi pueblo ir”.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Moisés y Aarón con los Líderes del Pueblo de Israel
-- Moisés y Aarón reunieron a las autoridades del pueblo de Israel. Aarón les contó todo lo que el Señor había dicho a Moisés. El pueblo de Israel quedó agradecido al Señor porque Él había oído sus clamores (4:29-31).
-- Moisés y Aarón hablaron con Faraón, el rey de Egipto, dándole el recado de Dios: “Deja a mi pueblo ir”. Faraón rechazó el pedido, aumentó el trabajo pesado de los esclavos y mandó que los supervisores los trataran con más dureza (5:1-14).
-- Los líderes de los israelitas acusaron a Moisés y a Aarón de ser los culpables de la ira de los egipcios (5:21).
-- Moisés quedó desanimado y protestó contra Dios (5:22-23).
Moisés y Aarón con Faraón; Las Nueve Plagas
-- Dios respondió que iría a obligar a Faraón a dejar que su pueblo saliera (6:1-8), pero los israelitas no quisieron oír más a Moisés (6:9).
-- Aarón arrojó su vara delante del rey y ella se transformó en una serpiente. Los magos también arrojaron sus varas al suelo, ellas se transformaron en serpientes, pero la vara de Aarón se tragó las varas de ellos (7:10-12).
-- Dios mandó nueve plagas sobre Egipto sin que el rey dejara salir a los israelitas:
1ª El agua del río Nilo fue transformada en sangre (7:14-25).
2ª La plaga de ranas (8:1-15).
3ª La plaga de piojos (8:16-19).
4ª La plaga de moscas (8:20-32). A partir de esta plaga, fue mencionado un tratamiento especial dispensado a Israel en relación con las plagas.
5ª Los animales de los egipcios murieron (9:1-7).
6ª La plaga de sarpullido o úlceras (9:8-12).
7ª La plaga del granizo (9:13-35).
8ª La plaga de langostas (10:1-20).
9ª La plaga de tinieblas durante tres días sobre toda la tierra donde los egipcios estaban viviendo (10:21-29).
-- Empezando con la segunda plaga, cada vez que el Señor mandaba una plaga Faraón pedía que Dios lo librara de la plaga y decía que dejaría que los israelitas salieran. Moisés oraba, Dios retiraba la plaga pero Faraón no dejaba que los israelitas salieran de Egipto.
-- Después de la novena plaga, Faraón dijo a Moisés: “¡Sale de mi presencia! ¡El día que vuelvas a verme, morirás! (10:27-29).
La Primera Pascua: La Décima Plaga
-- Dios dijo a Moisés cómo los israelitas deberían prepararse para la última y más terrible de todas las plagas:
✔ Escoger un cordero o un carnero de un año, sin ningún defecto (12:1-5).
✔ Matar el cordero, recoger la sangre en una vasija y pasarlo en los lados y en la parte superior de la puerta de la casa (12:6-7).
✔ Asar el animal sobre el fuego (12:8-9).
✔ Comer la Pascua listos para una partida inmediata (12:11).
✔ Retirar la levadura de las casas y comer pan sin levadura (12:15-20).
✔ No quebrar los huesos del animal (12:46).
-- A la medianoche, el Señor mató a los hijos mayores de todas las familias de Egipto (12:29-30).
— Esa misma noche, Faraón llamó a Moisés y le dijo que sacara a los israelitas de Egipto (12:31-33).
El Éxodo de Egipto
-- Los israelitas pidieron a los egipcios joyas y ropas. Así, el pueblo de Israel tomó las riquezas de los egipcios (12:35-36).
-- Los israelitas partieron, cerca de seiscientos mil hombres (12:37). Entonces eran más o menos dos millones y medio dejando Egipto.
-- Después de permanecer en Egipto 430 años, los israelitas salen, rumbo a Canaán (12:41).
❖ Situación-final: Después de permanecer en Egipto 430 años, los israelitas salen, rumbo a Canaán (12:41).
Inserir págs.74 a77
NARRATIVA:
Moisés Y Aarón Con Los Líderes Del Pueblo De Israel
Moisés y Aarón fueron a Egipto y reunieron a todas las autoridades del pueblo de Israel. Aarón, como portavoz de Moisés, les contó todo lo que el Señor había dicho a Moisés y, enseguida, Moisés hizo milagros delante del pueblo (4:30):
1º una vara transformada en serpiente y transformada en vara de nuevo (4:2-5);
2º una mano saludable trasformada en leprosa y después sanada (4:6-8);
3º agua trasformada en sangre (4:9).
Todos creyeron en la palabra de Dios, dada por intermedio de Moisés. Quedaron agradecidos al Señor por haber oído sus clamores para liberarlos de la esclavitud y se curvaron y adoraron a Dios (4:29-31).
Moisés y Aarón hablaron con Faraón, el rey de Egipto, dando el mensaje de Dios: “Dejen a mi pueblo ir” (5:1).
Faraón expresó incredulidad delante de la audacia del desafío a su autoridad absoluta. Habló: “¿Quién es el Señor Dios? Yo no conozco a Dios y tampoco dejaré que los israelitas salgan de aquí” (5:2).
Faraón acusó a Moisés y a Aarón: “¿Por qué ustedes están perturbando el trabajo del pueblo? ¡Hagan con que aquellos esclavos vuelvan al trabajo!” Él aumentó el trabajo pesado de los esclavos y mandó que los supervisores los tratasen con mayor dureza. Los esclavos tuvieron que hacer ladrillos sin que los egipcios les diesen paja, una de las materias primas. La cuota de trabajo diario era fija y Faraón no la cambiaría. Por otro lado, negándose a dar la paja cortada, normalmente usada para reforzar los ladrillos que eran secados al sol, él aumentó considerablemente el tiempo de trabajo, porque los israelitas tuvieron que juntar ellos mismos la paja. Los israelitas fueron azotados cuando no cumplieron la cuota fija del trabajo diario (5:4-19).
Los líderes de los israelitas acusaron a Moisés y a Aarón: “¡Dios los castigará; pues por causa de ustedes, el rey y sus funcionarios están enojados con nosotros!” (5:21).
Moisés cayó en desánimo y protestó contra Dios. En vez de ser libertados, los israelitas se hallaban en situación peor que antes (5:22-23).
Dios respondió que obligaría a Faraón a dejar su pueblo partir. Por medio de la rebeldía de Faraón, Dios iba a mostrar a Israel que Él es el Dios verdadero. Él se acordó de las promesas que hizo a Abraham, a Isaac y a Jacob y oyó las oraciones de los israelitas cuando ellos estaban siendo maltratados por el rey (6:1-5).
Dios mandó una palabra para los esclavos maltratados: “Yo soy el Señor. Voy a libertarlos de la esclavitud de Egipto. Haré que ustedes sean mi pueblo y yo seré su Dios. Yo los llevaré para la tierra que juré que daría a Abraham, a Isaac y a Jacob.”
Moisés repitió esas palabras, pero los israelitas no quisieron oírlo, pues estaban desanimados por causa de la dureza de su esclavitud (6:6-9).
Dios dijo a Moisés: “Voy a hacer con que seas como Dios para Faraón; y Aarón, tu hermano, hablará por ti como profeta. Dirás a Aarón todo lo que yo mande, y él hablará con Faraón, pidiendo que deje a los israelitas salir de su tierra. Faraón no va a oírlos. Pero, yo haré caer sobre él un castigo terrible y llevaré para fuera de Egipto al pueblo de Israel. Los egipcios quedarán sabiendo que yo soy el Señor, el Dios Eterno” (7:1-7).
Moisés y Aarón fueron a encontrarse con el rey. Aarón lanzó su vara delante del rey y ella se transformó en una serpiente. Los magos hicieron la misma cosa. Ellos también arrojaron sus varas en el suelo y ellas también se volvieron serpientes, pero la vara de Aarón se las tragó (7:10-12).
Moisés Y Aarón Con Faraón; Las Nueve Plagas
Faraón se negó a libertar los israelitas, por eso el Señor empezó a demostrar su gran poder. Dios mandó nueve plagas sobre Egipto, sin que el rey dejase que los israelitas partieran.
- 1ª plaga:
Dios trasformó el agua del Río Nilo en sangre. Aarón levantó su vara y golpeó el río, y el agua se volvió sangre. Los peces murieron y el río olió mal. Pero, con sus artes, los magos de Egipto hicieron la misma cosa. Habría sido más útil invertir el proceso, pero eso estaba más allá de su poder. Pero, como Dios había dicho, el corazón de Faraón se endureció y no atendió al pedido de Moisés y Aarón (7:14-25).
- 2ª plaga:
Dios mandó una plaga de ranas. En Egipto las ranas eran asociadas a dioses, que eran símbolos de fertilidad. Aarón extendió la mano sobre las aguas de Egipto, y las ranas salieron de las aguas y cubrieron todo el país. Los magos, con sus artes, hicieron la misma cosa. La actividad de los magos apenas aumentaban los problemas.
Faraón llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: “Pidan a Dios que libre a mí y a mi pueblo de esas ranas, y yo dejaré que su pueblo vaya y ofrezca sacrificios para Él.”
Moisés respondió: “Di cuando es qué quieres que yo le pida a Dios en tu favor, para que las ranas desaparezcan de tu palacio y de las casas y queden solamente en el río.”
Faraón respondió: “Mañana.”
Y Moisés dijo: “Voy a hacer como pediste, y así quedarás sabiendo que no hay otro dios como el Señor, nuestro Dios.” Moisés oró y Dios atendió a su pedido. Cuando Faraón vio que las ranas habían muerto, su corazón se endureció, como Dios había dicho, y no atendió el pedido de Moisés y Aarón (8:1-15).
- 3ª plaga:
Dios mandó piojos. Aarón golpeó la tierra con su vara, y todo el polvo de Egipto se volvió piojos, que cubrieron a las personas y a los animales. Los magos trataron de hacer aparecer piojos, pero no consiguieron. Los magos dijeron a Faraón: “¡Fue Dios quien hizo eso!”. Finalmente, los magos se dieron cuenta que Moisés y Aarón no estaban haciendo trucos mágicos y que la plaga era una obra de Dios. De ahí en adelante, ellos dejaron de competir con Moisés. Pero el corazón de Faraón se endureció, como Dios había dicho, y no atendió el pedido de Moisés y Aarón (8:16-19).
- 4ª plaga:
Dios mandó moscas. Moscas en gran número entraron en las casas de los egipcios y la tierra quedó arruinada por causa de ellas. Pero, Dios separó la región de los israelitas y allí no hubo moscas. Por primera vez, fue mencionado un tratamiento especial dispensado a Israel con relación a las plagas. El propósito de la separación de Israel de la plaga fue demostrar que las plagas no fueron apenas mero accidente, y sí, el juicio divino contra Egipto.
Faraón llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: “Vayan a ofrecer sacrificios a su Dios, pero hagan eso aquí mismo, en Egipto.”
Moisés respondió: “Los animales que ofrecemos en sacrificio a nuestro Dios, son sagrados para los egipcios. Si ellos nos ven matar los animales que ellos adoran, con certeza nos matarán a pedradas. Nosotros tenemos que caminar tres días por el desierto hasta llegar al lugar donde vamos a ofrecer sacrificios al Señor.”
Faraón respondió: “Si ustedes no van muy lejos, yo los dejaré ir al desierto para ofrecer sacrificios al Señor, su Dios.” Entonces Moisés salió del palacio y oró a Dios. El Señor hizo lo que Moisés había pedido: Él hizo que las moscas dejasen al rey, sus funcionarios y su pueblo. No quedó una sola mosca. Pero, una vez más, Faraón endureció el corazón y no dejó al pueblo ir (8:20-32).
- 5a plaga:
Dios mandó una plaga sobre todos los caballos, ganado, ovejas, camellos y jumentos y ellos murieron. Entretanto, no murió ningún animal de los israelitas. Pero el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo (9:1-7).
- 6ª plaga:
Dios hizo que todos los egipcios tuviesen terribles tumores, los cuales se volvieron úlceras o heridas abiertas. La derrota de los magos fue completa cuando ellos mismos fueron atacados por la plaga de las úlceras. Ellos no pudieron aparecer delante de Moisés porque ellos y todos los otros egipcios estaban cubiertos de tumores. Pero el corazón de Faraón se endureció y él no atendió al pedido de Moisés y Aarón (9:8-12).
- 7ª plaga:
Moisés declaró la Palabra de Dios a Faraón: “Deja que mi pueblo salga del país para adorarme. Mañana a esta hora voy a hacer que caiga lluvia de granizos tan fuerte como nunca hubo igual en toda la historia de Egipto. Si las personas y los animales que estuvieren en el campo no fueren para casa cuando caiga la lluvia de granizos, todos ellos morirán.”
Algunos funcionarios de Faraón quedaron con miedo de aquello que Dios había dicho y llevaron sus esclavos y sus animales para lugares de abrigo. Pero los que no hicieron caso a lo que Dios había dicho, dejaron sus esclavos y sus animales en los campos.
Dios mandó una pesada lluvia de granizos, terriblemente destructiva sobre Faraón y su pueblo. Había lluvia de granizos, truenos y fuego en el medio de la lluvia de granizos. Solamente en la región donde estaban los israelitas, la lluvia de granizos no cayó. Entonces, Faraón llamó a Moisés y a Aarón y dijo: “Esta vez yo pequé. Oren al Señor. ¡Basta de truenos y de lluvia de granizos! Yo los dejaré ir; ustedes no necesitan esperar más.”
Moisés salió de la ciudad y levantó las manos a Dios en oración. De ahí, los truenos, la lluvia y la lluvia de granizos cesaron. Pero, cuando Faraón vio que había parado de llover y que no había más truenos, ni caía lluvia de granizos, él volvió a pecar. Él, de corazón endurecido no dejó que los israelitas se fueran (9:13-35).
Los funcionarios de Faraón le dijeron: “¿Hasta cuándo ese sujeto va a ser un peligro para nosotros? Deja que los hombres se vayan para adorar al Dios de ellos.”
Ahí, Moisés y Aarón fueron llevados de nuevo hasta la presencia de Faraón, y este les dijo: “Ustedes pueden ir a adorar al Señor, su Dios. Pero yo quiero saber quién es que va a ir.”
Moisés respondió: “Iremos todos nosotros. Llevaremos nuestros hijos e hijas, nuestras ovejas y cabras y nuestro ganado.”
Faraón respondió: “¡No voy a dejar, de ninguna manera, que ustedes lleven sus mujeres y sus hijos! ¡No! Solamente los hombres pueden ir a adorar a Dios, si es esto lo que ustedes quieren.” Y Aarón y Moisés fueron expulsados de la presencia de Faraón (10:7-11).
- 8ª plaga:
Dios mandó langostas que cubrieron de tal manera el suelo, que este quedó negro. Devoraron toda la vegetación que había sobrado de la lluvia de granizos. No sobró nada verde en los árboles y en las plantas.
Entonces Faraón mandó llamar inmediatamente a Moisés y a Aarón y les dijo: “Yo pequé contra el Señor, su Dios, y contra ustedes. Ahora pido que perdonen mi pecado aún esta vez y que oren a su Dios, para que él saque de mí este castigo terrible.”
Moisés salió del palacio y oró a Dios. Ahí el Señor hizo soplar un viento oeste muy fuerte, que levantó las langostas y las echó al Mar Rojo. No quedó una sola langosta en todo Egipto. Pero Dios endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó que los israelitas se fueran (10:12-20).
- 9ª plaga:
Dios mandó una oscuridad durante tres días sobre toda la tierra de Egipto. Los egipcios no podían ver unos a los otros y, en aquellos días, nadie salió de casa. Pero, en todas las casas de los israelitas había claridad.
Ahí Faraón llamó a Moisés y le dijo: “Ustedes pueden ir a adorar al Señor Dios. Lleven también a sus mujeres y sus hijos, pero las ovejas, las cabras y el ganado quedarán aquí.”
Moisés respondió: “Nosotros no queremos eso. Vamos a llevar también nuestros animales, y no quedará ninguno.”
Pero Dios endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó que los israelitas se fueran. Él dijo a Moisés: “¡Sale de mi presencia y nunca más aparezcas aquí! ¡Pues, el día en que me veas nuevamente, morirás!”
Moisés respondió: “Estás cierto. Nunca más te veré” (10:21-29).
Dios habló a Moisés: “Voy a mandar sólo más un castigo sobre Faraón y sobre su pueblo. Después de eso él los dejará ir. Pero ahora di a los israelitas que pidan a sus vecinos y vecinas joyas de plata y de oro. Y el Señor hizo que los egipcios respetasen a los israelitas.
Entonces Moisés dijo a Faraón: “Cerca de la medianoche Dios va a pasar por Egipto, y en el país entero morirá el hijo mayor de cada familia, desde el hijo del rey, que es el heredero del trono, hasta el hijo de la esclava que trabaja en el molino; morirán también las primeras crías de los animales. En todo Egipto habrá gritos de dolor, como nunca hubo antes y nunca más habrá. Pero, entre los israelitas, ni aún un perro ladrará para una persona o un animal. Y así ustedes sabrán que el Señor Dios hace diferencia entre los egipcios y los israelitas. Entonces sus funcionarios vendrán a buscarme y se arrodillarán delante de mí, pidiendo que yo me vaya y lleve todo mi pueblo. Después de eso yo saldré.” Moisés salió muy enojado de la presencia del rey. Moisés y Aarón hicieron todas esas cosas espantosas delante de Faraón. Pero Dios endureció el corazón del rey, y este no dejó que los israelitas salieran del país (11:1-10).
La Primera Pascua; La Décima Plaga
- 10ª plaga:
Dios habló con Moisés sobre cómo los israelitas tendrían que prepararse para la última y más terrible plaga de todas:
- El jefe de cada hogar debería escoger un cordero o un carnero de un año, sin defecto alguno. Dios es perfecto y nunca aceptaría un animal enfermo o herido. El cordero tuvo que ser guardado hasta el día determinado por el Señor. Matarían el cordero en la noche de aquel día. Su sangre, de la cual su vida dependía, debería ser derramada (12:1-5).
- Los israelitas recogerían la sangre en una vasija, tomarían una pequeña rama de un cierto arbusto y la mojarían en la sangre. Con esta rama, pasarían la sangre en las dos laterales y en la parte superior de la puerta en las casas en que comerían el cordero. La sangre del cordero, en la entrada de la puerta, iría a salvar a los primogénitos del juicio de Dios (12:7).
- El animal sería asado sobre fuego abierto, hecho en un hoyo. Los israelitas deberían comer la Pascua completamente listos para una partida inmediata. Tuvieron que sacar la levadura de las casas y comer pan sin levadura (12:8-20).
- Los israelitas no podrían salir de sus casas hasta el amanecer. Ellos se quedaron dentro de sus casas con la sangre en el lado de afuera. Se escondieron detrás de la sangre y de la muerte del cordero que Dios les ordenara que matasen en lugar del primogénito (12:22).
- No podrían quebrar lo huesos del animal cuando lo matasen o comiesen (12:46).
Los israelitas tuvieron que hacer exactamente como el Señor había instruido a Moisés.
Los egipcios no aceptaron la Palabra de Dios, ni siguieron su plan. A la medianoche, el Señor mató a los hijos mayores de todas las familias de Egipto, desde el hijo del rey, que era el heredero del trono, hasta el hijo del preso que estaba en la cárcel. Él mató también a la primera cría de los animales. En todo Egipto había gente llorando y gritando, pues en todas las casas había un hijo muerto. El Ángel de la Muerte pasó por encima de toda casa en que vio la sangre del cordero; él pasó por las casas de los israelitas y no paró para matar (12:29-30).
Esa misma noche, Faraón llamó a Moisés y le dijo que sacara a los israelitas de Egipto (12:29-30). Ya era demasiado tarde para salvar a Faraón del juicio.
El Éxodo del Egipto
Moisés orientó a los israelitas a pedir a los egipcios joyas de plata y de oro y ropas. Dios hizo que los egipcios dieran de buena voluntad a los israelitas todo cuanto ellos pedían. Los egipcios estaban ansiosos para librarse de los israelitas y darían de buena voluntad todo lo que fuera exigido como precio de la partida. Así, el pueblo de Israel tomó las riquezas de los egipcios (12:35-36).
Los israelitas partieron, cerca de seiscientos mil hombres, sin contar sus familias. Entonces, deberían ser más o menos dos millones y medio dejando Egipto. Después de permanecer en Egipto 430 años, los israelitas salieron rumbo a Canaán (12: 37-41).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
P R E G U N T A S
TEXTO: Éxodo 12 - 18
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Después que José y su familia fueron para Egipto, pasaron más o menos 400 años con los israelitas viviendo allí.
Dios escogió y preparó a Moisés para libertar a los descendientes de Israel de la esclavitud. Dios mandó nueve plagas sobre Egipto, sin que el rey dejara a los israelitas salir de allí. Después de la novena plaga, Dios dijo a Moisés cómo los israelitas tendrían que prepararse para la última y más terrible de todas las plagas.
El jefe de cada hogar debería escoger un cordero o un carnero de un año, sin ningún defecto (12:1-5). Debería recoger la sangre en una vasija, tomar una rama pequeña de un arbusto y mojarla en la sangre. Con esta rama, pasaría la sangre en las dos laterales y también en la parte superior de la puerta de la casa donde la familia estaba comiendo el cordero. Ellos deberían comer la Pascua completamente listos para una partida inmediata (12:11). Tuvieron que sacar la levadura de las casas y comer pan sin levadura (12:15-20).
Los israelitas tuvieron que hacer exactamente como el Señor había instruido a Moisés. Los egipcios no aceptaron la Palabra de Dios. A la medianoche, el Señor mató a los hijos mayores de todas las familias de Egipto. El Ángel de la Muerte pasó por encima de todas las casas en que vio la sangre del cordero.
Esa misma noche, Faraón llamó a Moisés y le dijo que sacara a los israelitas de Egipto.
Cuando la familia de Israel entró en Egipto para vivir allí, eran 70 personas. Se habían multiplicado y ahora eran más o menos dos millones y medio dejando Egipto. Después de permanecer allí cerca de 430 años, los israelitas salieron, rumbo a Canaán (12:41).
❖ Personajes-clave: Moisés y los israelitas.
❖ Lugar-clave: El camino para Canaán.
❖ Repeticiones-clave:
-- Cada vez que enfrentaron una crisis: los israelitas murmuraron, Moisés oró y Dios actuó. Esto sucedió cuando: los israelitas vieron a Faraón y a su ejército marchando contra ellos (14:1-30); llegaron a un lugar llamado Mara, donde las aguas eran amargas (15:22-25); en el desierto de Sin ellos sentían falta de comida (16:1-35); llegaron a un lugar llamado Refidim donde no había agua para beber (17:1-7)
-- Los israelitas quedaron con miedo de morir en el desierto (14:10-12; 16:3; 17:3).
❖ Sentimientos-clave:
-- El deseo de Dios de que los israelitas se recuerden de Sus acciones para libertarlos de Egipto.
-- El éxtasis de los israelitas saliendo de Egipto sintiéndose victoriosos.
-- La alegría de los israelitas con la muerte de los soldados de Egipto.
-- El miedo de los israelitas de morir en el desierto.
-- La murmuración de los israelitas delante de cada desafío.
-- La frustración de Moisés delante de las reclamaciones de los israelitas, no obstante, su esperanza en Dios.
-- La ira de Moisés con los israelitas cuando ellos desobedecieron a Dios.
-- La preocupación de Jetro delante de la sobrecarga de Moisés.
❖ Problema-inicial: Cuando Faraón dejó que los israelitas salieran de Egipto, Dios no los llevó por el camino que va por el país de los filisteos. Dios llevó a los israelitas a acampar frente al mar Rojo.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Dejando Egipto
-- Dios estableció la Fiesta de los Panes Asimos para que los israelitas enseñaran a sus hijos (13:1-11).
-- La columna de nube y la columna de fuego dirigieron a los israelitas (13:17-22).
-- Los israelitas atravesaron el Mar Rojo salvos, mientras que los egipcios fueron muertos (14:1-31).
-- Moisés y Miriam celebraron las acciones de Dios, el Redentor (15:1-21).
La Provisión de Dios en el Desierto
-- En Mara, las aguas amargas quedaron buenas cuando Moisés arrojó la madera en ellas (15:22-27).
-- En el desierto de Sin, el pueblo reclamó de la comida y Dios mandó el maná y las codornices (16:1-31).
-- En Refidim, los israelitas reclamaron porque les faltaba agua y Dios mandó que Moisés golpeara la roca y el agua salió (17:1-7).
-- En la guerra contra los amalequitas, Josué fue victorioso (17:8-16).
Moisés Escoge Ayudantes
-- Jetro visitó a Moisés y le aconsejó que no resolviera todos los problemas solo, sino que debería escoger ayudantes (18:1-27).
❖ Situación-final: A pesar de la falta de fe y la murmuración del pueblo, Dios les dio agua, comida y también protección contra los enemigos de los israelitas. Moisés escogió algunos hombres para ser sus ayudantes.
NARRATIVA
Dejando Egipto
Luego que Dios libertó a los israelitas de Egipto, Él estableció la Fiesta de los Panes Asimos, que debería ser conmemorada el primer día de cada año. Durante siete días, los israelitas comerían pan sin levadura. Durante la fiesta, ellos contarían la historia de la liberación a sus hijos y harían eso por causa de todo lo que el Señor había hecho por los israelitas cuando salieron de Egipto (13:3-10).
Empezó, propiamente, el Éxodo, la marcha del pueblo de Dios por el desierto rumbo a la Tierra Prometida. Dios no los llevó por el camino que va por el país de los filisteos, a pesar de ser el más corto. Dios no quiso que los israelitas cambiaran de idea y volvieran a Egipto cuando vieran que tendrían que guerrear. Moisés llevó los huesos de José. José había hecho que los israelitas juraran que irían a llevar sus huesos de vuelta a Canaán (Gn 50:25; Ex 13:7-19).
Dios redimió a los israelitas de la esclavitud Egipto y empezó a guiarlos de vuelta para la tierra de Canaán, la cual había prometido a Abraham. Durante el día el Señor iba adelante de ellos en una columna de nube para mostrarles el camino. Durante la noche, Él iba adelante, en una columna de fuego para iluminar el camino (13:20-22).
La columna de nube durante el día y la columna de fuego durante la noche eran las providencias de Dios para permitir que los israelitas vivieran y viajaran en el desierto de día y de noche (13:21). En el desierto, el sol del día es muy fuerte y las noches son muy frías. Dios hizo del desierto un lugar de temperatura amena. La nube hizo el desierto más fresco durante el día y la columna de fuego hizo la noche menos fría. “La gloria del Señor apareció en la nube” (16:10). La “gloria del Señor” era una señal visible de la presencia de Dios.
Dios guio a los israelitas hasta el Mar Rojo. Él los llevó hasta el mar porque planeó demostrar tanto a ellos como a los egipcios que Él es el Dios Todopoderoso. Cuando contaron a Faraón que los israelitas habían huido, él cambió de idea y dijo: “¡Dejamos que nuestros esclavos, los israelitas, huyeran de nosotros!”, y fue atrás de los israelitas, que estaban saliendo de manera victoriosa (14:1-9).
Cuando los israelitas vieron a Faraón y su ejército marchando contra ellos, quedaron con mucho miedo y acusaron a Moisés de traerlos al desierto para ser muertos. Dijeron a Moisés: “¿Será que no había sepulturas en Egipto? ¿Por qué nos trajiste para morir aquí en el desierto? ¡Pues es mejor ser esclavo de los egipcios que morir aquí en este desierto!”
No obstante, Moisés confiaba en el Señor y dijo a los israelitas que Dios lucharía por ellos (14:10-14).
Israel no podía escapar de los egipcios si Dios no abriese un camino para ellos. El ejército de los egipcios estaba atrás de ellos y el mar adelante. Dios cambió la nube que estaba guiando a Israel y la puso entre ellos y los egipcios. Atrás de los israelitas, la nube era brillante y luminosa como el sol; delante de los egipcios, sin embargo, era una negra oscuridad (14:19-20).
Moisés extendió la mano sobre el mar y el Señor Dios, con un viento del Este muy fuerte, hizo que el mar retrocediera. Las aguas fueron divididas y los israelitas pasaron por el mar en tierra seca, con murallas de agua a los dos lados. Los egipcios, que los perseguían, entraron atrás de ellos, todos los caballos, sus carros y sus caballeros, hasta el medio del mar.
Dijo Dios a Moisés: “Extiende la mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan contra los egipcios, sobre sus carros y sobre sus caballeros”. Moisés extendió la mano sobre el mar y éste volvió para su lugar. Las aguas volvieron y cubrieron todo el ejército de Faraón y no escapó ninguno de ellos. En aquel día, Dios salvó al pueblo de Israel de los egipcios, y los israelitas los vieron muertos en la playa (14:21-30).
Las Providencias de Dios en el Desierto
Moisés y los israelitas cantaron una canción celebrando las acciones de Dios a favor de Israel. Ellos cantaron un salmo de acción de gracias, como un canto de victoria. Dios, el Redentor, el Dios Guerrero, el Todopoderoso era adorado. Ellos cantaron esta canción al Señor:
■ Cantaré al Señor porque Él conquistó una victoria maravillosa; Él lanzó al caballo y al jinete dentro del mar. El Señor es mi fuerte defensor; fue Él quien me salvó. Él es mi Dios. Él es el Dios de mi padre. El Señor es un guerrero. Él lanzó en el mar el ejército egipcio y sus carros de guerra. ¡Cómo es maravillosa tu victoria!
■ ¡No hay otro Dios como tú, oh Señor! ¿Quién es santo y majestuoso como tú? ¿Quién puede hacer los milagros y las maravillas que haces? Por causa de tu amor tú guiaste al pueblo que salvaste; con tu gran poder tú los llevaste para tu tierra santa. ¡El Señor será rey para siempre!
■ Los israelitas atravesaron el mar en tierra seca. Mas, cuando los carros de guerra de los egipcios, con sus caballos y jinetes, entraron en el mar, el Señor hizo que las aguas volvieran y los cubrieran (15:1-18).
La profetisa Miriam, hermana de Aarón, tomó un pandero y todas las mujeres la acompañaron, tocando panderos y danzando. Miriam cantó: “Canten al Señor, porque Él conquistó una victoria gloriosa; ¡Él lanzó los caballos y los jinetes dentro del mar! (15:19-21).
Después de caminar tres días de distancia del Mar Rojo, ellos llegaron a un lugar llamado Mara, donde las aguas eran amargas y no se podían tomar. El pueblo reclamó con Moisés, pero Moisés pidió socorro al Señor. Dios mostró a Moisés un pedazo de madera para lanzar al agua. Moisés arrojó la madera en el agua, y el agua quedó buena para ser bebida (15:22-25).
En el desierto de Sin, después de algún tiempo, el pueblo empezó a reclamar de nuevo. Ellos sentían falta de carne. En el desierto, no podían encontrar comida para más de dos millones de personas. Reclamaron contra Moisés y Aarón diciendo: “¡Habría sido mejor que el Señor nos hubiera matado en Egipto! Allá, nosotros podíamos por lo menos sentarnos y comer carne y otras comidas a gusto. En el desierto, nos estamos muriendo de hambre.”
Moisés contestó: “Dios escuchó los reclamos de ustedes contra Él. Fue contra Él y no contra nosotros, que ustedes reclamaron” (16:2-8).
Moisés prometió que Dios proveería carne en aquella tarde y pan con abundancia al día siguiente. Esa misma tarde apareció una gran bandada de codornices; eran tantas que cubrían el campamento. A la mañana siguiente, había rocío alrededor de todo el campamento. Cuando se secó el rocío, por encima de la arena del desierto una cosa fina como la escarcha en el suelo. Los israelitas vieron aquello y no sabían lo que era. Preguntaron: “¿Qué es eso?”
Moisés les dijo: “Eso es el alimento que Dios les está mandando para que coman. Este es la orden que Dios dio: ‘Cada uno de ustedes deberá juntar lo que sea necesario para comer de acuerdo con el número de personas que haya en la familia, dos litros por persona.’ “. Y así lo hicieron los israelitas. Cada uno había tomado exactamente lo necesario para comer.
Entonces Moisés les dijo: “Nadie deberá guardar nada para el día siguiente.” Pero algunos no obedecieron a la orden de Moisés y guardaron una parte de aquel alimento. Al día siguiente lo que había sido guardado estaba lleno de bichos y olía mal. Ahí, Moisés se enojó con ellos.
En el sexto día, Moisés les ordenó “Recojan ese alimento durante seis días; pero en el séptimo día, que es el día de descanso, no habrá alimento en el suelo.” Ellos debían guardar el alimento para el día de descanso, el sábado santo, separado para el Señor. Conforme la orden de Moisés, todos guardaron para el día siguiente lo que había sobrado. No olió mal, ni creó bichos.
En el séptimo día, algunas personas salieron para buscar alimento, pero no encontraron nada. Entonces el Señor le dijo a Moisés: “¿Hasta cuándo ustedes irán a desobedecer mis órdenes y mis leyes? Acuérdense que yo, el Señor, di a ustedes un día de descanso y fue por eso que yo les di alimento para dos días. En el séptimo día quédense todos donde estuvieren; nadie deberá salir de casa.” Así el pueblo no trabajó el séptimo día.
Los israelitas dieron a aquel alimento el nombre de maná. Él era parecido con una semilla blanca y tenía gusto a torta de miel. Aarón puso dos litros de maná en una vasija delante del arca de la alianza para que quedara guardada ahí. Durante cuarenta años los israelitas tuvieron maná para comer, hasta que llegaron a la frontera de Canaán.
Dios proveyó fielmente la alimentación para los israelitas todo el tiempo en que estuvieron en el desierto. Él nunca falló para con ellos. Ni los israelitas y ni Moisés pudieron proveer alimento, pero el Señor pudo (16:11-35).
Luego los israelitas se olvidaron del grande poder del Señor cuando llegaron a un lugar llamado Refidim, donde no había agua para beber. En el desierto no existía ningún lugar donde hubiera agua. Ellos reclamaron, gritando contra Moisés y le dijeron: “Danos agua para beber. ¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Habrá sido para matarnos de sed, a nosotros, a nuestros hijos y a nuestras ovejas y cabras?”
Entonces Moisés clamó pidiendo la ayuda del Señor Dios: “¿Qué hago con este pueblo? ¡Un poco más, y ellos querrán matarme apedreado!”
Dios le respondió: “Escoge entre ellos algunas autoridades y pasa con ellas delante del pueblo. Lleva también la vara de pastor. Golpea la roca, y de ella saldrá agua para que beba el pueblo (17:1-7).
Cuando todavía estaban en Refidim, el lugar donde Moisés golpeó la roca y de ella salió agua para que bebiera el pueblo, los amalecitas vinieron y atacaron a los israelitas, queriendo tomar esa agua para ellos. Moisés escogió a Josué para dirigir a los guerreros israelitas. Josué fue a combatir a los amalecitas mientras Moisés, Aarón y Hur subieron hasta la cumbre del monte. Cuando Moisés permanecía con los brazos levantados, los israelitas vencían. Pero cuando él bajaba los brazos, eran los amalecitas que vencían. Cuando los brazos de Moisés se cansaron, Aarón y Hur tomaron una piedra y la pusieron cerca para que Moisés se sentara. Y los dos, uno a cada lado, sostenían los brazos de Moisés. De esa manera, sus brazos quedaron alzados hasta que se puso el sol. Y así Josué derrotó completamente a los amalecitas (17:8-16).
Moisés Escoge Ayudantes
Jetro, el sacerdote de Madián y suegro de Moisés, supo todo lo que Dios había hecho por Moisés y por los israelitas. Jetro fue con la mujer y los dos hijos de Moisés para el desierto, donde estaban acampados. Entonces Moisés salió para encontrarse con Jetro, se curvó en señal de respeto y lo besó. Ellos entraron en la tienda de Moisés, el cual contó al suegro todo lo que Dios había hecho con el rey de Egipto, las dificultades que el pueblo había tenido en el camino y como Dios los había ayudado (18:1-12).
Al día siguiente, Moisés se sentó para juzgar los casos del pueblo y se quedó ocupado desde la mañana hasta que se puso el sol. Jetro vio aquello y preguntó: “¿Por qué estás resolviendo solo los problemas del pueblo, desde la mañana hasta la noche? Lo que estás haciendo no está bien. De esa manera, te vas a quedar demasiado cansado y el pueblo también”. Moisés se estaba desgastando y cansando al pueblo. El suegro le llamó la atención para el equívoco y dio sugerencias de cómo solucionar el problema. Jetro aconsejó a Moisés que escogiera hombres capaces, que temiesen a Dios, que mereciesen confianza y que fuesen incorruptibles. Estos hombres serían puestos como jefes del pueblo: jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. Ellos serían los jueces que juzgarían los problemas del pueblo. Los casos más fáciles ellos mismos resolverían, pero los casos más difíciles serían traídos a Moisés. Moisés aceptó el consejo y escogió hombres capaces para ayudarlo (18:13-26).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
1. Los israelitas fueron redimidos por la sangre del Cordero. Fueron redimidos porque aceptaron el plan de Dios para ser libertos. El hombre hoy puede ser redimido por la sangre de Jesús, aceptándolo como siendo el plan establecido por Dios para libertarnos de la esclavitud del pecado.
2. El hogar debe ser el principal lugar donde los niños deben ser enseñados sobre los hechos de Dios. El padre tiene la responsabilidad principal de ser el líder espiritual que enseña a sus hijos. Durante las fiestas de los panes sin levadura, los padres deberían contar a sus hijos que estaban haciendo eso por causa de todo lo que el Señor hizo por los israelitas cuando salieron de Egipto (Ex. 13:10).
3. Los redimidos por Dios son guiados por Él (Ex. 13:20-22). Tal como las columnas de nube y de fuego guiaron a los israelitas, los creyentes de hoy son guiados por la Biblia y por el Espíritu Santo.
4. En Juan 1:14, Jesús es llamado la “gloria” de Dios. Tal como la columna de nube y la columna de fuego eran señales visibles de Dios en el desierto (Ex 16:10), en el Nuevo Testamento, Jesús es la señal visible de la presencia de Dios.
5. El brillo de la presencia de Dios alumbra el más árido desierto de la vida. La columna de nube durante el día y la columna de fuego durante la noche fueron las providencias de Dios para permitir que los israelitas viviesen y viajasen en el desierto. Ex 16:10 dice que “la gloria del Señor apareció en la nube”. La “gloria del Señor” quiere decir una señal visible de la presencia de Dios.
6. No siempre Dios salva a sus seguidores de grandes peligros, pero los lleva a través de los peligros y los ayuda para mostrar su gran poder. Cuando Faraón decidió recapturar a Israel y fue detrás de los israelitas, Dios hizo que el mar retrocediera y los israelitas pasaran por el mar en tierra seca, con murallas de agua a los dos lados (Ex 14:21-22), pero Dios permitió que las aguas volvieran sobre los ejércitos de Faraón (Ex 14:26-30). En Refidim, cuando los amalecitas vinieron y atacaron a los israelitas, Dios ayudó a Josué a derrotar completamente a los amalecitas (Ex 17:8-16).
7. Las personas no merecen lo que Dios hace por ellas; Él lo hace por causa de su misericordia. Cuando el ejército egipcio apareció, los israelitas no merecieron la salvación que Dios les dio, pues ellos no tuvieron fe y criticaron a Moisés (Ex 14:10-12). Fueron salvos por causa de la misericordia de Dios.
8. La desesperación delante de un peligro puede ser un impulso de fe para tener coraje de hacer lo imposible. Lo que dio a los israelitas coraje para pasar por el mar fue el miedo del ejército de Faraón, que estaba detrás de ellos. El miedo de los soldados, la desesperación y la seguridad de que Dios era la única esperanza dieron a ellos la fe para andar entre los dos muros de agua (Ex 14:15-25).
9. El Dios Redentor merece las alabanzas de los redimidos (Ex 15:1-21). Éxodo 15 es, principalmente, una canción celebrando las acciones de Dios a favor de Israel. Dios, el Redentor, es adorado. Una parte del culto a Dios es la celebración de sus hechos en la historia y en el presente.
10. Dios y su pueblo dan valor a las mujeres como criaturas de Él y Sus siervas que tienen grandes valores espirituales. La profetisa Miriam dirigió a las mujeres en una canción y danza de alabanza (Ex 15:20-21). Miriam es una de las grandes mujeres de la Biblia.
11. Dios dirige a los redimidos por las situaciones de la vida, donde las soluciones están más allá del alcance del ser humano. En el desierto, los israelitas no pudieron encontrar agua o comida, ni tuvieron protección contra los enemigos. Habiendo sido libertados por Dios y a Él seguido, los israelitas estaban en una situación donde la solución de sus problemas estaba fuera del alcance humano. Sin el socorro de Dios, ellos irían a morir en el desierto.
12. Dios es capaz de cuidar de las necesidades básicas de aquellos a quien Él liberta. Había tres necesidades básicas en el desierto: alimento, agua y liberación de los enemigos. En el desierto, Dios suplió las necesidades básicas de los israelitas:
- Agua (15:22-25; 17:5-7);
- Alimento (16:11-18);
- Liberación de los enemigos (17:8-16).
13. El alimento llamado maná se transformó, por la interpretación de Jesús, la figura de sí mismo, siendo el alimento espiritual de sus seguidores (Ex 16:11-18; Jn 6:26-58).
14. Las circunstancias de la vida y los problemas que afectan un ser humano no determinan sus actitudes o reacciones, pero revelan lo que está dentro de él. Cuando vieron los problemas de la vida, cuya solución estaba más allá del alcance de los israelitas, les faltó fe, reclamaron de Dios y criticaron a Moisés. Delante de las mismas circunstancias, Moisés, con fe, clamó a Dios pidiendo ayuda. Reaccionando con murmuraciones, el pueblo mostró la verdadera naturaleza de los israelitas. Las circunstancias no hicieron que ellos murmuraran, pero revelaron que ellos tenían una disposición para murmurar dentro de sí. En las mismas situaciones que ellos, Moisés tuvo una actitud de fe, quedando en la expectativa de que Dios iría a solucionar el problema. Las circunstancias no determinan nuestras actitudes o reacciones, pero revelan lo que está dentro de nosotros.
15. Para experimentar la liberación de Dios, su pueblo tiene que entrar en oración y acción. Cuando Moisés levantó las manos, él estaba en la posición de oración generalmente usada por los israelitas (Sl 63:4). Ambas, oración y acción, son esenciales. Mientras Moisés estaba en el monte orando, Josué y los soldados estaban en el valle luchando (Ex 17:8-16).
16. El líder sin apoyo, puede debilitarse. Cuando los brazos de Moisés quedaron cansados, Aarón y Hur tomaron una piedra y la pusieron cerca de él para que Moisés se sentara. Y, los dos, uno a cada lado, afirmaron los brazos de Moisés. De esa forma, sus brazos quedaron levantados y Josué derrotó completamente a los amalecitas (17:11-13).
17. El líder que centraliza todo puede perjudicar a sus liderados. Era eso lo que estaba sucediendo con Moisés (18:13-27).
18. El líder necesita recibir y aceptar consejos oportunos. Jetro llamó la atención para el comportamiento de Moisés, que no era adecuado. Él se quedaba todo el día solo, juzgando los problemas del pueblo. Así, él estaba cansándose y el pueblo también (18:13-27).
19. Cuando Satanás no consigue hacer que un líder espiritual caiga en pecado, él puede destruir su ministerio, llevándolo a trabajar demasiado, agotarse y acabar con su salud. Moisés corrió ese peligro cuando quedó ocupado juzgando los problemas del pueblo desde la mañana hasta la puesta del sol (18:13-27).
20. En la corrección de un error, es necesario:
-- condenar el comportamiento errado;
-- dar sugerencias de como corregirlo;
-- aceptar y dar valor a la persona que está en error.
Jetro atacó el comportamiento de Moisés y dio sugerencias de cómo resolver el problema. Él no atacó a la persona de Moisés. El comportamiento de Moisés no era aceptable. La persona de Moisés era aceptable (18:13-27).
21. El líder debe trabajar acompañado. Jetro aconsejó a Moisés a escoger algunos ayudantes capaces y colocarlos como jefes del pueblo (18:19-26).
22. Las cualidades exigidas para alguien ser un líder espiritual, son morales. Jetro aconsejó a Moisés a escoger hombres capaces, temientes a Dios, merecedores de confianza y honestos en todo (18:21).
23. Las actividades principales del líder espiritual se encuentran en Éxodo 18:19-21;
-- Orar (18:19).
-- Enseñar la Palabra de Dios y entrenar personas para servirlo (18:20). Moisés enseñó a los israelitas las leyes de Dios. Él entrenó personas capaces para ser jueces.
-- Orientar personas en aplicaciones específicas, en situaciones específicas (18:20).
-- Dar responsabilidades a personas preparadas (18:24-26). Hombres capaces fueron escogidos para juzgar los problemas más fáciles del pueblo. Los hombres fueron escogidos y Moisés les dio la tarea de juzgar.
P R E G U N T A S
1. ¿Cómo el Señor dirigió a los israelitas mostrando a dónde deberían ir?
2. ¿Cuál fue la reacción de los israelitas cuando vieron los ejércitos de Faraón siguiéndolos?
3. ¿Qué hizo Dios para libertar a los israelitas de los egipcios a la orilla del mar?
4. ¿Cuáles fueron los principales problemas que los israelitas enfrentaron en el desierto?
5. ¿Cómo fue que Dios proveyó agua y comida para los israelitas en el desierto?
6. ¿Usted ha experimentado a Dios, probando Su capacidad de cuidar de sus necesidades básicas?
7. Cuando enfrentaron las crisis, ¿cuál fue la reacción del pueblo y cuál la reacción de Moisés?
8. ¿Qué revelan sus reacciones a los problemas sobre lo que está dentro de usted? ¿Usted necesita cambiar para tener otras reacciones?
9. ¿Qué revela la manera como Dios trató a los israelitas redimidos de la esclavitud sobre la forma como Él trata a los redimidos por la sangre de Jesús?
10. ¿Cómo Jetro ayudó a Moisés cuando vio el error de él?
11. ¿Cómo usted puede ayudar a su líder espiritual?
TEXTO: Éxodo 19-20
ESTRUCTURA:
Contexto:
Dios había prometido a Abraham que daría a sus descendientes la tierra de Canaán. Dios renovó la promesa al hijo de Abraham, Isaac, y al nieto, Jacob. Jacob tuvo su nombre cambiado para Israel. Jacob, o Israel, tuvo doce hijos. Uno de sus hijos, José, fue tan odiado por sus hermanos, que estos lo vendieron para ser un esclavo en Egipto. Dios capacitó a José para interpretar los sueños del Faraón, el rey de Egipto. El rey puso a José en una posición de poder sobre toda la tierra de Egipto. José salvó el pueblo de Egipto de una gran sequía.
En esa sequía, que trajo gran hambre, los hermanos de José descubrieron que él estaba vivo y en una posición de autoridad en Egipto. Faraón invitó al padre y a los hermanos de José, con todos sus hijos y nietos, a ir a vivir en Egipto. José y sus hermanos, con sus familias, siguieron viviendo en Egipto, después que la sequía se acabó. José y toda su generación murieron en Egipto (1:6).
Los descendientes de Israel tuvieron muchos hijos y aumentaron tanto, que se volvieron poderosos; quedaron muy ricos; poseían mucho ganado, cabras y ovejas (1:7). José y toda su generación tenían todo lo que necesitaban en Egipto, porque el rey egipcio era amigable y agradecido a José por haber salvado a su tierra del hambre. Pero muchos años después, las cosas cambiaron. Vino un nuevo rey, el cual, además de no saber nada al respecto de José, tuvo miedo de los israelitas e hizo planes para acabar con ellos, haciéndolos esclavos, tratándolos con brutalidad y crueldad. Trescientos y cincuenta años se pasaron con los israelitas en Egipto, cuando nació Moisés. Dios escogió y preparó a Moisés para liberar los descendientes de Israel de la esclavitud.
Cuando los israelitas estaban en Egipto, ellos aprendieron a adorar a los dioses de Egipto. Los artistas de Egipto dejaron obras de arte representando millares de dioses. Los egipcios afirmaron que el poder de sus dioses hizo de Egipto la nación más poderosa del mundo. Dijeron que el poder de Faraón era la encarnación o personificación del poder de sus dioses. Ellos creyeron que los israelitas eran esclavos porque los dioses de Egipto dieron a ellos, egipcios, el poder sobre los israelitas.
Pero, la creencia en el poder de los dioses de Egipto cayó por tierra, delante de la manifestación del poder de Dios. Cada una de las diez plagas que Dios mandó sobre Egipto era un golpe contra uno de sus dioses. El poder del Dios Todopoderoso destruyó el poder de Faraón y probó que el Señor era más fuerte que los dioses de Egipto. Cuando Dios decide actuar, nadie puede impedirlo.
Dios utilizó a Moisés y a Aarón para hablar a Faraón, el rey de Egipto, dando el siguiente mensaje: “Deja salir a mi pueblo” (5:1). Faraón se negó a libertar a los israelitas, aumentó el trabajo pesado de los esclavos y mandó que los supervisores los tratasen con mayor dureza. Dios mandó nueve plagas sobre Egipto, sin que el rey dejase los israelitas salir. Después de la novena plaga, Dios habló a Moisés cómo los israelitas tendrían que prepararse para la última y más terrible de todas las plagas. El jefe de cada hogar debería escoger un cordero o carnero, matarlo y, con una rama, poner la sangre en los dos lados y en la parte superior de la puerta de la casa. A la medianoche, el Señor mató a los hijos mayores de todas las familias de Egipto. El Ángel de la Muerte pasó por encima de toda casa en que vio la sangre del cordero y no entró. Faraón llamó a Moisés aquella misma noche y le dijo que sacara a los israelitas de Egipto (12:1-51).
Cuando la familia de Israel entró en Egipto para vivir, eran sólo 70 personas. Se habían multiplicado y ahora eran más o menos dos millones y medio dejando Egipto. Después de permanecer allí 430 años, los israelitas salieron rumbo a Canaán (12:41).
Dios redimió a los israelitas de la esclavitud de Egipto y comenzó a guiarlos de vuelta para la tierra de Canaán. Cuando salieron de Egipto, el Señor Dios iba adelante de ellos, durante el día, en una columna de nube; y, durante la noche, en una columna de fuego. Dios guio a los israelitas hasta el Mar Rojo (14:1-3). Faraón decidió volver a capturar. Cuando los israelitas vieron al rey y su ejército marchando contra ellos, quedaron con pavor (14:12). El ejército de los egipcios estaba atrás de ellos y el mar adelante de ellos.
Moisés extendió su mano sobre el mar y el Señor Dios hizo que el mar retrocediera. Las aguas fueron divididas y los israelitas pasaron por el mar en tierra seca, con murallas de agua a los dos lados. Cuando los ejércitos de Faraón siguieron a Israel hasta el mar, Dios permitió que las aguas se volvieran sobre ellos. Dios hundió al ejército egipcio en el mar, sin embargo, protegió a todos los israelitas (14:21-31).
En el desierto, los israelitas no podían encontrar comida. Dios los hizo vivir situaciones en que la solución de sus problemas estaba lejos del alcance humano. Sin el socorro de Dios, ellos irían a morir en el desierto. Dios se mostró capaz de cuidar de sus necesidades básicas, dándoles agua, comida y liberación de los enemigos.
Ellos llegaron a un lugar donde las aguas eran amargas y no podían ser bebidas. El pueblo reclamó, pero Moisés pidió socorro a Dios (15:22-25). Dios mostró a Moisés un pedazo de madera que, arrojado en el agua, haría que quedara buena para beber (15:25). Los israelitas sintieron falta de carne y reclamaron (16:2-4). Dios les dio comida: las codornices y el maná (16:11-12). Ellos llegaron a un lugar llamado Refidim, donde no había agua para beber. Ellos reclamaron y Dios mandó que Moisés golpeara una roca. Él la golpeó y de ella salió agua para que el pueblo bebiera (17:5-7). En la guerra contra Amalec, Dios mostró que podía salvar a su pueblo, libertándolo de los enemigos.
Los israelitas llegaron al pie del monte Sinaí. Fue en el monte Sinaí que ellos recibieron de Dios los diez mandamientos. El legislador de los diez mandamientos es el Dios Todopoderoso, que tenía el poder de sacarlos de Egipto y libertarlos de la esclavitud. Es el Dios que los guio por medio de las columnas de nube y de fuego. Es el Dios que suplió sus necesidades en el desierto.
❖ Personaje-clave: Dios.
❖ Lugar-clave: Monte Sinaí.
❖ Repeticiones-clave:
-- Los israelitas respondieron todos juntos: “Nosotros haremos todo lo que el Señor mandó” (19:7; 24:3).
-- Nueve de los diez mandamientos empiezan con la palabra “No”.
-- Dios destacó lo que hizo para los israelitas, libertándolos de Egipto (19:4; 20:2).
-- Dios estableció límites que los israelitas no podían ultrapasar (19:12,21,23,24).
-- Los israelitas temblaron de miedo cuando oyeron los truenos y el sonido de la trompeta y vieron los relámpagos y el humo que salía del monte (19:16; 20:18).
❖ Sentimientos-clave:
-- El temor de los israelitas cuando oyeron los truenos y el sonido de la trompeta, y vieron los relámpagos y el humo que salía del monte. (19:7; 24:3) (19:7; 24:3)
-- La predominancia de Dios.
-- La firmeza de los israelitas cuando confirmaron: “Nosotros haremos todo lo que el Señor mandó”.
❖ Problema-inicial: Dijo Dios a los israelitas: “Ustedes vieron con sus propios ojos lo que yo, el Señor, hice con los egipcios y cómo los traje a ustedes para cerca de mí. Ahora, si me obedecen y cumplen mi alianza, ustedes serán mi pueblo.”
❖ Puntos de Referencia en la Secuencia Narrada:
Los Israelitas al Pie del Monte Sinaí
-- Los israelitas acamparon al pie del monte Sinaí (19:1-2).
-- Dios hizo que se recordaran de lo que hizo con los egipcios y cómo los libertó (19:3-4).
-- Dios estableció un pacto con los israelitas, si el pueblo obedeciese a Dios, Él lo escogería para ser su pueblo (19:5-6).
-- La respuesta del pueblo: “Nosotros haremos todo lo que el Señor ordenó” (19:7-8).
La Preparación para la Presencia del Señor
-- Dios mandó que los israelitas se purificaran para adorarlo y estableció límites alrededor del Monte Sinaí. Si alguna persona o animal pasase de los límites, sería muerto.
-- El día marcado para el encuentro con Dios, hubo, en el monte, rayos, fuego, humo, sonido fuerte de trompeta, nube espesa y terremotos. El pueblo tembló de miedo (19:16-20).
Los Diez Mandamientos
-- Dios dio a Moisés los diez mandamientos y otras leyes a ser obedecidas (20:1-24:3).
1º No tendrás otros dioses delante de mí (20:3).
2º No harás para ti imagen de escultura; no las adorarás (20:4-5).
3º No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano (20:7).
4º Acuérdate del día de sábado, para santificarlo. Seis días trabajarás (20:8-9).
5º Honra a tu padre y a tu madre (20:12).
6º No matarás (20:13).
7º No adulterarás (20:14).
8º No hurtarás (20:15).
9º No dirás falso testimonio (20:16).
10º No codiciarás (20:17).
-- Los israelitas respondieron todos juntos: “Nosotros haremos todo lo que el Señor mandó” (24:3).
❖ Situación-final: Los israelitas prometieron todos juntos: “Nosotros haremos todo lo que el Señor mandó”.
NARRATIVA:
Los Israelitas al Pie del Monte Sinaí
Después de libres y llevados hasta el Monte Sinaí, los israelitas armaron el campamento al pie del monte. Este era el monte donde Moisés había visto la zarza quemando y Dios le había prometido que lo traería de vuelta a ese monte junto con los israelitas (Ex 3:12). Moisés subió al monte para encontrarse con Dios.
Dios quiere que Moisés recuerde a los israelitas: “Ustedes vieron con sus propios ojos lo que yo, el Señor Dios, hice con los egipcios y cómo los traje a ustedes para cerca de mí” (19:4).
Dios les ofreció un pacto: “Si me obedecen y cumplen mi acuerdo, ustedes serán mi pueblo. Ustedes son un pueblo separado para mí y me servirán como sacerdotes” (19:5-6). Dios llamó al pueblo para hacer un pacto con Él. La respuesta dada por el pueblo fue: “Nosotros haremos todo lo que el Señor mandó” (19:8).
La Preparación para la Presencia del Señor
Dios planeó mostrar Su gloria, poder y santidad delante de los israelitas y les mandó que se prepararan para adorarlo. Deberían purificarse, lavar sus ropas, establecer un límite alrededor del monte y evitar que alguien llegara cerca o tocase en él. Si un israelita o animal tocase en el monte cuando Dios descendiese, sería muerto. El pueblo tendría que hacer de acuerdo como Dios había mandado; de lo contrario, todos morirían (19:10-15).
El día marcado, hubo truenos y relámpagos, una nube oscura apareció en el monte y se oyó un ruido muy fuerte de trompeta; salía humo del monte y todo el pueblo que estaba en el campamento tembló de miedo. El Señor dijo a Moisés: “Los sacerdotes y el pueblo no deben pasar los límites para subir hasta el lugar donde yo estoy. Si hicieren eso, yo los mataré” (19:16-24).
Los israelitas fueron redimidos por el poder de Dios. Él libertó a los israelitas de la esclavitud de los egipcios. Cuando Dios empezó a dar los diez mandamientos, Él se presentó: “Yo, el Señor, soy su Dios. Yo los saqué de Egipto, la tierra donde eran esclavos” (20:1-2).
Los Diez Mandamientos
Dios dio los diez mandamientos (20:1-17):
1º No tendrás otros dioses delante de mí. Adora a mí solamente (20:3).
2º No harás para ti imagen de escultura; no las adorarás. No hagas imágenes de ninguna cosa de las que hay arriba en el cielo, o aquí abajo, en la tierra o en las aguas de debajo de la tierra. No te arrodilles delante de ídolos, ni los adores, porque yo soy tu Dios y no acepto a otros dioses (20:4-5).
3º No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano. No uses mi nombre sin el respeto que merece (20:7).
4º Acuérdate del día de sábado, para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todas tus obras. En seis días yo, Dios, hice el cielo, la tierra, los mares y todo lo que hay en ellos, pero el séptimo día descansé. Fue por eso que yo bendije el sábado y lo separé para ser un día santo (20:8-9).
5º Honra a tu padre y a tu madre para que vivas mucho tiempo en la tierra que te estoy dando (20:12).
6º No matarás (20:13).
7º No adulterarás (20:14).
8º No hurtarás (20:15).
9º No dirás falso testimonio contra nadie (20:16).
10º No codiciarás. No codicies la casa de otro hombre. No codicies su mujer, sus esclavos, su ganado, sus asnos o cualquier otra cosa que sea de él (20:17).
El pueblo oyó los truenos y el sonido de la trompeta y vio los relámpagos y el humo que salía del monte. Ellos temblaron de miedo y se quedaron lejos. Dijeron a Moisés: “Si tú hablas, nosotros oiremos; pero, si Dios habla con nosotros, seremos muertos”.
Moisés respondió: “No tengan miedo, pues Dios sólo quiere probarlos. Él quiere que ustedes continúen temiéndolo para que no pequen”.
El pueblo se quedó en pie, de lejos, y solamente Moisés llegó cerca de la nube oscura donde Dios estaba (20:18-21).
Después de haber dado los diez mandamientos a Moisés, Dios dio otras leyes para ser obedecidas (20:21 —24:3).
Dios prometió: “Si ustedes obedecen a mis leyes y a mis mandamientos, yo mandaré lluvia en el tiempo cierto, la tierra producirá cosechas, y los árboles darán frutas. Habrá bastante comida para todos. Ustedes vivirán seguros en su tierra. Todos dormirán sosegados y nadie los asustará, porque haré desaparecer de la tierra los animales salvajes y acabaré con las guerras. Ustedes vencerán a sus enemigos y los matarán; cinco de ustedes derrotarán a cien de ellos. Yo los bendeciré y les daré muchos hijos. Viviré en medio de ustedes, en mi Tabernáculo, y nunca los abandonaré. Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios. Yo soy el Señor, el Dios de ustedes. Yo los saqué de Egipto para que ustedes no fueran esclavos de los egipcios”.
“Sin embargo, si ustedes no obedecen a todos mis mandamientos, si rechazan mis leyes, si desprecian mis órdenes y quiebran la alianza que hice con ustedes, entonces los castigaré. Mandaré calamidades, enfermedades y fiebres que perjudican la salud y debilitan el cuerpo. No será de ningún provecho sembrar los campos, porque serán los enemigos que comerán las cosechas. Yo seré contra ustedes y dejaré que sean derrotados por los enemigos (Lv 26:3-17).
Después de haber recibido las leyes de Dios, los israelitas respondieron todos juntos: “Nosotros haremos todo lo que el Señor mandó” (24:3).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
5.1 Él exige control absoluto sobre todas las áreas de la vida. Dios estaba preparando al pueblo para recibir los diez mandamientos y dijo: “Si me obedecen y cumplen mi acuerdo, ustedes serán mi pueblo”. La respuesta dada por el pueblo fue: “Nosotros haremos todo lo que el Señor mandó” (19:5-8). Dios exigió que Su pueblo hiciera todo lo que Él había mandado.
5.2 Él exige control sobre las relaciones humanas. Dios exige que la relación con Él determine la relación con los otros. Los primeros cuatro mandamientos hablan de la relación de las personas con Dios (20:3-11). Los últimos seis mandamientos hablan de la relación de las personas con su prójimo (20:12-17).
5.3 Él exige que el hombre tenga restricciones sobre las tendencias que lo ofenden. Puede ser que alguien no haga lo que los mandamientos prohíben, más tiene la tendencia, el deseo de hacerlos.
-- Los jóvenes tienen la tendencia de pensar que saben más que sus padres.
-- El ser humano tiene la tendencia de desear eliminar a quien lo maltrata.
-- El hombre tiene la tendencia de pensar que otra mujer sería más interesante que la suya.
-- El hombre tiene la tendencia de querer obtener ventajas usando mentiras.
-- El hombre tiene la tendencia de desear lo que es del otro y de querer quitárselo.
5.4 Jesús aumenta las exigencias de los diez mandamientos. En el Sermón de la Montaña, Jesús dijo a sus discípulos: “No piensen que vine a acabar con la Ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas. No vine a acabar con ellas, sino que vine a darles el verdadero sentido que tienen. Recuerden esto: mientras duren el cielo y la tierra, nada será quitado de la Ley: ni la menor letra, ni cualquier acento. Y así será hasta el fin de todas las cosas” (Mt 5:17-18).
Jesús, entonces, explica que Él aumenta las exigencias de los diez mandamientos. Los diez mandamientos exigen que el comportamiento sea colocado bajo el control de Dios. Jesús aumenta las exigencias de los diez mandamientos y exige que los pensamientos y los deseos sean colocados bajo Su control. Por ejemplo:
-- Los diez mandamientos exigen: “No mates”. Jesús, sin embargo, exige que no sienta odio de su hermano y que no diga al prójimo: “No vales nada”, y que no llame al prójimo de idiota (Mt 5:21-22).
-- Los diez mandamientos exigen: “No cometas adulterio”. Jesús, no obstante, exige que no se mire para una mujer cuando el propósito es tener relaciones íntimas con ella (Mt 5:27-28).
-- Hijos hacen lo que quieren y no honran a sus padres.
-- La vida es barata y los hombres matan cuando quieren.
-- Los lazos matrimoniales son quebrados y la relación sexual es practicada como en un corral, donde los hombres tienen menos respeto con una mujer que un toro con las vacas.
-- La propiedad no es respetada y el fuerte toma lo que quiere del más débil.
-- La justicia cae por tierra porque las mentiras corrompen los tribunales.
-- Los chismosos acaban con la reputación de quien ellos quieren usando sus mentiras.
P R E G U N T A S
1. ¿Por qué Dios dio Sus mandamientos a los israelitas?
2. ¿Cómo se explica la paradoja de que sólo cuando alguien es siervo de Dios es que goza de libertad?
3. ¿Qué da a Dios el derecho de exigir que el hombre obedezca los diez mandamientos?
4. ¿Por qué Dios estableció límites alrededor del Monte Sinaí?
5. ¿Por qué los israelitas estaban asustados cerca del Monte Sinaí?
6. ¿Cuáles de los mandamientos exigen control sobre la relación de las personas con Dios y cuáles exigen control sobre las relaciones de unos con los otros?
7. Cuando escucharon los diez mandamientos, ¿cuál fue la actitud del pueblo de Israel?
8. ¿Por qué debemos obedecer los mandamientos de Dios?
9. ¿Cómo Jesús aumenta las exigencias de los diez mandamientos?
10. ¿Hay alguna cosa que usted va a cambiar en su vida como resultado de este estudio?
Éxodo 20:1-17
MANDAMIENTOS |
INTERPRETACIÓN |
INTENSIDAD POR JESÚS |
COMENTARIO |
1. No tendrás otros dioses delante de mí (20:399. |
Dios no dividirá Su gloria con nadie. Él es único (Dt 4:39; Is 45:5). |
Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todo el entendimiento (Mt 22:36-39); un siervo no puede servir a dos dueños al mismo tiempo (Mt 6:24). |
Dios es el único Dios que liberta al hombre. No se debe amar y adorar cualquier cosa, o a ella obedecer, si no es voluntad divina. |
2. No harás para ti imagen de escultura; no las adorarás (20:4-5). |
Las ayudas visuales en el culto son un tropiezo para la verdadera adoración, incluso imágenes de Cristo y de los ángeles (arriba, en los cielos), de los apóstoles, de los mártires, de los santos (abajo, en la tierra). |
Jesús es la revelación visible del Dios invisible (Col 1:15; Jn 14.9). |
El culto al Dios verdadero no puede estar limitado por símbolos hechos por el hombre. Imágenes, ritos y símbolos que son fundamentales para alguien adorar a Dios se transforman en imágenes. |
3. No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano (20.7). |
Es prohibido jurar por el nombre del Señor como una manera de engañar a alguien. |
Jesús exige que todas nuestras palabras sean puras, verdaderas y honestas; prohíbe el juramento (Mt 5:33-37). |
La hipocresía es condenada. Es prohibido usar la apariencia de religión como escudo para las maldades. La profesión de fe en Dios debe estar acompañada por la vida que trae evidencias de las palabras dichas (Col 3:17) |
4. Acuérdate del día de sábado para santificarlo. Seis días trabajarás (20:8-9). |
El Sábado sirve como un memorial del descanso de Dios después de Su obra creadora (Ex 20:11). Sirve para conmemorar el descanso ofrecido a los esclavos israelitas en Egipto, cuando fueron libertados por Dios (Dt 5:14). Es exigido tanto el culto como la interrupción del trabajo. |
El Sábado fue hecho para servir a las personas y no las personas para servir al sábado, cumpliendo reglas legalistas. Jesús tiene autoridad sobre el sábado (Mc 2:27-28). Es permitido hacer el bien el día sábado (Mc 3:4). Los discípulos empezaron a reunirse los domingos para recordarse de la resurrección de Jesús (Jn 2:1; Hch 20:7; 1 Cor16:2; Ap 1:10). |
Haga su trabajo en seis días y tenga un día para descansar y rendir culto a Dios. |
5. Honra a tu padre y a tu madre (20:12). |
Los hijos tienen la obligación de obedecer a sus padres, en el Señor (Ef 6:1-3). |
La voluntad de Dios para los hijos adultos tiene prioridad sobre la voluntad de los padres (Lc 9:59-60). El hijo que se casa debe dejar a los padres para unirse a su cónyuge (Mt 19:5). La religión no debe ser usada como disculpa para no obedecer a Dios y dejar de cuidar de los padres necesitados (Mt 15:4-6). |
Los que construyen una sociedad en la cual los padres y la vejez ocupan lugar de honra, pueden esperar confiadamente disfrutar del mismo lugar algún día. Cuando la juventud es adorada y la vejez temida y despreciada, la cultura está en decadencia. |
6. No matarás (20:13). |
La persona está prohibida de asesinar a un enemigo personal. La santidad de vida, como un don de Dios, es establecida. La ley distinguía entre el asesinato propiamente dicho y el homicidio accidental o sin premeditación (21:12-14). Este mandamiento no es una prohibición a la pena de muerte (21:15), ni a la participación en una guerra. La ley exige evitar matar por negligencia (Ex 21:29, 34; Dt 22:8). |
Jesús incluyó los pensamientos maldadosos en la prohibición de asesinato (Mt 5:21-22). |
--Ley de Lamec (mata a quien lo hiere). Trata al enemigo peor que como el enemigo lo trató (Gn 4:23-24).
--Ley de Moisés. Hace la restricción de pagarse con la misma moneda: vida por vida, ojo por ojo.
--Ley de Jesús. Trata al enemigo mejor que como el enemigo trata (Mt 5:44). |
7. No adulterarás (20:14). |
Que un hombre tenga relaciones con la esposa de otro hombre es considerado un pecado tanto contra Dios como contra el hombre (Gn 39:9). |
Monogamia era el plan de Dios para el hombre en la creación. El divorcio, la poligamia y aún la fornicación eran tolerados en la economía mosaica debido a la dureza del corazón humano (Mt 19:8). En Cristo ellos no se pueden ni pensar (Mt 5:28). (Vea 1 Co 6:15; Mt 19:4-6). |
Sexo es tan precioso que debe ser protegido dentro de los lazos matrimoniales. Sexo fuera del casamiento es prohibido. También es prohibido lanzar piedras contra quien comete adulterio (Jn 8:7). |
8. No hurtarás (20:15). |
El Antiguo Testamento da énfasis a que el poderoso no debe usar su poder para tomar de los pobres (Dt 27:19; Pr 22:22; Is 3:15; 5:8; Am 4:1). Maneras de robar mencionadas. Stg 5:4; Dt 19:14; Dt 25:14; Dt 27:19; Lv 19:13). |
Tres actitudes presentadas en la parábola del buen samaritano (Lc 10:25-37): - los ladrones: lo que es tuyo es mío y voy a tomarlo; - el sacerdote y el levita: lo que es mío es mío y voy a cuidarlo; - el samaritano: lo que es mío es tuyo y voy a repartirlo. |
Dejar de robar y trabajar, para vivir honestamente y poder ayudar a los necesitados (Ef 4:28). |
9. No dirás falso testimonio (20:16). |
En la ley, casi todos los crímenes envolvían penas capitales. Un “falso testimonio” bien sucedido sería equivalente a un asesinato. |
El Diablo es el padre de toda mentira (Jn 8:44). En el día del Juicio, cada uno va a dar cuentas de toda palabra inútil que dijo (Mt 12:36-37). Todo lo que es dicho en secreto será anunciado públicamente (Lc 12:3). |
Decir la verdad siempre es la manera de quedar libre de la mentira. El mandamiento podría ser generalizado para incluir la prohibición de intrigas y palabras falsas y maldadosas, que perjudican al prójimo (Lv 19:16). |
10. No codiciarás (20:17). |
Es prohibido el mal deseo que estimula la envidia y motiva el rapto de las personas, el robo de sus cosas, o que perjudique de alguna manera al prójimo. |
Es del corazón que vienen los malos pensamientos que llevan al crimen, al adulterio, a las otras acciones inmorales, a robar, mentir y calumniar (Mt 15:11, 16-20). |
Desear y tratar de obtener la propiedad ajena es estar insatisfecho con lo que se recibió de Dios y eso demuestra falta de fe en Su amor. |
Jesús hace un resumen de todos los mandamientos: amar a Dios con todo su ser y a los otros como a sí mismo (Mt 22:37-40). |
TEXTO: Éxodo 19:40, Números 13:14
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Dios redimió a los israelitas de la esclavitud en Egipto usando las diez plagas. Dios los guio durante el día en una columna de nube y durante la noche con una columna de fuego. Dios los guio hasta el Mar Rojo (Ex 14:1-3). Faraón decidió volver a capturarlos. Cuando los israelitas vieron al rey y su ejército marchando atrás de ellos, quedaron llenos de pavor (14:2). El ejército de los egipcios estaba atrás de ellos y el mar adelante. Moisés extendió la mano sobre el mar y el Señor Dios hizo que el mar retrocediera y los israelitas pasaran por él (14:21-22).
Después de pasar por el Mar Rojo, ellos llegaron a un lugar donde las aguas eran amargas y no aptas para ser bebidas. Dios mostró a Moisés un pedazo de madera y lo mandó que lo arrojara al agua, y el agua quedó buena para ser bebida (15:25). Después de eso, los israelitas sintieron falta de carne. Dios proveyó comida para los israelitas: el maná y las codornices (16:11-12). Ellos llegaron a un lugar llamado Refidim donde no había agua para beber. Dios mandó que Moisés golpeara una roca, él golpeó la roca y salió agua de ella para que el pueblo bebiera (17:5-7).
Dios prometió bendecir a los israelitas si ellos obedecieran perfectamente (Ex 19:5-6). Israel prometió obedecer al Señor Dios en todo (Ex 19:8). Confiaron en sí mismos y pensaron que podían obedecer a Sus mandamientos.
Dios les dio los diez mandamientos. Los israelitas nuevamente prometieron que iban a obedecer en todo (Ex 24:3).
❖ Personajes-clave: Los israelitas, Moisés, Aarón, Bezaleel, Josué y Caleb.
❖ Lugar-clave: El camino para Canaán.
❖ Repeticiones-clave:
-- La rebelión del pueblo contra Dios: al hacer el becerro de oro (Ex 32:1-5); Nadab y Abiú, al ofrecer fuego extraño delante del Señor (Lv 10:1-3); los israelitas, al murmurar (Nm 11:1-9); Miriam y Aarón, al criticar a Moisés (Nm 12:1-3); los 10 espías, al faltarles fe; los israelitas, al seguir a los 10 espías sin fe (Nm14:1-10).
-- Hacer exactamente como Dios ordenó: en la celebración de las fiestas (Ex 23:15; 34:18); en la construcción del Tabernáculo (Ex 25:1-9; 31:11; 35:10; 36:1; 40:19,21,23,25,29,32); Moisés, cuando subió al monte Sinaí (34:4); los sacerdotes, con sus ropas y su consagración de los sacerdotes (39:1; 5-7,21,31-32, 41-42; 40:16).
-- Dios apareció en una nube (Ex 19:9; 24:16-19; 33:9; 34:5; 40:34-36; Nm 11:35; 12:5-10; 4:26-37; 16:42).
-- Tabernáculo (25:1-9; 26:1-36; 27:1-21; 28:43; 29:4, 10-11, 30-44; 30:1-36; 31:1-11; 35:11-21; 36:1-37; 38:8-31; 39:32-40; 40:2-38)
❖ Sentimientos-clave:
-- La adoración de Moisés delante del Señor Todopoderoso.
-- La gloria y el esplendor de Dios apareciendo en las nubes.
-- La inseguridad de los israelitas con la ausencia de Moisés.
-- La furia de Dios y de Moisés delante de la idolatría de los israelitas.
-- La firmeza de Moisés, Josué y Caleb al contrario de la volubilidad de los demás israelitas.
-- La irreverencia de Nadab y Abiú, hijos de Aarón, delante del altar de Dios.
-- La inestabilidad de Aarón que lo dejaba vulnerable a la influencia de los otros.
❖ Problema-inicial: Moisés subió al monte de nuevo, dejando a los israelitas sin su presencia.
❖ Puntos de Referencia en la Secuencia Narrada:
Moisés en el Monte Sinaí
-- Moisés subió al monte nuevamente y Dios le dio los diez mandamientos escritos en dos tablas de piedra (Ex 24:12-18).
-- Dios dio instrucciones para la construcción de un tabernáculo que debería ser construido exactamente como Él había ordenado a Moisés (Ex 25:1-9).
-- Aarón y sus hijos serían consagrados sacerdotes. Aarón sería el sumo-sacerdote (Ex 28:1).
El Becerro de Oro
-- Moisés se quedó 40 días en el monte y Aarón hizo un becerro de oro para que el pueblo lo adorara (Ex 32:1-5).
-- Dios, en su ira, amenazó destruir a todos los israelitas y comenzar un nuevo pueblo para Él por medio de Moisés. Moisés imploró a Dios que no destruyera a todos los israelitas (Ex 32:9-14).
-- Moisés bajó del monte, tomó el becerro de oro, lo quemó en el fuego y lo molió hasta que se transformase en polvo (Ex 32:15-20).
-- Moisés criticó a Aarón, el cual se disculpó (Ex 32:21-24).
-- Moisés preparó dos tablas de piedra para sustituir las que él había quebrado (Ex 34:1-2).
Construcción del Tabernáculo
-- Dios escogió a Bezaleel para trabajar en toda la parte ingeniosa del tabernáculo y le dio el don del Espíritu Santo (35:30-35).
-- Los israelitas hicieron el tabernáculo (Ex 39:42-43; 40:17).
-- Dios vino a habitar en el tabernáculo como lo había prometido (Ex 40:34-35).
-- Dios guio a los israelitas a través de la nube durante el día y de la columna de fuego durante la noche (Ex 40:36-38).
La Consagración de Aarón y sus Hijos
-- La consagración de Aarón y sus hijos (Lv 8:1-36).
-- Aarón ofrece sacrificios por sí mismo y por los pecados de los israelitas (Lv 9:1-24).
-- Nadab y Abiú, hijos de Aarón, mueren delante del Señor por causa de su pecado (Lv 10:1-11).
Rebelión del Pueblo de Israel
-- Las murmuraciones de los israelitas (Nm 11:1-9).
-- Moisés encuentra pesado su cargo (Nm 11:10-15).
-- Dios designa setenta hombres para ayudar a Moisés (Nm 11:16-30).
-- Miriam y Aarón hablaron contra Moisés (Nm 12:1-16).
-- Dios los guio hasta la entrada de Canaán, la tierra que les había prometido dar.
-- Moisés envió doce hombres para ir a espiar la tierra (Nm 13:1-3, 17-21, 25).
-- Ellos volvieron y dijeron que la tierra era buena, pero el pueblo era fuerte y que algunos eran gigantes (Nm 13:26-33). Diez no creyeron que Dios tuviese fuerza suficiente para darles la tierra (Nm 13:31). Dos de los espías, Caleb y Josué, creyeron que Dios era capaz de darles la tierra (Nm 13:30; 14:6-8).
-- Los israelitas siguieron a los diez hombres que no creyeron en Dios. Quisieron volver a Egipto (Nm 14:1-10).
-- Dios los castigó y anunció que todos morirían en el desierto, excepto Josué y Caleb. Después de 40 años, cuando todos ellos hubieran muerto, Dios daría a sus hijos, a Josué y a Caleb la tierra prometida (Nm 14:26-38).
❖ Situación-final: Los israelitas no creyeron que Dios podía darles la tierra prometida y se transformaron en un pueblo errante en el desierto durante 40 años. Se quedaron marcando el tiempo hasta Dios poder levantar una nueva generación para conquistar la tierra prometida.
NARRATIVA:
Moisés en el Monte Sinaí
Dios quería que los israelitas no se olvidaran de los diez mandamientos. Por eso, llamó nuevamente a Moisés para subir al monte. Dios dijo a Moisés: “Sube al monte donde yo estoy y quédate aquí, porque te voy a dar las placas de piedra que tienen las leyes y los mandamientos que escribí, para que las enseñes al pueblo”
Moisés y el joven Josué subieron al monte. Una nube cubrió el monte y la luz brillante de la presencia del Señor bajó sobre el monte, y para los israelitas la luz parecía un fuego que quemaba la cumbre del monte y la nube cubrió el monte. Moisés entró en el medio de la nube. Él se quedó allí en el monte cuarenta días y cuarenta noches. Mientras Moisés estaba en el monte, Dios le dio los diez mandamientos escritos en dos tablas de piedra (Ex 24:12-18). También explicó a Moisés otras reglas y costumbres que ordenó a los israelitas que siguieran.
Dios quiso que los israelitas construyeran un lugar especial donde Él pudiera habitar con ellos. Entonces, instruyó a Moisés para que orientara a los israelitas a contribuir para después construir un Tabernáculo donde Él habitaría con ellos, para donde ellos traerían sus sacrificios y donde lo adorarían. Todo en el Tabernáculo debería ser construido exactamente como Dios había ordenado a Moisés. Dios orientó que construyeran el Tabernáculo con materiales hechos de pieles de animales y pelos de cabras. Era una tienda que podría acompañarlos en sus caminadas por el desierto (Ex 25:1-9).
Dios dijo a Moisés que el Tabernáculo debería ser dividido en dos partes. La primera parte, tendría la entrada por el lado de afuera, sería llamada el lugar santo o lugar separado. Sería separado por Dios para ser usado solamente por Él. Sería usado solamente por los sacerdotes escogidos por Dios cuando lo servían. La segunda parte, la parte interior, sería el lugar santísimo, más especialmente separado para Dios. Esta parte sería separada apenas para Dios, excepto una vez por año, cuando sería permitida la entrada del sumo sacerdote. Sería colocada una caja en la segunda parte, el Lugar Santísimo. La caja, llamada arca, era hecha de madera, con una tapa cubierta de oro. La tapa, la cual sería llamada propiciatorio, sería el lugar donde Dios prometió vivir con los israelitas. Dentro del arca, serían colocadas las dos tablas de piedra, en las cuales estarían escritos los diez mandamientos que Dios prometió dar a Israel (Ex 26:31-37).
Aarón y sus hijos serían consagrados sacerdotes. Aarón sería el sumo sacerdote (Ex 28:1). Solo el sumo sacerdote podría entrar en el Lugar Santísimo, apenas una vez por año. El día en el cual Aarón podría entrar en el Lugar Santísimo sería llamado el Día de la Expiación (Lv 16:2,3). Antes de entrar en el Lugar Santísimo, Aarón tendría que matar un animal y recoger la sangre en una vasija. Después de haber pasado para atrás de la cortina gruesa, Aarón debería asperger la sangre sobre la tapa del arca, llamada propiciatorio.
El Becerro de Oro
El pueblo vio que Moisés estaba demorando mucho para bajar del monte. Entonces ellos se reunieron alrededor de Aarón y le dijeron: “No sabemos lo que sucedió con Moisés, aquel hombre que nos sacó de Egipto. Por lo tanto, hace para nosotros un dios que vaya adelante de nosotros”.
Aarón les dijo: “Saquen los pendientes de oro que sus mujeres, sus hijos y sus hijas están usando y tráiganlos para mí”.
Los israelitas se sacaron de las orejas los pendientes de oro y los trajeron a Aarón. Él tomó los pendientes, los derritió, derramó el oro dentro de un molde e hizo un becerro de oro. Entonces dijeron: “¡Pueblo de Israel, este es nuestro dios, que nos sacó de Egipto!”
Aarón anunció al pueblo: “Mañana habrá una fiesta en homenaje al dios”.
Al día siguiente ellos trajeron algunos animales para ser quemados como sacrificio y otros para ser comidos como ofertas de paz. Después, el pueblo se sentó para comer y beber y se levantó para bailar (Ex 32:1-6).
Dios dijo a Moisés: “Baja rápido porque el pueblo que sacaste de Egipto pecó y me rechazó. Ellos ya dejaron el camino que yo mandé que siguieran; hicieron un becerro de oro fundido y lo adoraron. Están diciendo que el becerro es el Dios de ellos, el dios que los sacó de Egipto. Yo conozco este pueblo y sé que es desobediente. Voy a descargar mi ira sobre esa gente y voy a acabar con ellos. Después, haré de ti y de tus descendientes una gran nación”.
Mas Moisés hizo un pedido a Dios. Él dijo: “Oh. Señor Dios, ¿por qué te enojaste tanto con tu pueblo que sacaste de Egipto con tanto poder y fuerza? ¿Por qué dejar que los egipcios digan que sacaste tu pueblo de Egipto para matarlos en los montes y destruirlos completamente? No te quedes así tan airado; cambia de idea y no hagas caer sobre tu pueblo esta desgracia. Acuérdate del juramento que hiciste a tus siervos Abraham, Isaac y Jacob de darles tantos descendientes como las estrellas que hay en el cielo. Acuérdate también que prometiste que darías a sus descendientes toda aquella tierra para ser su propiedad para siempre.” Entonces el Señor cambió de idea y no hizo caer sobre su pueblo la desgracia que había prometido (Ex 32:7-14).
Moisés bajó del monte cargando las dos placas que el propio Dios había hecho y había grabado en ellas los mandamientos. Cuando llegó cerca del campamento, vio el becerro de oro, y al pueblo, que estaba bailando. Moisés quedó furioso y arrojó al suelo las placas de piedra que estaba trayendo y las quebró. Entonces, tomó el becerro de oro que ellos había hecho, lo quemó en el fuego y lo molió hasta transformarse en polvo y derramó el polvo en el agua. Enseguida, mandó que el pueblo de Israel bebiera aquella agua (Ex 32:15-20).
Moisés criticó a Aarón: “¿Qué te hizo este pueblo para que lo llevaras a cometer este pecado tan horrible?”
Aarón se disculpó: “Sabes cómo este pueblo está siempre listo para hacer el mal. ¡Yo apenas arrojé los adornos de oro al fuego y salió este becerro!” (Ex 32:21-24).
Moisés vio que Aarón había dejado al pueblo completamente sin control, haciendo con esto que sus enemigos se burlaran de ellos. Entonces se quedó a la entrada del campamento y dijo: “¡Quién está al lado del Señor que venga aquí!” Entonces todos los levitas se reunieron alrededor de Moisés. Moisés dijo: “El Dios del pueblo de Israel, manda que cada uno de ustedes tome su espada y vaya por el campamento, de punta a punta, matando a sus parientes, a sus amigos y a sus vecinos.” Los levitas obedecieron a la orden y mataron en ese día más menos tres mil hombres (Ex 32:25-29).
Al día siguiente Moisés dijo al pueblo: “Ustedes cometieron un pecado horrible. Sin embargo, ahora voy a subir otra vez al monte para hablar con el Señor. Tal vez yo consiga que él perdone el pecado de ustedes.” Moisés volvió para el lugar donde el Señor estaba y dijo: “Este pueblo cometió un pecado terrible. Hicieron un dios de oro y lo adoraron. Por favor, ¡perdona el pecado de ellos! Pero, si no quieres perdonar, entonces quita mi nombre de tu libro, donde escribiste los nombres de los que son tuyos.”
Dijo Dios a Moisés: “Sacaré de mi libro todos los que pecaron contra mí. Ahora anda y lleva el pueblo para donde yo te mandé. Mi Ángel te guiará. Pero ya está llegando el tiempo en que voy a castigar a este pueblo por su pecado.” Dios castigó a los israelitas con una enfermedad, pues ellos habían obligado a Aarón a hacer el becerro de oro (Ex 32:30-35).
Moisés subió al Monte Sinaí donde preparó dos tablas de piedra para sustituir las que había quebrado (Ex 34:1-2). Él se quedó en el monte con Dios cuarenta días y cuarenta noches y durante ese tiempo no comió ni bebió nada. Él escribió en las tablas de piedra las palabras de los diez mandamientos (Ex 34:27-28).
Cuando Moisés bajó del monte Sinaí, llevando las dos placas de la alianza, su rostro estaba brillando. Pero él no sabía de eso. Aarón y todo el pueblo quedaron con miedo de llegar cerca de Moisés cuando vieron su rostro brillando. Sin embargo, Moisés los llamó y todo el pueblo de Israel se reunió alrededor de Moisés, y él les entregó todas las leyes que Dios le había dado en el monte Sinaí.
Cuando Moisés terminó de hablar con ellos, él cubrió el rostro con un velo. Siempre que entraba en la Tienda Sagrada para hablar con el Señor, Moisés se sacaba el velo. Su rostro continuaba brillando. Pero Moisés cubría el rostro con el velo hasta que entraba de nuevo en la Tienda para hablar con Dios (Ex 34:30-35).
Construcción del Tabernáculo
Dios había orientado a Moisés que mandara al pueblo hacer un Tabernáculo. Los israelitas voluntariamente trajeron ofrendas para que el Tabernáculo fuera construido.
Dios escogió a Bezaleel para trabajar en todas las piezas de arte del Tabernáculo y le dio el don del Espíritu Santo, de tener la habilidad de hacer todo tipo de trabajo artístico y de enseñar a otros (Ex 35:30-35). El Dios Espíritu Santo capacitó y controló a Bezaleel para que pudiera hacer las piezas de arte para el Tabernáculo. Dios controló y guio a Bezaleel para que el Tabernáculo fuera construido exactamente como Dios había mandado a Moisés.
Todo en el Tabernáculo fue construido como Dios había ordenado a Moisés. El Tabernáculo fue construido con materiales hechos de pieles de animales y pelos de cabras. Era una tienda que podría acompañarlos en sus caminadas por el desierto.
Patio
Bezaleel hizo un patio rodeado de cortinas de lino fino. El patio tenía las siguientes medidas: cuarenta metros de largo y veintitrés de ancho. La entrada del patio quedaba para el lado del Este (Ex 27:9-19; 38:9-20).
El Lugar Santo y el Lugar Santísimo
El Tabernáculo tenía un largo total de 13,80 metros por 4,60 metros de ancho. Estas medidas pueden ser divididas en tres partes iguales, donde dos partes correspondían al Lugar Santo y un tercio al Lugar Santísimo. El Tabernáculo constaba de dos partes: el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. La primera parte, que tenía la entrada por el lado de afuera, era llamada el Lugar Santo. El Lugar Santo tenía las siguientes medidas: 9,20 metros por 4,60 metros. Era separado por Dios para ser usado solamente por Él. Era usado solamente por los sacerdotes escogidos cuando lo servían. Un velo separaba la primera parte de la segunda, que era llamado el Lugar Santísimo. El Lugar Santísimo tenía las siguientes medidas: 4,60 metros de largo y 4,60 de ancho. En el Lugar Santísimo estaba apenas el arca con el propiciatorio, que era la tapa del arca. Esta parte era separada apenas para Dios, excepto una vez por año, cuando era permitido que el sumo sacerdote entrara.
El Arca de la Alianza
Bezaleel hizo una caja, llamada el arca de la alianza, de madera. El arca medía un metro diez de largo por sesenta y seis centímetros de ancho, y sesenta y seis centímetros de altura. Él la cubrió de oro puro por dentro y por fuera. Dentro del arca, fueron colocadas las dos tablas de piedra, en las cuales fueron escritos los diez mandamientos.
Bezaleel hizo una tapa de oro puro. La tapa, la cual era llamada propiciatorio, era el lugar donde Dios había prometido vivir con los israelitas. En la tapa, Bezaleel hizo dos querubines de oro labrados a martillo, uno para cada extremo de la tapa. Él los hizo de tal manera que los dos formaban una sola pieza con la tapa. Los querubines quedaban frente a frente, mirando para la tapa, y sus alas abiertas cubrían la tapa (Ex 25:10-15; 37:1-5). El arca fue colocada en Lugar Santísimo.
La Mesa con los Panes de la Proposición
Bezaleel hizo una mesa de madera de acacia, con las siguientes medidas: ochenta y ocho centímetros de largo por cuarenta y cuatro de ancho, y sesenta y seis de altura. Él cubrió la mesa de oro puro y colocó una cornisa de oro alrededor de ella. Hizo también de oro puro las vasijas para la mesa, es decir, los platos, los vasos, los tazones y los jarros que eran usados para las ofrendas de vino. Dios mandó que la mesa fuera colocada al frente del arca de la alianza y, encima de la mesa, estarían siempre los panes sagrados que serían ofrecidos a Él (Ex 25:23-30; 37:10-16).
El Candelabro de Oro
Bezaleel hizo de oro puro labrado a martillo el candelabro, su pie y su caña. De sus lados salían seis brazos, tres de un lado y tres del otro lado. Las copas, los brazos y el candelabro formaban una sola pieza de oro puro labrado a martillo. Él hizo también siete lamparillas para el candelabro.
El Altar del Incienso
Bezaleel hizo un altar de madera de acacia para quemar incienso encima de él. El altar era cuadrado, midiendo cuarenta y cinco centímetros de largo por cuarenta y cinco de ancho; y tenía noventa centímetros de altura. Las puntas, en las cuatro esquinas, formaban una sola pieza con el altar. Bezaleel cubrió de oro puro la tapa, los cuatro lados y las esquinas, y colocó una cornisa de oro alrededor del altar. Las varas fueron hechas de madera de acacia y forradas con oro (Ex 30:1; 37:25-28).
El Altar para Holocaustos
Bezaleel hizo para los sacrificios que eran completamente quemados, un altar de madera de acacia. El altar era cuadrado, midiendo dos metros veinte de largo por dos metros veinte de ancho; y un metro treinta de altura. Hizo también todas las piezas para ser usadas en el altar, es decir, los calderos, las paletas, los tazones, los garfios y los braseros. Todas esas piezas fueron hechas de bronce (Ex 27:1-8; 38:1-7).
La Fuente de Bronce
Con los espejos de bronce, Bezaleel hizo la fuente de bronce y su base. La fuente fue colocada entre el Tabernáculo y el altar y tenía agua dentro de ella. Aarón y sus hijos usaban esa agua para lavarse las manos y los pies antes de entrar al Tabernáculo o antes de llegar cerca del altar para presentar la ofrenda de alimentos (Ex 30:17-21; 38:8).
Los israelitas hicieron el Tabernáculo para Dios y lo hicieron exactamente como Dios había instruido a Moisés (Ex 39:42-43; 40:17). Dios vino a habitar en el Tabernáculo como había prometido (Ex 40:34-35). La nube cubrió el Tabernáculo, el cual quedó lleno de la luz brillante de la presencia de Dios. La nube en el Tabernáculo era una señal visible de la presencia de Dios con ellos.
Dios guio a los israelitas con una nube durante el día y una columna de fuego durante la noche. Así, Dios mostró que estaba con ellos y que era su guía (Ex 40:36-38).
Dios levantó la nube de encima del Monte Sinaí, donde Él había dado a los israelitas sus diez mandamientos y las instrucciones para construir su Tabernáculo. Los israelitas seguían la nube cuando ésta se movía. De esta forma, Dios los dirigió hasta la entrada de Canaán, la tierra que les había prometido dar.
La Consagración de Aarón y sus Hijos
El Señor dijo a Moisés: “Lleva a Aarón y a sus hijos a la entrada del Tabernáculo. Toma las ropas sacerdotales, el aceite de la unción, el becerro nuevo de la ofrenda para quitar pecados, dos carneros y un canastillo lleno de panes sin levadura. Enseguida, manda que todo el pueblo se reúna delante del Tabernáculo.”
Todo el pueblo se reunió delante del Tabernáculo. Entonces Moisés les dijo: “Voy a hacer ahora lo que el Señor mandó.” Moisés hizo que Aarón y sus hijos se acercaran a él y los mandó que se lavaran. Después, Moisés vistió a Aarón con la ropa sacerdotal. Enseguida Moisés tomó el aceite sagrado y ungió el Tabernáculo y todo lo que había dentro y de esa forma separó todo para el servicio de Dios. Después, Moisés derramó el aceite sagrado en la cabeza de Aarón y así lo consagró como sacerdote. A seguir, hizo que los hijos de Aarón se acercaran a él y los consagró como sacerdotes, de acuerdo como el Señor había mandado. Fueron ofrecidos sacrificios a Dios y Moisés tomó una parte del aceite sagrado y una parte de la sangre que estaba en el altar y los roció sobre Aarón y su ropa y sobre los hijos de Aarón y sus ropas. Así, él dedicó al servicio de Dios, Aarón y su ropa y a los hijos de Aarón y sus ropas. Aarón y sus hijos hicieron todo lo que el Señor había mandado por medio de Moisés (Lv 8:1-36).
Moisés dijo a Aarón: “Toma dos animales sin defecto, es decir, un becerro para ser muerto como ofrenda para quitar pecados y un carnero para ser ofrecido como un sacrificio que es completamente quemado, y preséntalos al Señor Dios. Después, manda que el pueblo tome los siguientes animales: un macho cabrío para ser sacrificado como ofrenda para quitar pecados; un becerro y un carnerito, los dos de un año y sin defecto, para ser sacrificados como una ofrenda que es completamente quemada; y también un becerro y un carnero para ser sacrificados como ofrenda de paz.”
El pueblo trajo hasta la entrada del Tabernáculo todo lo que Moisés había mandado. Todos se reunieron allí en presencia del Señor. Después, Moisés dijo a Aarón: “Anda hasta el altar y ofrece el sacrificio para quitar pecados y el sacrificio que es completamente quemado, para que Dios perdone tus pecados y los de tu familia.” Aarón hizo lo que Moisés mandó. Después, Aarón presentó las ofrendas del pueblo. Después que Aarón ofreció todos esos sacrificios, él extendió las manos sobre el pueblo y lo bendijo, y entonces descendió las escalas del altar. Aarón y Moisés entraron en el Tabernáculo y cuando salieron para bendecir al pueblo, la luz brillante de la presencia del Señor apareció a todo el pueblo. De repente, salió fuego de la presencia del Señor y consumió la ofrenda quemada y la gordura que estaban en el altar. Al ver eso, los israelitas gritaron de alegría, se arrodillaron y pusieron su rostro en tierra (Lv 9:1-24).
Nadab y Abiú, hijos de Aarón, murieron delante del Señor por su pecado. Nadab y Abiú tomaron cada uno su incensario, pusieron incienso dentro, pusieron fuego y lo presentaron al Señor como ofrenda. Pero no hicieron eso de acuerdo con las leyes de Dios. De repente, salió fuego de la presencia de Dios y los mató.
Moisés dijo a Aarón: “Fue eso lo que el Señor quiso decir cuando dijo: Los que llegan cerca de mí deben respetar mi santidad, y mi pueblo debe honrarme”.
Pero Aarón no dijo nada. Moisés llamó algunos parientes de Aarón y les dijo: “Saquen los cuerpos de sus dos parientes de delante del Tabernáculo y llévenlos para fuera del campamento.” Después Moisés dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar: “Todos los otros israelitas pueden quedar de luto por las muertes que el fuego del Señor causó. Pero ustedes no. No se alejen de la entrada del Tabernáculo, para que no mueran, pues ustedes fueron ordenados con el aceite sagrado del Señor.” Y los tres hicieron lo que Moisés mandó.
El Señor dijo a Aarón: “Ni tú, ni tus hijos, ni tus descendientes pueden entrar en el Tabernáculo después de haber bebido vino o bebida fuerte; si hacen eso, morirán. Ustedes deben estar en condiciones de hacer diferencia entre lo que es y lo que no es sagrado, y entre lo que es impuro y lo que es puro. Y deben enseñar a los israelitas todas las leyes que yo, el Señor, les di por medio de Moisés (Lv 10:1-11).
Rebelión del Pueblo de Israel
Los israelitas empezaron a reclamar, diciendo: “¡Ah, si tuviéramos un poco de carne para comer! En Egipto comíamos cuanto pescado queríamos y era gratis. ¡Nos acordamos de los pepinos, de los melones, de las verduras, de las cebollas y de los ajos! Pero ahora nuestras fuerzas se acabaron. No hay nada más para comer, ¡y la única cosa que vemos es ese maná! (Nm 11:1-9)
Cada familia lloraba a la entrada de su tienda. Moisés escuchó el llanto del pueblo, se enfadó y dijo al Señor: “¿Por qué me diste este trabajo tan pesado de dirigir todo este pueblo? ¿Por qué me pides que haga el papel de niñera y los lleve en los brazos como niños para la tierra que juraste dar a sus antepasados? Ellos vienen a llorar cerca de mí y dicen que quieren comer carne. Yo solo no puedo cuidar de todo este pueblo; ¡eso es demasiado para mí! Si me vas a tratar de esa manera, ¡ten pena de mí y mátame! ¡No dejes que yo continúe sufriendo de esta forma!” (Nm 11:10-15).
El Señor respondió a Moisés: “Reúne para mí setenta hombres, que tú sabes que son líderes, entre los más respetados del pueblo de Israel; llévalos al Tabernáculo y quédate con ellos. Entonces, yo bajaré y hablaré contigo allí; quitaré una parte del Espíritu que te di y lo daré a ellos, para que te ayuden en el pesado trabajo de cuidar del pueblo. Así, no necesitarás hacerlo solo.”
Entonces Moisés reunió setenta líderes del pueblo y los puso alrededor del Tabernáculo. Allí el Señor bajó en la nube y habló con él. Dios quitó una parte del Espíritu que había dado a Moisés y lo dio a los setenta líderes (Nm 11:16-30).
Miriam y Aarón hablaron contra Moisés porque él se había casado con una mujer de Etiopía. Ellos dijeron: “¿Será que el Señor ha hablado solamente por medio de Moisés? ¿Será que no ha hablado también por medio de nosotros?”
El Señor oyó lo que ellos dijeron y dijo a Moisés, a Aarón y a Miriam: “Ustedes tres, vayan para el Tabernáculo.”
Ellos fueron y el Señor bajó en la columna de nube y se colocó a la entrada del Tabernáculo. Dios dijo a Aarón y a Miriam: “Ahora escuchen lo que voy a decir. Yo coloqué a mi siervo Moisés como responsable por todo mi pueblo. Yo hablo con él cara a cara. ¿Cómo se atreven ustedes a hablar contra mi siervo Moisés?”
El Señor se retiró muy enfadado con ellos y la nube que estaba sobre el Tabernáculo desapareció. En el mismo instante Miriam fue atacada por una terrible enfermedad y su piel quedó blanca como la nieve. Aarón miró para Miriam y habló a Moisés: “Por favor, señor, te pido que no nos hagas sufrir el castigo por causa de ese pecado que cometimos en un momento de locura. No dejes que Miriam sea como un aborto que nace con la mitad del cuerpo destruido.”
Entonces Moisés oró al Señor: “¡Oh Dios, te pido que la cures!
El Señor respondió: “Si el padre de Miriam hubiera escupido en su rostro, ella habría quedado humillada durante siete días. Entonces, que ella sea expulsa del campamento y se quede fuera siete días; después será traída de vuelta.” Así, Miriam se quedó siete días fuera del campamento. El pueblo sólo partió de allí cuando ella fue traída de nuevo para el campamento (Nm 12:1-16).
Cuando llegaron a la frontera de la tierra que Dios había prometido a Abraham y a sus descendientes, Dios orientó a Moisés para que escogiera doce hombres que deberían ir y espiar la tierra. Los doce fueron a ver la tierra y el pueblo que vivía allá. Volvieron cargando un racimo de uvas tan pesado que dos hombres lo cargaron colgado en una vara para mostrar como la tierra era fértil. Dieron las siguientes informaciones: la tierra era buena, pero el pueblo era fuerte y algunos eran gigantes. “La tierra es buena y rica, pero los que viven allá son fuertes y las ciudades son muy grandes y tienen murallas.”
Entonces el pueblo empezó a reclamar contra Moisés, pero Caleb los hizo callar y dijo: “Vamos a atacar ahora y conquistar la tierra de ellos; ¡nosotros somos fuertes y vamos a conseguir eso!”
No obstante, los otros diez dijeron: “No. No podemos atacar a aquella gente, porque es más fuerte que nosotros. Los hombres de allá son muy altos. Vimos allí gigantes. Cerca de los hombres gigantes nosotros nos sentíamos tan pequeños como langostas” (Nm 13:1-33).
Los israelitas siguieron a los diez hombres que no creyeron en Dios. Todo el pueblo gritó y lloró, reclamó contra Moisés y Aarón, diciendo: “¡Sería mejor si hubiésemos muerto en Egipto o aún en este desierto! ¿Por qué será que Dios nos trajo para esta tierra? ¡Sería mejor que volviéramos para Egipto!” Los israelitas estaban portándose como si Dios fuera mentiroso. Dios había prometido darles tierra, pero no creyeron en Él.
Los israelitas decían los unos a otros: “¡Sería mucho mejor volver para Egipto! Vamos a escoger otro líder y volvamos para Egipto.” El pueblo amenazó matar a Caleb, a Josué, a Moisés y a Aarón apedreándolos (Nm 14:1-10).
De repente, todos vieron la luz brillante de la presencia de Dios aparecer sobre el Tabernáculo. Dios estaba muy indignado con los israelitas. Dijo Dios: “Estos hombres vieron la luz brillante de mi presencia y los milagros que hice en Egipto y en el desierto. Sin embargo, pusieron a prueba mi paciencia y no quieren obedecerme. Ninguno de esos hombres que me abandonaron vivirá para entrar en aquella tierra. Todos morirán en el desierto, excepto Josué y Caleb. Caleb tiene un espíritu diferente y siempre ha sido fiel a mí.” Los diez espías que no tuvieron fe sufrieron muerte inmediata. Después de 40 años, cuando todos los de esa generación hubieran muerto, Dios prometió que llevaría y daría a los hijos de ellos, a Josué y a Caleb la tierra prometida (Nm 14:26-38).
Faltándoles fe, se transformaron en errantes en el desierto. El tiempo tenía que pasar hasta que Dios pudiera levantar una nueva generación para conquistar la tierra prometida.
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
1º Obstáculos son una realidad. Los hombres eran de gran estatura (13:32).
2º Obstáculos deben ser enfrentados. Subamos (14:30).
3º Obstáculos pueden ser vencidos por el hombre de fe que obedece a Dios. Caleb creyó que Dios estaría con ellos, entonces podían vencer (14:8-9).
P R E G U N T A S
S A C R I F I C I O S Levítico |
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SACRIFICIOS |
OCASIÓN O MOTIVO |
SIGNIFICADO |
Sacrificios voluntarios |
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Holocaustos quemados (Lv 1:1-17; 6:8-13). |
Propiciación por el pecado en general en demostración de dedicación. |
Apunta para Cristo en la cruz. Cristo se ofreció sin mancha a Dios (He 9:14; Fil 2:6-8 |
Manjares (cereales), un gesto de homenaje (Lv 2:1-16: 6:14-23) |
Gratitud por el inicio de las cosechas. |
Una promesa de obediencia leal a Dios. |
Sacrificio Pacífico (Lv 3:1-17; 7:11-34; 22:18-30): 1) Gratitud (Lv 7:12-15) 2) Cumplimiento de voto (Lv 7:16) 3) Voluntario (Lv 7:16) |
Comunión: 1) por una bendición inesperada. 2) por libramiento cuando era hecho un voto. 3) por gratitud.
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- De total dedicación por parte del ofertante y de la paz con Dios a quien las ofreció. - La paz sería traída a los hombres por la obra de Cristo (Cl 1:20) y conmemorada en la Santa Cena (1 Co 10:16). - Jesús es nuestra paz (Ef 2:14). |
Sacrificios Compulsorios |
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Pelos pecados (Lv 4:1 — 5:13) Cuatro tipos de pecadores: 1º sacerdotes (Lv 4:3); 2º congregación (Lv 4:13); 3º príncipe (Lv 4:22); 4º individuo entre el pueblo (Lv 4:27) |
Se aplicaba básicamente a la situación en que era necesaria una purificación (5:1-4). Sacerdote o congregación: becerro. Rey o príncipe: macho cabrío. Individual: cabra. Pobre: 2 palomitas. |
- Cristo llevó sobre Sí la culpa de los pecados (2 Co 5:21). - Ahora Dios perdona a quien acepta Su sacrificio por la humanidad (Is 53:6, 7; 1 P 2:24; Ro 3:25-26). |
Por la trasgresión (Lv 5:14 — 6:7; 7:1-10) - Pecado contra otra persona, que causa perjuicio, exige restitución (Lv 5:16; 6:5). Además de ser necesario traer un sacrificio a Dios, era necesario también hacer restitución a la persona ofendida con intereses de 20% (Lv 6:5) |
Se aplicaba a la situación en que había una profanación de cosa santa o donde había una culpa objetiva. |
- El hombre debe reconciliarse con su hermano (Mt 5:24). - Quien causa perjuicio debe hacer restituciones, produciendo fruto digno de arrepentimiento (Mt 3:8). - La muerte de Cristo hace la expiación en favor de los pecadores (2 Co 5:19). - Al creyente se le atribuye la justicia de Cristo (1 Co 1:30; Ro 4:3) |
Animales |
Puros |
Impuros |
Mamíferos |
Dos condiciones: 1.Uñas hendidas 2.Rumiantes (Lv 11:3-7 y Dt 14:6-8) |
Carnívoros y los que no se encajan en las calificaciones de los “puros” |
Aves |
Las que no fueron específicamente mencionadas como prohibidas (Lv 11:13-19) |
Aves de rapiña o necrófagos (Lv 11:13-19 y Dt 14:11-20) |
Reptiles |
Ninguno |
Todos (Lv 11:29-30) |
Animales Acuáticos (peces) |
Dos clases: 1. Aletas 2. Escamas (Lv 11:9-12 y Dt 14:9-10) |
Los que no se encajan en las calificaciones de los “puros” |
Insectos |
Los de la familia de las langostas (Lv 11:20-23) |
Cuadrúpedes con alas |
Motivos Básicos: 1. Higiene: muchos de los animales prohibidos eran portadores de enfermedades. 2.Culto: algunos de los animales considerados impuros eran asociados a los cultos paganos. |
DÍAS SANTOS |
TEXTOS |
FECHA |
Sábado |
Lv 23:3; Ex 20:8-11; Dt 5:12-15 |
7º día de la semana |
Pascua: Recordando cuando el ángel de la muerte pasó por encima de las casas de los israelitas en Egipto |
Ex 12; Lv 23:5; Nm 28:16; Dt 16:1-2 |
14 / 1 |
Panes ácimos: Fiesta de los Panes sin Levadura |
Lv 23:6-8; Nm 28:17-25; Dt 16:3-8 |
15-21/1 |
Primicias: Fiesta de la Primera Cosecha |
Lv 23:9-14; Ex 23:16; Nm 28:26-31 |
16/1 |
Pentecostés: Oferta de la Cosecha |
Lv 23:15-22; Ex 34:22; Dt 16:9-12 |
6/3 |
Trompetas: La Fiesta del Año Nuevo |
Lv 23:23-25; Nm 29:1-6 |
1/7 |
Expiación: El Día del Perdón; Sacrificios por los pecados de la nación |
Lv 16:29-34; 23:26-32; Nm 29:1-6 |
10/7 |
Tabernáculos: Recordando la peregrinación en el desierto |
Lv 23:33-44; Nm 29:12-40; Dt 16:13-15 |
15-21/7 |
Año Sabático |
Lv 25:1-7; Ex 23:10-11 |
Cada 7º año |
Año del Jubileo |
Lv 25:8-55 |
Cada 50º año |
TEXTO |
QUIEN |
EL FRACASO |
DICIPLINA |
EXPRESIÓN DE LA MISERICORDIA DIVINA |
OBSERVACIONES |
11:1-9, 18-30 |
El Pueblo |
1ª murmuración: - Se quejó contra el maná del cielo. |
Fuego ardió entre ellos. Comieron hasta vomitar (11:20) |
Dios envía carne, pero castiga la incredulidad. |
Dios les sació el apetito físico, pero sus almas se debilitaron. Él muestra amor pero aplica justicia. |
11:10-17 |
Moisés |
2ª murmuración: - Moisés encuentra pesado su cargo. |
|
Setenta hombres llenos del espíritu para ser líderes religiosos y aliviar a Moisés. |
La murmuración puede provocar tristeza para el líder. Él debe permanecer confiado en Dios y no en las emociones del pueblo. |
12:1-16 |
Miriam y Aarón |
3ª murmuración: - Miriam fue contra Moisés. |
Miriam quedó leprosa por 7 días. |
Dios es el defensor de Su propia honra y de la de su siervo. |
- El silencio es la mejor respuesta a las falsas acusaciones. - La rebelión de los líderes atrasa el avance del pueblo. |
13 |
Los espías |
Ellos dieron informaciones negativas; expresando incredulidad (Dt 1:26-33). |
Murieron de plaga (14:37). |
|
Diez vieron a los gigantes y se olvidaron de Dios. Dos se acordaron de Dios y no temieron. |
14 |
El pueblo |
4ª murmuración: - Incredulidad (He 3:7-19) |
- Peregrinando. - Muerte. |
Dios atrasó las bendiciones, pero no acabó con Su propósito de dar la tierra prometida. |
La falta de fe trae un peregrinar prolongado. |
16:1-4 |
Coré, Datán y Abirán |
5ª murmuración: - Rebelión contra Moisés. - Llenos de envidia. |
La tierra los tragó (16:31-33). |
|
Oponerse a la autoridad constituida por Dios es rebeldía contra el propio Dios. |
16:41-50 |
El Pueblo |
6ª murmuración: -- Quejándose contra Moisés y Aarón. |
Plaga y muerte. |
Con la intercesión de Aarón y Moisés, el pueblo hostil es salvo de la destrucción total. |
|
20:2-6 |
El Pueblo |
7ª murmuración: -- Quejándose contra la comida y la falta de agua. |
|
Dios orientó a Moisés sobre cómo conseguir agua. |
El pueblo quejándose, sin fe y sin respeto provoca al líder. |
20:2-13 |
Moisés |
Golpeó la roca 2 veces con rabia, cuando la orden divina era de hablar con la roca. |
No podía entrar en la tierra prometida. |
A pesar de la desobediencia de Moisés, salió mucha agua de la roca. |
El pueblo llevó a Moisés a pecar, pero él es el responsable de su propio pecado. |
21:5-9 |
El Pueblo |
8ª murmuración: Perdió la paciencia y se quejó contra Dios y Moisés. |
Muertos por las serpientes. |
La serpiente de bronce que tipifica a Jesús (Jn 3:14-15). |
-- Un problema que dura mucho tiempo pone a prueba la paciencia del ser humano. -- La murmuración puede poner a prueba la paciencia de Dios. |
22-25 |
Balaam |
Balaam era un mercenario que negociaba con su don de profecía llevado por la codicia. |
Muerto en medio de los enemigos de Dios (31:8). |
El Ángel de Dios en el camino con una espada en la mano fue una barrera contra las malditas intenciones de Balaam. |
--Un líder espiritual mercenario facilita la corrupción del pueblo de Dios. --El pueblo que no podía ser maldecido contra la voluntad divina, podría ser corrompido. |
25 |
El Pueblo |
Los hombres de Israel son seducidos para la prostitución y para la idolatría. |
-- Plaga. --Pecadores ahorcados. |
La fidelidad y la rectitud de Finees alejaron la ira de Dios del pueblo. |
--Consejos malignos causan tragedia. --Hay una relación entre los pecados de prostitución e idolatría. |
TEXTO: Números 20 - 32
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Dios libertó a los israelitas de Egipto. Él dirigió al pueblo por medio de la columna de fuego y de nube hasta el Monte Sinaí, donde le dio los diez mandamientos. Después de recibir la Ley, los israelitas fueron guiados por el Señor desde el Monte Sinaí hasta la frontera de la tierra que les había prometido. Moisés envió doce hombres para espiar la tierra. Diez de ellos, cuando vieron a los gigantes y las ciudades con murallas, dijeron que era imposible para los israelitas entrar en la tierra. Pero, dos de ellos, Josué y Caleb, creyeron que Dios iría a darles la tierra. Le faltó fe a la multitud, cayendo en desesperación y murmurando contra Dios y Moisés. El castigo por no creer en la promesa de Dios, el Señor Todopoderoso, fue que toda esa generación moriría en el desierto. El Señor les dijo que solamente sus hijos, así como Josué y Caleb, podrían entrar en la tierra prometida. Aquella generación vivió como una generación errante en el desierto. Pasaron cuarenta años. Casi toda la generación que salió de Egipto ya había muerto. Llegó el año cuando Dios prometió darles la tierra prometida
❖ Personajes-clave: Moisés y los israelitas.
❖ Lugar-clave: El desierto.
❖ Repeticiones-clave:
-- Desobediencia a Dios: los israelitas, al culpar a Moisés y a Aarón cuando faltó agua (Nm 20:2-9); Moisés, al golpear la roca (Nm 20:9-11); los israelitas, al murmurar (Nm 21:4-5); Balaam, al ir al rey Balac (Nm 22:8-30) y orientarlo a respecto de cómo podría corromper a los israelitas (Nm 31:16).; los israelitas, al prostituirse (Nm 25:1-2, 6-13).
-- Desobediencia castigada: Moisés y Aarón no podían entrar en la tierra de Canaán (Nm 20:12); serpientes venenosas mordieron y mataron a muchos israelitas (Nm 21: 4-6); el ángel enfrentó a Balaam y él fue muerto entre los medianitas (Nm 31:8); Dios mandó una epidemia para los israelitas (Nm 25: 3-4; 31: 16); el israelita y la prostituta fueron muertos (Nm 25:6-13); los medianitas fueron derrotados (Nm 31:1-8); por medio de las maldiciones (Dt 30:15-20).
❖ Sentimientos-clave:
-- La ira de Moisés cuando el pueblo lo culpó por la falta de agua.
-- El desánimo y la murmuración de los israelitas provocada por la larga y difícil caminada hasta Canaán.
-- El egoísmo y la ambición de Balaam.
-- La lascivia de los hombres israelitas con las mujeres medianitas.
-- La firmeza de Finees al defender la fidelidad al Señor.
-- La preocupación de Moisés con que las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés pudieran desanimar a los demás.
❖ Problema-inicial: No había agua; los israelitas se reunieron y empezaron a reclamar contra Moisés y Aarón.
❖ Puntos de Referencia en la Secuencia Narrada:
Moisés Desobedece a Dios al Golpear la Roca
-- Los israelitas estaban reunidos en un lugar donde faltó agua y ellos le echaron la culpa a Moisés y Aarón (20:2-5).
-- Moisés y Aarón pidieron la ayuda de Dios (20:6).
-- El Señor ordenó que Moisés reuniera al pueblo y le hablara a la roca (20:8).
-- Moisés habló ásperamente al pueblo y golpeó la roca dos veces (20:9-11).
-- Moisés y Aarón estaban enfadados y desobedecieron al Señor. Por eso el Señor dijo que no les sería permitido entrar en la tierra de Canaán (20:12).
-- Aarón murió y fue sepultado en el desierto (20:22-29).
La Serpiente de Bronce
-- Los israelitas empezaron a murmurar de nuevo (21: 4-5).
-- La murmuración de ellos puso a prueba la paciencia de Dios (1 Co 10:9) y Él mandó serpientes venenosas que mordieron y mataron muchos israelitas (Nm 21:6).
-- Moisés oró a Dios y Dios mandó que él hiciera una serpiente de metal y la pusiera en un poste Quien fuera mordido debería mirar para ella y así quedaría curado (21:8-9).
Balaam, el Mercenario
-- Balac, el rey moabita, llamó a Balaam para maldecir al pueblo de Dios (22:1-7). Balaam era un mercenario que hacía negocio con sus dones (Jud 11).
-- Balaam sabía que no era de la voluntad de Dios que él fuera donde el rey Balac y maldijera a Israel (22:8-12), pero él quería ganar dinero (22:17). El insistió con Dios hasta obtener una autorización que fue dada de una manera que reprobó su rebeldía (22:20).
-- En el camino, Dios puso un Ángel con una espada en la mano para impedir el viaje de Balaam. La asna vio al Ángel armado y se salió del camino. Balaam acabó golpeando tres veces la asna y Dios hizo que la asna hablara (22:29-30).
-- La doctrina de Balaam era que el pueblo no podría ser maldecido contra la voluntad divina. Sin embargo, podría ser corrompido (31:16).
-- El resultado del consejo de Balaam se ve cuando el pueblo de Dios empezó a prostituirse con las hijas de los moabitas y adoró a los ídolos con ellas (25:1-2).
-- Dios mandó una epidemia para los israelitas (25:3-4; 31:16).
-- Moisés mandó a los jefes del pueblo de Israel que mataran a los hombres que fueron a adorar al dios Baal-Peor (25:5).
-- Uno de los israelitas llevó una mujer prostituta para dentro de su tienda y Finees tomó una lanza y enterró la lanza en el vientre de él y de la mujer (25:6-13).
-- Los israelitas atacaron a los medianitas y mataron a todos los hombres (31:1-8). Entre los muertos estaba Balaam (31:8).
Las Tribus que Escogieron Quedarse al Este del Río Jordán
-- La tribu de Rubén, la de Gad y la media tribu de Manasés escogieron quedarse con las tierras de los medianitas (32:1-5).
-- Moisés se quedó preocupado pensando si las tribus que escogieron quedarse en el este del Río Jordán desanimarían a las otras tribus (32:6-15).
-- Ellos se comprometieron a dejar sus familias y ganado e ir a la guerra con los otros israelitas y sólo volverían para sus tierras después que todos los israelitas se apropiaran de la tierra que sería de ellos (32:16-18).
Las Últimas Orientaciones de Moisés a los Israelitas
-- Dios mandó que los israelitas expulsaran a los habitantes de la tierra de Canaán y destruyeran todos sus ídolos cuando atravesaron el Río Jordán (33:50-56).
-- Moisés desafió a los israelitas a hacer todo lo necesario para cumplir todas las leyes que el Señor les dio (Dt 5:28-33; 6:4-9).
-- Los israelitas renovaron el pacto con Dios de obedecer a sus leyes y de ser su pueblo (Dt 26:16-19).
-- Moisés prometió a las israelitas bendiciones si fueran fieles a Dios y maldiciones si desobedecieran a Dios (Dt 30:15-20).
❖ Situación-final: Dios avisa que Moisés morirá después que los israelitas se venguen de los medianitas (Nm 31:1-2). Moisés prometió a las israelitas bendiciones si fueran fieles a Dios y maldiciones si lo desobedecieran (Dt 30:15-20).
NARRATIVA
Moisés Desobedece a Dios al Golpear la Roca
El pueblo de Israel fue para el desierto de Sin y acampó en Cades. Allí murió Miriam y fue sepultada. En ese lugar no había agua; por eso los israelitas se reunieron, reclamaron contra Moisés y Aarón y les echaron la culpa por no tener agua. Ellos dijeron: “¡Habría sido mejor si hubiéramos muerto delante del Señor con nuestros compañeros, los otros israelitas! ¿Por qué trajiste al pueblo de Dios para este desierto para que muramos aquí junto con nuestros animales? ¿Por qué nos trajiste de Egipto para este lugar terrible, donde no hay cereales ni higueras, ni vides y ni siquiera agua para beber?” (20:1-5).
Dios ya había sacado agua de la roca cuando necesitaron, casi cuarenta años antes. Los israelitas no pidieron agua al Señor, pero murmuraban y criticaban a los líderes.
Moisés y Aarón entraron en el tabernáculo, se arrodillaron y, con el rostro en tierra, oraron pidiendo la ayuda de Dios. El Señor ordenó que Moisés reuniera al pueblo y hablara a la roca y Dios prometió: de ella saldrá agua (20:6-8). Anteriormente, cuando necesitaron agua, Dios había dicho a Moisés que golpeara la roca (Ex 17:6). Esta vez, Dios le dijo que le hablara solamente a la roca.
Moisés, en su ira, no respetó la orden de Dios y le dijo al pueblo: “Ahora escuchen, gente rebelde, ¿será que vamos a tener que hacer salir agua de esta roca para ustedes?” Moisés levantó la mano y con la vara golpeó en la roca dos veces. Mucha agua salió de la roca; el pueblo y los animales bebieron. Aarón podría haber corregido a Moisés, pero no lo hizo (20:9-11).
El pecado de Moisés fue triple:
1º Su furia al llamar a los israelitas de “rebeldes”, cuando el propio Dios lo había mandado apenas a traer agua (20:10).
2º Su sugerencia de que conseguir agua dependía de su poder y del de Aarón (20:10).
3º Él golpeó la roca, cuando la orden de Dios fue de hablar a la roca (20:8).
El pecado fue provocado por el pueblo, pero Dios no disculpó a Moisés. Dios dijo a Moisés y a Aarón: “Ustedes no tuvieron fe suficiente para hacer que el pueblo de Israel reconociera mi santo poder y por eso ustedes no van a llevarlos para la tierra que les prometí dar” (20:12).
Aarón murió y fue sepultado en el desierto (20:22-29).
La Serpiente de Bronce
En el camino que va para Canaán, el pueblo perdió la paciencia y empezó a hablar contra Dios y contra Moisés. La dificultad de la caminada hasta Canaán y la larga duración del viaje de 40 años, trajeron el desánimo que llevó a la murmuración. Ellos decían: “¿Por qué Dios y Moisés nos sacaron de Egipto? ¿Será que fue para morir en el desierto, donde no hay pan ni agua? ¡Ya estamos cansados de esta comida horrible! (21:4-5).
La murmuración de ellos puso a prueba la paciencia de Dios (1 Co 10:9) y Él mandó serpientes venenosas que se dispersaron entre el pueblo; ellas mordieron y mataron a muchos israelitas. Las serpientes fueron el castigo de Dios para ellos, por causa de su pecado de murmurar contra Él (Nm 21:6).
Entonces los israelitas reconocieron sus pecados; entendieron que solamente el Señor podría salvarlos de su castigo. Fueron a hablar con Moisés: “Nosotros pecamos, pues hablamos contra el Señor y contra ti. Pide que Dios quite esas serpientes que están entre nosotros” (21:7).
Moisés oró a Dios a favor del pueblo, y Dios dijo a Moisés que necesitaba hacer una serpiente de metal y ponerla en un poste. Quien fuera mordido, debería mirar para ella y así quedaría curado. Entonces Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un poste. Cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba para la serpiente de bronce y quedaba curado (21:8-9).
Balaam, el Mercenario
Balac fue el rey moabita que llamó a Balaam, falso adivino y profeta mercenario, para maldecir al pueblo de Dios. Balaam era un mercenario que hacía negocio con sus dones (Jud 11). Él sabía que no era de la voluntad de Dios que fuera donde el rey Balac y maldijera a Israel. Dios le dijo: “No vayas con ellos, no maldigas al pueblo de Israel, porque es un pueblo bendito”. Pero él quería ganar dinero. Recibió una prohibición de ir donde el rey Balac. El rey Balac pidió que él recapacitara: “Como pago te daré muchas riquezas y todo lo que quieras”. Balaam insistió con Dios hasta recibir autorización para ir. Él estaba libre para ir, a pesar de conocer la verdadera voluntad de Dios sobre el asunto (Nm 22:12-20).
La partida de Balaam levantó la ira de Dios y el Ángel de Dios se puso en el camino con una espada en la mano para impedirle el viaje. La asna vio el Ángel parado en el camino con su espada desenvainada en la mano; se desvió del camino, en dirección al campo. Balaam, con ira, golpeó a la asna para hacerla volver al camino. Entonces el Ángel se puso en una parte angosta del camino, entre dos plantaciones de uvas, donde había un muro de piedra a cada lado. Cuando la asna vio al Ángel, ella se apegó al muro, apretando el pie de Balaam, por eso Balaam la golpeó de nuevo. El Ángel cambió de lugar y se puso en un pasaje apretado, donde no había espacio para pasar ni por la derecha ni por la izquierda y la asna se cayó debajo de Balaam. Balaam se enfureció y golpeó la asna por tercera vez. Dios hizo que la asna hablara y ella dijo a Balaam: “¿Qué fue que te hice para que tres veces me golpees? Entonces Dios abrió los ojos de Balaam y él vio al Ángel parado en el camino, teniendo su espada desenvainada en la mano (22:22-30). Este milagro impidió los intentos del profeta de maldecir a Israel (2 P 2:15-16).
La doctrina de Balaam era que el pueblo no podría ser maldecido contra la voluntad divina. Sin embargo, podría ser corrompido (Nm 31:16). Él mostró al rey Balac cómo hacer pecar al pueblo de Israel, diciendo que los israelitas deberían comer alimentos ofrecidos a los ídolos y cometer inmoralidad (Ap 2:14). Balaam conocía la voluntad de Dios y conocía la palabra de Dios, pero él quiso hacer negocios con su don espiritual. Él podía ganar mucho dinero agradando a un rey rico. Negociando con su don y valores espirituales, él facilitó la corrupción del pueblo de Dios.
El resultado del consejo de Balaam se ve cuando el pueblo de Dios se entregó a la prostitución con las hijas de los moabitas y empezó a adorar a los ídolos con ellas (Nm 25:1-2). Fueron las mujeres que, siguiendo los consejos de Balaam, hicieron que los israelitas fueran infieles al Señor, adorando al dios falso de Baal-Peor y prostituyéndose.
La ira del Señor se encendió contra Israel y hubo una epidemia en medio del pueblo (Nm 25:3-4; 31:16). Moisés mandó que los jefes del pueblo de Israel mataran a cada hombre que fuera a adorar al dios Baal-Peor (25:5). Cuando Moisés estaba hablando, uno de los israelitas llevó una mujer prostituta para dentro de su tienda en presencia de Moisés y de todos los israelitas. Cuando Finees, nieto del sacerdote Aarón, vio eso, se levantó y salió de la reunión. Él tomó una lanza, siguió al hombre, entró en la tienda y enterró la lanza en el vientre del hombre y de la mujer. Así acabó la epidemia que había entre los israelitas y que ya había matado veinticuatro mil personas. El celo de Finees en matar a un israelita y una prostituta que éste trajo para su tienda, fue aceptado por Dios como un acto de expiación, que protegió al pueblo contra la ira de Dios (25:6-13).
Dios dijo a Moisés: “Manda que los israelitas de venguen del mal que los medianitas les hicieron. Después de eso, vas a morir” (31:1-2). Los medianitas se habían unido con los moabitas para maldecir a Israel, diciendo, de esta manera, injurias contra Dios. El profeta Balaam, que dio consejo para la desmoralización de Israel por medio de la idolatría, estaba presente entre los medianitas (31:8). De cada tribu de los israelitas fueron mandados mil soldados armados, doce mil en total (31:5). Ellos atacaron a los medianitas y mataron a todos los hombres. Entre los muertos estaba Balaam (31:8).
Las Tribus que Escogieron Quedarse al Este
Del Río Jordán
La tribu de Rubén, la de Gad y la media tribu de Manasés escogieron quedarse con las tierras de los medianitas. Ellos fueron a hablar con Moisés y con las autoridades del pueblo y dijeron: “Esta región que Dios conquistó para los israelitas es tierra buena para criar ganado. Nosotros tenemos mucho ganado. Entonces, danos esta tierra para ser nuestra propiedad y no nos hagas ir para el otro lado del río Jordán.” La promesa de Dios fue para toda Canaán. Ellos no estaban dispuestos a esperar la repartición, después de la conquista de la tierra, despreciando, de esta forma, la tierra de la promesa.
Moisés les respondió: “¿Ustedes quieren quedarse aquí mientras sus compatriotas van para la guerra? ¿Será que ustedes quieren desanimar al pueblo de Israel para que no entre en la tierra que el Señor le está dando?
Los hombres de las tribus de Rubén, de Gad y parte de la tribu de Manasés se comprometieron a dejar sus familias y ganado e ir para la guerra con los otros israelitas y volver solamente para sus tierras después que todos los otros israelitas tomaran pose de la tierra que sería de ellos (32:1-19).
Las Últimas Orientaciones de Moisés a los Israelitas
Los israelitas estaban al lado del río Jordán, frente a Jericó. Dios mandó que Moisés diera orden a los israelitas. Al atravesar el río Jordán y entrar en la tierra de Canaán, deberían expulsar a todos los habitantes de aquella tierra y destruir todos sus ídolos y lugares de adoración. Los israelitas fueron advertidos que si no expulsaran a los habitantes del país, los que quedaran serían para ellos como espinos en sus ojos y traerían problemas a la tierra donde irían a vivir (35:50-56).
Al lado del río Jordán, Moisés hizo los discursos que se encuentran en el libro de Deuteronomio. Moisés desafió a los israelitas: “Pueblo de Israel, hagan todo lo necesario para cumplir todas las leyes que el Señor, nuestro Dios, les dio. Así, les irá bien en todo, y vivirán muchos años en la tierra que van a poseer (Dt 5:28-33). ¡Escucha, pueblo de Israel! El Señor, y solamente el Señor, es nuestro Dios. Por lo tanto, amen al Señor nuestro Dios, con todo el corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas” (Dt 6:4-5).
En sus discursos Moisés hizo una revisión de las leyes que Dios dio a los israelitas y aconsejó: “Guarden siempre en el corazón las leyes que les estoy dando hoy y no dejen de enseñarlas a sus hijos. Repitan esas leyes en casa y fuera de casa, cuando se acuesten y cuando se levanten” (Dt 6:6-9).
Al final de sus discursos, los israelitas renovaron el pacto de obedecer a Dios y de ser su pueblo. Moisés dijo a los israelitas: “Hoy el Señor, nuestro Dios, está mandando que ustedes obedezcan a esos mandamientos; por lo tanto, cumplan sus leyes con todo el corazón y con toda su alma. Hoy ustedes afirmaron que el Señor es su Dios y prometieron andar siempre en Sus caminos, obedeciendo a Sus leyes y haciendo todo lo que Él mande. Y, hoy, el Señor declara que ustedes son el pueblo que es solamente de Él, y Él manda que ustedes obedezcan a todos sus mandamientos” (Dt 26:16-19).
Moisés prometió bendiciones si fuesen fieles a Dios y maldiciones si desobedeciesen a Dios. Moisés dijo a los israelitas: “Hoy estoy dejando que ustedes escojan entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte. Si ustedes obedecen a los mandamientos del Señor, y lo aman, y andan en el camino que Él les muestra, y cumplen todas sus leyes y todos sus mandamientos, ustedes vivirán mucho tiempo en la tierra que van a invadir y que va a ser de ustedes. Y Dios los bendecirá y les dará muchos descendientes. Pero yo les afirmo que, si abandonan a Dios y no quieren obedecerle y si caen en la tentación de adorar y servir a otros dioses, en ese caso, ustedes serán completamente destruidos y no vivirán mucho tiempo en la tierra que están para tener al otro lado del río Jordán. Yo les doy la oportunidad de escoger entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Escojan la vida, para que ustedes y sus descendientes vivan muchos años. Amen al Señor, nuestro Dios, obedezcan lo que Él manda y quédense unidos a Él. De esta manera ustedes continuarán viviendo y vivirán muchos años en la tierra que el Señor Dios juró que daría a nuestros antepasados Abraham, Isaac y Jacob” (Dt 30:15-20).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
1. Murmuración, una señal de falta de fe en Dios, lleva al pecado y puede poner a prueba la paciencia del Señor (Nm 20:3-5). La congregación estaba reunida en un lugar donde faltaba agua y los israelitas culparon a Moisés y a Aarón por no tener agua. Ellos no pidieron agua al Señor porque no confiaron en Él. Pablo, hablando sobre esos episodios dijo: “No murmuréis” (1 Co 10:10).
2. Alguien puede llevar a otra persona a pecar, no obstante el pecador es responsable por su propio pecado. El pecado de Moisés, que fue provocado por el pueblo, es una actitud de incredulidad y de falta de respeto para con la orden de Dios. El pecado fue provocado por el pueblo, pero Dios no perdonó a Moisés (Nm 20:12).
3. El pecado de un líder espiritual da una falsa impresión de la naturaleza de Dios. El Nuevo Testamento revela que la roca aquí es una ilustración de Cristo (1 Co 10:4). Cuando Moisés golpeó la roca en lugar de hablarle, comprometió una ilustración del Señor Jesús (Nm 20:6-12). La primera vez que Israel necesitó agua, Dios orientó a Moisés para que golpease en la roca (Ex 17:6) para mostrar que Jesús tenía que ser maltratado en la cruz, para que nosotros pudiéramos recibir el agua de la vida eterna. La segunda vez, sin embargo, Dios mandó a Moisés a hablar a la roca. Eso era para mostrar que Jesús tenía que morir apenas una vez por nuestros pecados. El pecado de Moisés dio una falsa impresión de la naturaleza de Dios y echó a perder una ilustración sobre el Señor Jesús.
4. El líder espiritual que está en pecado queda más en evidencia y facilita la corrupción del pueblo de Dios. Observe las estrellas en la noche. Hay millares de estrellas, pero la que más llama la atención es una estrella cayendo. Hay centenas de líderes evangélicos, pero los que llaman más la atención son los pocos que están cayendo.
5. Dios puede mandar que alguien haga algo de una manera y, después, darle una orden para que haga la misma cosa de otra manera. Una vez Dios mandó a golpear en la roca (Ex 17:1-7), la segunda vez, mandó a hablarle (Nm 20:8). Moisés hizo la segunda vez, como había hecho la primera; eso es pecado.
6. Años de fidelidad no compensan un pecado cometido. Moisés había sido un líder fiel durante cuarenta años. Los cuarenta años de fidelidad no compensaron una actitud de desacato a la orden de Dios. Cuando Israel entró en la tierra prometida, Moisés no pudo acompañarlo (Nm 20:12).
7. La murmuración puede poner a prueba la paciencia del Señor. La murmuración de los israelitas puso a prueba la paciencia de Dios (Nm 21:4-6; 1 Co 10:9) y Él mandó serpientes venenosas dispersarse en medio del pueblo; ellas mordieron y mataron a muchos israelitas.
8. El castigo por el pecado puede traer el pecador al reconocimiento de su error. La murmuración de los israelitas puso a prueba la paciencia de Dios (1 Co 10:9) y las serpientes fueron el castigo de Dios para ellos (Nm 21:7). Entonces los israelitas reconocieron sus pecados (Nm 21:6).
9. La salvación viene por aceptar el plan establecido por Dios (Nm 21:8-9). Después de la plaga de las serpientes, Moisés oró a Dios a favor del pueblo, y Dios dijo a Moisés que hiciera una serpiente de metal y que la colgase en un poste. Quien fuera mordido debería mirar para ella y así quedaría sano. El hombre solo puede ser salvo por Dios, de acuerdo con Su voluntad y Su plan. No había nada que pudiesen hacer, apenas mirar para la serpiente, confiando en la promesa de Dios. Mirar y vivir era la más simple representación de la fe sencilla.
10. La serpiente de bronce se volvió en una ilustración de Jesucristo (Nm 21:8-9). Jesús explicó a Nicodemo que, cuando él muriera en la cruz, sería como la serpiente que Moisés colgó en el poste (Jn 3:14-15). El hombre es salvo hoy por la fe, mirando al Señor Jesús que tomó la responsabilidad por nuestro pecado, cuando fue colgado en la cruz. La serpiente de bronce ilustra sobre Jesús:
- La serpiente ilustra el pecado que requiere el juicio de Dios;
- El poste ilustra la cruz de Cristo, donde Él fue ofrecido substitutivamente para salvar a todos los que mirasen para Él con fe;
- El mirar de fe ilustra que ella es simple y que salva.
11. El hombre que conoce a Dios y, sin embargo, toma las decisiones basado en lo que da más lucro, sufre de ceguera espiritual (Nm 22:1-35). Balaam era un mercenario que negociaba con sus dones (Jud 11). Él sabía que no era de la voluntad de Dios que fuera hasta el rey Balac y maldijera a Israel, sin embargo, insistió con Dios hasta recibir una autorización que fue dada de una manera que reprobó la inconstancia de Balaam (Nm 22:20). En el camino, yendo hasta el rey Balac, Dios puso un Ángel con una espada en la mano para perturbar su viaje. En cuanto Balaam no vio, la asna vio el Ángel armado. Una asna tuvo más visión que un hombre que, aun conociendo a Dios, estaba ciego por la codicia. Un asno tuvo más visión y sabiduría que un siervo de Dios que quería negociar con valores espirituales y vender el servicio a precio mayor. Un asno tiene más visión espiritual que el creyente que conoce a Dios y entiende Su voluntad, sin embargo toma las decisiones basado en lo que da más lucro.
12. Es posible que Dios hable a través de milagros, si la falta de fe de los hombres exige revelaciones extras. Dios hizo la asna hablar con Balaam (Nm 22:28-30). El Nuevo Testamento nos enseña que este milagro impidió las intenciones del profeta de maldecir a Israel (2 P 2:15-16). Un milagro, o Dios comunicándose con un hombre por medio excepcional, puede ser señal de la dureza del corazón que necesita de una revelación extra para poner atención.
13. Un líder espiritual mercenario facilita la corrupción del pueblo de Dios (Nm 22-25). La doctrina de Balaam era que el pueblo no podría ser maldecido contra la voluntad divina. Podría, entretanto, ser corrompido (Nm 31:16). Él mostró al rey Balac como hacer el pueblo de Israel pecar, diciendo que los israelitas deberían comer alimentos ofrecidos a los ídolos y cometer inmoralidad (Ap 2:14).
14. El líder espiritual que es un mercenario, que hace negocio con sus servicios, va a ser castigado por Dios. Balaam murió, no como un justo, lo que era su deseo (Nm 23:10), pero, sí, como un infiel, mercenario y enemigo de Dios (Nm 31:8).
15. Hay una relación muy estrecha entre los pecados de prostitución y de idolatría. Fueron las mujeres que, siguiendo los consejos de Balaam, hicieron que los israelitas fuesen infieles a Dios, adorando al dios falso de Baal-Peor y prostituyéndose (Nm 25:1-2; vea 1 Co 6:13-20).
16. El mundanismo alrededor de la Iglesia siempre quiere llevarla a la impureza de la carne y del espíritu (Nm 25). El resultado del consejo de Balaam se ve cuando el pueblo de Dios empezó a prostituirse con las hijas de los moabitas y a adorar ídolos con ellas (Nm 25:1-2). Hay una relación bien estrecha entre los pecados de prostitución y de idolatría (Nm 25:1-2; 1 Co 6:13-20). El paganismo alrededor de Israel siempre llevó el pueblo de Dios a la idolatría. El mundanismo alrededor de la Iglesia siempre quiere llevarla a la impureza de la carne y del espíritu.
PREGUNTAS
1 5 |
6 12 |
13 21 |
22 24 |
|
LA CONQUISTA DE CANAÁN |
LA DIVISIÓN DE LA TIERRA |
LA DESPEDIDA DE JOSUÉ |
||
PREPARACIÓN:
Entrando en Canaán |
CONQUISTA:
Conquistando Canaán |
HERENCIAS:
Dividiendo Canaán |
CONSAGRACIÓN:
Condición para permanecer en Canaán |
|
Río Jordán
1 mes |
Canaán
7 años |
2 ½ tribus: Este del Jordán 9 ½ tribus: Oeste del Jordán 8 años |
||
1 5 |
6 12 |
13 21 |
22 24 |
|
TEXTO: Josué 1 - 24
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Cuarenta años se habían pasado desde que Dios hablara a los israelitas que, por causa de su incredulidad, no les permitiría entrar en la tierra prometida. Todos los que no creyeron en Dios murieron en el desierto. De nuevo, Dios los guio para cerca de la entrada de Canaán, la tierra que les había prometido dar. Había llegado el tiempo de Israel tomar pose de la tierra prometida, sin embargo, Moisés no podría entrar. El Señor dijo a Moisés que nombrase a Josué, su ayudante, como el nuevo líder de Israel.
❖ Personaje-clave: Josué.
❖ Lugar-clave: Canaán.
❖ Repeticiones-clave:
-- Tierra. Los siguientes hechos sobre la tierra son mencionados muchas veces: prometida por Dios; conquistada; no conquistada; dividida.
-- Miedo (1:9; 2:9,24; 5:1; 8:1; 9:24; 10:2; 10:8; 11:6; 14:8; 22:24).
-- Mataron a todos los habitantes de Jericó (6:21-26); de Hai (8:24); los amorreos (10:9-26); de Maceda (10:28-30); de Libna (10:30); Laquis (10:32-35); Hebrón (10:37); Hazor (11:11); Lesem (19:47).
-- La persona de Josué.
-- Dios dio a los israelitas victoria sobre sus enemigos: secó el Río Jordán (3:17); les dio victoria en las ciudades conquistadas: Jericó (6:16); Hai (8:18); dio victoria a los israelitas en la lucha contra los amorreos (10:10-13); Maceda (10:30); Hebrón (10:37); Hazor (11:11); Lesem (19:47). El Señor luchaba por su pueblo (10:42); expulsó pueblos, y no permitió que nadie consiguiera resistir a los israelitas (23:8-11).
-- Errores de los israelitas: Acán desobedeció a Dios (7:1); Josué le echó la culpa a Dios después que los hombres de Hai hicieron a los israelitas retroceder (7:6-12); Josué firmó un acuerdo con los gabaonitas sin consultar a Dios (9:13-15); faltó conquistar mucho de la tierra (13:2).
❖ Sentimientos-clave:
-- El desafío de Josué en sustituir a Moisés.
-- El conflicto de los israelitas con los habitantes de la tierra.
-- El miedo que el pueblo de la tierra tenía de los israelitas.
-- El respeto para con Josué.
-- El desafío de conquistar la tierra y ser fiel a Dios.
-- El peligro de desobedecer a Dios y de mezclarse con el pueblo de la tierra.
-- La astucia de los gabaonitas.
❖ Problema-inicial: Dios dijo a Josué: “Mi siervo Moisés está muerto. Ahora tú y todo el pueblo de Israel prepárense para atravesar el río Jordán y entrar en la tierra que voy a darles.”
❖ Puntos de Referencia en la Secuencia Narrada:
Entrando en Canaán
-- Moisés subió a un monte cerca de la frontera de Canaán. Desde la cumbre del monte, Dios le mostró la tierra prometida y Moisés murió (Dt 34:1-5).
-- Josué fue el sucesor de Moisés (Jos 1:1-3).
-- Dios prometió estar con Josué y lo mandó que fuera valiente y a hacer conforme toda la Ley de Dios (1:3-9).
-- Josué ordenó a los oficiales que prepararan el pueblo para atravesar el Jordán (1:10-15).
-- Josué envió espías a Jericó. La prostituta Rahab los escondió del rey y les pidió que salvaran a su familia cuando atacaran la ciudad. Los espías concordaron y la casa de Rahab fue identificada con un cordón rojo (2:1-24).
-- Los sacerdotes que llevaban el arca pusieron los pies en el río Jordán. El río paró de correr y los israelitas atravesaron pisando en tierra seca (3:1-17).
-- Los reyes del Oeste del río supieron que Dios había secado el Jordán y quedaron con miedo (5:1).
-- El primer día que comieron del producto de la nueva tierra, cesó el maná que Dios les había mandado durante 40 años (5:12).
Conquista de Canaán
-- Jericó fue conquistada. Durante seis días, los soldados marcharon una vez alrededor de la ciudad. Los soldados marcharon en silencio, mientras siete sacerdotes tocaron trompetas (6:1-14). Al séptimo día, dieron siete vueltas alrededor de la ciudad. En la séptima vuelta, gritaron: “¡El Señor Dios les está entregando la ciudad!” (6:15-16). Josué orientó que todos los de la ciudad deberían ser muertos, con excepción de la familia de Rahab. Todo en la ciudad debería ser destruido (6:17-27).
-- Acán desobedeció a Dios, se quedó con algunas cosas y por eso Dios quedó airado con los israelitas (7:1).
-- Cuando los israelitas atacaron la ciudad de Hai, Dios dio a los hombres de Hai la victoria (7:2-5).
-- El pecado de Acán fue descubierto y él y su familia fueron muertos (7:6:26).
-- Dios dio victoria a los israelitas sobre la ciudad de Hai (8:1-29).
-- Los engañadores gabaonitas simularon un largo viaje cuando, en realidad, vivían cerca del lugar donde los israelitas estaban y engañaron a Josué. Josué no pidió consejo a Dios y erró, haciendo un pacto de paz con ellos (9:1-27).
-- La derrota de los amorreos (10:1-26).
-- El Sur (10) y el Norte (11) de Canaán fueron conquistados.
División de Canaán: Ciudades para Fugitivos
-- Cuando Josué ya estaba con muchos años, todavía había mucha tierra para ser conquistada (13:1).
-- La tierra fue dividida entre las doce tribus (13:7 - 19:51).
-- Fueron establecidas ciudades para fugitivos. La persona que, sin querer, matase a alguien, podría huir para una de esas ciudades, para escapar del pariente de la víctima. Él sería juzgado y, si fuera declarado inocente, la ciudad iría a protegerlo (20:1-9).
-- Los levitas, líderes espirituales, recibieron ciudades con pastos en varios lugares de la tierra (21:1-42).
-- Dios dio a los israelitas toda la tierra que había prometido y les dio paz con los pueblos vecinos (21:43-45).
Despedida de Josué
-- Las tribus de Rubén, la de Gad y la media tribu de Manasés volvieron al Este del Río Jordán. Ellos construyeron el altar del “Testimonio” a la orilla del Jordán. El altar provocó un malentendido (22:1-34).
-- Josué hizo un discurso de despedida (23:1 — 24:28). Él desafió: “... decidan hoy a quien van a servir ... Pero yo y mi familia, serviremos al Señor” (24:14-15).
-- Josué murió con ciento diez años (24:29).
❖ Situación-final: Los israelitas sirvieron al Señor mientras vivieron Josué y los líderes que sabían todo lo que Dios había hecho por el pueblo de Israel (24:21-33).
NARRATIVA:
Entrando en Canaán
Moisés subió a un monte cerca de la frontera de Canaán. Desde la cumbre del monte, Dios le mostró la tierra prometida, pero, Moisés no podía entrar en ella. Moisés murió y Dios lo enterró. Nadie sabe dónde él fue enterrado. Él tenía ciento veinte años cuando murió, pero todavía tenía buena salud y buena visión (Dt 34:1-7).
Moisés había escogido a Josué para quedarse en su lugar (Dt 34:9). Dios avisó a Josué que Moisés había muerto y lo orientó para que se levantara y atravesara el Jordán con el pueblo, rumbo a la tierra que estaba dando a los hijos de Israel. Dios prometió a Josué que estaría con él, así como había estado con Moisés. Mandó que él fuera fuerte y valiente y que viviera de acuerdo con toda la Ley de Dios. Dios dijo a Josué: “Que el libro de esta Ley esté siempre en tus labios: medita en él día y noche, para que tengas cuidado y hagas todo de acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así, serás prosperado en tus caminos y alcanzarás éxito” (Jos 1:1-9).
Josué orientó a los oficiales del pueblo que tomaran provisiones, para atravesar el Jordán y ocupar la tierra cuya posesión Dios les estaba dando (1:11).
Josué envió espías a Jericó y ellos se hospedaron en la casa de una prostituta llamada Rahab. El rey supo que los dos hombres de Israel vinieron para espiar la tierra y mandó un recado a Rahab: “¡Los hombres que están en tu casa vinieron para espiar toda la tierra! Trae esos dos para fuera.”.
Sin embargo, Rahab escondió a los espías. Ella los llevó al terrado y los escondió debajo de los manojos de lino amontonados allí. Ella dijo a los dos espías: “Yo sé que el Dios Eterno les dio esta tierra, israelitas. Todos nosotros estamos muertos de miedo. Supimos todo lo que Dios hizo por ustedes y perdimos el coraje y todos nosotros quedamos con mucho miedo por causa de ustedes. El Dios de ustedes es Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra. Entonces ahora juren en nombre de Dios y prometan que van a ser buenos para mi familia porque yo también los traté con bondad. Salven a mi padre, a mi madre, a mis hermanos y a mis hermanas y a las familias de ellos. No dejen que nos maten.”
Los espías respondieron: “Nosotros prometemos. Cuando Dios nos de esta tierra, seremos buenos contigo y demostraremos que somos hombres de palabra.”
Rahab los hizo bajar con una cuerda por la ventana, pues su casa estaba construida en la muralla, y su casa fue identificada con un cordón rojo que ella amarró en la ventana. Los espías dijeron: “Cumpliremos el juramento que nos pediste que hiciéramos, pero con las siguientes condiciones: Cuando entremos en la ciudad, amarra este cordón rojo en la ventana por donde nos hiciste bajar. Reúne, dentro de tu casa, a todos tus parientes”.
Rahab concordó (2:1-24).
Era el tiempo de la cosecha y las aguas del río Jordán habían cubierto las orillas. Josué ordenó a los sacerdotes: “Levanten el Arca de la Alianza y pasen adelante del pueblo.” Cuando los sacerdotes que llevaban el arca, pusieron los pies en el río Jordán, el río paró de correr y los israelitas atravesaron pisando en tierra seca (3:1-17). En ese día, Dios hizo que los israelitas supieran que Josué era un gran hombre y ellos lo respetaron, así como habían respetado a Moisés (4:14). Los reyes del Oeste del río supieron que Dios había secado el Jordán y quedaron con miedo, les desfalleció el corazón y no hubo más aliento en ellos delante de los hijos de Israel (5:1).
Los israelitas estaban acampados en Canaán, la tierra prometida. Dios mandó a Josué que hiciera cuchillos de piedra y los circuncidara, porque los hombres que nacieron en el desierto, durante los cuarenta años de peregrinación, no habían sido circuncidados en el camino (5:2-9).
En Canaán, los israelitas comieron los alimentos de la tierra. El primer día en que se alimentaron del producto de la nueva tierra, cesó el maná que Dios les había mandado durante 40 años (5:10-12). Desde ese día en adelante, ellos comieron los alimentos de la tierra de Canaán.
Conquista de Canaán
Jericó fue conquistada. Durante seis días los soldados marcharon alrededor de la ciudad, una vez por día. Los sacerdotes llevaban el arca y, adelante, iban siete sacerdotes tocando las trompetas de cuerno de carnero. Los soldados marchaban en silencio. Después volvían al campamento y allí pasaban la noche. Al séptimo día, ellos dieron siete vueltas alrededor de la ciudad. En la séptima vuelta gritaron: “¡El Señor Dios está entregando Jericó para ustedes!” (6:1-16).
Josué mandó que todos los habitantes de la ciudad, con todo lo que había en ella, fueran destruidos. Solamente quedaría viva la prostituta Rahab y su familia, porque ella había escondido a los espías (6:17-27). Los objetos de oro, plata, bronce y fierro fueron colocados en el tesoro de la casa de Dios, pero todo el resto fue quemado.
Acán desobedeció a Dios y se quedó con dos kilos de plata y una barra de medio kilo de oro. Dios quedó airado con los israelitas. Por causa del pecado de Acán, cuando los israelitas atacaron la ciudad de Hai, Dios dio victoria a los hombres de Hai. Los hombres de Hai hicieron que los israelitas retrocedieran, mataron unos treinta y seis y persiguieron a los demás. Entonces el pueblo quedó completamente desanimado y perdió todo el coraje.
Josué rasgó sus ropas y se lanzó al suelo, con su rostro en la tierra, delante del arca de la alianza de Dios. Los líderes de Israel hicieron la misma cosa y se echaron tierra en la cabeza para mostrar que estaban tristes.
Josué dijo:” ¡Oh, Señor Dios! ¿Por qué hiciste que este pueblo atravesara el Jordán? ¿Fue para entregarnos a los amorreos para que ellos nos maten?”
Dios respondió a Josué:” ¡Levántate! ¿Por qué estás así de esa manera, con el rostro en el suelo? El pueblo de Israel pecó. Se quedaron con algunas cosas que yo mandé que fueran destruidas. Ellos robaron esas cosas, mintieron por causa de ellas y las pusieron en medio de sus cosas. Es por eso que los israelitas no pueden enfrentar al enemigo. Dios reveló el pecado de Acán, y él y su familia murieron apedreados (7:1-26).
Los israelitas atacaron la ciudad de Hai de nuevo y esta vez, Dios les dio la victoria sobre la ciudad (8:1-29).
Los habitantes de la ciudad de Gabaón quedaron con miedo de los israelitas y resolvieron recorrer a la astucia para conseguir un acuerdo de paz. Los astutos gabaonitas fingieron que venían de lejos. Ellos se pusieron sandalias viejas y vistieron ropas bien viejas también y llevaron pan seco y mohoso. Dijeron que estaban llegando de un país que quedaba muy lejos de ahí y que querían hacer un acuerdo de paz con los israelitas. Josué no pidió consejo a Dios y cometió un error, haciendo un acuerdo de paz con ellos, prometiendo que no serían muertos. Los líderes de Israel juraron que cumplirían su palabra.
Tres días después que habían hecho el acuerdo, descubrieron que aquella gente vivía cerca. Pero, por causa del juramento que sus líderes habían hecho a los gabaonitas, los israelitas no los mataron. Todo el pueblo reclamó contra los líderes. Josué protegió a los gabaonitas y no dejó que los mataran. Pero, desde ese día en adelante, él los obligó a ser los que iban a buscar el agua y cortaban la leña para el pueblo de Israel (9:1-26).
Cinco reyes de los amorreos que gobernaban en el Sur de Canaán, supieron que los gabaonitas habían hecho un acuerdo de paz con los israelitas. Entonces esos cinco reyes se juntaron y juntaron también sus ejércitos y rodearon y atacaron la ciudad de Gabón. Los gabaonitas entonces mandaron a decir a Josué en el campamento en Gilgal:” ¡No nos abandones! ¡Ven rápidamente para salvarnos! ¡Todos los reyes amorreos que viven en las montañas se juntaron contra nosotros!”
Entonces Josué y todo su ejército partieron de Gilgal. El Señor le dijo: “No tengas miedo de esos reyes, porque ya te di la victoria. Ninguno de ellos será capaz de resistir”.
Josué salió de Gilgal y marchó toda la noche, subiendo siempre. Él atacó de sorpresa. El Señor hizo que los enemigos quedaran con mucho miedo cuando vieron los ejércitos de Israel. Así, los israelitas los derrotaron completamente y los persiguieron. El Señor lanzó del cielo grandes piedras sobre los enemigos, mientras ellos huían de los israelitas. Y murieron más personas con esa lluvia de piedras que en el combate con los israelitas. El día que el Señor dio la victoria a los israelitas en la lucha contra los amorreos, Josué habló en presencia de los israelitas: “¡Sol, detente en Gabaón! ¡Luna, para sobre el valle de Ajalón!” El sol quedó parado y la luna también paró, hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos. Nunca había habido y nunca más hubo un día como este, un día en que el Señor atendió a la voz de un hombre. Eso sucedió porque el Señor combatía a favor de Israel.
Josué y los soldados de Israel mataron a los cinco reyes y a casi todos sus soldados. Entonces, todos los soldados de Israel volvieron sanos y salvos para el campamento de Maceda, donde Josué estaba. Y nadie se atrevía a decir nada contra los israelitas (10:1-26).
El Sur (10:1-43) y el Norte (11:1-23) de Canaán fueron conquistados. El Señor, el Dios de Israel, luchaba por su pueblo y, por eso, Josué dominó a todos los reyes con los cuales tuvo guerra (10:42). Los israelitas mataron a todos los habitantes de las ciudades conquistadas. Pero ellos se quedaron con los objetos de valor y con el ganado de esas ciudades (11:13-14). Josué cumplió todo lo que Dios había mandado que Moisés hiciera. Josué tomó toda la tierra, como Dios había dicho a Moisés, y la dio por herencia a Israel, según su división en tribus. Y la tierra descansó de la guerra (11:15-23).
División de Canaán; Ciudades para Fugitivos
Cuando Josué ya estaba bien viejo, aún había mucha tierra para ser conquistada (13:1). Dios prometió expulsar a las personas de esas tierras a medida que el pueblo de Israel fuera avanzando (13:6). Josué preguntó a los israelitas: “¿Hasta cuándo van a ser negligentes para tomar posesión de la tierra que Dios les dio?” (18:3).
La Tierra fue dividida entre las doce tribus (13:7 — 19:51). Cada tribu recibió su propia tierra. Pero, la tribu de Leví, no recibió un área; ella recibió algunas ciudades en medio de las otras tribus. Josué no dio ninguna parte de la tierra a la tribu de Leví. Moisés dijo a los miembros de esa tribu que el Señor, el Dios de Israel, era la propiedad de ellos (13:32-33). Los levitas, líderes espirituales, recibieron ciudades con pastos en varios lugares de la tierra (21:1-42). El pueblo de Israel dividió la tierra como Dios había ordenado a Moisés (14:5).
Cuando los doce hombres investigaron Canaán por primera vez, diez espías tuvieron miedo del pueblo, pero dos, Josué y Caleb, tuvieron fe que Dios les iba a dar la tierra. Caleb tenía 40 años en esa época. Cuando los israelitas entraron en la tierra, él tenía 80. Cuando él estaba con 85, pidió a Josué que le diera la tierra montañosa donde vivían los gigantes y donde había ciudades rodeadas de murallas. Dijo que tenía bastante fuerza para combatir en la guerra y para hacer lo que fuera necesario para conquistar la tierra que provocó tanto miedo en los 10 espías. Josué bendijo a Caleb y le dio aquella tierra (14:6-15).
Fueron establecidas ciudades para los fugitivos. La persona que, sin querer, matase a alguien, podría huir para una de esas ciudades, para escapar del pariente de la víctima. Él sería juzgado y, si fuese declarado inocente, la ciudad iría a protegerlo y no entregaría el fugitivo al pariente de la víctima que lo estaría buscando para vengarse. Ellos lo protegerían, porque había matado a alguien sin querer y no por odio (20:1-9).
Dios dio a los israelitas toda la tierra que había prometido y les dio paz con los pueblos vecinos (21:43-45). Dios cumplió todas las buenas promesas que había hecho a los israelitas.
Despedida de Josué
Entonces Josué reunió al pueblo de las tribus de Rubén, Gad y de Manasés del Este y dijo: “Ustedes han hecho todo lo que Moisés, siervo del Señor, mandó y han obedecido a todas mis órdenes también. Durante todo este tiempo y hasta hoy, ustedes no abandonaron a sus hermanos israelitas. Ahora, el Señor dio a sus hermanos israelitas la paz, como había prometido. Vuelvan, pues, para la tierra que ustedes conquistaron al otro lado del río Jordán.” Entonces ellos volvieron para casa.
Cuando llegaron a Gelidote, al lado Oeste del Jordán, las dos tribus y media construyeron allí un altar grande. Cuando el pueblo de Israel oyó eso, todos se reunieron en Silo para hacer guerra contra ellos. El pueblo de Israel envió a Finees, hijo del sacerdote Eleazar y diez otros líderes para hablar con el pueblo de Rubén, de Gad y de Manasés del Este. Ellos dijeron: “¿Por qué ustedes hicieron esta traición contra el Dios de Israel, construyendo ustedes mismos ese altar? ¿Será que ahora van a dejar de seguir al Señor?”
Entonces el pueblo de las tribus de Rubén, de Gad y de Manasés del Este respondió a los jefes de las familias de Israel: “¡Dios es el Poderoso! ¡Él es el Señor! Él sabe por qué hicimos eso, y sépanlo ustedes también. Nosotros no construimos nuestro altar para ofrecer sacrificios, sino para ser una señal para nosotros y para ustedes. Es un testimonio entre nosotros de que el Señor es Dios.
El sacerdote Finees y los jefes de las familias de Israel los escucharon y quedaron satisfechos. Ellos volvieron para la tierra de Canaán y contaron todo al pueblo de Israel. Lo que dijeron agradó a los israelitas. Entonces ellos alabaron a Dios y no pensaron más en hacer guerra contra la gente de Rubén y de Gad. Y la gente de las tribus de Rubén y de Gad llamó el altar de “Testimonio” porque dijeron: “Es un testimonio entre nosotros de que el Señor es Dios” (22:1-34).
Dios dejó que los israelitas vivieran en paz con los enemigos alrededor. El tiempo pasó y Josué quedó bien viejo. Él llamó a los israelitas e hizo un discurso de despedida (23:1 — 24:28). Él recordó al pueblo todo lo que Dios había hecho por ellos y lanzó un desafío, para que se apropiasen de las tierras que todavía no habían sido conquistadas en Canaán. Él los orientó para que se esforzaran para obedecer fielmente todo lo que estaba escrito en el libro de la Ley de Moisés (23:6); que no se envolvieran con los pueblos que todavía vivían entre ellos (23:7); que se quedasen apegados a Dios. Josué les dijo: “Dios está luchando por ustedes, por eso, amen solamente al Eterno Dios” (23:8-11). Josué los advirtió: “Si ustedes no fueren fieles a Dios e hicieren amistad con los pueblos que todavía están allí y se casaren con ellos, pueden tener certeza de que Dios no expulsará más a sus enemigos de en medio de ustedes” (23:12-13).
Josué les recordó que Dios dio todas las cosas buenas que había prometido y que cumplió todas sus promesas. Dios hizo que sucedieran todas las cosas buenas que les había prometido. Si los israelitas adorasen a otros dioses, entonces Él quedaría enojado y los castigaría (23:14-16).
Josué termina con el desafío: “Decidan hoy a quién van a servir. Pero yo y mi familia serviremos al Dios Eterno” (24:14-15).
El pueblo respondió: “Nosotros también serviremos al Eterno, pues Él es nuestro Dios” (24:18).
Josué murió con ciento diez años (24:29).
Los israelitas sirvieron al Dios Eterno, mientras Josué vivió y en cuanto vivieron los líderes que sabían todo cuanto Dios había hecho por el pueblo de Israel (24:31).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
P R E G U N T A S
1 3:4 |
3:5 16 |
17 21 |
|||
DECADENCIA |
|
CORRUPCIONES |
|||
Causas de los ciclos |
Los Ciclos Malditos Historia de los Jueces |
Condiciones en el medio de los ciclos |
|||
Viviendo con los cananeos |
Guerreando con los cananeos |
Viviendo igual a los cananeos |
|||
El error de no conquistar la tierra. |
Juzgados por Dios por su error. |
La historia de los seis ciclos de apostasías, opresiones, súplicas y liberaciones. Cada uno comienza con “Los hijos de Israel hicieron lo que era malo delante del Señor.” Hay 13 jueces que libertan y lideran a Israel. |
Idola-tría. |
Inmora-lidad. |
Gue-rra civil. |
1 |
2 |
3:5 16:31 |
17 18 |
19 |
29 21 |
TEXTO: Jueces 1 - 21
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Los israelitas sirvieron a Dios mientras vivió Josué. Después de su muerte, ellos todavía continuaron a servir a Dios, mientras vivieron los líderes religiosos que habían visto todo lo que Dios había hecho por Israel. Todas las personas de esa generación murieron y sus hijos se olvidaron de Dios y de las cosas que Él había hecho por el pueblo de Israel. Entonces los israelitas pecaron contra Dios, adorando a los dioses de los cananeos (Jue 2:6-13).
El libro de los Jueces contiene un relato sobre los trece jueces que gobernaron a Israel, desde la muerte de Josué hasta los días de Elí y Samuel. Algunas veces hubo más de un juez reinando en la misma época, en diferentes regiones de la Palestina. Hay seis ciclos de apostasías, opresiones y liberaciones. Vamos a narrar tres en este estudio.
❖ Personajes-clave: Los jueces: Débora y Barac, Gedeón y Sansón.
❖ Lugar-clave: Canaán.
❖ Repeticiones-clave:
Las repeticiones de seis ciclos de apostasías, opresiones, súplicas y liberaciones |
||||||
|
1º 3:7 — 11 |
2º 3:12 - 30 |
3º 4:1 — 5:31 |
4º 6:1 — 8:35 |
5º 10:6 — 12:7 |
6º 13:1 — 16:31 |
Apostasía |
3:7 |
3:12 |
4:1 |
6:1 |
10:6 |
13:1 |
Opresión |
3:8 |
3:12-14 |
4:2 |
6:2 |
10:7 |
13:1 |
Súplica |
3:9 |
3:15 |
4:3 |
6:6-7 |
10:10, 15 |
No mencionada |
Liberación |
3:9 |
3:15 |
4:4-6 |
6:12-14 |
11:29,33 |
13:3,5; 15:20 |
-- Jueces.
-- No había rey en Israel (17:6; 18:1; 19:1; 21:25).
-- Dios usó personas que conocieron sus propias debilidades. Barac (4:8) y Gedeón (6:15). También, Dios usó las personas/cosas, consideradas débiles, por ejemplo: Débora (4:4-16) y Jael (4:17-23) que eran mujeres; Gedeón y sus trescientos hombres (7:6-8); la quijada de jumento usada por Sansón (15:15).
❖ Sentimientos-clave:
-- El fracaso repetido de los israelitas.
-- La misericordia constante de Dios.
-- La humillación y la desesperación de los israelitas oprimidos.
-- La inseguridad de Barac y Gedeón.
-- La lascivia de Sansón.
-- El conflicto de los israelitas con los enemigos de fuera y entre sí mismos.
❖ Problema-inicial: Israel falló en no completar la conquista de la tierra. El ángel de Dios vino y reprendió a los israelitas, porque hicieron alianza con los habitantes de la tierra y no derribaron sus altares.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
La Apostasía de Israel
-- Israel falló en no completar la conquista de la tierra (1:1-36).
-- El ángel reprendió a los israelitas (2:1-15).
-- Israel sirvió a Dios durante la vida de los ancianos que conocieron a Josué. Después vino una generación que pecó, adorando a los dioses de los cananeos (2:8-11).
-- Dios quedó airado con los israelitas y dejó que ellos fueran atacados y robados por los pueblos vecinos (2:14-19).
-- Los pueblos paganos en medio de Israel fueron fuentes de pruebas y castigo (2:20 — 3:4).
Débora y Barac (4:1 — 5:32)
-- El rey Jabín y su comandante Sísara maltrataron a los israelitas (4:1-3).
-- Débora inspiró a Barac para que condujera los soldados para el Monte Tabor (4:4-7).
-- Barac concordó, siempre que Débora fuera con él (4:8-9).
-- Cuando Sísara atravesó el río Cisón, el río subió y los caballos y carros de Sísara se atascaron en el barro (4:12-15; 5:4-5, 19-21).
-- Sísara consiguió huir a pie (4:15).
-- Una mujer, Jael, lo mató (4:17-23; 5:24-27).
Gedeón (6:8).
-- Los medianitas dominaron a los israelitas y ellos pidieron socorro a Dios (6:1-10).
-- El Ángel del Señor convocó a Gedeón para libertar a los israelitas (6:11-24).
-- Gedeón destruyó el altar del dios Baal (6:25-32).
-- Gedeón envió mensajeros a varias tribus de Israel, para que reclutaran soldados y formó un ejército
(6:33-35).
-- Gedeón pidió una señal de Dios, con lana (6:36-40).
-- Gedeón tenía un ejército con treinta y dos mil hombres, que Dios redujo a trescientos (7:2-7).
-- Cada soldado quedó con una trompeta y un cántaro con una antorcha encendida dentro. En medio de la noche, los soldados quebraron sus cántaros y levantaron las antorchas encendidas. El enemigo fue completamente dominado (7:16-25).
Sansón (13-16)
-- Los israelitas sufrieron en las manos de los filisteos (13:1).
-- El Ángel visitó a la esposa de Manoa (13:2-5).
-- Nació Sansón (13:24-25).
-- En la fiesta de su casamiento, Sansón fue traicionado por su novia, que reveló la respuesta de un enigma y él mató treinta hombres para pagar la apuesta (14:1-20).
-- Sansón usó trescientas zorras para poner fuego en las plantaciones de los filisteos (15:1-8).
-- Sansón mató mil filisteos con una quijada de jumento (15:9-20).
-- Sansón con una prostituta en Gaza (16:1-3).
-- Sansón atormentado por Dalila, reveló el secreto de su fuerza. Él fue capturado por los filisteos y le sacaron los ojos (16:1-22).
-- Sansón fue vengado, muriendo junto con los filisteos (16:23-31).
❖ Situación-final: En el tiempo de los jueces, no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que quería.
NARRATIVA:
La Apostasía de Israel
Después de la muerte de Josué, los israelitas continuaron a combatir a los cananeos, teniendo suceso, pero no consiguiendo expulsarlos de Canaán (1:1-26).
Israel falló en no completar la conquista de la tierra (1:1-36). Cuando los israelitas quedaron más fuertes, obligaron a los cananeos a trabajar para ellos, pero no los expulsaron a todos (1:28).
El ángel de Dios vino y reprendió a los israelitas, porque hicieron acuerdo con los habitantes de la tierra y no derribaron sus altares. El ángel avisó que, como castigo, Dios no iría a quitar los habitantes de la tierra, que éstos serían sus enemigos, y los dioses de los cananeos serían tentaciones para los israelitas (2:1-4).
El pueblo sirvió a Dios durante toda la vida de Josué y de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que conocieron todas las grandes cosas que Dios había hecho en favor de Israel. Cuando la generación de Josué murió, vino otra generación que no conocía a Dios ni lo que Él había hecho por Israel. Entonces, los israelitas se olvidaron de las cosas que Dios había hecho por el pueblo de Israel y pecaron, adorando a los dioses de los cananeos. Dios quedó airado con los israelitas y dejó que ellos fueran atacados y robados por los pueblos vecinos. Dios entregó a los israelitas en las manos de los enemigos, a quienes no pudieron resistir. Hasta en sus guerras, Dios era contra los israelitas (2:8-19).
Dios dio a los israelitas un líder fuerte, llamado juez, que los salvaría de los que los atacaran o robaran. Mientras ese líder vivía, Dios salvaba el pueblo de los enemigos. Mas, cuando el líder moría, ellos volvían a vivir como antes y se hacían peores que sus padres. Ellos se casaban con el pueblo de la tierra y adoraban a sus dioses. Los pueblos paganos, en medio de Israel, fueron fuente de pruebas y castigo (2:20 — 3:4).
Débora y Barac
Los israelitas pecaron contra Dios y Él dejó que fueran conquistados por Jabín, rey de Canaán. El comandante de su ejército era Sísara. Jabín tenía novecientos carros de fierro. Durante veinte años él maltrató a los israelitas. Débora, una profetisa y también jueza de Israel, inspiró a un hombre llamado Barac, para que condujera diez mil soldados para el Monte Tabor. Barac concordó, siempre que Débora fuera con él. Débora aceptó, avisándolo, sin embargo, que la gloria de la victoria sería de una mujer (4:1-9).
El comandante Sísara se puso en marcha con todas sus tropas y carros de guerra para atacarlos. Cuando Sísara atravesaba el río Cisón, Dios envió pesadas lluvias; el río subió y los caballos y los carros de Sísara se pegaron en el barro. El ejército de Barac los atacó, aniquilando a todos sus hombres (4:12-15; 5:4-5, 19-21). Sísara consiguió huir a pie (4:15).
Exhausto, se dirigió para la tienda de una mujer llamada Jael. Ella lo invitó a esconderse en su tienda. Le ofreció leche para saciar su sed. Al ver que Sísara adormeció, Jael tomó una estaca de la tienda y un martillo, y golpeando con él, enterró la estaca en la cabeza de Sísara. Con Sísara muerto y el ejército exterminado, Jabín no tenía más fuerzas para vencer a los israelitas. Los israelitas continuaron atacando a Jabín hasta que su ejército y su pueblo fueran destruidos (4:17-23; 5:24-27). Después de la muerte de Jabín, los israelitas permanecieron libres durante cuarenta años (5:32).
Gedeón
Una vez más, los israelitas pecaron contra Dios y por eso Él dejó que los medianitas, las tribus del desierto, los dominaran durante siete años. El pueblo de Madián detestaba todo cuanto Israel sembraba, perjudicaba sus cosechas y robaba su ganado. Los israelitas se escondían de los medianitas en cavernas en las montañas. Israel fue llevado a la miseria por los medianitas, y, entonces, los israelitas pidieron socorro a Dios (6:1-10).
Un día, Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los medianitas (6:11). El Ángel de Dios, de repente, apareció y dijo: “¡Dios está contigo, valiente guerrero!”
Gedeón respondió: “Si Dios está con nosotros, ¿por qué Él nos entregó a los medianitas?”
“Tú deberás aniquilarlos”, respondió el ángel.
Gedeón respondió: “¿Cómo puedo libertar a Israel? Mi familia es la más pobre de nuestra tribu y yo soy la persona menos importante de mi familia”.
Dijo Dios: “Tú puedes hacer eso porque yo te ayudaré” (6:12-16).
Esa misma noche, Dios mandó que Gedeón destruyera el altar hecho por su padre, Joás, para el dios baal. A la mañana siguiente, cuando el pueblo descubrió lo que Gedeón había hecho, quedó indignado y quiso matarlo. Joás respondió: “Si Baal es un dios verdadero, dejen que él se vengue”, y Gedeón fue perdonado (6:25-32).
Otra vez, los medianitas se prepararon para atacar a Israel. Gedeón envió mensajeros a las cuatro tribus, y formó un ejército (6:33-35).
Gedeón quedó en duda y quiso una señal de Dios. Él dijo a Dios: “Voy a poner un poco de lana en el lugar donde sacudimos el trigo. Si por la mañana el rocío dejó mojada la lana solamente, y el suelo alrededor de ella está seco, entonces sabré que Tú realmente me usarás para libertar a Israel.” Y así sucedió, pero Gedeón no quedó satisfecho. Él pidió: “Deja que yo haga otra prueba con la lana. Que esta vez la lana quede seca, y que haya rocío solamente en el suelo alrededor de ella.” Dios hizo eso aquella noche (6:36-40).
Gedeón tenía un ejército de treinta y dos mil hombres. Dios avisó a Gedeón que, porque tenía demasiada gente, si vencieran, dirían que fue sin la ayuda de Dios. “Di a los que tienen miedo de que pueden volver para sus casas”. Quedaron apenas diez mil hombres. Dios dijo: “Todavía es demasiada gente. Llévalos para la orilla del río y después mándalos beber. A un lado quedarán los que laman el agua con la lengua, tal como hacen los perros, y al otro lado, los que beban de rodillas”. Solamente trescientos juntaron agua en las manos y lamieron el agua llevando las manos a la boca. Dios habló: “Con estos trescientos que lamieron el agua, yo los libertaré” (7:1-7).
Gedeón dividió a los hombres en tres escuadrones y dio a cada soldado una trompeta y un cántaro con una antorcha encendida dentro. En medio de la noche, los tres escuadrones fueron al campamento de los medianitas. Cuando todos se encontraron, ellos tocaron sus trompetas, quebraron los cántaros y levantaron las antorchas encendidas. Todos juntos se pusieron a gritar: “Por la espada del Señor y de Gedeón”. Con eso, el campamento de los medianitas fue tomado por el pánico. Pensaron que estaban siendo atacados por un gran ejército, y en la oscuridad y confusión reinantes, empezaron a luchar entre ellos. Lo que se siguió fue el pánico y una lucha sangrienta, y luego los enemigos de Israel se destruyeron los unos a los otros. Los enemigos huyeron y los israelitas los persiguieron. El enemigo fue totalmente dominado. (7:16-25).
El pueblo vivió en paz durante toda la vida de Gedeón, libre de sus enemigos (8:28).
Después de salvar a Israel de los medianitas, los hombres de Gedeón le dieron el oro que le habían quitado a sus enemigos y Gedeón hizo un ídolo con el oro. Eso fue motivo de tropiezo para Gedeón y su gente. Gedeón fue padre de setenta hijos, pues tenía muchas mujeres (8:22-30).
Después que Gedeón murió, los israelitas abandonaron nuevamente a Dios (8:33).
El Juez Sansón
Los israelitas pecaron otra vez contra Dios y, por eso Él dejó que sufrieran cuarenta años en las manos de los filisteos (13:1). Había un hombre llamado Manoa, cuya esposa era estéril y no podía tener hijos (13:2). El Ángel del Señor apareció a ella, diciéndole: “Aunque seas estéril, brevemente tendrás un hijo. No tomes vino ni bebida fuerte. No cortes nunca los cabellos de él, porque él será consagrado a Dios desde el día de su nacimiento. Él va a empezar a librar al pueblo de Israel del poder de los filisteos” (13:2-5). Manoa oró pidiendo que Dios le enseñara qué deberían hacer con el niño que nacería (13:8). La mujer dio a luz un hijo y le puso por nombre Sansón. El niño creció, Dios lo bendijo y el Espíritu de Dios estaba con él (13:24-25).
Cuando ya era adulto, Sansón se enamoró de una de las hijas de los filisteos. Un día, cuando iba a visitarla, encontró un león en el camino y lo mató con sus propias manos. Algunas semanas después, al volver por el mismo camino, vio un enjambre de abejas que habían hecho su casa dentro del esqueleto del león. Sansón quebró un pedazo del panal de miel y se lo comió. Siendo nazareo dedicado a Dios, le era prohibido tocar cualquier animal muerto. Después, en la fiesta del casamiento, cuando todos se estaban divirtiendo, Sansón les dijo: “Voy a proponerles un enigma. Si consiguen descifrarlo en los siete días que deberá durar la fiesta de casamiento, daré a cada uno de los treinta jóvenes filisteos presentes, una camisa y una túnica. Si no responden, serán ustedes los que tendrán que darme las mismas cosas”. Todos concordaron y Sansón les dijo el enigma: “Del que come salió comida, y del fuerte salió dulzura” (14:1-14).
Los jóvenes no consiguieron encontrar la respuesta. Amenazaron quemar la casa de los padres de la novia si ella no consiguiera la respuesta para ellos. La novia comenzó a presionar a Sansón, y finalmente Sansón le contó cuál era la respuesta de su enigma y ella la transmitió a sus compatriotas. El séptimo día, los hombres dijeron que habían descifrado el enigma: “¿Qué cosa es más dulce que la miel? ¿Y quién es más fuerte que un león?” (14:15-18).
Sansón quedó furioso porque ellos consiguieron la respuesta a través de su novia. Fue para una ciudad de los filisteos, mató treinta de sus habitantes, les sacó las ropas finas que vestían y se las dio a los jóvenes, como había prometido. Después regresó para su casa, abandonando a la novia que lo había traicionado. Sin embargo, algunos meses después volvió a buscarla, y descubrió que ella se había casado con uno de los filisteos. Cazó trescientas zorras, las amarró de dos en dos por la cola y ató en cada par una antorcha encendida. Las zorras, enloquecidas por el terror, empezaron a correr por todos los campos, incendiando las plantaciones de trigo, los olivos y las viñas de los filisteos. Después, Sansón solo, mató un enorme número de filisteos (15:1-8).
Los filisteos fueron detrás de Sansón. Sus compatriotas decidieron entregarlo, para no ser castigados por ellos. Sansón dejó que sus compatriotas lo amarraran con dos cuerdas nuevas, entregándolo a los filisteos. El Espíritu de Dios hizo Sansón quedar fuerte. Él reventó las cuerdas que lo amarraban, tomó una quijada de jumento y con ella mató mil hombres. Después de este acontecimiento, Sansón fue juez y gobernó a Israel durante veinte años (15:9-20).
Sansón fue a la ciudad de Gaza, vio una prostituta y tuvo relaciones con ella. El pueblo de Gaza supo que Sansón estaba allá. Ellos cercaron el lugar y se quedaron toda la noche esperando Sansón en el portón de la ciudad con la intención de matarlo. Pero, Sansón se quedó acostado solamente hasta la medianoche. Después, se levantó y sacó el portón de la ciudad, con los pilares y los cerrojos. Colocó todo sobre sus hombros y lo llevó para la cumbre del monte que está delante de la ciudad de Hebrón (16:1-3).
Sansón se enamoró de una mujer llamada Dalila. Cinco gobernadores de los filisteos hablaron con ella: “Busca una forma de Sansón contarte porque él es tan fuerte, y cómo podremos dominarlo y dejarlo indefenso. Si haces eso, cada uno de nosotros te dará doce kilos y medio de plata”.
Entonces Dalila pidió a Sansón: “Cuéntame el secreto de tu fuerza”.
Sansón respondió: “Si me amarran con siete mimbres verdes, nuevas, entonces me debilitaré y seré como cualquier hombre”. Los gobernadores trajeron para Dalila los siete mimbres y ella amarró a Sansón y gritó: “¡Sansón! ¡Los filisteos están llegando!” Él reventó las cuerdas de mimbre.
Entonces Dalila le dijo: “Me mentiste y te burlaste de mí. Dime cómo alguien te puede amarrar”.
Sansón respondió: “Si me amarran con cuerdas nuevas que nunca fueron usadas, quedaré débil”.
Entonces Dalila tomó cuerdas nuevas y amarró los brazos de él y gritó: “¡Los filisteos están llegando!” Pero Sansón reventó las cuerdas. Dalila dijo: “Tú continúas mintiendo y burlándote de mí”.
Sansón respondió: “Si tú tejes siete trenzas de mi cabello con la tela y las afirmas con una estaca de madera del telar, yo me debilitaré”. Dalila hizo dormir a Sansón y tomó y tejió las siete trenzas de él y las afirmó con la estaca de madera del telar y gritó: “¡Sansón! ¡Los filisteos están llegando!” Pero, él se levantó, se quitó la estaca y sacó el cabello con la tela.
Ella dijo: “¿Por qué dices que me amas y me engañas?” Sansón quedó tan cansado con la insistencia de ella que acabó contándole la verdad.: “La navaja jamás pasó por mi cabeza. Mi cabello nunca fue cortado. Yo fui dedicado a Dios como nazareo desde que nací. Si mi cabello es cortado, perderé mi fuerza y seré un hombre como cualquier otro.”
Dalila se dio cuenta que él había dicho la verdad. Ella hizo dormir a Sansón sobre sus rodillas. Un hombre llegó y cortó el cabello de Sansón. Dalila gritó: “¡Sansón! ¡Los filisteos están llegando!” Sansón no sabía que Dios ya se había apartado de él. Los filisteos lo tomaron, le sacaron los ojos y lo llevaron para la prisión poniéndolo para trabajar rodando un molino (16:4-21).
Su cabello empezó a crecer de nuevo. Los gobernadores filisteos se reunieron para hacer una fiesta y ofrecer un gran sacrificio a su dios Dagón. Trajeron Sansón para divertirse con él. Después lo colocaron entre las columnas del templo. Sansón pidió al muchacho que lo guiaba de la mano: “Déjame tocar las columnas que sustentan el templo.” Sansón oró: “Señor, dame fuerza sólo una vez más. Deja que yo, de una sola vez, me vengue de los filisteos, por haberme sacado los ojos”. Entonces agarró las dos columnas del medio que sostenían el templo. Con la mano derecha en una columna y la izquierda en la otra, apoyó todo su peso contra ellas y gritó: “¡Que muera yo con los filisteos!” A seguir, dio un empujón con toda su fuerza, y el templo se desplomó. Sansón mató en su muerte más o menos tres mil hombres y mujeres (16:23-31).
En el tiempo de los jueces, no había rey en Israel y cada uno hacía lo que quería (21:25).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
1. El pueblo de Dios sólo goza victoria cuando le es fiel. El libro de los jueces enseña que el pueblo de Israel sólo continuaría prosperando y teniendo victorias sobre los enemigos si fuese fiel a Dios.
2. Dios actúa por detrás de la historia. El libro de los jueces es una visión teológica de la historia. Israel abandona a Dios por Baal. Dios los abandona en las manos de los opresores. Israel clama a Dios; Dios les envía un libertador. Después la historia empieza otra vez. Los jueces fueron hombres levantados por Dios. El Rey teocrático, para representarlo en la nación.
3. La infidelidad del pueblo de Dios siempre lleva a la desgracia y a las derrotas. La infidelidad de los israelitas, cuando adoraban a otros dioses, siempre trajo la desgracia y la opresión de los enemigos.
4. Quien piensa que puede obtener ventajas para sí mismo, burlando las órdenes de Dios, sufrirá resultados desastrosos. Desobedeciendo al mandamiento explícito de Dios (vea Dt 7:1-6), Israel quiso mantener a los cananeos como esclavos y como fuente de renta tributaria (1:27-28). Israel va a sufrir porque los cananeos serán sus adversarios y sus dioses serán tropiezos para Israel (2:1-3).
5. El ser humano es un pecador y cada generación tiene su estilo de pecar. La generación que salió de Egipto fue extinta durante la travesía por el desierto, por falta de fe en Dios, y es seguida por otra que dejó de cumplir Su palabra y de expulsar a los habitantes de la tierra (2:2-3).
6. Dios considera la infidelidad de su pueblo como adulterio espiritual. La alianza entre Dios e Israel es considerada, en lenguaje figurativo, como un casamiento. Dios es el Señor y protector, mientras Israel es amada como novia o esposa. Adorar a otro Dios sería adulterio espiritual (2:17). (Vea Jer 3:1-13).
7. El resultado de desobedecer a una orden de Dios es desastroso. Israel no expulsó a los habitantes como Dios había mandado (Dt 7:1-6; Jue 1:27-28). Israel quiso mantener a los cananeos como esclavos y fuente de renta tributaria. El resultado fue desastroso.
8. Desobediencia a Dios resulta en castigo y probación. Por no expulsar a los habitantes de la tierra, los israelitas fueron castigados (2:1-3). Por adorar a otros dioses, fueron dominados por los enemigos.
9. Corrupción dentro de un pueblo trae opresión de fuera. Por no obedecer a Dios, los israelitas fueron dominados por los enemigos (2:11-15).
10. Las mujeres tienen un lugar importante en la historia del pueblo de Dios. Débora fue una profetisa que ejerció la justicia en nombre de Dios (4:4). Ella fue una profetisa, como Miriam (Ex 15:20) y Hulda (2 R 22:14).
11. Cuando Dios actúa, Él merece las alabanzas de los beneficiados. Una parte del culto a Dios es la celebración de Sus actos en la historia y en el presente. El Cántico de Débora es un ejemplo de una oda al triunfo (5:1-32). Éxodo 15 también es una canción celebrando las acciones de Dios a favor de Israel.
12. Dios se agrada de usar las cosas débiles. En jueces, Dios usó las cosas consideradas débiles, por ejemplo: Débora, una mujer (4:4-16); Gedeón y sus 300 hombres (7:6-8); la quijada de jumento usada por Sansón (15:15). (Vea 1 Co 1:26-29).
13. Dios usa personas que conocen sus propias debilidades. Barac (4:8) y Gedeón (6:15) no tenían confianza de que podían librar a los israelitas. Falta de confianza en sí mismo también fue la experiencia de Moisés (Ex 4:13) y Jeremías (Jer 1:16). (Vea 2 Co 3:4-6.)
14. Pedir una señal de Dios no debe ser considerado un método bíblico para saber cuál es Su voluntad (Vea Pr 3:5; Stg 1:5-8). Gedeón no usó la prueba de la lana para buscar la voluntad de Dios (6:37), porque ésta ya le fuera claramente revelada (6:14,16). Él usó la lana, con o sin rocío, para fortalecer la debilidad de su propia fe.
15. Cuando Dios es el responsable por la victoria, Él desea recibir la honra. Dios redujo el ejército de Gedeón a trescientos hombres, para que no atribuyese la victoria contra los medianitas al poder militar de Israel. Se trataba de una guerra santa, en la cual fue Dios quien dio la victoria. El Señor de los ejércitos es el Señor de las victorias (7:2-8).
16. Muchas veces es más fácil glorificar a Dios en tiempo de emergencia que honrarlo en la vida diaria. Después de la victoria sobre los medianitas, Gedeón fue mal sucedido en la vida de prosperidad. Hasta hizo un ídolo y tuvo muchas mujeres (8:22-30).
17. El amor perdonador de Dios es sin límites, cuando alguien se arrepiente, cree y clama a Él. Cuando Su pueblo es infiel y sufre la desgracia, Dios está siempre listo para salvarlo, si él se arrepiente y se vuelve para Dios. Israel clamaba a Dios motivado por el dolor del sufrimiento y no por amor; sin embargo, Él atendió. A pesar de los israelitas se desviaren de Dios varias veces, cada vez que clamaban, Dios los oía y los perdonaba (2:11-19; 6:6).
18. El hombre pecador es incapaz de salvarse del castigo de su pecado. Cuando los israelitas estaban siendo castigados por sus pecados y se arrepintieron, Dios envió jueces; sin embargo, los jueces no podían librar a los israelitas por su propio poder. Dios les dio sabiduría y fuerza para librar a los israelitas.
19. Los padres deben buscar orientación de Dios para criar a sus hijos. La oración de Manoa, padre de Sansón, es recomendada a todo padre de familia (13:8).
20. Los padres pueden dedicar su hijo a Dios. Sin embargo, es el hijo quien tiene que decidir si será fiel a Él. Sansón fue consagrado a Dios desde el vientre de su madre. Como hombre, él constantemente manchó sus votos, satisfaciendo sus apetitos carnales. El usó las capacidades dadas por Dios de una manera egoísta. Él era fuerte como un gigante y débil como un niño, fascinaba a las mujeres y era engañado por ellas, colocaba en apuros a los filisteos pero no libraba de ellos la región. Él se vengó de un opresor que tenía que soportar, pero que lo colocaba en ridículo (13-16).
21. Un hombre que es consagrado a Dios, pero busca el sexo fuera del casamiento, corre el riesgo de dejar una mujer arruinarlo. Es el ejemplo de Sansón con Dalila (16:4-21).
22. El hombre en declino espiritual puede ser usado por Dios, pero su derrota ciertamente vendrá. Sansón es un ejemplo de eso. Él no usó sus dones para ayudar a su pueblo; sólo usó su fuerza para vengarse. Su derrota fue el resultado de no dar valor a la presencia de Dios, buscando la mala compañía de mujeres paganas, practicando pecados sin arrepentirse y sin confesarlos, dejándose llevar por una emoción descontrolada y, constantemente, manchando sus votos con Dios, satisfaciendo sus apetitos carnales. Llamado por Dios para juzgar a Israel, y dotado por el Espíritu, no realizó ninguna obra permanente para Israel y murió en el cautiverio de sus enemigos, los filisteos.
23. El siervo de Dios que deja de obedecerlo para hacer lo que bien quiere, corre el riesgo de tener el poder de Dios apartado de sí sin que lo note. Cuando Sansón perdió la fuerza dada por Dios, él ni sabía que Dios lo había abandonado, salió para enfrentar a los filisteos y fue derrotado (16:18-21).
24. La Biblia es la Palabra de Dios, que nos orienta sobre lo que es cierto y errado. Cuando la persona decide lo que es cierto y errado para ella, va a hacer lo que es malo y pecar contra Dios. He aquí el ejemplo de Israel: en el tiempo de los jueces, cada uno hacía lo que quería y pecaron contra Dios (Jue 2:6-13; 21:25).
P R E G U N T A S
1. ¿Qué hicieron los israelitas después que Josué murió?
2. ¿Qué nos enseña sobre Dios el libro de Jueces?
3. ¿Cómo Dios castigó a los israelitas por adorar a otros dioses?
4. Cuando los israelitas, en su sufrimiento, se acordaron de Dios y le pidieron que los libertara, ¿qué hizo Dios?
5. ¿Por qué Barac no podía recibir la honra de vencer a Sísara?
6. ¿Por qué Dios redujo el número de los hombres de Gedeón para apenas trescientos?
7. ¿Cómo Dios usó a hombres que reconocieron su debilidad, en la época de los jueces?
8. ¿Qué nos enseña Sansón sobre un hombre vocacionado por Dios, dotado de capacidades espirituales, pero que da más importancia a satisfacer sus deseos?
9. ¿Qué nos enseña Jueces sobre cada persona decidir por sí misma lo que está cierto y lo que está errado?
10. ¿Qué aprendió usted sobre Débora, Barac, Gedeón y Sansón que puede aplicar a su propia vida?
TEXTO: Rut 1 - 4
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
La historia de Rut aconteció en el tiempo en que Israel era gobernado por jueces (Rt 1:1). En ese tiempo, no había rey en Israel y cada uno hacía lo que quería (Jue 21:25).
❖ Personajes-clave: Rut, Noemí, Booz.
❖ Lugares-clave: Moab y Belén de Israel.
❖ Repeticiones-clave:
-- Problemas: hambre (1:1); muerte (1:3; 5); la despedida de Noemí de sus nueras (1:11-14); Noemí amargada (1:13; 20); la necesidad de comida (2:2); el peligro de Rut ser violada (2:8; 22); la necesidad de un marido para Rut (3:1); había un pariente más próximo que Booz, que tuvo el derecho de casarse con Rut.
-- Booz ayudó a Rut: facilitó los medios para que ella obtuviera el sustento (2:9, 15-16); ofreció agua y comida (2:8; 14); la animó (2:11-12); le ofreció protección (2:9, 16, 22); la valorizó como persona (2:11; 3:11).
❖ Sentimientos-clave:
-- La perseverancia de Rut.
-- La amargura de Noemí.
-- La virtud de Rut.
-- La bondad de Booz.
-- La felicidad después de tantas luchas.
❖ Problema-inicial: Hubo hambre en Israel. Elimelec, su esposa y dos hijos salieron de Belén para ir a vivir a Moab.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Noemí Vuelve con Rut para Belén
❖ -- Hubo hambre en Israel (1:1). Elimelec, su esposa y dos hijos salieron de Belén para ir a vivir a Moab (1:1-2).
-- Elimelec murió, los dos hijos se casaron con jóvenes moabitas. Orfa y Rut (1:3-4). Después de 10 años, los hijos murieron también (1:5).
-- Noemí volvió para Judá, Orfa volvió para la casa de sus padres, Rut volvió con Noemí (1:6-18).
-- Noemí dijo que Dios estaba contra ella (1:13).
-- Noemí se llamó a sí misma de Mara, la Amargada (1:20-21).
-- Llegaron cuando la cosecha estaba empezando (1:22).
Rut y Booz
-- Por acaso, Rut fue a recoger espigas en el campo de Booz, que era pariente de Noemí (2:1-7).
-- Booz trató bien a Rut, le ofreció protección, agua y comida y le facilitó recoger espigas (2:5-10).
-- Rut le agradeció y él la elogió (2:11-18).
-- Noemí dijo que Booz era pariente y le habló del peligro de ella ser humillada en otra plantación (2:19-23).
-- Rut fue al lugar donde Booz estaba trabajando. Cuando él se durmió, ella se acostó cerca de sus pies y le pidió su protección como pariente próximo de Elimelec (3:1-9).
-- Booz la llamó de mujer virtuosa (3:11) y le dijo que ella tenía otro pariente más llegado (3:12-18).
-- Booz habló con el otro pariente, el cual dejó que Booz se quedara con el derecho de comprar las tierras de Noemí y de casarse con Rut (4:1-12).
-- Booz llevó a Rut para casa. Rut tuvo un hijo y Noemí lo cuidó.
-- El hijo, Obed, vino a ser el padre de Isaí, que fue el padre del rey David (4:17-22).
❖ Situación-final: El hijo de Booz y Rut fue Obed. Éste vino a ser el padre de Isaí, que fue el padre del rey David.
NARRATIVA:
Noemí Vuelve con Rut para Belén
En el tiempo en que Israel era gobernado por jueces (Rt 1:1), no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que quería (Jue 21:25). Ese era un tiempo de idolatría, prostitución, inmoralidad y crueldad. Cada generación era peor que la generación de sus padres.
En ese tiempo, hubo una gran hambre en Israel (Rt 1:1). Por eso, un hombre llamado Elimelec, su esposa Noemí y sus dos hijos salieron de Belén para ir a vivir a Moab (1:1-2).
Algún tiempo después, Elimelec murió. La familia se quedó viviendo en Moab y los dos hijos se casaron con jóvenes moabitas llamadas Orfa y Rut. Después de vivir en Moab casi 10 años, los hijos murieron también. Noemí quedó sola, sin el marido y sin los hijos (1:2-5).
Un día, Noemí supo que en Israel estaban habiendo buenas cosechas y ella se preparó para salir de Moab y volver para Judá. Noemí dijo a las nueras: “Vuelvan para casa y quédense con sus madres”. Las nueras no quisieron dejar a Noemí. Noemí les dijo: “El Dios Eterno está contra mí, y eso me deja muy triste, porque ustedes también están sufriendo” (1:6-10).
Orfa se despidió de su suegra y volvió para su pueblo. Rut se quedó con Noemí. Noemí mandó que Rut volviera también. Rut respondió: “Donde tú fueres, yo iré; y dondequiera que vivieres, viviré yo. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios, mi Dios. Que el Dios Eterno me castigue si cualquier cosa, a no ser la muerte, me separar de ti” (1:10-18).
Cuando llegaron a Belén, Noemí dijo para que las mujeres la llamaran de Mara, que quiere decir “Amargada”, porque Dios le había dado mucha amargura (1:20-21).
Rut y Booz
Noemí y Rut llegaron a Belén cuando la cosecha estaba empezando (1:22). Rut salió para recoger las espigas que quedaban botadas en el suelo. Por acaso, ella entró en el campo de Booz, pariente de Noemí. Ella andaba atrás de los trabajadores, recogiendo las espigas que caían (2:1-8).
Booz llegó al campo y preguntó a un trabajador quien era esa joven. El trabajador le explicó que era la moabita que había venido de Moab con Noemí. Booz trató bien a Rut y le dijo que no fuera a recoger espigas en ninguna otra plantación, sino que se quedara cerca de sus empleadas. Él mandó que sus empleados no molestasen a Rut. Él le ofreció protección y agua y mandó que sus empleados facilitasen todo para que ella recogiera espigas tranquilamente (2:5-10).
Rut agradeció a Booz. Booz respondió que él había oído hablar de todo lo que Rut había hecho por su suegra, desde que su marido había muerto y dijo: “Que el Señor te recompense por todo lo que hiciste. Que Dios te dé una gran recompensa.” A la hora del almuerzo, Booz invitó a Rut para comer con los empleados (2:11-14).
Cuando Rut volvió para casa, Noemí quedó sorprendida con tanta cebada que Rut había recogido. Rut contó que había trabajado en la plantación de un hombre llamado Booz. Noemí le dijo que Booz era pariente. Ella aconsejó a Rut a quedarse en la plantación de Booz, porque en otra plantación había el peligro de ser humillada (2:19-23).
Al final de la cosecha, Noemí orientó a Rut para que fuera al lugar donde Booz iba a aventar la cebada la. Cuando él durmió, Rut se acostó cerca de sus pies. Cuando Booz despertó en medio de la noche, quedó admirado de encontrar una mujer acostada cerca de sus pies. Preguntó: “¿Quién eres?”
Ella respondió: “Yo soy Rut. Tú eres nuestro pariente cercano y por eso tienes el deber de protegerme”.
Booz elogió a Rut y habló: “En la ciudad, toda la gente sabe que tú eres una mujer honesta.”
Booz dijo que había otro pariente más cercano, pero que iba a hablar con aquel hombre (3:1-18).
Al día siguiente, Booz habló con el otro pariente. Este dejó que Booz se quedara con el derecho de comprar las tierras de Noemí y de casarse con Rut (4:1-12).
Booz llevó a Rut a su casa, para ser su mujer. Dios dio a Rut la bendición de concebir y ella dio a luz a un hijo. Las mujeres dijeron a Noemí: “¡Alabado sea el Dios Eterno, que te dio hoy un nieto para cuidar de ti! Tu nuera, la madre del niño, te ama; y ella vale para ti más que siete hijos.” Noemí tomó al niño en los brazos y lo cuidó (4:13-16).
Fue dado al bebé el nombre de Obed. Obed vino a ser el padre de Isaí, que fue el padre del rey David (4:17-22).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
P R E G U N TA S
1 S 1:1 — 25:1 |
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PREPARACIÓN PARA EL MINISTERIO |
MINISTERIO DESCONOCIDO |
MINISTERIO PUBLICO |
MINISTERIO CON PERSONAS EN PARTICULAR |
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Siervo del Sacerdote |
Siervo de Dios |
Portavoz de Dios al Pueblo |
Portavoz de Dios a las Personas en Particular |
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-- Nacimiento; respuesta de oración (1:1-20); -- Dedicado a Dios (1:21-28); -- Siervo de Elí en el Tabernáculo (2:18-21); --Dios habla a Samuel (3:1-18). |
-- El Pueblo percibe que Samuel es un profeta (3:19-21); -- Los israelitas oran pidiendo ayuda durante 20 años (7:2). |
-- Samuel trae a Israel de vuelta para Dios (7:3-6) -- Lleva a Israel a obtener victoria sobre los filisteos (7:7-14); -- Es jefe y juez del pueblo (7:15). |
-- Sus hijos son un fracaso (8:1-5); -- Resiste a la idea de tener un rey (8:6-22); -- Unge y coloca a Saúl como rey (9:15 — 10:27); -- Se despide del pueblo (12:1-25); -- Trae la palabra de juicio a Saúl (13:6-14; 15:10-31); -- Unge a David como rey (16:1-13); -- La muerte de Samuel (25:1). |
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1:1 3:18 |
3:19 7:2 |
7:3 7:17 |
8:1 25:1 |
TEXTO: 1 Samuel 1 - 15
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Los israelitas sirvieron a Dios mientras Josué vivió. Después que él murió, ellos todavía continuaron sirviéndolo mientras vivían los líderes que habían visto todo lo que Dios había hecho por Israel. Después, ellos se olvidaron de Dios y de las cosas que Él había hecho por el pueblo de Israel. Entonces los israelitas pecaron contra Dios, adorando a los dioses de los cananeos (Jue 2:6-13).
El libro de Jueces contiene un relato sobre los trece jueces que gobernaron Israel, desde la muerte de Josué hasta los días de Elí y Samuel. Hay seis ciclos de apostasía, opresión y liberaciones. En el tiempo de los Jueces, no había rey en Israel y cada uno hacía lo que quería.
Samuel fue el último de los jueces. El primer Libro de Samuel registra el paso del período de los jueces para el de los reyes.
❖ Personaje-clave: Samuel.
❖ Lugar-clave: Israel.
❖ Repeticiones-clave:
-- Dios Todopoderoso (el Señor de los ejércitos).
-- Las personas: Ana, Samuel y Saúl.
-- Oraciones (1:9-15; 2:1-10; 3:8-10; 7:8-9; 8:6; 12:12, 17-18,23).
-- El arca del Señor (3:3; 4:3-22; 5:1 - 6:21; 7:1-2; 14:18).
-- La fe en Dios y la obediencia a Él traen bendiciones, mientras que la desobediencia lleva a la desgracia (2:30; 7:3; 12:13-15).
-- Problemas en los hogares de: Elcana (1:2-13); Elí (2:12, 22, 27-30; 3:11-14); Samuel (8:1-3).
❖ Sentimientos-clave:
-- La humillación y el sufrimiento de Ana por no tener hijos.
-- La alegría de Ana con el nacimiento de Samuel.
-- El disgusto para con Elí y sus hijos.
-- La irreverencia y la presunción de los hijos de Elí.
-- El fracaso de Elí a pesar de las buenas intenciones.
-- El placer para con Samuel, delante de su fidelidad y firmeza.
-- La tristeza de Samuel cuando el pueblo pidió un rey.
-- La reluctancia de Dios en permitir que Su pueblo tuviera un rey.
-- La humildad de Saúl cuando fue escogido rey, pero su posterior imprudencia cuando ya tenía su reino establecido.
-- El miedo de los israelitas delante de los filisteos.
❖ Problema-inicial: Ana no tenía hijos.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
El Nacimiento y la Infancia de Samuel
-- Elcana tenía dos mujeres: Ana, que no tenía hijos, y Penina, que los tenía (1:2). Penina provocaba y humillaba a Ana, y Elcana no entendía la tristeza de Ana (1:5-8).
-- Todos los años, Elcana iba a Silo, para adorar a Dios (1:3).
-- Ana fue al tabernáculo y oró en silencio, pidiendo un hijo y prometiendo dedicarlo a Dios (1:9-13).
-- Elí, el sacerdote, pensó que ella estaba embriagada (1:13-18).
-- Nació Samuel (1:19-20).
-- Después que Samuel fue desmamado, Ana lo llevó a Silo y lo dejó con Elí. Samuel fue dedicado a Dios (1:24-28; 2:11).
-- Ana oró alabando a Dios (2:1-10).
-- Los hijos de Elí no se importaban con Dios y trataban con desprecio las ofrendas que eran traídas para Él (2:12-17). Ellos tenían relaciones con las mujeres que trabajaban a la entrada del tabernáculo (2:22).
-- Elí pidió a sus hijos que pararan con sus maldades, pero ellos no le hicieron caso (2:23-25).
-- Tanto las personas como Dios se agradaban del niño Samuel (2:26).
-- Hubo una profecía de la destrucción de la familia de Elí, porque él honraba a sus hijos más que a Dios (2:27-36).
-- Dios habló al niño Samuel (3:1-17).
-- El pueblo de Israel quedó sabiendo que Samuel era un profeta de Dios (3:19-21).
Samuel, Juez y Libertador de Israel
-- En la guerra contra los filisteos, ellos tomaron el arca de Dios y los hijos de Elí fueron muertos (4:1-11). Al oír la noticia, Elí se cayó de la silla, para atrás, se quebró el cuello y murió (4:12-18).
-- El arca trajo maldición a la tierra de los filisteos y ellos la mandaron de vuelta a Israel (5-6)
-- Samuel gobernó a Israel como juez y llamó al pueblo a abandonar los dioses falsos y a volver para Dios, y prometió que Dios los libraría del poder de los filisteos (7:2-6).
-- Los filisteos fueron derrotados y las ciudades que ellos habían tomado fueron devueltas a Israel (7:13-14).
-- Cuando quedó viejo, Samuel puso a sus hijos como jueces, pero ellos estaban interesados solamente en ganar dinero y no decidían las causas con justicia (8:1-3).
Samuel y Saúl
-- Los líderes de Israel pidieron un rey (8:4-9).
-- Samuel les explicó que el rey iría a explorar al pueblo (8:9-18).
-- El pueblo insistió en tener un rey para ser como las otras naciones (8:19-20).
-- Saúl salió a buscar las asnas de su padre y le pidió ayuda al profeta Samuel (9:1-15). Dios reveló a Samuel que Saúl era el hombre escogido para gobernar a Israel (9:16-17) y él lo ungió para ser el rey (9:26 — 10:2).
-- Samuel llamó a los israelitas para una reunión en Mizpa y presentó a Saúl como el hombre escogido por Dios para ser el rey de Israel (10:17-24). Saúl se escondió (10:22). Casi todo el pueblo gritaba: “¡Viva el rey!” (10:24), pero algunos despreciaron a Saúl (10:27).
-- Saúl derrotó a los amonitas y fue confirmado como rey (11:1-15).
-- En el mensaje de despedida, Samuel avisó que si el pueblo y el rey obedecieran a Dios, les iría bien en todo, pero si ellos no lo obedecieran, Él se pondría contra ellos (12:13-17).
-- En la guerra contra los filisteos, los israelitas quedaron con mucho miedo y empezaron a abandonar a Saúl. Samuel demoró a llegar y Saúl ofreció un sacrificio a Dios, siendo que sólo el sacerdote era autorizado para hacer eso. Samuel avisó a Saúl que, porque él había desobedecido a Dios, Dios iría a buscar otro hombre para gobernar a Israel (13:1-14).
-- Jonatán, el hijo de Saúl, se tornó un héroe en una batalla en que derrotó a los filisteos (14:1-23).
-- Saúl había mandado que sus soldados no comieran, hasta que él se vengara de sus enemigos. Esta orden hizo que los soldados de Israel se debilitaran. Jonatán no escuchó la orden y comió de un panal de miel. Saúl iba a matarlo, pero el pueblo salvó a Jonatán (14:24-46).
-- El rey Saúl luchó valiente y ferozmente contra todos los pueblos vecinos que eran sus enemigos (14:47, 52).
❖ Situación-final: El rey Saúl luchó valiente y ferozmente contra todos los pueblos vecinos que eran sus enemigos.
NARRATIVA:
El Nacimiento y la Infancia de Samuel
Elcana tenía dos mujeres, Ana y Penina. Penina tenía hijos y provocaba y humillaba a Ana, que no los tenía. Elcana amaba más a Ana que a Penina. Todos los años, su familia iba al Tabernáculo en Silo, para adorar y ofrecer sacrificios a Dios (1:3). En Silo, Penina atormentaba a Ana por ser estéril. Ana lloraba y no se alimentaba. Elcana no entendía la tristeza de Ana (1:2-8).
Ana fue al Tabernáculo. En la amargura de su alma, lloró mucho y oró en silencio, pidiendo un hijo. Ella prometió que si Dios le diese un hijo, iría a consagrarlo a Él, para que lo sirviera durante toda su vida (1:9-13).
Elí, el sacerdote, estaba sentado a la entrada del Tabernáculo y, al ver que Ana se balanceaba y sólo movía los labios sin emitir ningún sonido, pensó que ella estaba ebria y dijo: “¿Hasta cuándo vas a estar embriagada? ¡Ve si dejas de beber! (1:9-14).
Ana respondió: “¡Señor! Yo no estoy embriagada. Estoy desesperada y estaba orando. No soy una mujer sin moral. Yo estaba orando de esa forma porque soy muy infeliz y sufridora” (1:15-16).
Elí respondió: “Ándate en paz, Dios te dará lo que pediste” (1:17).
Ana concibió, nació su hijo y ella lo llamó Samuel (1:19-20). Después que Samuel fue desmamado, Ana lo llevó a Silo y lo dejó con Elí para que él pudiera servir a Dios durante toda su vida (1:24-28; 2:11). Ana hizo un cántico de alabanza a Dios (2:1-10).
Los hijos de Elí eran hombres deshonestos, no se importaban con Dios y trataban con desprecio las ofrendas que eran traídas para Él. Eran gananciosos y perversos. Estaban acostumbrados a tomar a la fuerza las ofrendas de los peregrinos que iban al Tabernáculo y que se destinaban a Dios (2:12-17). Ellos tenían relaciones con las mujeres que trabajaban en la entrada del Tabernáculo (2:22). Elí pidió a sus hijos que no hicieran más esas maldades, pero ellos no lo obedecieron (2:23-25).
Sin embargo, el niño Samuel servía fielmente a Dios y él agradaba tanto a las personas como a Dios (2:26).
Un profeta buscó a Elí y le entregó la profecía de la destrucción de su familia, porque él honraba más a sus hijos que a Dios (2:27-36).
En aquellos días, pocos mensajes venían de Dios (3:1). Los hombres no recibían mensajes de Dios como había ocurrido con Moisés, Josué y Gedeón. Samuel dormía en el lugar “Santo”, dentro del Tabernáculo y, cierta mañana, bien temprano, antes que se apagasen las llamas del candelabro, oyó una voz llamando: “¡Samuel, Samuel!”
Samuel respondió: “Estoy aquí” y corrió para donde Elí estaba.
Mas Elí respondió que no lo había llamado. Samuel volvió para la cama, y Dios volvió a llamarlo y él corrió nuevamente para el cuarto de Elí. Elí lo mandó volver para la cama. De nuevo vino la voz y de nuevo Samuel corrió para Elí. Entonces Elí comprendió que era Dios quien estaba llamando al niño y ordenó: “Vuelve para la cama y si él te llama otra vez, di: ‘Habla Señor, pues tu siervo está oyendo’”.
Dios habló al niño Samuel y dijo que la familia de Elí estaba destruida, porque Elí sabía de las malas costumbres de sus hijos y no hacía nada para corregirlos (3:1-14).
Samuel se quedó en la cama hasta la mañana. Él estaba con miedo de hablar con Elí sobre la visión que había tenido. Pero Elí le preguntó: “Samuel, hijo mío, ¿qué fue que Dios te dijo? No escondas nada de mí. Dios te castigará severamente si no me cuentas todo lo que Él dijo.”
Entonces Samuel contó todo, sin esconder nada. Elí respondió: “Él es el Señor. ¡Que se haga todo lo que Él hallar mejor!” (3:15-18).
El pueblo de Israel quedó sabiendo que Samuel era un profeta de Dios y siempre hablaba la verdad (3:19-21). La palabra de Samuel fue para los israelitas como la palabra de Dios (4:1).
Samuel, Juez y Libertador de Israel
En la guerra contra los filisteos, los israelitas llevaron el Arca de la Alianza para el campo de batalla. Los filisteos ganaron la batalla, matando treinta mil israelitas, entre ellos los hijos de Elí y, también, tomaron el Arca.
Uno de los sobrevivientes de la guerra consiguió llegar a Silo y contó las novedades. Al oír la noticia del destino del Arca, Elí se cayó de la silla, para atrás, se quebró el cuello y murió (4:1-18)
Los filisteos llevaron el Arca y la colocaron en el templo de Dagón, que era su dios. A la mañana siguiente, encontraron el ídolo Dagón en el suelo delante del Arca. El ídolo fue levantado, sin embargo al día siguiente estaba de nuevo en el suelo y la cabeza y las manos habían sido quebradas. El Señor trajo una maldición de plaga de ratones y una peste que llenaba los cuerpos de tumores, en la tierra de los filisteos, y ellos mandaron de vuelta el Arca a Israel (5-6).
Samuel gobernaba a Israel como juez y llamó al pueblo a abandonar a los dioses falsos y a volver para Dios, y prometió que Dios los libraría del poder de los filisteos. Los filisteos atacaron a Israel, pero Dios tronó contra ellos con gran ruido, los llenó de pánico, y fueron vencidos por Israel. Los filisteos fueron derrotados y las ciudades que ellos habían tomado fueron devueltas a Israel. (7:2-14).
Samuel envejeció y puso a sus hijos como jueces, pero ellos no siguieron su ejemplo. Al contrario, se orientaron por la ganancia, se dejaron sobornar y no decidían las causas con justicia. Por este motivo, los líderes de Israel pidieron un rey. Samuel quedó entristecido con el pedido de un rey y solicitó al auxilio de Dios. Dios respondió: “No es sólo a ti que ellos rechazaron; ellos me rechazaron a mí como Rey. Están haciendo contigo lo que siempre hicieron conmigo.” (8:1-9).
Samuel explicó que el rey iba a explorar el pueblo tomando sus hombres para el ejército, sus mujeres como siervas, quedándose con las mejores tierras para dar a sus favoritos, y que cobraría impuestos y haría del pueblo esclavos (8:9-18).
El pueblo, sin embargo, no quiso oír la palabra de Samuel, y dijo: “¡No! Tendremos un rey y seremos, nosotros también, como las otras naciones”. El pueblo quiso ser como las otras naciones e insistió en tener un rey para gobernarlos y llevarlos a los combates (8:19-20).
Samuel y Saúl
Poco tiempo después, un hombre llamado Saúl salió buscando las asnas perdidas de su padre. Él pidió ayuda al profeta Samuel para encontrar las asnas. En el momento en que Samuel vio a Saúl, Dios le reveló que Saúl era el hombre escogido para gobernar Israel, Samuel avisó a Saúl que las asnas habían sido encontradas, pero que Israel esperaba por él. Samuel derramó un frasco de aceite sobre la cabeza de Saúl y declaró que Dios lo estaba ungiendo rey de Israel, habló que Saúl juzgaría el pueblo de Dios y lo libraría de la mano de sus enemigos alrededor (9:1-10:2).
Samuel llamó a los israelitas para una reunión en Mizpa para presentar a Saúl como el hombre escogido por Dios para ser el rey de Israel. Sintiéndose amedrentado, Saúl se escondió en medio del bagaje. Más tarde, fue encontrado y presentado al pueblo, casi todo el pueblo gritaba: “¡Viva el rey!”, pero algunos lo despreciaron (10:17-27).
Un mes después de Saúl haber sido consagrado Rey, los amonitas cercaron la ciudad de Jabes. El general de los amonitas amenazó sacar el ojo derecho de cada habitante de la ciudad. Saúl oyó las noticias. Indignado, tomó dos de sus bueyes y, después de matarlos, los cortó en pedazos, enviándolos a cada una de las tribus de Israel junto con un mensaje: “Así será hecho con cada hombre que no me acompañe para la batalla”. Así fue reunido un gran ejército dentro de pocos días. Saúl dividió su ejército colosal en tres columnas, que asaltaron a los amonitas desprevenidos a un solo tiempo, y de tres direcciones diferentes. Fueron tomados de sorpresa y totalmente derrotados (11:1-11).
Entonces el pueblo dijo a Samuel: “¿Quiénes eran los que decían: ‘Saúl no reinará sobre nosotros’? ¡Dinos sus nombres y los condenaremos a la muerte!”
Pero Saúl dijo: “Nadie será condenado a muerte, porque en este día Dios realizó la salvación en Israel” (11:12-13). Después de la victoria, Saúl quedó confirmado como rey.
En su mensaje de despedida, Samuel avisó que, si el pueblo y el rey obedecieran a Dios, les iría bien en todo. Samuel enfatizó que cometieron un gran error pidiendo un rey y terminó diciendo: “Cuanto a mí, que esté lejos de mí que yo venga a pecar contra Dios, dejando de orar por ustedes y de mostrarles el bien y el camino recto” (12:13-23).
Jonatán, el hijo de Saúl, comandaba mil hombres, en cuanto Saúl comandaba dos mil. Jonatán mató a uno de los comandantes filisteos. Los filisteos comprendieron que los israelitas se habían rebelado y quedaron con odio de ellos. Los israelitas se juntaron a Saúl, pero también se reunieron más filisteos. Los israelitas vieron que estaban en una situación muy difícil, quedaron con miedo y empezaron a abandonar al rey. Saúl esperó siete días que el profeta Samuel llegara para ofrecer sacrificios a Dios. El pueblo empezó a abandonarlo y a huir. Temiendo que en breve ya no le restase ningún soldado en su ejército, Saúl perdió la paciencia y ofreció personalmente el sacrificio, no esperando por Samuel, como fuera ordenado. Samuel llegó en el momento en que Saúl ya había terminado el sacrificio, y lo acusó de desobedecer a Dios y, por ese motivo, Dios no permitiría que siguiera reinando; nadie de su familia tendría el derecho de ser rey, y Dios iba a encontrar otro hombre para gobernar a Israel (13:1-14).
Jonatán se tornó un héroe en una batalla que derrotó a los filisteos (14:1-23). En su deseo de exterminar a los enemigos, Saúl cometió una grave imprudencia, cuando ordenó que sería maldito cualquiera que comiera antes del anochecer, para que él se vengase de sus enemigos. Jonatán no oyó la orden, y comió un pedazo de panal de miel. En la tarde, cuando eso fue descubierto, Saúl decretó su muerte. Jonatán ya se había resignado a morir, pero los soldados quedaron espantados al saber que el héroe que prácticamente había logrado solo la victoria del día debería morir. El pueblo salvó a Jonatán (14:24-46).
El rey Saúl luchó valiente y ferozmente contra todos los pueblos vecinos que eran sus enemigos (14:47, 52). Él se tornó un gran rey guerrero, combatiendo a los enemigos de Israel por todas las regiones.
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
P R E G U N T A S
10. ¿Cómo es que alguien como Saúl pudo, en una época de su vida, ser escogido por Dios y en otra ser rechazado por Él?
1 Samuel 9:31 |
||
ESCOGIDO POR DIOS |
DESOBEDECE Y ES RECHAZADO POR DIOS |
RECHAZADO POR DIOS |
HUMILDE (10:20-22) |
ORGULLOSO (15:24-30) |
DESESPERADO (28:4-6) |
Victorioso en la guerra |
Valiente y feroz en las guerras |
Derrotado en la guerra |
El Espíritu Santo con él (10:6,10; 11:6). |
El Espíritu Santo se aparta de él (16:14) |
Atormentado por el espíritu maligno (16:14-23; 19:9) |
-- Alto y bonito (9:1-2) -- Ungido por Samuel (9:13-16) -- Hecho rey (10:17-27) -- Salva la ciudad de Jabes, derrotando los amonitas (11:1-11) -- Confirmado por el pueblo como rey (11:12-15) |
--Impaciente en Gilgal; reprendido por Samuel (13:5-15) --Hace un juramento precipitado (14:24-46) --Victorias en las batallas (14:1-35; 47-52; 15:1-8) --Desobedece a Dios en la guerra contra los amalecitas; rechazado por Dios (15:10-35)
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--Celos de David (18:6-16) --Persegue a David (19-26) --Consulta a una adivina (28:3-25) --Herido en la batalla, se mata (31) |
9 11 |
13 16:14 |
16:14 31 |
Reino Unido
TEXTO: 1 Samuel 15 - 31
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Samuel fue el último de los jueces que gobernó a Israel. Él trajo a los israelitas de vuelta a Dios y los llevó a tener victoria sobre sus enemigos. Cuando Samuel quedó viejo, Israel rechazó ser gobernado por sus hijos, que eran deshonestos. El pueblo quiso un rey, así como los otros países tenían. Dios escoge a Saúl para ser el rey. Cuando Saúl tuvo suceso en una guerra contra los amonitas, todos lo aceptaron como rey.
Antes de una batalla con los filisteos, le faltó paciencia a Saúl para esperar que llegara el sacerdote Samuel para ofrecer un sacrificio a Dios. Fue reprendido por Samuel. En la batalla, Saúl hizo un juramento loco de que el soldado que comiera antes del anochecer sería muerto. Los soldados se debilitaron por causa del hambre. Su hijo Jonatán no sabía del juramento y comió. Jonatán fue el héroe de la batalla. Por desobedecer a la orden, Saúl quería matarlo, pero el pueblo salvó a su héroe. Saúl fue victorioso en las batallas contra los enemigos de Israel.
❖ Personajes-clave: Saúl y David.
❖ Lugar-clave: Israel.
❖ Repeticiones-clave:
-- Acciones llevando a Saúl a la autodestrucción: impaciencia: (13:12-13; rebelión (15:19-23); el Espíritu del Señor se retiró de él (16:14); dominado por los celos (17:8-9); intenta matar a David (17:10-11); mató sacerdotes (22:6-23); procede como un demente (26:21); buscó orientación de una adivina (28:6-20); suicidio (31:4).
-- Acontecimientos que levantaron a David: Samuel lo ungió (16:1-12); David fue dominado por el Espíritu de Dios (16:13); tocaba arpa para Saúl (16:14-23); mató a Goliat (17:1-57); hizo amistad con Jonatán (18:1-5); las mujeres cantaban elogios a David (18:6-16); se casó con Mical (18:17-29); siempre consiguió huir de Saúl (19:1-24); no mató a Saúl (24:3-22); sus soldados tuvieron una victoria contra los amalecitas (30:1-31).
❖ Sentimientos-clave:
-- La arrogancia, la exasperación, la envidia, la rabia y el rencor de Saúl.
-- La seguridad, la valentía y la firmeza de David.
-- El disgusto para con Saúl.
-- La solidaridad entre Jonatán y David.
-- La tristeza que Samuel sintió por causa de Saúl.
-- El placer en relación con David.
❖ Problema-inicial: Dios mandó que Saúl atacara a los amalecitas y que destruyera a todas las personas y todo lo que tuviesen (15:1-3).
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Saúl es Rechazado por Dios
-- Dios mandó que Saúl atacara a los amalecitas y que destruyera a todas las personas y todo lo que tuviesen (15:1-3). Saúl los derrotó, pero no mató al rey Agag ni a los mejores animales (15:4-9).
-- Dios lo rechazó como rey porque fue desobediente, (15:10-35).
Saúl y David
-- Samuel ungió a David como rey (16:1-13), y David fue dominado por el Espíritu de Dios (16:13).
-- El Espíritu de Dios se apartó de Saúl y un espíritu maligno lo atormentó (16:14-15).
-- David tocaba arpa para Saúl (16:14-23).
-- Goliat desafió a los israelitas y fue muerto por David (17:1-57).
-- Jonatán y David hicieron un pacto de amistad (18:1-5).
-- Las mujeres cantaban canciones elogiando a David; Saúl tuvo celos de David y arrojó la lanza
contra él (18:6-16).
-- David se casó con Mical, la hija de Saúl (18:17-29).
David, Huyendo de Saúl
-- Saúl mandó matar a David, pero David consiguió huir (19:1-24).
-- Saúl persiguió a David, sin embargo Jonatán ayudó a David (20:1-43).
-- David huyó de Saúl y recibió el pan del sacerdote Ahimelec. En la ciudad de Gat, David fingió estar loco (21:1-15).
-- La familia de David y otros hombres que estaban en dificultades se juntaron a David (22:1-2).
-- Saúl mandó matar a los sacerdotes porque uno de ellos había dado pan a David (22:6-23).
-- David vivió como guerrero, atacando a los filisteos y huyendo del ejército de Saúl (23:1 — 24:2).
-- David no mató a Saúl cuando éste entró solo en una caverna donde David estaba escondido (24:3-22).
-- Samuel murió (25:1).
-- Nabal despreció a David, pero su esposa, Abigail, le llevó comida. Cuando Nabal murió, David se casó con Abigail (25:2-44).
-- David tuvo otra oportunidad de matar a Saúl pero no lo hizo (26:1-25).
-- David vivió en la tierra de los filisteos (27:1 — 28:2).
Muerte de Saúl
-- Antes de la batalla con los filisteos, porque Dios no le dio orientación, Saúl fue y consultó a una adivina (28:1-25).
-- David fue invitado por uno de los reyes de los pueblos vecinos de Israel para luchar al lado de los filisteos. David aceptó (28:1-2), pero los otros reyes desconfiaron de él y fue mandado para casa (29:1-11).
-- Los soldados de David volvieron para su ciudad y descubrieron que los amalecitas habían atacado y llevado todas sus familias. Ellos fueron atrás y recuperaron todas las personas y bienes tomados por los amalecitas (30:1-31).
-- En la guerra contra los filisteos, algunos de los hijos de Saúl fueron muertos, Saúl fue herido por una flecha y se mató (31:1-13).
❖ Situación-final: En la guerra contra los filisteos, cuando Saúl es alcanzado por flechas enemigas, él se mata para que los filisteos no se burlen de él.
NARRATIVA:
Saúl es Rechazado por Dios
Saúl fue un gran guerrero, combatiendo y derrotando a los enemigos de Israel por todas las regiones. Dios, por medio de su portavoz Samuel, mandó a Saúl atacar a los amalecitas. Samuel dijo a Saúl: “Escucha esto que el Dios Todopoderoso dice. Él castigará a los amalecitas porque ellos lucharon contra los israelitas cuando ellos vinieron de Egipto. Anda, ataca a los amalecitas y destruye completamente todo lo que ellos tienen. No tengas compasión ni piedad. Mata a todos los hombres y mujeres, niños y bebés, ganado y ovejas, camellos y jumentos (15:1-3).
Saúl reunió a sus soldados y derrotó a los amalecitas, pero no mató al rey Agag y los mejores animales. Saúl exterminó a todos los otros hombres, mujeres y niños, concediendo vida solamente al rey Agag. Él también reservó lo que había de mejor en los rebaños de carneros y de ganado. Lo que no servía fue exterminado (15:4-9).
Samuel trajo juicio de Dios a Saúl. Él censuró severamente a Saúl por haber desobedecido a las órdenes de Dios. Saúl trató de justificarse, alegando que había conservado los animales para ser sacrificados al Señor. Samuel respondió que: “Es mejor obedecer a Dios que ofrecerle en sacrificio las mejores ovejas.”
Samuel avisó a Saúl que, como resultado de su desobediencia, él había sido rechazado por Dios como rey. Samuel se dio media vuelta para dejar a Saúl, pero Saúl lo agarró por la orilla de la capa, que se rasgó. Samuel dijo: “Hoy Dios rasgó de tus manos el reino de Israel.”
Saúl respondió:” ¡Yo pequé! Pero por lo menos, respétame delante de los líderes y de todo el pueblo de Israel. Vuelve conmigo para que yo pueda adorar al Señor, su Dios.” Entonces Samuel volvió con él, y Saúl adoró al Señor.
Samuel mandó que Saúl trajera al rey Agag donde él estaba y lo mató con una espada. Samuel salió y nunca más vio a Saúl (15:10-35).
Saúl y David
Dios reveló a Samuel que ya había escogido a otra persona para ser el rey en lugar de Saúl y que sería uno de los hijos de un hombre llamado Isaí, de Belén. Cuando los hijos de Isaí llegaron, Samuel vio a Eliab, y pensó: “Este hombre de hermosa apariencia debe ser el escogido del Señor”.
Pero Dios respondió: “No te impresiones con la apariencia, ni con la altura de este hombre. Yo no juzgo como las personas juzgan. Ellas miran para la apariencia, pero yo veo el corazón”.
Entonces Isaí llamó a su hijo Abinadab y lo llevó a Samuel. Pero Samuel dijo: “Este tampoco fue escogido por el Señor”. De esta manera, Isaí presentó a Samuel siete de sus hijos. Y Samuel dijo: “El Señor no escogió a ninguno de estos”. Él preguntó a Isaí: “¿No tienes ningún otro hijo?”
Isaí respondió: “Tengo uno más, el menor, pero él no está, porque está cuidando de las ovejas”.
Dijo Samuel: “¡Entonces manda a buscarlo!
Isaí mandó a buscarlo. Era un joven bonito, saludable y de ojos brillantes.
El Señor dijo a Samuel: “Es este mismo. Úngelo”. Samuel tomó el cuerno lleno de aceite y ungió a David delante de sus hermanos. El Espíritu del Señor dominó a David y desde ese día en adelante se quedó con él (16:1-13).
El Espíritu del Señor dejó a Saúl y un espíritu maligno empezó a atormentarlo. Los siervos de Saúl sugirieron que buscaran a un hombre que tocara muy bien el arpa para calmar a Saúl. David fue encontrado y vino para tocar arpa y tranquilizar a Saúl cuando era atormentado por el espíritu maligno (16:1-14-23). De ahí en adelante, todas las veces que Saúl se sentía enfurecido David tocaba una melodía en el arpa hasta disiparse aquel estado de locura y Saúl se sintiera tranquilo nuevamente. Sin embargo, David no pasaba todo el tiempo en la corte de Saúl. Él volvía para casa, para ayudar a su padre a cuidar de su rebaño (17:15).
Cuando los filisteos se reunieron para luchar contra Israel, los hermanos de David estaban en el ejército de Saúl y David cuidaba del rebaño de su padre. Un día, Isaí mandó a David a llevar comida para sus hermanos mayores. David llegó al campamento justo en la hora en que los israelitas estaban saliendo, para ponerse en posición de batalla. El ejército de los filisteos y el ejército de los israelitas tomaron posición de combate, uno frente al otro. David dejó las cosas que había traído y corrió para el frente de batalla para encontrarse con sus hermanos. Cuando estaba hablando con ellos, un gigante llamado Goliat, que medía más de dos metros y noventa centímetros de altura, una armadura de bronce y una enorme lanza, gruesa y pesada, desafió al ejército de los israelitas. “Escojan un hombre entre ustedes para que venga a luchar con Goliat. Vamos a ajustar nuestras cuentas en una lucha simple. Si él me mata, los filisteos serán sus siervos. Pero, si yo lo mato, ustedes tendrán que servirnos. ¡Yo los desafío, perros israelitas! Mándenme un hombre que pueda luchar conmigo” (17:1-11).
David se sintió indignado al oír las provocaciones de Goliat y habló: “¿Quién es ese filisteo pagano para desafiar al ejército del Dios vivo?”
Eliab, el hermano mayor de David quedó enfadado y dijo: “¿Qué estás haciendo aquí? ¿Con quién dejaste aquellas pocas ovejas en el desierto? ¡Entrometido! ¡Viniste aquí sólo para ver la batalla!”
David preguntó: “¿Qué fue que yo hice ahora? ¿Será que no puedo ni hablar?” (17:12-30).
Algunos soldados oyeron lo que David había dicho y le contaron al rey. Saúl mandó a llamar a David. David dijo a Saúl: “¡Nadie debe quedar con miedo de ese filisteo! Yo voy a luchar contra él”.
Saúl respondió: “¡No puedes, no pasas de un jovencito, y él ha sido soldado toda su vida!”
David se justificó: “Yo cuido de las ovejas de mi padre. Cuando un león o un oso se lleva una oveja, yo voy atrás. He matado leones y osos y voy a hacer lo mismo con ese filisteo pagano, que desafió al ejército del Dios vivo. Dios me salvó de los leones y de los osos y me salvará de este filisteo” (17:31-37).
Saúl ofreció a David su propia armadura, pero David no la quiso. Él tomó su vara de pastor, escogió cinco piedras lisas en el río y, con su honda, salió para enfrentar a Goliat (17:38-40).
El gigante Goliat se burló de David: “¿Para qué esa vara? ¿Tú piensas que yo soy un perro, para venir a golpearme con palos?
David respondió: “Tú vienes contra mí con espada, lanza y dardo. Pero yo voy contra ti en nombre de Dios. Hoy, Dios te entregará en mis manos y todo el mundo sabrá que el pueblo de Israel tiene un Dios”. David corrió en dirección a Goliat, metió la mano en su bolsa, tomó una piedra y, con la honda, la lanzó. La piedra quedó clavada en la frente de Goliat y él cayó de cara en el suelo. David tomó la espada del gigante y le cortó la cabeza. Con miedo, los filisteos se dieron prisa en huir y los israelitas los persiguieron (17:41-57).
Jonatán, el hijo de Saúl, sintió una profunda amistad por David y los dos hicieron un pacto de amistad. David fue bien sucedido en todos los lugares para donde Saúl lo envió. Entonces Saúl lo puso como comandante de su ejército. Eso agradó a todo el ejército (18:1-5).
Cuando los soldados estaban volviendo para casa, después de la batalla, las mujeres salieron cantando: “Saúl mató mil; David mató diez mil”. A Saúl no le gustó este cántico y empezó a tener celos de David. Un día, cuando Saúl estaba atormentado y David estaba tocando el arpa, Saúl arrojó su lanza contra él, pero David se desvió de ella. Todo lo que David hacía tenía éxito, porque Dios estaba con él. Dios había abandonado a Saúl; por eso, Saúl tenía miedo de David. Saúl apartó a David de él, poniéndolo como oficial comandante de mil hombres. Saúl vio el suceso de David y quedó con más miedo de él todavía. Pero, en Israel y en Judá todos amaban a David porque él era un líder valiente (18:6-16).
Mical, la hija de Saúl, se enamoró de David y ellos se casaron. Saúl vio y reconoció que el Señor estaba con David y que su hija Mical lo amaba. Por eso, quedó con más miedo todavía de David y por el resto de su vida fue su enemigo. Todas las veces que los ejércitos filisteos salían para luchar, David conseguía más victorias que todos los otros oficiales de Saúl y así quedó muy famoso (18:17-30).
En las batallas, David siempre tenía más victorias que los otros oficiales. Saúl reconoció que Dios estaba con David y por eso quedó con más miedo aún de él y por el resto de su vida fue su enemigo (18:28-30).
David, Huyendo de Saúl
Saúl contó a su hijo Jonatán y a todos sus oficiales que él estaba planeando matar a David. Entonces Jonatán elogió a David delante de Saúl y dijo: “Padre mío, no hagas ningún mal a tu siervo David. Todo lo que él ha hecho te ha ayudado bastante. Él arriesgó la propia vida cuando mató a Goliat, y por su intermedio el Señor conquistó una gran victoria para Israel. Entonces, ¿por qué harías mal a un hombre inocente, matando a David sin ninguna razón?” Saúl atendió al pedido de Jonatán y juró, en nombre del Señor, que David no sería muerto. Entonces Jonatán llamó a David y le contó todo. Después, lo llevó donde Saúl y David continuó a servir al rey como antes (19:1-7).
Un día, el espíritu malo dominó a Saúl. Él estaba sentado en la casa, con la lanza en la mano, y David estaba allí tocando el arpa. Saúl intentó clavar David en la pared con su lanza, pero él se desvió, y la lanza quedó enterrada en la pared. Entonces David corrió y escapó. Esa misma noche, Saúl mandó algunos hombres para que vigilaran la casa de David, para matarlo a la mañana siguiente. Mical, la esposa de David, lo avisó: “Si tú no huyes esta noche, mañana estarás muerto”. Mical ayudó a David a escapar. Él consiguió huir y Saúl lo persiguió (19:9-24).
En cuanto Saúl perseguía a David, su hijo Jonatán lo ayudaba. Saúl quedó muy irritado con Jonatán y dijo:” ¡Hijo de una mujer perversa y rebelde! ¡Ahora yo sé que te pasaste para el lado de David, trayendo deshonra para ti y para tu madre! Mientras David esté vivo, tú no serás rey de este país. ¡Anda ahora y tráelo aquí porque es necesario que él muera!”
Jonatán preguntó: “¿Por qué él debe morir? ¿Qué fue lo que él hizo?”
Entonces Saúl arrojó su lanza contra Jonatán para matarlo. Jonatán se levantó furioso de la mesa. Él estaba muy triste porque Saúl había insultado a David (20:1-43).
David huyó de Saúl, yendo para una ciudad de sacerdotes, y fue recibido por Ahimelec, el líder de los sacerdotes. David dijo que estaba en una misión secreta representando a Saúl y, como no tenía alimentos ni armas, el sacerdote le ofreció pan y la espada de Goliat que estaba guardada allí (21:1-10).
Pensando que estaría a salvo entre los enemigos de Saúl, David fue para la ciudad de Gat. Habiendo sido reconocido, fingió que estaba loco (21:11-15). Después huyó para un desierto, una región deshabitada, para vivir en una caverna.
La familia de David y los hombres que estaban en dificultades o estaban descontentos, se juntaron con David y él se hizo jefe de ellos (22:1-2).
Cuando quedó sabiendo que el sacerdote Ahimelec había dado pan a David, Saúl mandó a matar a todos los sacerdotes relacionados con él. Sólo uno consiguió escapar y fue a juntarse con David (22:6-23).
David vivió como guerrero, atacando a los filisteos y huyendo del ejército de Saúl. Éste volvió a perseguirlo como si fuera un animal (23:1 — 24:2).
Cierto día, David y sus hombres estaban escondidos en el fondo de una caverna oscura y Saúl, sin saber que David estaba allá, entró para aliviarse. David se arrastró silenciosamente hasta donde Saúl estaba y le cortó un pedazo de su capa, sin que él notara. David esperó hasta que Saúl saliera de la caverna y fue atrás de él, gritando: “¿Por qué crees en los que dicen que quiero tu desgracia? Mira: estabas en mi poder, podría haberte matado”.
Al oírlo, Saúl quedó emocionado y lloró: “Tú estás cierto y yo estoy equivocado. Tú has sido bueno para mí, mientras yo te he hecho mal” (24:3-22).
El profeta-juez Samuel murió y todos los israelitas lloraron su muerte (25:1).
Saúl se transformó en víctima de su locura y volvió a perseguir a David. David tuvo otra oportunidad de matarlo pero no lo hizo (26:1-25).
Para quedar lejos del alcance de Saúl, David vivió un año y cuatro meses en la tierra de los filisteos. Él fingió estar del lado de los filisteos, que continuaban invadiendo el territorio israelita. En vez de eso, sin embargo, atacó a los enemigos de Israel, no perdonando la vida de nadie, y consiguió el favor de Aquis, uno de los reyes de los filisteos (27:1 — 28:2).
Muerte de Saúl
Los filisteos se reunieron para atacar a los israelitas. Saúl buscó la orientación de Dios, pero Él no le respondió. En su desesperación, Saúl mandó que sus oficiales buscaran una mujer que fuera adivina, para que él la consultara. Él entonces se disfrazó y salió de noche para consultar a la adivina. Saúl había expulsado de Israel a todos los que practicaban la hechicería y los adivinos, así como a todos los evocadores, porque sabía que los adoradores de Dios nada debían tener en común con esas personas (Lv 20:27; Dt 18:10-12). Ella reconoció a Saúl, pero él prometió que ella no sería castigada por llamar el espíritu para él. Saúl pidió que ella llamara al espíritu de Samuel. La adivina dijo que estaba viendo el espíritu de un anciano cubierto con un manto. Saúl pensó que era el espíritu de Samuel. El espíritu que apareció avisó a Saúl que Dios lo había abandonado y que, al día siguiente, él y sus hijos morirían durante la batalla, y el ejército de Israel sería derrotado (28:1-25).
El rey Aquis invitó a David para luchar al lado de los filisteos y David aceptó (28:1-2), pero los otros reyes desconfiaron de él. Ellos tuvieron miedo de que durante la batalla, David fuera capaz de ponerse contra ellos. David y sus hombres fueron mandados para casa (29:1-11).
David y sus soldados, volviendo para su ciudad, Siclag, descubrieron que los amalecitas habían atacado la ciudad y llevado a todas las mujeres de los hombres de David. Entonces David y sus seiscientos hombres fueron atrás de los amalecitas. Cuando llegaron al torrente de Besor, algunos de ellos se quedaron allí. Doscientos de ellos estaban demasiado cansados para atravesar el torrente y, por eso, se quedaron para atrás. David continuó su camino con cuatrocientos hombres. Los cuatrocientos atacaron a los amalecitas y recuperaron todas las personas y los bienes que les habían tomado.
David volvió para el lugar donde estaban los doscientos hombres que se habían quedado atrás, en el torrente de Besor, por estar muy cansados. Ellos salieron al encuentro de David y de sus hombres. Algunos hombres egoístas que habían ido con David dijeron: “Ellos no fueron con nosotros, por eso, no les daremos nada de lo que trajimos. Ellos pueden tomar sus mujeres y sus hijos e irse”.
David respondió: “¡Hermanos míos, ustedes no pueden hacer eso con lo que el Señor nos dio! ¡Él nos salvó y nos dio la victoria sobre los enemigos! Todo debe ser repartido en partes iguales: quien se quedó para atrás con el bagaje, debe recibir lo mismo que aquél que luchó en la batalla” (30:1-25).
En la guerra contra los filisteos, los israelitas huyeron para las ciudades de la frontera sin luchar, entregándose a los filisteos victoriosos. Tres de los hijos de Saúl fueron muertos, Saúl fue alcanzado por una flecha y quedó gravemente herido. Para evitar ser llevado prisionero por el enemigo, Saúl se mató, arrojándose por encima de su propia espada (31:1-13).
Un joven fue a avisar a David las noticias de la desgracia que había caído sobre Israel. Llevaba con él la corona y el brazalete de Saúl. Él dijo incluso que era el culpable de la muerte del rey. Dijo que vio a Saúl apoyado en su lanza, que Saúl le pidió que lo ayudara a morir y que él lo había hecho. El joven pensaba que David lo recompensaría, pero David gritó: “¿Cómo te atreviste a matar al ungido de Dios?, y ordenó enseguida que el joven fuera ejecutado por su crimen. Después, rasgó sus ropas y lamentó la muerte de Jonatán y Saúl. A pesar de la hostilidad que Saúl le había demostrado, David sentía un sincero afecto por él; pero David amaba a Jonatán (2 S 1:11-27).
Saúl murió así porque fue infiel al Señor. Él no obedeció a los mandamientos de Dios y consultó los espíritus de los muertos. Por eso, Dios lo mató y entregó el reino a David, hijo de Isaí (1 Cr 10:13-14).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
1. El hombre que no tiene paciencia para esperar y no sigue los planes de Dios puede hacer locuras. Samuel acusó a Saúl de hacer locura cuando él no obedeció a la orden de Dios, no esperando Samuel llegar para ofrecer el sacrificio (13:18).
2. El hombre que anda con Dios, pero se niega a obedecer Sus órdenes, se va a alejar de Él. Saúl era el hombre escogido por Dios y anduvo con Él hasta que le desobedeció. Dios y la persona que anda con Él caminan juntos, en una especie de dos líneas paralelas. El hombre puede dejar su paralelo y tomar una dirección equivocada; Dios, sin embargo, continúa por la línea recta y, así, no puede más acompañar al hombre. El hombre es libre para acompañar o no a Dios. Dios es inmutable y no cambia Su dirección.
3. Dios exige obediencia y no solamente participación en actividades religiosas. Dios mandó a Saúl destruir todo lo que era de los amalecitas. Saúl se quedó con los mejores animales para ofrecer en sacrificio. Samuel explicó que es mejor obedecer a Dios que ofrecerle sacrificio (15:22-23).
4. El hombre que deja de servir a Dios corre el riesgo de perder la ayuda divina. Cuando Saúl dejó de servir y obedecer a Dios, Dios no lo ayudó más (15:21-23, 28).
5. El hombre que, en el pasado, servía a Dios, que era dirigido por el Espíritu Santo, pero que, en el tiempo presente, deja de obedecerlo, corre el riesgo de ser atormentado por un espíritu maligno, tal como sucedió con Saúl (15:23; 16:14).
6. El hombre que conoce a Dios y es Su siervo fiel, pero empieza a desobedecerlo, corre el peligro de desviarse para tan lejos de Dios que pasa a considerar a otro siervo como su enemigo. Eso pasó con Saúl cuando se transformó en enemigo de David (18:29).
7. La persona que entiende claramente la Palabra de Dios, y la desobedece, se arriesga a ser culpable de su propia autodestrucción. Fue eso lo que aconteció con Saúl (15:17-19; 31:4) y con Ananías y Safira (Hch 5:1-10).
8. El líder que se preocupa en agradar al pueblo no va a obedecer a Dios. Saúl explicó que no mató los animales de los amalecitas para agradar a sus soldados (15:21, 24). Él se preocupó más con el hecho de Samuel no respetarlo delante de los líderes, que con el hecho de Dios estar rechazándolo (15:30).
9. Dios no juzga como las personas juzgan. Las personas pueden ser engañadas por las apariencias, pero Dios ve el corazón (16:7).
10. El siervo de Dios, dominado por el Espíritu Santo, tendrá capacidad de hacer cualquier cosa que Dios quiere. David, siendo dominado por el Espíritu de Dios, podía hacer todo lo que Dios quería (16:3).
11. Pocos recursos en las manos de alguien que se entrega a Dios, producen grandes resultados. Para luchar contra Goliat, David tuvo en las manos solamente una honda y algunas piedras; en la cabeza, sin embargo, tenía la fe en Dios y con su boca confesó el nombre del Señor (17:41-52). Un niño con solamente 2 peces y 5 panes provocó un milagro (Jn 6:5-13)).
12. ¡Cómo es importante una amistad verdadera! La amistad entre Jonatán y David se transformó en una amistad modelo. Nació espontánea y voluntariamente (18:1-3), permaneció durante las probaciones (20:30-34,41; 23:15-18), no fue destruida con la muerte de uno de los amigos (2 S 9:7,13).
13. En algunas circunstancias, huir es una actitud correcta. David, cuando perseguido, huyó de la presencia de Saúl.
14. El creyente necesita aprender a convivir con el tiempo de Dios. David fue ungido rey, pero sólo después de algún tiempo es que fue colocado en el trono. Antes de eso, anduvo como fugitivo.
15. Quien es fiel a Dios puede estar sujeto a críticas y odio de todas partes, de los amigos, de los enemigos y de los familiares. Fue eso lo que sucedió con David; fue esa la promesa de Pablo a Timoteo. (Vea 2 Tim 3:12).
16. El siervo de Dios no busca vengarse de sus enemigos. Él deja la venganza en las manos de Dios (Ro 12:19). David tuvo dos veces la oportunidad de matar a su enemigo Saúl, pero, en las dos, él respetó su vida (24:1-11; 26:3-16).
17. La calumnia afecta principalmente a los íntegros; los impíos ya están desacreditados por naturaleza. David suplicó a Saúl que no diera atención a los calumniadores (24:9). Los calumniadores no habitarán en la casa de Dios (Sl 15:1-3). David fue calumniado; Job fue calumniado (Job 1:11; 2:4-5); Jesús fue calumniado (Mt 12:24); creyentes son calumniados (Ro 3:8; 1 P 3:16); Satanás es el acusador de los fieles a Dios (Ap 12:10).
18. El hogar desajustado no impide que uno de sus miembros sea una persona justa y fiel a Dios. Saúl, con su ira y locura, no impidió que Jonatán fuera fiel a Dios y a David (20:42).
19. Un siervo de Dios que miente, puede perjudicar a otras personas. David mintió cuando le dijo al sacerdote Ahimelec que estaba en una misión secreta del rey y Ahimelec no sabía que al ayudar a David, parecería que él estaba contra el rey Saúl (21:1-7). La consecuencia de la mentira de David fue la muerte de los sacerdotes de Nob (22:18-19). El padre de toda mentira es el diablo (Jn 8:44).
20. Quien no escucha la voz de Dios ni la obedece, va a buscar orientación en el maligno. Fue eso lo que Saúl hizo cuando buscó una adivina (28:6-26; 1 Cr10:13-14; Is 8:19-20).
21. Es un pecado grave consultar a los muertos (Lv 20:27; Dt 18:10-12; Is 8:19-20; Ap 21:8). Saúl cometió un gravísimo pecado al consultar la adivina (28:6-20; 1 Cr 10:13-14).
22. Como la Biblia da estrictas instrucciones contra las experiencias con el reino de los espíritus, es difícil explicar que pasó cuando Saúl consultó a la adivina. Una posibilidad es que un espíritu maligno haya imitado a Samuel y aparecido como un seudo-Samuel. Otra posibilidad es que la mujer esperaba tener contacto con un demonio representando Samuel, pero Dios permitió que Samuel le apareciera y le diera un mensaje de condenación para Saúl, ya que el texto declara que era Samuel (28:15-16, 20). El texto no dice que la mujer “hizo subir” a Samuel de los muertos. El acontecimiento no da base para la falsa doctrina de los que invocan espíritus que declaran poder hablar con los muertos. Los adivinos no tienen acceso a los muertos, pero se comunican con espíritus malignos que imitan a las personas que murieron. En 1 Reyes 22:22, estos espíritus son llamados de espíritus mentirosos.
P R E G U N T A S
1. ¿Qué llevó a Saúl a desobedecer a Dios?
2. ¿Por qué Saúl fue rechazado por Dios?
3. ¿Cuáles fueron las consecuencias de la desobediencia de Saúl?
4. ¿Cómo fue que Samuel reaccionó con Saúl después de su desobediencia?
5. Cuando Samuel fue a ungir al futuro rey, ¿qué le enseñó Dios sobre la manera de los hombres juzgar a alguien y la manera como Dios juzga?
6. ¿Cómo fue que el niño David venció al gigante Goliat?
7. ¿Qué nos enseña la amistad entre Jonatán y David?
8. Después que David fue ungido rey y, antes de asumir el trono, sufrió mucha perseguición. ¿Qué podemos aprender con las dificultades enfrentadas por David?
9. ¿Por qué David, cuando tuvo oportunidad, no mató a Saúl, el enemigo que lo perseguía?
10. ¿Por qué Saúl, que sabía de la prohibición de Dios de consultar a los muertos, consultó a la adivina?
11. Con quién usted puede identificarse actualmente:
■ ¿Con Saúl, siguiendo un camino que puede llevarlo a la autodestrucción?
■ ¿Con Samuel, cuando estaba triste y decepcionado con los errores de su amigo Saúl?
■ ¿Con Samuel, yendo a ungir a David y, a pesar de su decepción, tenía esperanza de días mejores?
■ ¿Con David enfrentando dificultades, pero, con el Espíritu Santo dándole confianza en la victoria?
Reino Unido
TEXTO: 2 Samuel 1 — 24;
1 Crónicas 11 — 29
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Dios escogió a Saúl para ser el primer rey de Israel. Él empezó bien, pero cuando se puso desobediente, Dios lo desechó como rey y escogió a David para tomar su lugar. Saúl quedó con envidia de él y lo persiguió. David tuvo que vivir como fugitivo. En una guerra contra los filisteos, Saúl fue muerto.
❖ Personaje-clave: David.
❖ Lugar-clave: Israel.
❖ Repeticiones-clave:
-- Triunfos, uno después del otro, en la vida de David hasta que él cometió adulterio.
-- Decepciones, una después de la otra, en la familia y en la nación de David después de su pecado.
-- Hijos de David entran en rebeldía: Amnón (2 S 13:1-19); Absalón (13:23 — 18:18); y Adonías (1 R 1:1-31)
-- Joab mató hombres inocentes por venganza: Abner (3:2-27) y Amasa (20:9).
❖ Sentimientos-clave:
-- El suceso de David hasta su pecado; las decepciones y conflictos después de su pecado.
-- El egoísmo y la venganza de Joab.
-- La lealtad de Urías.
-- La sabiduría y el coraje de Natán.
-- El luto de David frente a la muerte de personas amadas o respetadas.
-- La subversión de Absalón.
-- La arrogancia de Amnón, Absalón y Adonías, hijos de David.
-- La ganancia de Absalón y Adonías.
❖ Problema-inicial: Un joven trajo a David la noticia de la derrota de los israelitas y de la muerte de Saúl.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
David, Rey de Judá; Is-boset, Rey de Israel
-- Un joven trajo a David la noticia de la derrota de los israelitas y de la muerte de Saúl y Jonatán, diciendo que había matado a Saúl (1:1-16).
-- David lloró por Saúl y por Jonatán (1:17-27).
-- David fue coronado como rey de Judá y se quedó viviendo en Hebrón (2:1-7).
-- Is-boset, hijo de Saúl, reinó en Israel. Abner, que era el comandante del ejército de Saúl, se hizo poderoso entre la gente de Saúl (2:8-11).
-- Hubo guerra entre los que apoyaban a David. En una de esas batallas, Abner mató a Asael, hermano de Joab (2:12-23).
-- David fue quedando cada vez más poderoso (3:1).
-- Abner abandonó a Is-boset y prometió ayudar a David a gobernar la tierra (3:6-21).
-- Joab mató a Abner para vengar la muerte de su hermano Asael en una batalla (3:22-30).
-- David lamentó la muerte de Abner (3:31-39).
-- Is-boset fue asesinado por dos de sus soldados (4:1-12).
Los Sucesos de David, el Rey de Todo Israel
-- David fue hecho rey de todas las tribus de Israel (5:1-5).
-- David conquistó Jerusalén y se quedó viviendo allá (5:6-9).
-- David fue quedando cada vez más poderoso (5:10-25).
-- El arca de la alianza fue llevada para Jerusalén (6:1-23).
-- David quiso construir el templo para Dios. Dios no se lo permitió, pero prometió que su hijo lo construiría (7:1-17) y que uno de sus descendientes reinaría para siempre (7:11-13; 16). David hizo una oración de agradecimiento a Dios (7:18-29).
-- David fue victorioso en las batallas (8:6) y gobernó a Israel con igualdad y justicia (8:15). --- David invitó a Mefi-boset, el hijo inválido de Jonatán, para quedarse viviendo en Jerusalén y comiendo junto con el rey (9:1-13).
Los Pecados de David
-- David adulteró con Betsabé y mandó matar a Urías, el marido de ella (11:1-27).
-- El profeta Natán reprendió a David y él reconoció su pecado. Una consecuencia del pecado de David fue que siempre habría violencia en su familia (12:1-31).
Las Consecuencias de los Pecados de David
-- El hijo de David y Betsabé murió (12:15-23).
-- Amnón abusó sexualmente de su propia hermana Tamar (13:1-22).
-- Absalón mató a su hermano Amnón y huyó (13:23 -39).
-- Absalón volvió para Jerusalén e hizo las paces con David (14:1-33).
-- Absalón empezó una rebelión contra David. Ahitofel, un consejero de David, se quedó a su lado (15:1-12).
-- David huyó de Jerusalén con sus seguidores (15:13-37).
-- Mientras huía, Simei maldijo a David (16:5-14)
-- Husai, un consejero de David, engañó a Absalón, dándole un consejo que confundió los consejos de Ahitofel (17:1-26).
-- Absalón fue muerto por Joab en la batalla (18:1-18).
-- David lloró la muerte de Absalón (18:19-33).
-- Joab reprendió a David (19:1-9).
-- David volvió para Jerusalén y restableció su reino. David puso a Amasa en el comando en lugar de Joab (19:11-43).
-- Seba organizó una rebelión contra David. Joab mató a Amasa y después consiguió la muerte de Seba (20:1; 6-22).
-- David dejó de salir para la guerra (21:15-17).
-- David mandó contar al pueblo y fue castigado por Dios (24:1-25).
-- David hizo preparativos para construir el Templo (1 Cr 22:1-16).
-- Cuando David estaba viejo, un hijo suyo, Adonías, intentó ser rey, pero David escogió a Salomón para substituirlo (1 R 1:1-53).
-- David dio consejos a Salomón y después murió. Salomón quedó en lugar de David como rey (1 R 2:1-12).
❖ Situación-final: David murió y Salomón quedó en su lugar como rey.
NARRATIVA
David, Rey de Judá; Is-boset, Rey de Israel
Tres días después de la batalla entre los israelitas y los filisteos, un joven vino del campamento de Saúl con la noticia de la derrota de los israelitas y de la muerte de Saúl y Jonatán. Dijo que vio a Saúl apoyado en su lanza y que él le había pedido para matarlo, para poder escapar de los filisteos. Entonces él mató a Saúl y trajo la corona y la pulsera que eran de él para David. David mandó matar al joven, porque había matado al rey escogido por Dios. David rasgó sus ropas, lloró por Saúl y Jonatán y cantó un lamento por ellos (1:1-27).
David fue declarado rey de Judá y se quedó viviendo en Hebrón. Sin embargo, Is-boset, hijo de Saúl, reinó en Israel. Abner, que era el comandante del ejército de Saúl, continuó fiel a la familia del ex-rey y fue poderoso entre la gente de Saúl (2:1-11).
Hubo una guerra civil entre el pueblo de Israel que apoyaba a la familia de Saúl y los que apoyaban a David. Abner comandaba la gente de Saúl; y Joab, la gente de David. Joab salió vencedor, pero Abner mató a Asael, el hermano de Joab (2:12-23).
La guerra entre la casa de Saúl y la de David continuó, más David quedaba cada vez más fuerte, y el pueblo de Saúl cada vez más débil. Un día, Is-boset acusó a Abner de haber tenido relaciones con una concubina de Saúl. Abner quedó furioso, abandonó a Is-boset y prometió ayudar a David a gobernar la tierra. Él visitó a David, le ofreció paz y también el trabajo de viajar por Israel hablando a su favor, para reunir la nación para apoyarlo (3:1-21).
Luego después de la partida de Abner, sin que David supiera, Joab fue atrás de él y lo mató como venganza por la muerte de su hermano Asael. Al oír la noticia de esa muerte, David quedó perplejo, y anunció: “Estoy inocente de este crimen”., y lamentó la muerte de Abner (3:22-39).
Con la muerte de Abner, Is-boset y sus partidarios se desanimaron. Is-boset fue asesinado por dos de sus soldados, que llevaron su cabeza para David para ganar la buena voluntad de él. David, sin embargo, mandó matar a estos traidores (4:1-12).
Los Sucesos de David, el Rey de todo Israel
Con la muerte de Is-boset, David no tenía ningún otro rival para el trono de Israel. Cada una de las tribus se unió para hacerlo rey de todo Israel. David conquistó la ciudad de Jerusalén y se quedó viviendo en ella (5:1-9).
David se fortalecía. El rey de Tiro mandó embajadores a David y le dio su apoyo. David derrotó a los filisteos y tuvo muchas victorias en las guerras contra todos sus enemigos (5:10-25).
El arca de la alianza de Dios fue llevada para Jerusalén. David danzó con todas sus fuerzas en alabanza a Dios. A Mical, hija de Saúl, no le gustó ver a su marido David saltando con el pueblo, vestido con un efod de lino, y quedó con mucha rabia de él. David volvió para casa para estar con su familia. Mical salió para recibirlo y le dijo: “¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera!
David respondió: “Yo estaba danzando en alabanza al Señor, que me prefirió a mí en lugar de tu padre y sus descendientes y me colocó como líder de Israel. Pues yo continuaré a danzar en honra al Señor y me humillaré todavía más delante de Su presencia. Tú puedes pensar que yo no soy nada, pero aquellas jóvenes de quien hablaste, ¡me darán mucho valor!” Y Mical, hija de Saúl, nunca tuvo hijos (6:1-23).
David quiso construir el templo para Dios. Dios respondió que él no podría hacerlo porque era guerrero, sin embargo, su hijo lo haría. Dios prometió que un descendiente de David reinaría para siempre. David hizo una oración agradeciendo a Dios por la promesa de que siempre habría reyes entre sus descendientes (7:1-29).
Dios hizo que David fuera victorioso en todos los lugares donde iba (8:60). Él gobernó a Israel, aplicando el derecho y haciendo justicia a todo el pueblo (8:15).
David invitó a Mefi-boset, el hijo inválido de Jonatán, para quedarse viviendo en Jerusalén y siempre comer junto con el rey. Como recuerdo de la amistad que tenía con Jonatán, él demostró siempre bondad para Mefi-boset (9:1-13).
Los Pecados de David
En una época, cuando el ejército israelita estaba en guerra, David se quedó en Jerusalén. Un día, estando en la terraza de su palacio, vio, en una casa que quedaba cerca, una señora muy bonita, Betsabé, la cual se bañaba. Él se sintió atraído por ella y mandó a llamarla; tuvo relaciones con ella y ella concibió.
Para esconder su pecado, David mandó que el general Joab mandara a Urías, el marido de Betsabé, para venir a hablar con él. Urías vino al palacio y dio informaciones a David. David lo mandó ir para casa y descansar. Pero Urías no fue; en vez de eso, durmió en el portón del palacio, junto con los guardas del rey. David quiso saber por qué no había ido para su casa, y Urías respondió: “Los hombres de Israel están en el frente de batalla. Mi comandante Joab y sus oficiales están acampados al aire libre. ¿Cómo podría ir para mi casa, comer, beber y dormir con mi mujer?”
David escribió a Joab, ordenándole que pusiera a Urías, el marido de Betsabé, en la vanguardia de la batalla más violenta, lo que resultaría en su muerte. Así, Urías fue muerto en la batalla. David mandó traer a Betsabé, la viuda, para el palacio. Ella fue su esposa y le dio un hijo. A David le gustó Betsabé, pero a Dios no le gustó lo que David hizo (11:1-27).
Dios mandó al profeta Natán a hablar con David sobre su pecado. Natán contó la siguiente historia: “Había dos hombres que vivían en la misma ciudad: uno rico y otro pobre. El rico tenía muchas ovejas, mientras el pobre tenía solamente una oveja. Ella creció en su casa con él y con sus hijos. Un día, un huésped llegó a la casa del hombre rico. Éste no quiso matar uno de sus propios animales para preparar la comida, entonces, tomó la oveja del hombre pobre, la mató y preparó con ella la comida para su huésped”.
David quedó furioso con aquel hombre y dijo: “¡El hombre que hizo eso es digno de muerte!”
Natán le respondió: “Ese hombre eres tú. Tomaste la mujer de Urías y a él lo mataste por medio de la espada de los amonitas”. Natán dijo que como consecuencia de su pecado la violencia iría a permanecer en la familia de David, en su propia casa surgiría el mal contra él, y que alguien próximo a él se acostaría con sus mujeres a la luz del sol.
David reconoció su pecado y confesó: “Yo pequé contra Dios”.
Natán respondió que Dios ya había perdonado el pecado de David pero que él sufriría las consecuencias del mismo (12:1-14).
Las Consecuencias de los Pecados de David
El hijo de David y Betsabé, que era el resultado del adulterio, quedó muy enfermo y murió (12:15-23).
Tamar, hija de David era muy bonita. Un hijo de David, Amnón, se enamoró de su medio-hermana Tamar. Él estaba tan enamorado que hasta quedó enfermo. Tamar era virgen, Amnón pensaba que era imposible hacer sexo con ella. Sin embargo, Jonadab, su gran amigo, le dio el siguiente consejo: “Tú eres hijo del rey. Finge que estás enfermo y anda a acostarte. Pide para que tu padre, el rey, deje que tu hermana Tamar venga a preparar la comida, y que ella misma te la sirva”.
Amnón se acostó y fingió que estaba enfermo. El rey David fue a visitarlo y Amnón le dijo: “Por favor, deja que Tamar venga y prepare alguna comida aquí, donde yo pueda verla, y que ella misma me la sirva”.
David mandó a Tamar a la casa de Amnón y éste mandó que todos los demás salieran. Como él tenía más fuerza, consiguió dominar a Tamar y tuvo relaciones sexuales con ella. Después de abusar de ella, él la despreció. Tuvo asco de ella y la odió más de lo que la había amado antes. Él mandó a su empleado sacarla a la fuerza de su casa (13:1-18).
Tamar salió gritando, cubriendo el rostro con las manos. Absalón, otro hijo de David, supo que Amnón había abusado de su hermana Tamar. Cuando el rey David supo lo que había sucedido, quedó furioso, pero no hizo nada. Absalón no dijo nada a Amnón, pero quedó con odio de él porque había tenido relaciones con su hermana Tamar (13:19-22).
Dos años después, Absalón preparó un banquete e invitó a todos sus hermanos. Él dio instrucciones a sus empleados para que cuando Amnón se embriagara ellos lo mataran. Los empleados mataron a Amnón, como Absalón había mandado. Absalón, por venganza, mató a Amnón, porque él había abusado de su hermana, y después, huyó para Gesur, donde se quedó durante tres años (13:23-39).
David amaba inmensamente a Absalón, a pesar del crimen que había cometido; lo echó de menos. Después que Absalón se había quedado fuera del país durante tres años, David lo dejó que volviera para Jerusalén. Absalón vivió dos años en Jerusalén sin ver al rey. Después de dos años, el rey mandó a buscar a Absalón, y él vino, se arrodilló y puso su rostro en el suelo delante de David. El rey lo besó (14:1-33).
En Israel no había nadie tan famoso por su belleza como Absalón. Tenía mucho cabello, el cual él cortaba una vez por año, cuando quedaba muy largo y pesado (14:25-27). Pero, Absalón era ambicioso y trató de engañar al pueblo, hablando mal de David, mientras les prometía ciertos favores. Absalón mandó que le prepararan un carro con caballos y cincuenta hombres para correr delante de él. Él se levantaba temprano y se quedaba en el portón de la ciudad. Cuando una persona llegaba allí con algún asunto para que el rey David resolviera, Absalón la llamaba y le preguntaba sobre el caso. Después le respondía: “Mira, la ley está de tu lado, pero no hay un representante del rey para oír tu causa. ¡Ah, si yo fuera juez aquí! Entonces cualquier persona que tuviera un asunto para resolver o un pedido podría buscarme y yo haría justicia”. De esta forma, él conquistó el corazón del pueblo de Israel. Cuatro años después de haber vuelto para Jerusalén, Absalón empezó una rebelión contra su padre. Ahitofel, uno de los más fieles consejeros de David, se quedó al lado de Absalón. (15:1-12).
David tuvo que salir de Jerusalén con sus seguidores (15:13-37). Mientras huía, Simei iba atrás de David, le tiraba piedras y lo maldecía, diciendo. “¡Fuera de aquí, asesino! ¡Criminal! Dios te está castigando por haber matado a tantas personas de la familia de Saúl. Ahora Dios entregó el reino a tu hijo Absalón y tú estás arruinado. ¡Asesino!”
Un siervo de David quiso matar a Simei. David respondió: “Si mi propio hijo está queriendo matarme, ¿por qué me sorprendería si este miembro de la tribu de Benjamín quiere hacer lo mismo? Dejen a ese hombre en paz” (16:5-14).
Husai, un consejero de David, engañó a Absalón, fingiendo que se estaba juntando a él, para así descubrir sus planes y, con falsos consejos, confundir los consejos de Ahitofel. Los consejos de Husai a Absalón ayudaron a David a ganar tiempo para preparar sus soldados para luchar contra las fuerzas de Absalón (17:1-26).
A pesar de la traición de Absalón, el rey todavía lo amaba y, antes de la batalla, David recomendó a Joab que debería tratar a su hijo con misericordia. Los soldados de David ganaron la batalla. Absalón, tratando de escapar de los soldados de David, quedó colgado por sus largos cabellos, de los cuales tenía tanto orgullo, en las ramas de una encina. El mulo continuó galopando, mientras él permanecía colgado en el árbol; Joab vino y mató a Absalón (18:1-18).
David lloró la muerte de Absalón, gritando: “¡Oh, mi hijo! ¡Mi hijo Absalón! ¡Absalón, mi hijo! ¡Yo preferiría haber muerto en tu lugar, mi hijo!” (18:19 — 19:2).
Joab, el general, reprendió a David, porque su llanto estaba quitando la alegría de la victoria de sus soldados, que arriesgaron sus vidas por él. Joab dijo: “Hoy has humillado a tus soldados, aquellos que salvaron tu vida y mostraste que tus oficiales y tus soldados no valen nada para ti. Quedarías mucho más feliz si hoy Absalón estuviera vivo y todos nosotros estuviéramos muertos. Anda ahora y habla bondadosamente a tus soldados. Si no haces eso, mañana por la mañana, ninguno de ellos estará a tu lado”.
Entonces David se levantó y se fue a sentar afuera y sus soldados se reunieron alrededor de él (19:1-9).
David volvió para Jerusalén y estableció nuevamente su reino. David puso a Amasa en el comando de sus soldados en lugar de Joab (19:10-43).
David todavía tenía enemigos, y Seba organizó otra rebelión. David envió a Amasa convocar soldados para luchar contra Seba. Amasa se demoró y David dijo a Abisai, el hermano de Joab: “Seba nos va a dar más trabajo que Absalón. Toma mis hombres y anda atrás de él.”
Los hombres de Joab siguieron a Abisai para perseguir a Seba. Cuando llegaron a la piedra grande, en la ciudad de Gabaón, Amasa se encontró con ellos. Joab estaba vestido con ropa de guerra y tenía una espada en la vaina. Entonces Joab dijo a Amasa: “¿Cómo estás, mi amigo? Y tomó la barba de Amasa en la mano derecha para besarlo, pero en la mano izquierda tenía la espada. Entonces Joab enterró la espada en el estómago de Amasa, que murió instantáneamente.
Uno de los soldados de Joab se quedó al lado del cuerpo de Amasa y gritó: “¡Todos los que están al lado de Joab y son a favor de David, sigan a Joab!”
Joab consiguió la muerte de Seba (20:1, 6-22).
Hubo otra guerra entre los filisteos e Israel. David y sus soldados fueron y lucharon contra los filisteos. Durante la batalla David quedó muy cansado. Un gigante llamado Isbi-benob tenía una lanza de bronce que pesaba más o menos cinco kilos y estaba usando una espada nueva. Él pensó que podía matar a David. Pero, Abisai socorrió a David, atacando y matando al filisteo. Entonces los soldados de David hicieron la promesa de nunca más dejar que David saliera con ellos para la guerra. Ellos dijeron: “Tú eres la esperanza de Israel y nosotros no queremos perderte” (21:15-17).
David mandó a contar al pueblo y fue castigado por Dios (24:1-25). El censo estaba contra algunas cláusulas especiales de la ley (Ex 30:12-15; Nm 1:2-4, 47-49). David quiso contar los ejércitos porque estaba poniendo su confianza en la fuerza de los ejércitos y no en Dios.
David hizo preparativos para la construcción del Templo. Pensó así: “El templo que mi hijo Salomón va a construir deberá ser magnífico y famoso en todo el mundo. Pero él es joven y sin experiencia; por eso, yo necesito juntar el material necesario para la construcción”. Por eso, David juntó una gran cantidad de material.
David dijo a Salomón: “Hijo mío, yo quise construir un templo en honra al Señor, mi Dios. Pero Él dijo, que por causa de toda la sangre que yo derramé, no me dejaría construirle un templo. Pero Dios me hizo la promesa que mi hijo Salomón construiría un templo para Él. Ahora, hijo mío, que el Señor, tu Dios, esté contigo para que consigas construirle un templo. Y que el Señor te dé inteligencia y sabiduría para que puedas gobernar el pueblo de Israel de acuerdo con Sus leyes. Si tú obedeces a todas las leyes que el Señor dio a Moisés para el pueblo de Israel, te irá bien en todo. Por lo tanto, ¡manos a la obra y que el Señor Dios te ayude! (1 Cr 22:1-16).
Cuando David estaba bien viejo, declaró a todos el deseo de que Salomón, el hijo de Betsabé, fuera el rey después de él. Pero, aún antes de la muerte de David, Adonías trató de apoderarse del trono. Adonías era el hijo mayor de David, que estaba vivo. Él era un hombre muy bonito. David nunca lo había reprendido y él quería mucho ser rey. Con el apoyo de Joab, el comandante del ejército, se hizo rey. Cuando supo de este acto de Adonías, David se le anticipó e inmediatamente proclamó y ungió a Salomón como rey de Israel (1 R 1:1-53).
Cuando se acercaba el día de la muerte de David, él dio consejos a su hijo Salomón: “Está llegando el día de mi muerte. Por lo tanto, ¡esfuérzate y sé hombre! Haz lo que el Señor, tu Dios manda. Obedece a todas Sus leyes y mandamientos, como están escritos en la Ley de Moisés. Así, prosperarás por donde vayas y en todo lo que hagas. El Señor me prometió que mis descendientes gobernarían Israel mientras obedecieran dedicada y fielmente a sus mandamientos, con todo su corazón y con toda su alma” (1 R 2:1-9).
David murió y fue sepultado al lado de sus antepasados en la Ciudad de David. Él fue rey de Israel cuarenta años. Salomón quedó en lugar de David, su padre, como rey (1 R 2:10-12).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
1. Una persona puede ser llamada o escogida por Dios y aún tener que esperar que Él determine el tiempo cierto para asumir la responsabilidad. David fue ungido rey durante el reinado de Saúl, pero sólo fue rey después de su muerte. A pesar de ser escogido por Dios para ser rey, él fue un siervo de Saúl y despreciado por él.
2. El siervo de Dios necesita paciencia para esperar. David fue un ejemplo de eso. Él fue paciente para esperar años para asumir el trono.
3. El sentimiento de venganza es la causa del fracaso del vengador. Movido por el sentimiento de venganza, Joab mató a Abner (3:22-27) y a Amasa (20:9). Esta acción le costó el apoyo y la estimación de David (2 S 3:28,39; 19:13); determinó su propia muerte (1 R 2:5-6,31), y provocó una maldición sobre sus descendientes (2 S 3:29; 1 R 2:33).
4. Jesucristo es el descendiente de David que reinará para siempre. La promesa de que un descendiente de David reinaría para siempre (2 S 7:11-13; 16) fue una profecía sobre Jesús, que es el Rey de los reyes. Fue el punto de partida de las profecías sobre el Mesías, hijo de David (Is 7:14-15; 9:7; 11:1; Jer 23:5; Ez 37:27; Hag 2:23). Hechos 2:30 aplicó el texto a Cristo.
5. El siervo de Dios está sujeto a tentaciones fuertes. David fue tentado por Betsabé (2 S 11:2-4) y por el deseo de hacer el censo (2 S 24:1-3).
6. Un primer pecado puede provocar otros. El pecado de David, adulterio con Betsabé (2 S 11:3-4), provocó el asesinato del marido Urías como alternativa para cubrir el primero (2 S 11:15-17).
7. El ser humano es un pecador y necesita de un libertador, un salvador. David fue la única persona llamada “un hombre según el corazón de Dios” (1 S 13:14; Hch 13:22). A pesar de eso, David era un pecador.
8. Dios tiene odio del pecado y castiga al pecador. David sufrió las consecuencias de sus pecados (2 S 12:10-12).
9. El pecado de un hombre nunca queda escondido para Dios. Él vio lo que David había hecho con Betsabé y Urías (2 S 11:22).
10. El adulterio trae sus consecuencias, que son terribles. Para cubrir su pecado, David mató a un hombre inocente. Su hijo Amnón vio a su padre tomar la mujer de otro y tomó su propia hermana (2 S 13:1-23). Absalón vio al padre matar a un hombre inocente, entonces, mató a su hermano, culpable de incesto (2 S 13:28-29). Absalón vio a su padre usurpar el lugar de Urías (11:3), entonces él quiso usurpar el trono de su padre (15:1-13).
11. Pecado: tan simple el acto, tan triste resultado. Era tan simple el acto de David ir y acostarse con Betsabé (2 S 11:4), sin embargo, fue tan triste el resultado (2 S 12:9-14).
12. Los pecados de los padres pueden contribuir para la rebelión de sus hijos, sin embargo, los hijos son responsables de sus propios pecados. Los pecados de David contribuyeron para la rebeldía de sus hijos Amnón (2 S 13), Absalón (2 S 13:27-29) y Adonías (1 R 1). Pero los hijos tomaron sus propias decisiones.
13. Una mujer con un cuerpo bonito puede realmente obtener ventajas por medio del sexo; pero, esa mujer, es una maldición y no una bendición. Quien tiene relaciones con ella y disfruta del placer sexual es perjudicado y siembra pudrición moral. Betsabé era una mujer infiel y ambiciosa, que usó el sexo para tener privilegios. Ella recibió un galardón real: el de ser esposa del rey. Quien la poseyó fue perjudicado: el marido fue traicionado y muerto. David fue castigado, como consecuencia de su pecado de adulterio con ella.
14. El hombre que es un portavoz de Dios necesita serle sumiso para recibir Sus mensajes y entregarlos a los hombres (2 S 7:8-17): de sabiduría para orientar al pueblo (2 S 7:5); de coraje para denunciar el pecado (2 S 12:1-12) y de misericordia para proclamar el perdón (2 S 12:13). Natán fue ejemplo de un profeta que era un portavoz de Dios.
15. El pecado es perdonado cuando confesado, pero sus consecuencias permanecen. Quien siembra viento y ora para que la tempestad pase, en la época de la cosecha, está haciendo una oración que no será atendida por Dios. David confesó su pecado y fue perdonado, pero sufrió. El niño murió (2 S 12:18); Tamar fue violada (13:10-17); Amnón fue muerto (13:23-29); Absalón se rebeló (15:1-14); Absalón murió (18:14-15); Adonías intentó apoderarse del trono (1 R 1:5-10) y fue muerto (1 R 2:25).
16. El arrepentimiento se manifiesta cuando la persona asume la responsabilidad por su error. David confesó: “Pequé contra el Señor” (2 S 12:13).
17. Deseos sexuales sin control perjudican a la propia persona y a los demás. David miró para una mujer casada bañándose, no controló sus deseos sexuales y la hizo venir a su presencia (11:1-4). El deseo de Amnón por su medio-hermana, Tamar, lo llevó a abusar de ella y a despreciarla (2 S 13:1-19).
18. Oír consejos de personas no adecuadas conduce a comportamientos equivocados. Amnón oyó el consejo de su amigo Jonadab y forzó a su hermana a practicar incesto (2 S 13:3-14).
19. Bebida alcohólica puede resultar en perjuicio. Amnón murió víctima de su vicio. Embriagado, no podía defenderse como debía (2 S 13:28). Los efectos de la bebida en la Biblia son fatales: Noé perdió el respeto y se expuso (Gn 9:20-22); Lot perdió la conciencia y cometió incesto (Gn 19:32-35); Amnón murió víctima de su vicio (2 S 13:28); Ela, rey de Israel, murió víctima de su vicio porque en una época, cuando Israel estaba en plena guerra, él estaba en casa en una orgía alcohólica, y fue asesinado por su oficial (1 R 16:8-10); y Belsasar perdió la sobriedad, el reino y la vida (Dn 5:1-30).
20. Las consecuencias de la poca firmeza de los padres en disciplinar a sus hijos van a aparecer. Así sucedió con David. No hizo nada para corregir a Amnón después que éste practicó el incesto (2 S 13:21). Cuando Absalón mató a Amnón, lo persiguió por largos meses (2 S 13:37-39), estableciendo una discriminación entre sus hijos, lo que agravó la vida de David. David jamás contrarió a su hijo Adonías (1 R 1:6) y éste quiso usurparle el trono.
21. Un “medio-perdón”, que perdona en parte, pero que continúa castigando a la persona que erró, provoca ira. David perdonó a Absalón por haber matado a su propio hermano y lo dejó que volviera para Jerusalén, pero no al palacio (2 S 14:24). Absalón se entristecía porque el rey lo había prohibido de visitar el palacio. Este perdón de David, en relación con Absalón, produjo un rencor interno en el joven, que vino, después, a manifestarse en declarada rebelión (17:1-12). El perdón de Dios olvida completamente el pasado y se expresa en las palabras: “Ya perdoné sus maldades y pecados; ellos desaparecieron como desaparece la neblina” (Is 44:22).
22. Una fuga puede tener como resultado la victoria. David huyó de Jerusalén y ganó tiempo para organizar sus soldados para ganar la guerra (2 S 15:13-15; 18:6-8). Lot huyó de Sodoma y ganó su vida (Gn 19:1-22); José huyó de la mujer de Potifar y ganó una posición de poder (Gn 39:12; 41:56-57); Moisés huyó de las comodidades que tenía en Egipto y salvó a los israelitas de la esclavitud (Ex 2:15; 12:41; He11:23-29).
23. Dios confunde a los que van contra sus siervos. Él usó a Husai para confundir el consejo de Ahitofel contra David (2 S 17:1-4), así como Él confundió las maldiciones de Balaam contra el pueblo de Israel (Nm 24:10).
24. El padre, cuyos pecados contribuyen para la rebelión de sus hijos, sufre amargamente. Con la muerte de Absalón, David comprendió que el verdadero culpable era él mismo y lloró amargamente por su hijo (2 S 18:33).
P R E G U N T A S
1. ¿Qué nos enseña sobre Dios la vida de David?
2. ¿Cuál fue la reacción de David con la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán?
3. ¿Cómo fue que David vino a ser rey de todo Israel?
4. ¿Cómo fue que el deseo de venganza de Joab lo perjudicó a él mismo y al Rey David a quien sirvió?
5. ¿Cuál fue la reacción de Dios al deseo de David de construir un templo para adorarlo?
6. ¿Cómo Dios cumplió la promesa hecha a David de que uno de sus descendientes reinaría para siempre?
7. ¿Cuáles fueron algunas victorias de David?
8. ¿Cuáles fueron los principales pecados de David y cuáles fueron sus consecuencias?
9. ¿Cuáles fueron los errores que David cometió con su propia familia?
10. ¿Cuáles fueron los puntos positivos y negativos de David?
11. ¿Cuál fue la lección más importante que usted aprendió sobre la vida de David?
1 Reyes |
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PRÍNCIPE |
CONSTITUÍDO REY |
DESARROLLO |
DECADENCIA |
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- Hijo de David y Betsabé (12:24) - Criado en una familia desajustada |
- Hecho rey (1) - Los enemigos son eliminados (2) |
- Pide sabiduría (3:1-15) - Juzga con sabiduría (3:16-28) - Su fama (4) - El Templo (5-8) - El palacio (7) |
- La promesa de Dios (9:1-9) - Vende ciudades (9:10-14) - Impuso trabajo forzado (9:15-28) - La reina de Sabá (10:1-13) - Muchas riquezas (10:14-29) - Muchas mujeres (11:1-3) - Idolatría (11:4-8) - Enemigos (11:14-40) - Muerte (11:41-43)
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Amado por Dios (2 S 12:24) |
Ama a Dios |
Construyendo para Dios |
Alejándose de Dios |
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Adquiriendo Sabiduría |
Pidiendo Sabiduría |
Viviendo con Sabiduría |
Abandonando la Sabiduría |
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|
Escribió: CANTARES DE SALOMÓN
Enseña la belleza del amor puro y el carácter sagrado del amor en el casamiento |
Escribió: PROVERBIOS
Enseña lo que debemos hacer. |
Escribió: ECLESIASTÉS
Enseña lo que debemos dejar de hacer. |
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2 Samuel |
1 Reyes |
||||
12 18 |
1 2 |
3 8 |
9 11 |
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Reino Unido
TEXTO: 1 Reyes 1-11
ESTRUCTURA:
❖ Contexto
Aún antes de la muerte de David, Adonías, su hijo mayor, que todavía estaba vivo, intentó apoderarse del trono. Joab quedó de su lado. Informado de los planes de Adonías, David se adelantó a él y luego proclamó y ungió a Salomón como rey de Israel. Después de transmitir a Salomón sus últimos deseos, David murió.
❖ Personaje-clave: Salomón.
❖ Lugar-clave: Jerusalén.
❖ Repeticiones-clave:
-- Salomón elimina a sus enemigos: Adonías, Joab, Abiatar y Simei.
-- Sabiduría de Salomón: él era sabio (1 R 2:9; 4:30-31; 10:23); pidió sabiduría de Dios (1 R 3:9-12); Dios le dio sabiduría (4:29; 5:12); el pueblo vio que Dios le dio sabiduría (4:34; 5:7); la reina de Sabá presenció su sabiduría (10:4-7); las personas querían escuchar su sabiduría (10:24).
-- Riqueza de Salomón: Dios prometió darle riqueza (1 R 3:13); él quedó rico (4:20-25); la reina de Sabá presenció su riqueza (10:7); él multiplicó sus riquezas y era el rey más rico (1 R 10:14-29).
-- Templo (1 R 3:1-2; 5:3-5, 17-18; 6:1-38; 7:12-51; 8:1-65; 9:1-25).
-- Dios habló con Salomón (1 R 3:4-15; 6:11-13; 9:1-9 y 2 Cr 7:11-14; 1 R 11:9-10; 1 R 11:11-13).
-- Errores de Salomón: dio al rey Hiram ciudades en Israel (1 R 9:10-14); impuso trabajo forzado (1 R 9:15-28); multiplicó sus riquezas (1 R 10:14-29); se casó con mujeres extranjeras y ellas lo hicieron que se apartara de Dios (1 R 11:1-3); empezó a practicar la idolatría (1 R 11:4-8).
❖ Sentimientos-clave:
-- La satisfacción de Dios con Salomón cuando le pidió sabiduría.
-- La celebración en la dedicación del Templo.
-- La sabiduría de Salomón en el comienzo de su reinado.
-- La imprudencia y arrogancia de Salomón después de casarse con extranjeras.
-- El desagrado de Dios con Salomón después que éste se casó con extranjeras.
❖ Problema-inicial: David comunicó a todos el deseo de que Salomón fuera rey después de él. Pero, Adonías, el otro hijo de David, tenía el apoyo de Joab, el comandante del ejército, e intentó apoderarse del trono.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Salomón es Constituido Rey
-- Adonías era el hijo mayor de David, que estaba vivo. Con el apoyo de Joab, el comandante del ejército, él se hizo rey (1:5-8).
-- El profeta Natán y Betsabé informaron a David que Adonías se había proclamado rey (1:11-30).
-- David proclamó y ungió a Salomón rey de Israel (1:33-39).
-- David dio sus últimos consejos a Salomón (2:1-9).
-- David murió (2:10-11).
Salomón Reina con Sabiduría
-- Salomón eliminó a los que se le oponían: mató a Adonías (2:12-25); expulsó al sacerdote Abiatar, que se quedó al lado de Adonías (2:26-27); mandó matar a Joab, cuya actitud de venganza creó problemas para David (2:28-35), y mandó a matar a Simei, que había lanzado maldición contra David (2:36-46).
-- Salomón se casó con la hija del Faraón (3:1-13).
-- Salomón pidió sabiduría a Dios (1 R 3:4-15; 2 Cr 1:2-13).
-- Salomón juzgó la difícil causa de dos prostitutas, pues las dos alegaban derechos maternales sobre un niño (3:16-28).
-- La administración del reino (4:1-19).
-- Salomón prosperó, quedó muy rico y durante su reinado Israel vivió con paz y seguridad (4:20-25).
-- Dios dio a Salomón más sabiduría que a cualquier hombre (4:29-34).
-- Salomón pidió la ayuda de Hiram, rey de Tiro, para conseguir material para la construcción del templo (1 R 5:1-18; 2 Cr 2:1-18).
-- Salomón construyó el Templo (1 R 6:1-14).
-- Salomón construyó su palacio (7:1-12).
-- La dedicación del Templo (1 R 8:1 — 9:9; 2 Cr 6:2 — 7:22):
- El arca de la alianza fue llevada para el Templo y una nube lo llenó como señal de la presencia de Dios (1 R 8:1-11).
- Salomón habló al pueblo, recordando las promesas que Dios ya había cumplido (8:12-21).
- Salomón oró a Dios (8:22-53).
- Salomón bendijo al pueblo (8:54-61).
- Los sacrificios fueron ofrecidos en celebración en la fiesta (8:62-66).
- Dios respondió a la oración de Salomón: si Salomón fuese fiel a Dios, un descendiente suyo gobernaría a Israel, pero si él dejaba de seguirlo, Dios arrancaría a Israel de la tierra y abandonaría el Templo (9:1-9).
-- Salomón dio al rey Hiram ciudades en Israel, para pagar su ayuda en la construcción del Templo y de su palacio (9:10-14).
-- Salomón impuso trabajo forzado a los que no eran israelitas y que vivían en la tierra (9:15-28).
-- La visita de la reina de Sabá (1 R 10:1-13; 2 Cr 9:1-12).
-- Salomón multiplicó sus riquezas y era más rico que cualquier otro rey (1 R 10:14-29; 2 Cr 9:13-28).
Salomón se Aparta de Dios
-- Salomón se casó con mujeres extranjeras, aun sabiendo que estaba desobedeciendo a Dios. Ellas hicieron que él se apartara de Dios (1 R 11:1-3).
-- Salomón no fue fiel a Dios y empezó a practicar la idolatría (11:4-8).
-- Dios quedó airado con Salomón y prometió castigarlo por no estar cumpliendo el pacto establecido con Él (11:9-13).
-- Dios prometió a Jeroboam, un oficial de Salomón, que él sería rey de 10 tribus y el descendiente de Salomón quedaría con una tribu solamente (11:26-40).
-- Salomón murió (11:41-43).
❖ Situación-final: Salomón se alejó de Dios. Dios prometió quitarle diez de las tribus del reino de la mano del hijo de Salomón y darlas a sus oficiales.
NARRATIVA
Salomón es Proclamado Rey
Cuando David ya estaba viejo, informó a todos el deseo que Salomón, el hijo de Betsabé, fuera rey después de él. Pero, aún antes de la muerte de David, Adonías, su hijo mayor, que estaba vivo, intentó apoderarse del trono. Adonías tenía el apoyo de Joab, el comandante del ejército. El profeta Natán y Betsabé informaron a David que Adonías se había puesto como rey. David se adelantó e inmediatamente proclamó y ungió a Salomón como rey de Israel (1:5-39). David dio sus últimos consejos a Salomón y luego después murió (2:1-11).
Salomón Reina con Sabiduría
Salomón, sin pérdida de tiempo, aseguró su trono, vengándose de los antiguos enemigos de David y eliminando a aquellos que se le oponían. Él mató a Adonías, su hermano, que intentara apoderarse del trono y expulsó al sacerdote Abiatar de Jerusalén, por haberse quedado al lado de Adonías. Además, mandó matar a Joab, que había matado a dos hombres inocentes por venganza, así como a Simei, que había maldecido a David (2:12-46).
Salomón hizo alianza con el Faraón de Egipto, casándose con su hija (3:1-3).
Salomón ofreció sacrificios en los santuarios, en diversas partes del país, cuando todavía no existía Templo. Una vez, después de ofrecer sacrificios en Gabaón, Dios se le apareció en un sueño y le preguntó: “¿Qué quieres que yo te dé?”
Salomón respondió: “Tú siempre mostraste un gran amor por mi padre David, tu siervo. Tú le diste un hijo que hoy gobierna en su lugar. Oh, Dios, Tú permitiste que yo quedara como rey en lugar de mi padre, a pesar de ser muy joven y no saber gobernar. Dame sabiduría para que yo pueda gobernar a tu pueblo con justicia y saber la diferencia entre el bien y el mal”.
A Dios le gustó que Salomón pidiese sabiduría y prometió darle la sabiduría que había pedido y también le daría lo que no había pedido: riquezas y honras. Y si él fuese obediente a las leyes de Dios le daría una larga vida (3:4-15).
Dos prostitutas trajeron un caso que puso a prueba la sabiduría de Salomón. La primera dijo: “Yo y esta mujer vivimos en la misma casa. Tuvimos nuestros hijos con dos días de diferencia. Una noche, ella se acostó sin querer sobre su hijo y lo asfixió. Por eso, lo cambió por el mío, cuando yo estaba durmiendo. Al otro día en la mañana, miré para el bebé, y luego vi que no era mi hijo”.
La segunda mujer respondió: “¡Es mentira! Mi hijo es el que está vivo, y el tuyo es el que está muerto”.
La dos se pusieron a discutir delante del rey. Una decía: “¡Mi hijo es el que está vivo y el tuyo es el que está muerto!”, y la otra respondía: “¡Mentira! ¡Tu hijo es el que está muerto y el mío es el que está vivo!”
Salomón ordenó que le trajeran una espada, diciendo: “Corten al niño vivo por el medio y den la mitad para cada una de estas mujeres”.
La verdadera madre gritó: “¡Por favor, no mates a mi hijo! ¡Entrégalo para esta mujer!”
Pero la otra dijo: “¡Pueden cortarlo en dos pedazos! ¡Así, él no será ni mío ni tuyo!”
Salomón dijo: “¡No maten al niño! Entréguenlo a la primera mujer, porque ella es su madre” (3:16-28).
Salomón prosperó, quedó muy rico y, durante su reinado, Israel vivió en paz y seguridad (4:20-25).
Salomón no quedó famoso solamente por su manera de juzgar. Él escribió tres mil proverbios y compuso más de mil canciones. Estudió la naturaleza y habló de árboles, plantas, animales y peces. Reyes del mundo entero supieron de la sabiduría de Salomón y mandaron personas para que lo oyeran. Dios hizo a Salomón más sabio que a cualquier otro hombre (4:29-34).
Salomón realizó el gran sueño de David: la construcción del Templo en Jerusalén, en honra a Dios. Salomón pidió ayuda a Hiram, rey de Tiro, para conseguir material para la construcción del templo. Hiram fue uno de los amigos de David. La región del Líbano, famosa por sus cedros, hacía parte de su reino. Salomón consiguió que Hirán le mandara una gran cantidad de cedros y cipreses, que fueron transportados en balsas, a lo largo de la costa marítima (5:1-18).
Cuatrocientos ochenta años después de la salida del pueblo de Israel de Egipto, Salomón empezó a construir el Templo, cuya construcción demoró siete años. El Templo fue planeado de acuerdo con el Tabernáculo, pero tenía dos veces su tamaño. El Templo medía más o menos veintisiete metros de largo, por nueve de ancho y trece metros y medio de altura. El Templo tenía tres divisiones principales: el pórtico, que era la puerta de entrada; el santuario, que era el salón principal, y el Lugar Santísimo, que era el santuario interior. Junto a los muros y en el fondo del Templo, Salomón construyó tres pisos de salas. El Templo fue construido con piedras que ya habían sido preparadas y labradas, para que así, durante la construcción, no se oyera el ruido ni de martillos, ni de hachas, o de cualquier otra herramienta (6:1-7).
Cuando Salomón estaba construyendo el Templo, Dios habló con él y le dijo: “Si obedeces a todas mis leyes y mandamientos, yo viviré entre mi pueblo de Israel en este Templo que estás construyendo y nunca los abandonaré” (6:11-13).
Salomón también construyó su palacio y demoró trece años para terminarlo (7:1).
Cuando el Templo fue terminado, acercándose el día de ser dedicado a Dios, los principales líderes de Israel se reunieron. Fue sacrificado un gran número de animales, tantos, que no se podían contar. El arca de la alianza fue llevada para el Templo y una nube lo llenó como señal de la presencia de Dios. La nube que demostraba la presencia de Dios cubrió el nuevo Templo, como lo había hecho en el antiguo Tabernáculo. Salomón habló al pueblo, recordándoles las promesas que Dios había cumplido y dijo que Dios era demasiado grandioso para vivir en una casa hecha por manos humanas. Él oró a Dios. Terminada su oración, Salomón se volvió para los israelitas que estaban reunidos y los bendijo (1 R 8:5-61).
Cuando Salomón terminó la oración, descendió fuego del cielo y quemó completamente el animal ofrecido en sacrificio y los otros sacrificios que habían sido ofrecidos; y la luz brillante de la presencia del Señor llenó el Templo. Por causa de esa luz, los sacerdotes no pudieron entrar en el Templo. Al ver el fuego caer y la luz brillante de Dios llenar el Templo, todos los israelitas que estaban allí en el patio se arrodillaron y pusieron sus rostros en el suelo. Ellos adoraron a Dios y lo alabaron, diciendo: “Alaben al Señor Dios porque Él es bueno, y porque Su amor dura para siempre” (2 Cr 7:1-3).
Durante siete días los israelitas celebraron intensamente ese acontecimiento, regocijándose con la prosperidad que les había sido concedida por Dios (1 R 8:62-66).
Dios apareció otra vez a Salomón y respondió a su oración. Dios hizo promesas a la nación: “Cuando yo cierre el cielo y no permitir que llueva, o mandar a las langostas que destruyan las plantaciones, entonces, si mi pueblo que solamente pertenece a mí, se arrepiente, abandona sus pecados y ora a mí, yo los oiré del cielo, perdonaré sus pecados y haré que el país progrese de nuevo” (2 Cr 7:11-14). Dios también hizo promesas a Salomón y a sus descendientes. Si Salomón fuese fiel a Dios, un descendiente suyo gobernaría Israel, sin embargo, si él o sus hijos dejasen de seguirlo, Dios arrancaría a Israel de la tierra y abandonaría el Templo (1 R 9:1-9).
Salomón demoró veinte años para construir el Templo y su palacio. El rey Hiram le había fornecido toda la madera de cedro y de cipreses y todo el oro que él había necesitado para ese trabajo. Después que las obras terminaron, Salomón dio al rey Hiram veinte ciudades en Israel, por haberle traído estos materiales para la construcción del Templo y de su palacio (1 R 9:10-14).
Salomón impuso trabajo forzado a los descendientes del pueblo de Canaán, a los cuales los israelitas no habían matado cuando conquistaron su país (9:15-28).
La reina de Sabá oyó hablar de la fama de Salomón y fue a Jerusalén, para ponerlo a prueba con preguntas difíciles. Ella quedó impresionada y dijo: “Tu sabiduría y tu riqueza son mayores que lo que había oído decir” (10:1-13).
Salomón multiplicó sus riquezas y era más rico que cualquier otro rey. Todos los años, el rey Salomón recibía más o menos veintitrés mil kilos de oro. Él mandó a hacer un gran trono, cubierto de marfil y de oro puro. Todas las copas que el rey Salomón usaba para beber eran de oro. Salomón tenía una flota de navíos que viajaba junto con la flota del Rey Hiram. Salomón juntó mil cuatrocientos carros de guerra y doce mil caballos en la caballería. El rey Salomón era más rico y más sabio que cualquier otro rey, y personas del mundo entero querían venir a verlo para oír la sabiduría que Dios le había dado. Todos los que llegaban, le traían regalos (10:14-29).
Salomón se Aparta de Dios
Salomón se casó con mujeres extranjeras. Ellas lo hicieron apartarse de Dios. Salomón se casó con setecientas princesas y tuvo también trescientas concubinas. Él sabía que Dios había ordenado a los israelitas que no se casaran con mujeres extranjeras, porque ellas harían que los corazones de ellos se inclinasen para otros dioses. Cuando envejeció, sus mujeres desviaron su corazón para otros dioses y su corazón no fue más completamente de Dios. Sus esposas veneraban a sus propios dioses y convencieron a Salomón que debería adorarlos al mismo tiempo que al Señor Dios. Salomón ya no era fiel a Dios y empezó a practicar la idolatría. Dios había le había aparecido dos veces y le había ordenado que no adorase a dioses extranjeros. Aun así, Salomón no obedeció a Dios, sino que se apartó de Él.
Dios quedó airado con Salomón y prometió castigarlo por no observar el pacto establecido con Él. Dios avisó a Salomón: “Quebraste el acuerdo conmigo y desobedeciste a mis mandamientos; por eso, te quitaré el reino y voy a darlo a uno de tus oficiales. No obstante, no haré eso durante tu vida, por causa del amor que tuve para con David, pero sí durante la vida de tu hijo” (11:1-13).
Dios levantó enemigos contra Salomón (11:14-15). Uno de los hombres que se volvió contra Salomón fue Jeroboam. Él era uno de los siervos de Salomón. Era un joven capaz, que trabajaba esforzadamente, y causó una fuerte impresión en Salomón, que le confió la jefatura de todos los grupos de trabajo en una determinada región. Un día, Jeroboam salió de Jerusalén de viaje, y el profeta Ahías se encontró con él solo en el camino, a campo abierto. Entonces Ahías se sacó la capa nueva que estaba usando, la cortó en doce pedazos y dijo a Jeroboam: “Quédate con diez pedazos porque el Dios de Israel está diciendo: voy a quitar el reino de la mano de Salomón y te voy a dar diez tribus. Salomón se quedará con una tribu. Voy a hacer eso porque Salomón me rechazó y ha adorado a dioses extranjeros”. Dios prometió a Jeroboam: “Si dieres atención a mis órdenes y vivieres de acuerdo con mi voluntad, como hizo mi siervo David, entonces yo siempre estaré contigo. Yo haré que seas rey de Israel y, como hice con David, ciertamente haré que tus descendientes gobiernen después de ti” (11:26-40). La razón por la cual Dios prometió al hijo de Salomón apenas una tribu, se debe al hecho de que la tribu de Benjamín fue reunida con la tribu de Judá.
Jeroboam y Ahías estaban solos cuando el hecho ocurrió, sin embargo, la noticia de que Jeroboam sería el heredero del trono se alastró. Por causa de eso, Salomón trató de matarlo, pero Jeroboam huyó para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Salomón (11:40).
Salomón murió y fue enterrado en Jerusalén, y su hijo Roboam se quedó en su lugar como rey (11:41-43).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
P R E G U N T A S
1. ¿Qué nos enseña sobre Dios la vida de Salomón?
2. ¿Qué nos enseña la vida de Salomón sobre la naturaleza del ser humano?
3. ¿Cómo Salomón se tornó rey de Israel?
4. ¿Cómo Salomón estableció su reino quedando libre de sus enemigos?
5. ¿Cómo Salomón obtuvo su gran sabiduría?
6. ¿Cómo o difícil caso de las dos prostitutas probó la sabiduría de Salomón?
7. ¿Cuáles fueron algunos sucesos conseguidos por Salomón?
8. ¿Cómo Salomón se apartó de Dios?
9. ¿Cuáles fueron algunas consecuencias al alejarse de Dios?
10. ¿Hoy en día, qué puede llevar a un siervo fiel a Dios a apartarse de Él?
11. ¿Cuáles son algunas consecuencias del creyente apartarse de Dios?
ISRAEL NORTE 10tribus |
JUDÁ SUR 2 tribus (Judá y Benjamín)
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LOS REYES |
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Nueve dinastías (familias). 1er. rey: Jeroboam. |
Una dinastía; de la línea de David. 1er. rey: Roboam.
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Todos malos e idólatras. Todos imitaron al rey Roboam y pecaron contra Dios e hicieron que el pueblo de Israel también pecara. |
La mayoría malos, algunos buenos. La mayoría imitó al rey Jeroboam y pecó contra Dios; algunos imitaron a David y sirvieron a Dios.
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En general, reinaban pocos años. |
En general, reinaban muchos años.
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19 reyes en 209 años. |
20 reyes en 245 años.
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LAS CAPITALES |
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Samaria |
Jerusalén
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LAS CAÍDAS |
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722 a.C. - Por Sargón II, rey de Asiría. - Destruyó la capital. |
586 a.C. - Por Nabucodonosor, rey de Babilonia. - Destruyó la capital y el templo. - |
DESPUÉS DE LAS CAÍDAS |
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Llevó a las personas importantes y fuertes a Asiría. |
Llevó a las personas importantes y fuertes a Babilonia.
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Sustituyó a los desterrados por personas de otros países.
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No sustituyó a los desterrados. |
Los remanecientes adoraron a los ídolos de las otras naciones, al mismo tiempo que adoraban a Jehová.
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Los desterrados abandonaron la idolatría y se volvieron para Dios. |
Se casaron con extranjeros. |
No se casaron con extranjeros.
|
MUCHO DESPUÉS |
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Los desterrados nunca volvieron. |
70 años más tarde los descendientes de los cautivos volvieron a Jerusalén.
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Perdió su identidad como pueblo de Dios. La raza mestiza recibió el nombre de samaritanos.
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Conservó su identidad. |
Reino Dividido
TEXTO: 1 Reyes 12-16
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
David escogió a Salomón para ser su sucesor en el trono. Salomón amaba a Dios y se portaba de acuerdo con las orientaciones de su padre David. Él pidió sabiduría a Dios, que lo hizo el hombre más sabio de su época. Salomón construyó el Templo para Dios y palacios para él y sus esposas. Él multiplicó su riqueza.
Después, Salomón se apartó de Dios. Se casó con muchas mujeres extranjeras, aun sabiendo que estaba desobedeciendo a Dios. Ellas hicieron que él se alejara de Dios y adorara a dioses extranjeros. Dios quedó airado con Salomón y prometió quitarle el reino a su hijo y darlo a Jeroboam, uno de sus oficiales. Dios prometió a Jeroboam: “Si vives de acuerdo con mi voluntad, como hizo mi siervo David, entonces yo siempre estaré contigo. Haré que seas rey de Israel y, como hice con David, ciertamente haré que tus descendientes gobiernen después de ti”.
La noticia de que Jeroboam sería el heredero del trono se extendió y Salomón intentó matarlo. Jeroboam huyó para Egipto, donde se quedó hasta la muerte de Salomón.
Por más esplendoroso que hubiera sido aquel reinado (los palacios de Salomón, sus esposas, sus carros con los caballos y la flota naval), el peso de los impuestos y del trabajo forzado era grande para los israelitas.
❖ Personajes-clave: Jeroboam y Roboam.
❖ Lugares-clave: Jerusalén y Samaria.
❖ Repeticiones-clave:
-- Pecó contra Dios e hizo que el pueblo pecara: Jeroboam (1 R 12:29-33; 14:9; 15:30); Roboam (14:21-24); Abiam (15:3); Nadab (15:26; 16:2-7); Baasa (15:33-16:7).
-- Idolatría, ídolo o altar (1 R 12:25-33; 13:1-3; 14:21-31; 15:9-24).
-- Dios habló por medio de profetas: Semaías (1 R 12:21-24); un profeta (13:1-10); Ahías (14:1-16); Semaías (2 Cr 12:1-14); Azarías (2 Cr 15:1-7); Hanani (2 Cr 16:11-14); Jehú (16:1-7).
❖ Sentimientos-clave:
-- La rebeldía contra Dios.
-- El egoísmo y la soberanía de Roboam.
-- El desagrado de los israelitas con Roboam.
-- La inseguridad y la presunción de Jeroboam.
-- El sentimiento positivo para con Asa, hasta que fue reprendido, después el sentimiento de disgusto.
-- La conspiración y el antagonismo de Baasa.
-- El coraje y la fidelidad de los profetas.
❖ Problema-inicial: Los israelitas pidieron a Roboam para aliviar la dura servidumbre y el yugo pesado que su padre les había impuesto.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
División del Reino
-- Salomón murió y su hijo Roboam quedó en su lugar como rey (1 R 11:43).
-- Los israelitas mandaron a buscar a Jeroboam y fueron juntos a hablar con Roboam. Ellos pidieron a Roboam para aliviar la dura servidumbre que su padre les había impuesto (1 R 12:1-4).
-- Roboam mandó que volvieran en tres días para oír su respuesta (1 R 12:5). Los consejeros más ancianos lo aconsejaron a dar una respuesta favorable, pero los consejeros jóvenes lo aconsejaron a dar una respuesta dura (1 R 12:6-11).
-- Tres días después, Roboam respondió duramente (1 R 12:12-15).
-- Diez tribus siguieron a Jeroboam y se rebelaron contra el rey, descendiente de David (1 R 12:16-20).
-- El reinado de Judá (reino del Sur) tuvo un rey descendiente de David.
-- El reinado de Israel (reino del Norte) tuvo un rey que se rebeló contra el rey descendiente de David.
-- Roboam fue prohibido por Dios de luchar contra Israel (1 R 12:21-24).
Reino de Israel: Jeroboam
-- Jeroboam, rey en Israel, se apartó de Dios y construyó lugares para la adoración de dioses falsos, para evitar que el pueblo fuera a Jerusalén para adorar a Dios en el Templo (12:25-33).
-- Dios mandó un profeta para condenar el altar construido por Jeroboam en Bet-el (13:1-10).
INSERIR PÁGS 178 — 179
-- El profeta Ahías profetizó la destrucción de la familia del Jeroboam, diciendo que Dios iba a abandonar a Israel, porque Jeroboam pecó e hizo al pueblo de Israel pecar (14:1-16).
-- Jeroboam murió (14:20).
Reino de Judá: Roboam. Abías y Asa
-- De todas las partes de Israel, sacerdotes y levitas fueron hasta Jerusalén. Personas de todas las tribus de Israel, que querían adorar al Señor, siguieron a los levitas hasta Jerusalén. Durante tres años, Roboam siguió el ejemplo de David (2 Cr 11:13-17).
-- Luego que Roboam firmó su poder como rey de Judá, él dejó de obedecer al Señor. Cuando Sisac, rey de Egipto, atacó a Jerusalén, Roboam y las autoridades confesaron su pecado. Entonces, Dios no permitió la destrucción de Jerusalén (2 Cr 12:1-14).
-- En el reinado de Roboam, de Judá, el pueblo de Judá pecó contra Dios, construyendo altares para la adoración de falsos dioses (1 R 14:21—31).
-- Roboam murió (1 R 14:31).
-- Abías, rey de Judá, cometió los mismos pecados que su padre Roboam había cometido (1 R 15:1-8; 2 Cr 13:21).
-- Asa, rey de Judá, hizo lo que agradaba a Dios, como había hecho su antepasado David. Él eliminó los ídolos del país (1 R 15:9-24).
-- Dios y los soldados de Asa derrotaron a los etíopes (2 Cr 14:9-15).
-- Dios hizo promesa a Asa. Asa hizo reformas religiosas (2 Cr 15:1-18).
-- Asa hizo una alianza con el rey de Damasco, Ben-Adad para derrotar Baasa, rey de Israel (1 R 15:18-21; 2 Cr 16:2-10).
-- El profeta Hanani reprehendió a Asa. Asa quedó enojado con Dios. Fue atacado por una enfermedad, pero no pidió auxilio al Señor. Asa murió (2 Cr 16:11-14).
Reino de Israel: Nadab y Baasa
-- Nadab, hijo de Jeroboam y rey de Israel, pecó contra Dios. Baasa conspiró contra Nadab, lo mató y también a toda la familia de Jeroboam (1 R 15:25-31).
-- Baasa, rey de Israel, hizo como el rey Jeroboam había hecho antes y pecó contra Dios e hizo que el pueblo de Israel pecara (1 R 15:33-34).
-- El profeta Jehú profetizo contra Baasa y su familia (1 R 16:1-7).
❖ Situación-final: Todos los reyes de Israel pecaron e hicieron que el pueblo de Israel también pecara. La mayoría de los reyes de Judá imitó a los reyes de Israel, pero algunos imitaban a David.
NARRATIVA
División del Reino
Salomón murió y su hijo Roboam quedó en su lugar como rey (11:43).
Por más esplendoroso que hubiera sido aquel reinado (los palacios de Salomón, sus esposas, sus carros con los caballos y la flota naval), el peso de los impuestos y del trabajo forzado fue demasiado para los israelitas. Después de la muerte de Salomón, los israelitas mandaron buscar a Jeroboam, pidiéndole que fuera a hablar con Roboam, hijo de Salomón. Ellos dijeron a Roboam “Tu padre tornó pesado nuestro yugo, nos trató con dureza y nos cargó de impuestos. Alivia la dura servidumbre de tu padre y el yugo pesado que él nos impuso y nosotros te serviremos lealmente” (1 R 12:1-4).
Roboam respondió: “Vuelvan en tres días, y ahí yo daré mi respuesta” (1 R 12:5). Roboam fue a hablar con los hombres más viejos que habían auxiliado a su padre Salomón durante su vida, y preguntó: “¿Qué respuesta ustedes me aconsejan dar a este pueblo?”
Ellos dijeron: “Si quieres servir bien a este pueblo, da una respuesta favorable al pedido de ellos, que ellos serán tus servidores para siempre.”
Roboam consultó a los jóvenes que eran sus compañeros de niñez. Ellos le respondieron: “Debes decir lo siguiente: ¡Mi meñique es más grueso que la cintura de mi padre! Mi padre los sobrecargó con un yugo pesado, pero yo aumentaré aún más su yugo. Él los castigó con chicotes; yo los voy a golpear con correas.”
Tres días después, Jeroboam y todo el pueblo fueron a hablar con el rey Roboam. Roboam respondió bien duro: “Mi padre los sobrecargó con un yugo pesado, pero yo aumentaré aún más su yugo; yo los voy a golpear con correas” (1 R 12:6-15).
Cuando los israelitas vieron que Roboam no atendería a su pedido, empezaron a gritar: “¡Fuera David y su familia! ¿Qué fue que ellos ya hicieron por nosotros? ¡Qué Roboam cuide de sí mismo!” Diez tribus siguieron a Jeroboam y se rebelaron contra el rey, descendiente de David (1 R 12:16-20).
Desde aquel día, pasaron a existir dos reinos. Roboam quedó como rey solamente del pueblo que vivía en el territorio de la tribu de Judá (1 R 12:17) el cual incluía las tribus de Judá y Benjamín. El reinado de Judá (Sur) siempre tuvo un rey descendiente de David. El reinado de Israel (Norte) se rebeló contra el rey descendiente de David. Los reyes de Israel no fueron descendientes de David. Cada uno de los reinos siguió su propio destino, a veces hasta luchando una contra otro; otras veces se hicieron aliados.
Roboam organizó un ejército, para recuperar el reino por la fuerza, pero Dios, por intermedio del profeta Semaías, lo prohibió de pelear contra Israel (1 R 12:21-24).
Reino de Israel: Jeroboam
Jeroboam, el rey en Israel, pensó: “De esa manera, el reino puede volver a la casa de David. Si mi pueblo fuere a Jerusalén a ofrecer sacrificios a Dios en el Templo, el corazón de ellos se va a inclinar para el lado de Roboam, rey de Judá, y ellos me matarán.” Entonces él se alejó de Dios. Hizo dos becerros de oro y dijo al pueblo: “¡Deja de subir a Jerusalén, Israel! Este es tu Dios que te hizo salir de la tierra de Egipto”. Construyó lugares para adorar a falsos dioses y evitar que el pueblo fuera a Jerusalén a adorar a Dios. Jeroboam también construyó lugares de adoración en la cumbre de los montes y escogió para sacerdotes hombres que no eran de la tribu de Leví (1 R 12:25-33). El pueblo pecó, yendo a adorar en los lugares construidos por Jeroboam.
Dios mandó un profeta para condenar el altar construido por Jeroboam en Bet-el. El profeta habló contra el altar: “¡Oh altar, oh altar! Va a nacer un descendiente de David y encima de ti, oh altar, él matará a los sacerdotes que sirven en los altares paganos. Este altar caerá en pedazos y las cenizas que estuvieren en él se desparramarán” (1 R 13:1-3).
El rey Jeroboam ordenó: “¡Arresten a este hombre!” En el mismo instante, el brazo del rey quedó paralizado y, de repente, el altar cayó en pedazos. El rey dijo al profeta: “Por favor, calma a Dios y ora por mí para que Él sane mi brazo”. El profeta oró y el brazo del rey sanó, quedando como antes (13:4-10).
Pero aun así el rey Jeroboam no se arrepintió de sus malos caminos, pero siguió escogiendo para sacerdotes hombres de todo tipo, para servir en los altares de los morros. El rey ordenaba como sacerdote de esos altares cualquiera que quisiera ser sacerdote. Ese su pecado trajo desgracia y destrucción total para su familia (1 R 13:33-34).
El profeta Ahías profetizó la destrucción de la familia de Jeroboam y que Dios abandonaría a Israel, porque Jeroboam pecó e hizo al pueblo de Israel pecar. Ahías habló las palabras de Dios: “Yo te escogí del medio del pueblo y te hice gobernador de mi pueblo de Israel. No fuiste como mi siervo David, que observó mis mandamientos y me siguió con todo el corazón. Has pecado mucho más que todos aquellos que fueron reyes antes de ti. Me rechazaste y me dejaste irritado por haber hecho ídolos e imágenes de metal para adorar. Por causa de eso, yo voy a traer desgracia para tu familia y voy a matar a todos tus descendientes del sexo masculino. Barreré la casa de Jeroboam como se barre completamente la basura. Voy a abandonar a Israel, porque Jeroboam pecó e hizo al pueblo de Israel pecar también” (1 R 14:1-17).
Jeroboam murió (1 R 14:20).
Reino de Judá: Roboam, Abías y Asa
Roboam, hijo de Salomón, tenía cuarenta y un años de edad, cuando fue proclamado rey de Judá.
De todas partes de Israel, en el Norte, sacerdotes y levitas fueron a Jerusalén. Los levitas abandonaron sus tierras de praderas y sus otras posesiones y fueron para Judá y para Jerusalén, porque Jeroboam, rey de Israel, no dejó que ellos sirvieran al Señor Dios como sacerdotes. Personas de todas las tribus de Israel que, con todo el corazón querían adorar al Señor, el Dios de Israel, siguieron a los levitas a Jerusalén. Eso sirvió para fortalecer el reino de Judá y firmar el poder de Roboam como rey durante los tres años en que él siguió el ejemplo de David y de Salomón (2 Cr 11:13-17).
Luego que Roboam firmó su poder como rey de Judá, él y todo su pueblo dejaron de obedecer a la ley del Señor. Ellos fueron infieles a Dios y, por eso, en el quinto año del reinado de Roboam, Sisac, rey de Egipto, atacó a Jerusalén. Sisac conquistó las ciudades fortificadas de Judá y marchó contra Jerusalén. El profeta Semaías fue a hablar con Roboam y con las altas autoridades del país: “Este es el mensaje del Señor: Ustedes me abandonaron y por eso yo los estoy entregando en las manos de Sisac”.
Entonces el rey y las autoridades confesaron su pecado y dijeron: “¡El Señor es justo!”
Después que ellos se arrepintieron, Dios dijo a Semaías: “Ellos se arrepintieron y por eso no voy a destruirlos. Dentro de poco tiempo voy a salvarlos. Y no voy a usar a Sisac para descargar mi ira sobre los habitantes de Jerusalén. Pero voy a dejar que Sisac los domine, para que ellos vean cuál es la diferencia entre servirme y servir a reyes extranjeros”.
Entonces el rey Sisac atacó a Jerusalén y la tomó; se llevó todos los tesoros del Templo y del palacio y también los escudos de oro que Salomón había hecho. Para colocar en el lugar de esos objetos, el rey Roboam hizo escudos de bronce y los entregó a los oficiales encargados de guardar los portones del palacio. Todas las veces que el rey iba al Templo, los guardias tomaban y llevaban los escudos y después los traían de vuelta para la sala de los guardias. Así Dios aplacó su ira y no destruyó a Roboam, porque Roboam se arrepintió. Y, además de eso, había gente buena en la tierra de Judá. Roboam fue quedando cada vez más poderoso y continuó a reinar en Jerusalén (2 Cr 12:1-12).
En el reinado de Roboam, el pueblo de Judá pecó contra Dios al construir altares para la adoración de falsos dioses. También había hombres homosexuales y mujeres que servían como prostitutas en esos lugares paganos de adoración. El pueblo de Judá hizo cosas muy vergonzosas, pecó y dio más motivos para que Dios quedara airado que los motivos que habían dado todos sus antepasados (1 R 14:21-31).
Roboam tenía cuarenta y un años de edad cuando fue proclamado rey. Y gobernó diecisiete años en Jerusalén. Roboam hizo lo que era malo, pues no buscó con todo su corazón conocer la voluntad del Señor (2 Cr 12:13-14). Roboam murió y fue enterrado en Jerusalén. Su hijo Abías quedó en su lugar como rey (1 R 14:31).
Abías, rey de Judá, cometió los mismos pecados que su padre, Roboam, había cometido y no fue fiel a Dios como su bisabuelo David había sido. Abías y Jeroboam estuvieron siempre en guerra uno contra el otro durante el reinado de Abías. Cuando él murió, su hijo Asa quedó en su lugar como rey de Judá (1 R 15:1-8).
Asa, rey de Judá, hizo lo que agradaba a Dios, como había hecho su antepasado David. Él gobernó durante cuarenta y un años en Jerusalén. Asa eliminó los ídolos del país. Él expulsó del país todos los hombres y mujeres que practicaban la prostitución como parte de los cultos paganos y retiró todos los ídolos hechos por los que habían sido reyes antes que él. Los lugares altos para adorar falsos dioses no desaparecieron, pero el corazón de Asa fue completamente fiel a Dios (1 R 15:9-24).
Un etíope llamado Zera marchó contra Judá con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros de guerra. Asa salió para luchar contra él, y los dos ejércitos se prepararon para la batalla. Entonces Asa clamó al Señor diciendo: “Oh, Dios, Tú puedes socorrer tanto a los fuertes como a los débiles. Ayúdanos, Señor nuestro Dios, porque confiamos en ti. En tu nombre estamos aquí para luchar contra este gran ejército. ¡Nadie puede resistir a tu poder! Cuando Asa y sus soldados atacaron, Dios derrotó a los etíopes y ellos huyeron. Todos los etíopes fueron muertos; no quedó ninguno vivo, pues fueron derrotados por Dios y por su ejército (2 Cr 14:9-15).
El Espíritu de Dios entregó al profeta Azarías un mensaje para Asa. Azarías dijo: “¡Rey Asa y todo el pueblo de Judá y de Benjamín, escuchen! El Señor Dios está con ustedes, si es que ustedes están con Él. Si lo buscan, Él dejará que lo encuentren; pero si lo rechazan, Él también los rechazará. Pero sean fuertes y no queden desanimados, porque ustedes tendrán éxito en todo lo que hicieren.”
Asa oyó la profecía de Azarías y se llenó de coraje. Acabó con todos los ídolos asquerosos que había en Judá y en Benjamín y también en las ciudades que él había conquistado en la región montañosa de Efraín. Asa reparó el altar del Señor que estaba en el patio adelante del Templo. Después mandó a llamar al pueblo de las tribus de Judá y de Benjamín, como también a todas las personas de las tribus de Efraín, de Manasés y de Simeón que estaban viviendo en Judá. Todos ellos se reunieron en Jerusalén en el tercer mes del año quince del reinado de Asa. En ese día ofrecieron en sacrificio al Señor setecientos toros y siete mil ovejas. Hicieron una alianza con el Señor, prometiendo adorarlo con todo el corazón y con toda el alma. El pueblo de Judá quedó contento por causa de ese juramento, que había hecho con todo el corazón. Y, por haber buscado al Señor con toda buena voluntad. Él se dejó encontrar y permitió que vivieran en paz con todos los pueblos vecinos.
Asa llegó a retirar de su abuela Maaca la dignidad y quitarla de la posición de reina-madre porque ella hizo un ídolo. Asa quebró el ídolo y lo quemó en el torrente de Cedrón. Él no destruyó todos los lugares paganos de adoración, pero fue fiel a Dios durante toda su vida. Él puso en el Templo todos los objetos que su padre había separado para el Señor Dios y también los objetos de plata y de oro que él mismo había separado (2 Cr 15:1-18).
En el año treinta y seis del reinado de Asa, Baasa, rey de Israel, invadió Judá y empezó a rodear de murallas la ciudad de Ramá, para así controlar el movimiento del camino que iba a Jerusalén. El rey Asa tomó plata y oro del Templo y del palacio para que lo llevaran para Damasco para el rey Ben-Hadad, de Siria. Junto fue el siguiente mensaje: “Vamos a ser aliados como eran nuestros padres. Esta plata y este oro son para ti. Retira ahora el apoyo que estás dando a Baasa, rey de Israel, para que, de esta forma, él tenga que retirar sus soldados de mi país”.
El rey Ben-Hadad aceptó la propuesta de Asa y mandó que sus comandantes y sus ejércitos atacaran las ciudades de Israel. Cuando el rey Baasa supo lo que había sucedido, paró de construir las murallas de Ramá y volvió para Tirsa. Entonces, el rey Asa mandó a llamar a todo el pueblo de Judá, y ellos se llevaron las piedras y la madera que Baasa había estado usando para construir las murallas alrededor de Ramá.
El profeta Hanani fue a hablar con el rey Asa y dijo: “Confiaste en el rey de Siria en vez de confiar en el Señor, tu Dios, y por eso el ejército del rey de Israel consiguió huir. ¿No es verdad que los soldados de Etiopía y de Libia formaron un enorme ejército, con muchos carros de guerra y mucha gente de a caballo? Sin embargo, confiaste en el Señor, y Él te dio victoria. Ahora hiciste una locura y por eso, de ahora en adelante, vas a estar siempre en guerra”.
Asa quedó tan irritado con el profeta, que mandó a amarrarlo con cadenas y ponerlo en la cárcel. Y fue en ese tiempo también que Asa persiguió a algunas personas de su propio pueblo (1 R 15:18-21; 2 Cr 16:2-10).
En el año treinta y nueve de su reinado, Asa fue atacado de una enfermedad muy grave en los pies; aun así, no pidió socorro al Señor, pero confió en los médicos. En el año cuarenta y uno de su reinado, Asa murió y fue enterrado en el sepulcro que él había mandado a construir en la Ciudad de David (2 Cr 16:11-14).
Reino de Israel: Nadab y Baasa
Nadab, hijo de Jeroboam y rey de Israel, pecó contra Dios e hizo que el pueblo también pecara. Hizo lo malo a los ojos de Dios; imitó el comportamiento de su padre y el pecado al cual había arrastrado a Israel. Nadab pecó contra Dios e hizo que el pueblo también pecara. Él reinó durante dos años. Baasa lideró una conspiración contra Nadab, lo mató y se quedó como rey. Luego que empezó a reinar, mató a toda la familia de Jeroboam. De acuerdo con la profecía de Dios, toda la familia de Jeroboam fue muerta; no escapó nadie (1 R 15:25-31).
Baasa, rey de Israel, imitó la conducta de Jeroboam, pecó contra Dios e hizo que el pueblo pecara también. El rey Asa de Judá y el rey Baasa de Israel estuvieron en guerra uno contra el otro durante todo el tiempo que se quedaron en el poder (1 R 15:33-34).
El profeta Jehú profetizó contra Baasa y su familia. Él le entregó la Palabra de Dios: “Tú no eras nada, pero yo hice que quedaras como jefe de mi pueblo de Israel. Pecaste como Jeroboam e hiciste que mi pueblo pecara y, por eso, voy a acabar contigo y con tu familia. Barreré a Baasa y a su casa como hice con Jeroboam”. Baasa murió y su hijo Ela quedó como rey en su lugar (1 R 16:1-7).
Todos los reyes de Israel adoraron dioses falsos, practicaron la idolatría, fueron violentos e hicieron pecar al pueblo de Israel.
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
1. Consejos que vienen de personas que no obedecen a Dios pueden traer gran perjuicio. Roboam siguió los malos consejos de los jóvenes que estaban llenos de arrogancia e impaciencia y eso provocó la división del reino (12:1-15).
2. La falsa religión tiene fuente humana y lleva a sus seguidores a la rebeldía contra Dios. La falsa religión de Jeroboam tenía origen en su propio pensamiento (12:26), en motivaciones puramente egoístas (12:27), a pesar de alegar que era ventajosa para el pueblo (12:28); consistía en rebeldía contra Dios (12:30; Ex 20:4) y era practicada por personas de nivel espiritual bajo (12:311).
3. La persona puede aparentar buenas intenciones al querer burlar las leyes de Dios, pero, los resultados serán fatales. Cuando construyó templos en los lugares altos, Jeroboam lo hacía con intenciones políticas y no pensaba en cambiar de divinidad (12:25-33). El Arca de la Alianza, que era en Jerusalén el símbolo de la presencia de Dios, se opone al becerro. Mas, escogiendo el mismo símbolo de Baal, Jeroboam abrió la puerta para los peores compromisos. (Vea Os 13:2). Ese será el “pecado de Jeroboam”, que volverá como un refrán en la condenación de los reyes de Israel.
4. Usar imágenes en el culto lleva al adorador a adorar a falsos dioses. Los becerros de oro que Jeroboam quiso usar en el culto a Dios (1 R 12:25-33) no pueden representar a Dios y no pasan de falsos dioses que irritan al verdadero Dios (14:9).
5. Muchos mensajeros fieles a Dios nunca quedan famosos; lo importante es entregar el mensaje y vivir con fidelidad a Dios. Ningún texto bíblico menciona el nombre del hombre de Dios que profetizó contra el altar de Jeroboam (1 R 13:1-10)
6. Muchas veces, el castigo en esta vida es que el culpado sea entregado a las fuerzas malignas que existen en el mundo. El profeta Ahías profetizó la destrucción de la familia de Jeroboam (1 R 14:1-16). Baasa destruyó a la familia de Jeroboam por motivos políticos (15:25-31). El castigo del que se niega a aceptar la revelación de Dios, es el hecho de caer en la idolatría; el castigo del idólatra es ser entregado a las inmoralidades que el culto idólatra trae con él. Esas pasiones traen la disposición mental de rechazar las virtudes y asimilar el pecado, para vivir en las tinieblas tanto en este mundo como en la eternidad (Ro 1:18-32).
7. Ser fiel a Dios puede exigir apartarse de las personas de la propia familia, que reniegan a Dios. El rey Asa hizo lo que era recto a los ojos de Dios. Llegó a retirar de su madre la dignidad y la honra de reina-madre porque ella hizo un ídolo (1 R 15:9-15).
8. El hombre no puede luchar contra Dios y ganar. Jeroboam pensó que podía luchar contra Dios, pero él y su familia fueron castigados por Dios (1 R 15:23-31). Todos los reyes de Israel lucharon contra Dios y fueron castigados por Él.
9. Dios siempre tiene un mensaje para las personas que son líderes. A pesar de los reyes de Israel andar desviados de los caminos que Dios les había indicado, Dios siempre envió mensajeros que transmitieron los mensajes divinos. Los mensajes no eran aceptados por los reyes que se apartaban de Dios, pero aun así Dios los enviaba.
10. El hombre que se niega a oír el mensaje de Dios corre el riesgo de tener su corazón endurecido contra Él. Jeroboam estaba siguiendo el ejemplo del Faraón de Egipto (1 R 13:1-6; 33). Cuantas más señales le era permitido presenciar, tanto menos se arrepentía, endureciendo su corazón contra Dios (Ex 7:22; 8:15; 1 R 13:33).
11. La persona que insiste en practicar el mal, sufrirá juicio y castigo de Dios y correrá el peligro de perjudicar a su familia. Fue eso lo que sucedió a Jeroboam y a su familia. La perseverancia de Jeroboam en la idolatría y en el mal, resultó en el juicio de Dios contra él y su familia (1 R 13:34).
12. Los peores pecados encuentran su lugar en la religión falsa. La religión falsa de Judá construyó ídolos y abrigó prostitutas-cultuales. Prostitución y homosexualidad fueron pecados practicados como parte de esos cultos paganos (1 R 14:23-24).
13. Los pecados de los líderes dan motivo para que el pueblo también peque. La idolatría de Jeroboam y de Roboam dio motivo para que el pueblo practicara la idolatría.
14. Hijos cuyos padres fueron rebeldes contra Dios, pueden volverse siervos fieles a Dios. Asa, rey de Judá, fue un ejemplo de eso. El corazón de Asa fue totalmente del Señor (1 R 15:14). Su reinado fue una época de profundas reformas religiosas y de grandes victorias militares, y disfrutaba de largos períodos de paz y de prosperidad (2 Cr 14:1; 15:8-9). Asa fue del Señor, pero su padre, Abías, andaba en pecado (15:3), imitando al que había sido su padre, Roboam, que se apartó de Dios.
15. Dios es soberano. Aun cuando hombres perversos están en el poder, Dios sabe lo que está sucediendo y permanece en el control.
16. No es verdad que todas las religiones son buenas y llevan a Dios. Entonces, no es suficiente tener una religión y no basta ser sincero en su religión. Es necesario tener la religión correcta, la religión donde es Dios quien busca al hombre.
17. La unión de la religión con la política puede llevarlas a ambas a la decadencia. Cuando la religión y la política andaban juntas en Israel y Judá, los sacerdotes aceptaron una religión idólatra (falsos dioses), inmoral (sacerdotes y sacerdotisas homosexuales y prostitutas) y sacrílega (con líderes mercenarios y sin piedad que hacían hasta sacrificios humanos).
18. El profeta que apenas profetiza el bien, no es profeta de Dios, así como aquel que sólo profetiza el mal. El mensaje del profeta es el mensaje de Dios de acuerdo con la necesidad del pueblo de Dios.
P R E G U N T A S
Reino Dividido
TEXTO: 1 Reyes 16:29 - 22:40;
2 Reyes 9:30-37; 10:1-17
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
El primer libro de los Reyes cuenta la historia de más o menos 120 años, del inicio del reinado de Salomón, en el año 971 a.C., hasta el final del reinado de Ocozías, en el año 852 a.C. El libro, de forma clara y sincera, registra la historia del rechazo del pacto con Dios por todos los reyes de Israel, el Reino del Norte, que se rebeló contra los reyes descendientes de David. También registra la historia del rechazo al pacto con Dios por la mayoría de los gobernantes de Judá, Reino del Sur, gobernado por los reyes descendientes de David. El libro deja bien claro que el rechazo al pacto con Dios, siendo un acto pecaminoso y rebelde, sólo puede traer como resultado el juicio divino. Mientras los reyes rechazaron el pacto con Dios, Dios estuvo enviando Sus profetas con Su mensaje.
❖ Personajes-clave: Acab, Jezabel y Elías
❖ Lugar-clave: Samaria.
❖ Repeticiones-clave:
-- Pecados de Acab: él se casó con Jezabel, adoró al dios Baal y construyó un templo para Baal (1 R 16:29-34); no obedeció a las órdenes de Dios (1 R 20:1-43); permitió matar a Nabot (1 R 21:1-16).
-- Actos poderosos de Elías: Elías avisó que no llovería (1 R 17:1); cuervos traían pan y carne para alimentarlo (1 R 17:3-6); un poco de harina de trigo y aceite dio para alimentar a Elías, una viuda y al hijo de ésta (1 R 17:8-16); resucitó al hijo de la viuda (1 R 17:17-24); cayó fuego del cielo en el Monte Carmelo (1 R 18:20-40); el milagro de la lluvia (1 R 18:41-46); Dios lo alimentó y él viajó durante cuarenta días y cuarenta noches sin comer (1 R 19:5-9); fuego del cielo mató soldados (2 R 1:9-14); es llevado para el cielo (2 R 2:1-18).
-- Acab consideró a Elías como un creador de problemas y como su enemigo (1 R 18:17-18; 21:17-29).
-- Profetas fueron portavoz de Dios: Elías (1 R 17:1; 18:1-40; 21:17-24); un profeta (1 R 20:35-43); Micaías (1 R 22:1-23); Jehú (2 Cr 19:1-3); Jahaziel (2 Cr 20:14-17); Eliezer (2 Cr 20:37).
❖ Sentimientos-clave:
-- La malicia de Acab y Jezabel.
-- La infantilidad de Acab.
-- El coraje, la soledad y la depresión de Elías.
-- El conflicto y la enemistad de Elías con Acab.
-- La piedad de Josafat.
❖ Problema-inicial: Acab, rey de Israel, pecó contra Dios más que los reyes que reinaron antes de él.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Elías y la Sequía
-- El rey Acab, de Israel, pecó contra Dios más que los reyes antes de él. Se casó con Jezabel, adoró al dios Baal y construyó un templo para Baal en Samaria (1 R 16:29-34).
-- Elías avisó al rey Acab que no iría a llover durante los próximos años. Elías se escondió en una cueva y Dios lo cuidó (1 R 17:1-7).
-- La viuda de Sarepta alimentó por muchos días a Elías, a su propio hijo y a ella misma con un poco de harina de trigo y aceite (1 R 17:8-16).
-- Elías resucitó al hijo de la viuda de Sarepta (1 R 17:17-24).
Elías en el Monte Carmelo
-- Elías desafió a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal en el Monte Carmelo y probó que solamente Dios es el Dios verdadero de Israel. Los profetas de Baal fueron muertos (1 R 18:1-40).
-- Elías oró y Dios mandó el milagro de la lluvia (1 R 18:41-46).
Elías en el Monte Sinaí
-- Cuando Jezabel lo amenazó de muerte, Elías fue tomado por un sentimiento de autocompasión y quiso morir (1 R 19:1-4).
-- Dios envió a Elías al Monte Sinaí, donde pasó la noche en una cueva. Pasó un viento muy fuerte, pero Dios no estaba en el viento. Vino un terremoto, pero Dios no estaba en el terremoto. Vino un fuego, pero Dios no estaba en el fuego. Después vino una voz mansa y suave y Dios estaba presente en la voz (1 R 19:5-18).
-- Eliseo fue vocacionado para quedarse en el lugar de Elías (1 R 19:19-21).
Reino de Judá: Josafat
(En la Época que Acab era Rey de Israel)
-- Josafat hizo lo que Dios consideraba correcto y Judá prosperó (1 R 22:41-47; 2 Cr 20:32-33).
Profecías contra Acab y su Castigo
-- En la guerra del rey Acab de Israel contra los sirios, un profeta de Dios orientó a Acab cómo derrotarlos. Acab no obedeció a las órdenes de Dios para matar a Ben-adad, el rey de Siria, y Dios mandó un profeta con un mensaje de castigo (1 R 20:1-43).
-- Nabot fue muerto para que Acab se quedara con su plantación de uvas (1 R 21:1-16).
-- Elías profetizó la muerte de Acab y de Jezabel como castigo de Dios (1 R 21:17-29).
-- Josafat de Judá visitó al rey Acab, de Israel. Acab invitó a Josafat para unirse con él para luchar contra los sirios (1 R 22:1-4).
-- Los cuatrocientos profetas de Acab profetizaron victoria sobre el rey de Siria. Pero, el profeta Micaías avisó a Acab que él sería muerto y que sus profetas habían sido inspirados por un espíritu mentiroso (1 R 22:5-28; 2 Cr 18:1-27).
-- Acab fue muerto en la batalla (1 R 22:29-40; 2 Cr 18:28-34).
-- Jezabel fue muerta por el rey Jehú, de Israel (2 R 9:30-37).
-- Los hijos y parientes de Acab fueron muertos (2 R 10:1-17).
Reino de Judá: Josafat
-- Josafat fue reprimido por la alianza que hizo con Acab (2 Cr 19:1-3).
-- Dios dio victoria a Josafat en una guerra contra Edom (2 Cr 20:1-30).
-- Josafat obró mal al hacer una alianza con Ocozías, rey de Israel (2 Cr 20:35-37).
-- Josafat descansó y fue sepultado (2 Cr 21:1).
❖ Situación-final: En Israel, cuando Acab murió, los perros lamieron su sangre como habían hecho con la sangre de Nabot (1 R 22:29-40). Cuando Jezabel murió, los perros se comieron su cuerpo (2 R 9:30-37). Pero en Judá, la muerte del rey Josafat fue un descanso (2 Cr 21:1).
NARRATIVA:
Elías y la Sequía
El rey Acab fue el séptimo rey de Israel, del Reino del Norte, que se negó a ser gobernado por los descendientes de David. Acab pecó contra Dios más que todos los reyes anteriores a él. Como si no le bastase imitar los pecados del rey Jeroboam, se casó con Jezabel, hija de un rey extranjero, y empezó a adorar al dios Baal. Acab construyó un templo para Baal en Samaria (1 R 16:29-34).
Durante el reinado de Acab existió un gran profeta de Dios llamado Elías. Elías avisó a Acab: “En nombre del Dios vivo de Israel, de quien soy siervo, te digo que no va a caer rocío ni lluvia durante los próximos tres años” (1 R 17:1).
Después de entregar el mensaje al rey Acab, Dios guio a Elías hasta una cueva cerca de un pequeño río para esconderse. Allí él fue alimentado por los cuervos que, en la mañana y en la tarde, le llevaban alimento. Él bebió agua del río, hasta que éste se secó por la falta de lluvia (1 R 17:1-7).
Cuando el río se secó, porque no llovía más en el país, Dios guio a Elías a la casa de una viuda en la ciudad de Sarepta. Elías pidió a la viuda para que le trajera un pedazo de pan.
La viuda respondió: “No tengo nada, solamente tengo un poco de harina en una vasija y un poco de aceite en la botella. Voy a preparar ese resto para mí y para mi hijo; nosotros lo comeremos y después esperaremos la muerte”.
Elías le respondió: “No temas; anda y haz como dices. Pero primero, prepárame con lo que tienes un pancito y tráemelo; después prepararás para ti y para tu hijo”.
Ella preparó comida para Elías y la harina de la vasija no se terminó y la botella de aceite tampoco. Mientras Elías permaneció con ella, la harina y el aceite jamás se terminaron. Con este milagro, la mujer, su hijo y el profeta consiguieron alimentarse durante todo el tiempo en que Elías se quedó con ella (1 R 17:8-16).
Algún tiempo después, el hijo de la viuda quedó enfermo y terminó muriendo. Elías tomó al niño en sus brazos, lo llevó para su cuarto y oró: “Dios mío, Dios mío, ¿quieres afligir hasta a la viuda que me hospeda, haciendo morir a su hijo?”
Elías se tendió tres veces sobre el niño y oró de esta manera: “Dios mío, Dios mío, te pido, ¡hace que este niño viva nuevamente!” Dios respondió a la oración de Elías y el niño empezó a respirar otra vez y volvió a vivir (1 R 17:17-24).
Elías en el Monte Carmelo
En cuanto eso, Acab buscó a Elías sin encontrarlo. Era grande el hambre en Samaria. En el tercer año de la sequía, Acab estaba recorriendo el país, buscando todas las fuentes y ríos para encontrar pastos para mantener vivos los caballos y los burros. Él no deseaba sacrificar a todos los animales.
Elías se presentó delante del rey Acab. Cuando Acab vio a Elías, dijo: “¡Entonces eres el mayor creador de problemas de Israel!”
Elías respondió: “Yo no soy creador de problemas para el pueblo de Israel. Tú y tu padre es que son los creadores de problemas, porque abandonaron los mandamientos de Dios y adoraron las imágenes de Baal”. Elías desafió al rey para que reuniera a todo el pueblo de Israel con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal para una prueba que iría a mostrar quien era el verdadero Dios: Baal o Jehová. Los profetas de Baal fueron llamados a Israel por Jezabel, que los sustentaba (1 R 18:1-19).
Acab llamó a todos los israelitas y los profetas de Baal para reunirse en el Monte Carmelo. Elías llegó cerca del pueblo y dijo: “¿Hasta cuándo ustedes van a estar en duda? ¡Si Dios es Dios, adoren al Señor, pero si Baal es dios, adoren a Baal!”
Sin embargo el pueblo no le pudo dar la respuesta. Entonces Elías lanzó su desafío: “Soy el único de los profetas de Jehová Dios que quedó, mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta. Que los profetas de Baal preparen un buey para el sacrificio, pero sin encender el fuego. Yo prepararé otro de la misma forma. Que ellos oren a su dios que les mande fuego para ofrecer su sacrificio. Yo voy a orar a Dios pidiéndole que mande fuego para mi sacrificio. El dios que encienda la leña en respuesta a la oración hecha, es el verdadero Dios”.
Todo el pueblo respondió: “¡Está bien así!”
Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: “Ya que ustedes son tantos, tomen el toro y prepárenlo primero y oren a su dios”.
Ellos tomaron al toro, lo cortaron en pedazos e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: “¡Baal, respóndenos!” Ellos danzaban doblando la rodilla delante del altar que habían hecho.
Hasta el mediodía, Elías, burlándose, dijo a los profetas de Baal: “¡Oren más fuerte, pues él es un dios! Puede ser que esté meditando o que haya ido al baño. Tal vez él haya viajado o tal vez esté durmiendo, y ustedes tendrán de despertarlo.”
Los profetas gritaron más fuerte y, según su costumbre, hicieron heridas en el propio cuerpo con espadas y lanzas, hasta correr la sangre.
Poco antes del anochecer, Elías dijo a todo el pueblo: “Acérquense a mí”; y todo el pueblo se acercó a él. Él hizo el altar de Dios Jehová con doce piedras representando las doce tribus de Israel. Él hizo un canal profundo alrededor del altar. Preparó el buey para el sacrificio, mandó que trajeran cuatro barriles de agua y los derramasen encima de la ofrenda. Hizo eso tres veces, hasta que la víctima de su sacrificio estuviera empapada y también el reguero alrededor del altar quedase lleno de agua.
Elías se colocó enfrente al altar y empezó a orar: “Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sépase hoy que tú eres Dios en Israel, que soy Tu siervo y que es por orden tuya que hice todas estas cosas. ¡Respóndeme, Dios, para que este pueblo reconozca que tú eres Dios, y que conviertes los corazones de ellos!”
Entonces cayó fuego del cielo enviado por Dios, quemando el buey, la leña, las piedras y toda la tierra que se encontraba alrededor. El agua que llenaba el canal desapareció en una nube de vapor.
Cuando vieron eso, los israelitas se postraron con el rostro en tierra, gritando: “¡Dios Jehová es Dios! ¡Solo Jehová es Dios!”
Elías ordenó: “¡Arresten a los profetas de Baal; que ninguno de ellos escape!” Elías los mató (1 R 18:1-40).
Elías avisó a Acab que debería preparar el carro y volver para casa, pues en caso contrario la lluvia no lo dejaría. Elías oró y en poco tiempo el cielo se cubrió de nubes oscuras y una lluvia pesada empezó a caer (1 R 18:41-46).
Elías en el Monte Sinaí
Cuando Acab contó a Jezabel como Elías había matado a espada a todos los profetas de Baal, ella se quedó enojada y envió un mensaje a Elías: “¡Que los dioses me maten si hasta mañana, a esta hora, yo no haga contigo lo mismo que tu hiciste con los profetas de Baal!”
Cuando Jezabel lo amenazó de muerte, Elías quedó desesperado y huyó para el desierto. Se sentó a la sombra de un árbol y tuvo deseos de morir. Sintió que era el único israelita que todavía era fiel a Dios, fue tomado por un sentimiento de autocompasión y oró: “¡Ya basta, oh Dios! ¡Termina ahora con mi vida! Yo soy un fracaso, como eran mis antepasados” (1 R 19:1-4).
Dios, milagrosamente, alimentó a Elías con pan cocido sobre piedras calientes y él viajó durante cuarenta días y cuarenta noches sin comer, hasta llegar al Monte Sinaí. Allí, entró en una cueva y se quedó dormido (1 R 19:5-9).
De repente, Dios le preguntó: “¿Qué estás haciendo aquí, Elías?”
Elías respondió. “Yo siempre me consumí de ardiente celo por ti, pero el pueblo de Israel quebró su acuerdo, mató a todos tus profetas. ¡Yo soy el único que sobró, y ellos están queriendo matarme!”
Dios mandó Elías salir de la cueva. Pasó un huracán muy fuerte que despedazó los morros y quebró las rocas en pedazos, pero Dios no estaba en el viento. Cuando el viento paró de soplar, vino un terremoto, pero Dios no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego, pero Dios no estaba en el fuego. Después del fuego vino una voz tranquila y suave y Dios estaba presente en la voz.
Cuando Elías escuchó la voz, cubrió el rostro con la capa y se puso en la entrada de la cueva. La voz le dijo: “¿Qué estás haciendo aquí, Elías?”
Elías respondió: “Oh Dios, Todopoderoso, yo siempre te he servido a ti y sólo a ti. Pero el pueblo de Israel quebró su acuerdo contigo, derribó tus altares y mató a todos tus profetas. ¡Yo soy el único que sobró, y ellos están queriendo matarme!”
Dios dio a Elías la tarea de ir hasta Damasco y ungir a Hazael como rey de Siria, ungir a Jehú como rey de Israel y ungir a Eliseo como profeta para quedar en su lugar. Y Dios informó a Elías: “Yo dejaré siete mil personas vivas en Israel que no adoraron al dios Baal y no besaron su imagen” (1 R 19:9-18).
Elías se encontró con Eliseo, que estaba arando la tierra. Enfrente a él iban doce pares de bueyes, y él estaba arando con el último par. Elías pasó cerca y arrojó su capa sobre él. Eliseo soltó sus bueyes, corrió para despedirse de sus padres, tomó la junta de bueyes, la inmoló, se sirvió de la leña del arado para cocinar la carne y la dio a su personal para comer. Después se levantó y salió con Elías, pasando a trabajar como su ayudante (1 R19:19-21).
Reino De Judá: Josafat
(En La Época En Que Acab Era Rey De Israel)
En el cuarto año del reinado de Acab en Israel, Josafat, hijo de Asa, se tornó rey de Judá con la edad de treinta y cinco años. Él gobernó en Jerusalén veinticinco años. Como Asa, su padre, había hecho antes, Josafat hizo lo que el Señor consideraba correcto. Josafat vivió en paz como rey de Israel. Él acabó con todos los hombres y mujeres que se prostituían y que servían en los altares paganos que aún habían quedado desde el tiempo de Asa, su padre (1 R 22:41-47).
Profecías Contra Acab Y Su Castigo
El rey Ben-adad de Siria reunió todo su ejército y cercó la ciudad de Samaria.
Ben-adad mandó sus mensajeros con el siguiente mensaje: “¡Que los dioses me maten, si yo no arraso Samaria con un ejército tan grande que, si cada soldado lleva de ella un puñado de tierra, la ciudad va a desparecer!”
El rey Acab respondió: “Digan al rey Ben-adad que un verdadero soldado se alaba después de una batalla y no antes.”
Ben-adad recibió la respuesta de Acab y dio orden a sus soldados para que se preparasen para atacar la ciudad.
Mientras tanto, un profeta fue a hablar con Acab, rey de Israel, y le dijo: “El Señor dice lo siguiente. ¿Estás viendo todo ese enorme ejército? Pues hoy te daré la victoria a ti, y entonces quedarás sabiendo que yo soy el Señor Dios.”
Entonces, Acab convocó el ejército israelita, que tenía siete mil hombres. El ataque empezó al mediodía, cuando Ben-adad y sus treinta y dos aliados se estaban embriagando en sus barracas. Los sirios huyeron, y los israelitas los persiguieron, pero Ben-adad escapó a caballo, junto con algunos soldados de la caballería. El rey Acab derrotó completamente a los sirios.
El profeta volvió a hablar con el rey Acab: “Vuelve, fortalece tu ejército y haz planes, pues de aquí a un año, el rey de Siria va a atacar de nuevo.”
Los oficiales de Ben-adad le dijeron: “Los dioses de los israelitas son dioses de las montañas, y fue por eso que los israelitas fueron más fuertes que nosotros. Pero, si luchamos contra ellos en lugares planos, seremos más fuertes que ellos.”
El rey Ben-adad concordó y siguió el consejo de ellos. Un año después, él convocó a sus soldados y marchó con ellos para atacar a los israelitas en un lugar plano. Los israelitas parecían dos pequeños rebaños de cabras comparados con los sirios, que estaban desparramados por todo el campo.
Un profeta entregó al rey Acab el mensaje del Señor: “Los sirios dicen que Yo soy un Dios de las montañas y no de los lugares planos; por eso, Yo voy a darte la victoria sobre el enorme ejército sirio, y así tú y tu pueblo quedarán sabiendo que Yo soy el Señor.”
Los israelitas, en un solo día, mataron a cien sirios. El rey Ben-adad huyó, y entró en la ciudad, y se escondió en el cuarto del fondo de una casa. Entonces sus oficiales le dijeron: “Nosotros oímos decir que los reyes israelitas son bondadosos. Por eso, vamos a hablar con el rey de Israel. Vestiremos paños de saco y amarraremos cuerdas en el cuello; tal vez así él no te mate.”
Entonces ellos amarraron paños de saco en la cintura y cuerdas en el cuello y fueron a hablar con Acab. Ellos dijeron: “Tu esclavo Ben-adad pide que no mandes a matarlo.”
Acab respondió: “¿Entonces él todavía está vivo? ¡Él es como si fuera mi hermano!”
Los oficiales de Ben-adad aprovecharon luego esa palabra y dijeron: “¡Sí, señor, Ben-adad es tu hermano!”
Acab ordenó: “¡Traigan a Ben-adad aquí para mí!”
Cuando Ben-adad llegó, Acab lo invitó a subir en el carro con él, hizo un acuerdo con él y lo dejó irse (1 R 20:1-34).
Por orden del Señor, un profeta pidió a uno de sus compañeros que le diera un golpe en el rostro. Y él le dio un golpe y lo hirió. Entonces el profeta enrolló un paño en el rostro para disfrazarse y se puso en la orilla del camino. Cuando el rey iba pasando, el profeta lo llamó con un grito y le dijo: “Yo estaba luchando en la batalla, cuando un soldado me trajo un enemigo que había sido preso y dijo: Vigila a este hombre. Si él escapa, pagarás con la vida o entonces pagarás una multa de treinta y cinco kilos de plata. Sin embargo, yo quedé ocupado con otras cosas, y el hombre escapó.”
El rey respondió: “Ese es tu castigo; tú mismo diste la sentencia.”
Ahí el profeta se sacó rápidamente el paño del rostro, y dijo al rey: “Esta es la palabra del Señor: Dejaste que escapase el hombre que había sido ordenado que fuera muerto; por lo tanto, pagarás eso con la vida, y tu pueblo será destruido en lugar de su propio pueblo.” Entonces el rey volvió enfurecido y con rabia para su casa en Samaria (1 R 20:35-43).
Acab tenía un palacio en Jezreel. Cerca de ese palacio, había una plantación de uvas, que pertenecía a un hombre llamado Nabot. Acab quiso comprar la plantación de uvas, pero Nabot no se la quiso vender. Acab fue para la casa aborrecido y no quiso comer nada. Jezabel prometió darle la viña de Nabot. Entonces ella mandó que dos hombres perversos acusasen a Nabot de haber maldecido a Dios y al rey, para llevar a Nabot para fuera de la ciudad para ser muerto a pedradas. Nabot fue muerto y Acab fue a la plantación de uvas para hacerse dueño de ella (1 R 21:1-16).
Elías fue a la plantación para encontrarse con Acab. Cuando Acab vio a Elías, preguntó: “¿Ya me encontraste, mi enemigo?”
Elías respondió: “Encontré, sí, porque te entregaste completamente a hacer el mal. Dios va a hacer que la desgracia caiga sobre ti y va a destruir a toda tu familia, pues llevaste al pueblo de Israel a pecar. Dios prometió que los perros comerán el cuerpo de Jezabel. La persona de la familia de Acab que muera en la ciudad será devorada por los perros; y quien muera en el campo será comido por las aves del cielo” (1 R 21:17-24).
No hubo nadie que, como Acab, se haya entregado tan completamente a hacer lo que era malo a los ojos de Dios. Todo lo hizo por sugerencia de su mujer, Jezabel (21:25).
Josafat, rey de Judá, fue a visitar al rey Acab, de Israel. Acab preguntó al rey Josafat: “¿Vas conmigo a atacar Ramot?”
Josafat respondió: “Cuando estés listo para la batalla, yo también estaré. Pero primero vamos a consultar al Señor nuestro Dios”.
Acab mandó a llamar a los profetas, que eran unos cuatrocientos y les preguntó: “¿Debo atacar la ciudad de Ramot o no?”
Ellos respondieron: “Ataca, porque el Señor te dará la victoria”.
Pero Josafat preguntó: “¿No existe aquí ningún profeta para que consultemos al Señor por su intermedio?”
Acab respondió: “Existe otro, que se llama Micaías. Pero yo lo odio porque nunca profetiza para mí lo que es bueno, sino solo lo que es malo”.
Josafat respondió: “¡No hables de esa manera!”
Entonces Acab llamó a un oficial y mandó que él fuera inmediatamente a buscar a Micaías. Los dos reyes estaban sentados en sus tronos y todos los profetas estaban profetizando delante de ellos. Uno de los profetas, llamado Sedequías, hizo unos cuernos de hierro y dijo a Acab: “Lo que el Señor está diciendo es esto: Con estos dos cuernos llamados Acab y Josafat, los sirios serán completamente derrotados”. Y todos los profetas profetizaron la misma cosa.
El oficial que había ido a buscar a Micaías le dijo: “Todos los otros profetas profetizaron que el rey tendrá suceso. ¡Es mejor que tú hagas lo mismo!”
Micaías respondió: “¡Juro por el Señor, el Dios vivo, que yo hablaré lo que Él mismo mande!”
Cuando Micaías llegó al lugar donde estaba el rey Acab, éste le preguntó: “Micaías, ¿el rey Josafat y yo debemos atacar la ciudad de Ramot o no?”
Micaías, con ironía respondió: “Ataca, porque tú, rey, vencerás. El Señor Dios te dará la victoria...”
Pero Acab dijo: “Cuando tú hables conmigo en nombre del Señor, ¡dime la verdad!”
Micaías respondió: “Veo el ejército de Israel derramado por los montes como ovejas sin pastor”.
Entonces Acab dijo a Josafat: “¿Yo no dije que para mí él nunca profetiza cosas buenas? ¡Él siempre dice alguna cosa mala!”
Micaías continuó: “Yo vi al Señor sentado en su trono en el cielo, con todos sus ángeles a su derecha y a su izquierda. Él preguntó: ¿Quién engañará a Acab para que vaya a Ramot y sea muerto allá? Algunos ángeles dijeron una cosa y otros dijeron otra, hasta que un espíritu se presentó y dijo: Yo engañaré a Acab. Yo haré que todos los profetas de Acab digan mentiras. Entonces el Señor ordenó: Anda y engaña a Acab. Tú conseguirás”. Micaías terminó diciendo a Acab: “Estás viendo ahora que el Señor hizo que todos estos, tus profetas, mintieran. Pero Él resolvió que va a suceder una desgracia contigo, oh rey”.
Entonces, el rey Acab dio la siguiente orden a uno de sus oficiales: “Toma a Micaías y pónelo en la cárcel y déjalo a pan y agua hasta que yo vuelva sano y salvo”.
Micaías exclamó: “¡Si tú, oh rey, vuelves en paz, entonces, de hecho, el Señor no habló por mi intermedio!” (1 R 22:1-28).
En la batalla, sucedió que un hombre disparó su arco y, por casualidad, hirió al rey Acab por entre las junturas de su armadura. Él murió dentro de su carro. El cuerpo de Acab fue llevado para Samaria, donde lo enterraron. El carro, en el cual fue herido, estaba lleno de sangre y fue lavado en un estanque cerca del lugar donde Nabot fue apedreado y los perros lamieron su sangre como habían hecho con la de Nabot. La profecía de Elías fue cumplida (22:29-40).
Cuando Acab murió, su hijo Ocozías quedó como rey en su lugar. Él gobernó dos años en Samaria. Él pecó contra Dios (1 R 22:40, 51-53). Ocozías murió. Él no tenía hijos y por eso su hermano Joram ocupó su lugar como rey (2 R 1:17).
En el año dieciocho del reinado de Josafat, de Judá, Joram, hijo de Acab, se convirtió en rey de Israel y gobernó doce años en Samaria. Joram llevó al pueblo de Israel a pecar sin parar (2 R 3:1-3).
Jehú, un oficial, se rebeló contra Joram y lo mató. Después fue a la ciudad de Jezreel, donde estaba Jezabel. Cuando Jehú llegó a la ciudad, vio a Jezabel en una ventana del palacio. Jehú gritó: “¿Quién está a mi lado?”
Dos o tres oficiales del palacio miraron para él desde una ventana, y Jehú les dijo: “¡Echen abajo a esa mujer!” Ellos la lanzaron abajo y Jehú pasó por encima de ella con los caballos y el carro. Su cuerpo fue dejado en la calle y los perros se lo comieron, cumpliendo la profecía de Dios hecha por medio de Elías (2 R 9:14-37).
Después de eso, Jehú mandó a matar a todos los hijos y parientes de Acab (2 R 10:1-17).
Reino de Judá: Josafat
(Después de la Muerte de Acab de Israel)
Josafat, rey de Judá, volvió sano y salvo para su palacio, en Jerusalén. El profeta Jehú fue a encontrarse con el rey y dijo: “¿Por qué ayudas a los malos y eres amigo de los enemigos de Dios? Por ese motivo, el Señor te va a castigar. Pero es verdad que hiciste cosas buenas: acabaste con los postes-ídolos del país y trataste, con todo el corazón, de conocer la voluntad de Dios” (2 Cr 19:1-3).
Algún tiempo después, un gran ejército de tres pueblos: los amonitas, los moabitas y los edomitas, invadieron el país de Judá. Josafat quedó con miedo y oró al Señor pidiendo Su ayuda. Después, ordenó que todo el pueblo de Judá ayunase. De todas las ciudades del país el pueblo vino a Jerusalén para pedir el auxilio del Señor.
De repente, el Espíritu de Dios descendió sobre un levita que se llamaba Jahaziel. Él dijo: “Pueblo de Judá, escuchen esto que el Señor dice: ¡No se asusten, no queden con miedo de este enorme ejército, pues la batalla no es contra ustedes, sino contra mí! Mañana ustedes los atacarán. Cuando los encuentren ustedes no necesitarán luchar. ¡Quédense parados allí y verán como el Señor Dios los salvará!”
Entonces, el rey Josafat se arrodilló y puso su rostro en tierra; y todo el pueblo de Judá también se arrodilló delante del Señor y lo adoró. Los levitas empezaron a alabar al Señor, el Dios de Israel, en voz bien alta. A la mañana siguiente, todos se levantaron temprano y fueron para el desierto de Tecoa. Al salir, Josafat ordenó que algunos cantasen vestidos de ropas sagradas y marchasen delante del ejército, alabando a Dios y cantando: “Alaben al Señor porque su amor dura para siempre”. Luego que empezaron a cantar, el Señor causó confusión y los amonitas y los moabitas atacaron a los edomitas y los destruyeron completamente; después, los amonitas lucharon contra los moabitas, y los dos lados también acabaron destruyéndose. Cuando el ejército de Judá llegó a un lugar alto en el desierto, ellos vieron el suelo cubierto de muertos; nadie había escapado con vida. Entonces Josafat y sus soldados avanzaron y empezaron a recoger todo lo que había en el campamento enemigo. Todos se reunieron y alabaron al Señor. Después, los soldados de Judá, con Josafat adelante, volvieron alegres para Jerusalén (2 Cr 20:1-30).
Pasado un tiempo, el rey Josafat se hizo aliado de Ocozías, rey de Israel, que tenía una vida llena de maldad. Ellos hicieron un acuerdo para construir navíos que fueran hasta España. Eliezer profetizó contra Josafat lo siguiente: “El Señor va a destruir lo que construiste porque te hiciste aliado de Ocozías”. Los navíos se quebraron y no pudieron ir a España (2 Cr 20:35-37).
Josafat tenía treinta y cinco años de edad cuando se tornó rey de Judá. Gobernó en Jerusalén veinticinco años. Josafat descansó y fue enterrado en los sepulcros de los reyes, en la Ciudad de David. Su hijo Joram quedó en su lugar como rey (2 Cr 21:1).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA:
P R E G U N T A S
Reino Dividido
TEXTO: 2 Reyes 1-13; 17
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Todos los reyes de Israel (Reino del Norte) estaban en rebeldía contra los reyes descendientes de David, rechazaron el pacto con Dios y siguieron a dioses falsos. El rey Acab, de Israel, pecó contra Dios más que todos los reyes que reinaron antes que él. Él se casó con Jezabel, adoró al dios Baal, construyó un templo para ese dios en Samaria e hizo de la adoración a Baal la religión oficial (1 R 16:29-34). No hubo nadie que se hubiera entregado tan completamente a hacer el mal como Acab. Y todo lo que hizo fue por influencia de su esposa, Jezabel (1 R 21:25). La forma como Acab y Jezabel murieron fue castigo de Dios. Cuando los reyes no aceptaban el pacto con Dios, Él enviaba a Sus profetas con Su mensaje. Elías y Eliseo fueron los principales profetas de Israel, el Reino del Norte.
❖ Personaje-clave: Eliseo, el profeta.
❖ Lugar-clave: Samaria.
❖ Repeticiones-clave:
-- Milagros de Eliseo: agua purificada (2 R 2:19-22); aceite multiplicado (2 R 4:1-7); niño resucitado (2 R 4:8-37); Naamán curado (2 R 5:1-19); un hacha flotó (2 R 6:1-7).
-- Cada rey de Israel pecó, imitando los pecados de Jeroboam, e hizo que los israelitas pecaran.
-- Eliseo ayudó a reyes de Israel en las guerras contra sus enemigos (3:1-3; 6:8 — 7:20).
-- Reyes de Judá; algunos imitaron a David: Joás, (mientras Joiada vivió); Amasías, Uzías; Jotam; Ezequias. Otros imitaron a los reyes de Israel: Joram; Joás (después que Joiada murió); Acaz.
❖ Sentimientos-clave:
-- La soledad y la autoridad de Elías.
-- La sociabilidad y la resolución de Eliseo.
-- La esperanza de Naamán.
-- La ambición de Giezi.
-- La insubordinación de los reyes de Israel.
-- La calamidad de la caída de Samaria.
-- La inestabilidad de los israelitas que quedaron vulnerables a la influencia de los líderes.
-- La inconsistencia de Joás.
-- La consistencia de Uzías, hasta que demostró un sentimiento de orgullo.
-- La fidelidad de Ezequias.
❖ Problema-inicial: El rey Ocozías, de Israel, fue herido y mandó que sus consejeros fueran a consultar al dios Baal-zebub y Elías fue a encontrarse con los mensajeros del rey.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Elías es Arrebatado y Eliseo lo Sucede
-- El rey Ocozías, de Israel, fue herido y mandó que sus consejeros fueran a consultar al dios Baal-zebub. Elías fue a encontrarse con los mensajeros del rey y mandó que le preguntaran al rey: “¿Por acaso piensan que no hay Dios en Israel?” Los soldados que el rey envió para aprisionar a Elías fueron muertos por un fuego que cayó del cielo (2 R 1:1-16).
-- Elías fue llevado para el cielo y Eliseo quedó en su lugar (2 R 2:1-18).
Algunos Milagros de Eliseo
-- Eliseo purificó el agua que provocaba abortos (2 R 2:19-22).
-- Los muchachos que se burlaron de Eliseo fueron muertos por dos osos (2 R 2:23-25).
-- En la guerra entre Israel y Moab, Eliseo orientó a Israel sobre qué hacer para alcanzar la victoria (2 R 3:4-27).
-- Eliseo multiplicó el aceite para la viuda pobre (2 R 4:1-7).
-- La mujer de Sunem preparó un cuarto para que Eliseo se quedara mientras estaba allí. Eliseo profetizó que ella tendría un hijo. Años después Eliseo resucitó al niño de ella (2 R 4:8-37).
-- El guisado envenenado fue transformado en comida que podía ser aprovechada (2 R 4:38-41).
-- Veinte panes alimentaron a cien hombres (2 R 4:42-44).
-- La cura de Naamán, el leproso, que era comandante del ejército de Siria (2 R 5:1-19).
-- Eliseo hizo flotar un hacha (2 R 6:1-7).
Conocimiento de Eliseo en el Tiempo de Guerra
-- El ejército de los sirios fue derrotado, porque Eliseo avisaba al rey de Israel de los planes de los sirios (2 R 6:8-23).
-- Los sirios rodearon la ciudad de Samaria y hubo hambre. Eliseo profetizó el fin del hambre, que terminó cuando el ejército de los sirios huyó y dejó comida para Israel (2 R 6:24 — 7:20).
-- Eliseo mandó a uno de los jóvenes profetas ungir a Jehú como rey de Israel y mandó matar a toda la familia de Acab (2 R 9:1-13).
-- Jehú mató a los adoradores de Baal, pero imitó los pecados del rey Jeroboam (2 R 10:18-34).
-- Eliseo murió (2 R 13:14-20).
-- El reinado de Jeroboam II, de Israel (2 R 23-28).
-- Los reyes de Israel que siguieron a Jeroboam II, pecaron contra Dios, imitando los mismos pecados que Jeroboam, el primer rey de Israel, había hecho al pueblo de Israel cometer en el pasado. Fueron ellos: Zacarías (2 R 15:8-12); Salum (2 R 15:13-14); Manahem (2 R 15:17-21); Pekaía (2 R 15:23-26); Peka (2 R 15:27-31); Oseas (2 R 17:1-4).
Caída de Samaria
-- El rey de Asiria conquistó la ciudad de Samaria y llevó a los israelitas para Asiria como prisioneros. Samaria fue conquistada porque los israelitas adoraron a otros dioses y siguieron las costumbres de los pueblos que Dios había expulsado de la tierra (2 R 17:7-23).
-- El rey de Asiria llevó a los israelitas a vivir en otros lugares del imperio y trajo gente de las otras ciudades y las hizo vivir en las ciudades de Samaria (2 R 17:24-39).
-- Los habitantes de Samaria adoraban a Dios pero, al mismo tiempo, adoraban a sus propios dioses (2 R 17:40-41).
Reino de Judá:
-- Joram mató a todos sus hermanos. Él se casó con Atalía, hija de Jezabel y construyó lugares paganos (2 Cr 21:6-20).
-- Con la muerte de Joram, su hijo Ocozías quedó como rey. Él gobernó un año y murió (2 R 8:24-27). Atalía ordenó que mataran a todas las personas de la familia real. Sólo Joás, hijo de Ocozías escapó. Atalía reinó. Siete años después, Joás fue proclamado rey (2 R 11:4-16, 2 Cr 23:1-21).
-- Joás fue fiel a Dios durante la vida del sacerdote Joiada. El profeta Joel profetizó en el tiempo cuando Joás era niño-rey. Después de la muerte del sacerdote Joiada, el rey Joás empezó a adorar ídolos (1 R 12:1-16; 2 Cr 24:3-27).
-- Amasías hizo lo que es agradable al Señor (2 R 14:1-6; 2 Cr 25:26-28).
-- Uzías gobernó Judá durante cincuenta y dos años. Uzías empezó sirviendo al Señor, pero, cuando se hizo poderoso, quedó lleno de orgullo y pecó contra el Señor (2 Cr 26:6-21).
-- Ezequías gobernó veintinueve años e imitó a su antepasado el rey David y agradó al Señor (2 Cr 29:1-11, 20-36; 31:1; 32:24-32).
❖ Situación-final: Los asirios conquistaron Israel y se fueron a vivir en el país. Allá, junto con los israelitas, adoraban a Dios pero también adoraban a otros dioses. Ezequías era rey de Judá cuando Israel fue conquistado por los asirios. El Señor dejó solamente el Reino de Judá. Pero aún el pueblo de Judá no obedeció a las leyes del Señor; ellos imitaron las costumbres adoptadas por el pueblo de Israel.
NARRATIVA:
Elías es Arrebatado y Eliseo lo Sucede
Después de la muerte del rey Acab, de Israel, su hijo Ocozías quedó en su lugar. El rey Ocozías se cayó de la terraza alta de su palacio y quedó bastante herido. Él mandó que sus consejeros fueran a consultar al dios Baal-zebub. Pero, un ángel de Dios mandó que el profeta Elías fuera a encontrase con los mensajeros del rey y les preguntase: “¿Por acaso no hay Dios en Israel?” Elías mandó que los mensajeros volvieran al rey con el mensaje de que él moriría (2 R 1:1-8).
El rey Ocozías mandó a un oficial con cincuenta soldados para llevarse preso a Elías. Los soldados subieron a la cumbre de la montaña donde Elías estaba sentado y el oficial le dijo: “¡Hombre de Dios! ¡El rey ordenó que bajes de aquí ahora mismo!”
Elías respondió: “Si yo soy un hombre de Dios, que caiga fuego del cielo y acabe contigo y tus cincuenta soldados”. En el mismo instante, cayó fuego del cielo y mató al oficial y a sus soldados.
El rey envió otro oficial con cincuenta soldados. Él subió al monte y dijo a Elías: “¡Hombre de Dios, el rey ordenó que bajes de aquí ahora mismo!”
Elías respondió: “¡Si yo soy hombre de Dios, que venga fuego del cielo y te mate a ti y a tus soldados!”. En el mismo instante el fuego de Dios cayó del cielo y mató al oficial y a sus soldados.
El rey mandó otra vez a un tercer oficial con cincuenta soldados. Ese tercer jefe subió, se arrodilló delante de Elías y le suplicó: “¡Hombre de Dios, por favor, no acabes con mi vida ni con la vida de estos cincuenta hombres! ¡Ten piedad de mí, por favor!”
Elías bajó con él y fue donde el rey Ocozías, y le dijo: “Así dice Dios: tú hiciste como si en Israel no hubiese Dios para consultar y mandaste mensajeros para consultar a Baal-zebub. ¡Por eso, tú no sanarás; vas a morir!” Ocozías murió, de acuerdo con la palabra de Dios. Ocozías no tenía hijos y, por eso, su hermano Joram quedó en su lugar como rey (2 R 1:9-17). Joram pecó contra el Señor y llevó al pueblo de Israel a pecar (2 R 3:2-3).
Llegó el tiempo de Dios llevar a Elías para el cielo, en un remolino. Elías salió de Gilgal junto con Eliseo y, en el camino, Elías dijo: “Quédate aquí, porque el Señor Dios me mandó ir hasta Bet-el”.
Eliseo respondió: “¡No! ¡No te dejaré!”
Los dos fueron hasta Bet-el. Un grupo de profetas que vivía allí fue a hablar con Eliseo y le preguntó: “¿Tú sabes que hoy Dios va a llevar a tu maestro para lejos de ti?”
“Sí, yo sé”, respondió Eliseo.
Elías dijo a Eliseo: “Quédate aquí, Dios me mandó ir a Jericó”. Sin embargo, Eliseo no lo abandonó y continuaron el viaje juntos. Por tercera vez Elías trató de convencer a Eliseo para que no prosiguiera el viaje diciéndole: “Quédate aquí en Jericó; Dios me mandó ir al Río Jordán”. Pero otra vez Eliseo no quiso quedarse y fueron caminando por la orilla del Río Jordán, seguidos a alguna distancia por cincuenta profetas. Los profetas vieron cuando Elías se sacó su manto, lo dobló y después golpeó el agua con él. Las aguas del río se dividieron y Elías y Eliseo lo atravesaron andando en tierra seca. Allí, Elías dijo a Eliseo: ¡Di lo que quieras que haga por ti antes que sea llevado”!
Eliseo respondió: “Quiero recibir como herencia una porción doble de tu poder”. Eliseo estaba queriendo ser heredero de la misión profética de Elías y, por eso, la porción doble era la herencia del primogénito, comparada con la de los otros hijos.
Elías dijo: “Esto es muy difícil de ser concedido. Pero tú recibirás lo que estás pidiéndome, si me ves cuando yo esté siendo llevado para lejos”.
Y así, fueron caminando y conversando. De repente, un carro de fuego los separó y Elías fue llevado para el cielo en un remolino.
Eliseo vio y gritó: “¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡El Señor siempre fue como un ejército para defender a Israel!”
Eliseo rasgó su capa. Después tomó la capa de Elías que se había caído, volvió para la orilla del Río Jordán y paró allí. Entonces golpeó el agua con la capa de Elías, el agua se separó y él pasó para el otro lado.
Los cincuenta profetas de Jericó que vieron eso dijeron: “¡El poder de Elías está con Eliseo!” (2 R 2:1-18).
Algunos Milagros de Eliseo
Eliseo purificó el agua del pozo de Jericó. Los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: “La ciudad tiene un ambiente agradable, pero sus aguas son malas y provocan abortos”. Eliseo puso sal en la fuente de las aguas que fueron purificadas (2 R 2:19-22).
Eliseo salió de Jericó para ir a Bet-el. Algunos muchachos salieron de una ciudad y se burlaron de Eliseo, gritando: “¡Calvo, fuera de aquí!” Eliseo maldijo a los muchachos, en nombre de Dios. Los muchachos que se burlaron de Eliseo fueron muertos por dos osos (2 R 2:23-25).
Joram era hijo de Acab y gobernó a Israel. Él pecó contra Dios y llevó al pueblo a cometer los mismos pecados del primer rey de Israel, Jeroboam. En la guerra entre Israel y Moab, Eliseo dio a Israel la orientación que le permitió vencer. Así, Eliseo mostró el poder de Dios (2 R 3:1-27).
Eliseo multiplicó el aceite para la viuda de un profeta. La viuda fue a hablar con Eliseo y le dijo: “Mi marido, que era un hombre que temía a Dios, murió. Pero ahora vino el acreedor para tomar mis dos hijos para hacerlos sus esclavos”.
Eliseo preguntó: “Dime, ¿qué tienes en tu casa?”
La viuda respondió: “No tengo nada, a no ser un jarro de aceite”.
Eliseo ordenó: “Anda y pide prestadas vasijas vacías a todos tus vecinos. Después, tú y tus hijos entren en casa y derramen aceite en las vasijas. Y vayan separando las que ya estuvieren llenas.”
La viuda se retiró y cerró la puerta detrás de ella y de sus hijos. Ellos le traían las vasijas y ella las llenaba. Cuando todas las vasijas estaban llenas, ella dijo a uno de sus hijos: “Trae otra vasija”.
El hijo respondió: “No hay ninguna más”, entonces el aceite paró de salir de la jarra.
La viuda fue y contó todo al profeta Eliseo. Entonces él le dijo: “Vende el aceite y paga todas tus deudas. Y aún sobrará dinero para que tú y tus hijos vayan viviendo” (2 R 4:1-7).
Un día, Eliseo fue a la ciudad de Sunem, donde vivía una mujer rica. Ella lo invitó para comer. Después construyó un cuarto pequeño en la parte superior de su casa para que Eliseo se quedara allí, mientras estuviera en la región. La mujer no tenía hijos y Eliseo profetizó que ella tendría un hijo. Algunos años después, en la época de la cosecha, el niño tuvo un fuerte dolor de cabeza causado por la exposición al sol fuerte y murió. La mujer fue a buscar a Eliseo y él resucitó al niño (2 R 4:8-37).
Una vez, cuando había falta de alimentos en aquella tierra, Eliseo mandó que el empleado pusiera una olla grande al fuego e hiciera un guisado para ellos. Uno de los profetas encontró una enredadera que daba unos frutos amargos y recogió todos los que podía llevar, los cortó en pedazos y los echó dentro de la olla, sin saber lo que eran. El guisado fue servido a los hombres, pero, luego que ellos lo probaron, empezaron a gritar para Eliseo: “¡El guisado está envenenado!”
Entonces Eliseo pidió un poco de harina de trigo, la echó dentro de la olla y dijo: “Sirvan un poco más de guisado para todos”.
Y el guisado que estaba en la olla ya podía ser comido sin ningún peligro (2 R 4:38-41).
Otra vez, un hombre trajo para Eliseo veinte panes hechos con la primera cebada que había sido cosechada en ese año. Eliseo mandó que su empleado diera esa comida al grupo de profetas.
Pero, el empleado preguntó: “¿Tú crees que esto será suficiente para cien hombres?”
Eliseo respondió: “Entrégalo a ellos, y ellos comerán, pues el Señor dice que ellos van a comer y que todavía va a sobrar”. El empleado entonces les dio la comida, todos comieron, y aún sobró (2 R 4:42-44).
Naamán era el comandante del ejército de Siria. Él era respetado por el rey, era un soldado valiente, pero sufría de lepra. La esposa de Naamán tenía como esclava a una joven israelita, que había sido tomada prisionera en una de las invasiones de los sirios. Un día, la esclava dijo a su patrona: “Me gustaría que mi patrón fuera a hablar con el profeta que vive en Samaria, porque él lo curaría de su enfermedad”.
Naamán hizo un viaje para hablar con el rey de Israel, llevando una carta escrita por el rey de Siria, solicitando que su general fuera curado de la lepra. Al leer la carta, el rey de Israel rasgó sus ropas y exclamó: “¿Cómo es que el rey de Siria quiere que yo cure a este hombre?” ¿Será que él piensa que yo soy Dios? ¡Él está queriendo guerra!”
El profeta Eliseo supo lo que había sucedido y mandó que Naamán fuera a hablar con él, pues le mostraría que había profeta en Israel.
Naamán fue y paró en la puerta de la casa de Eliseo. Eliseo mandó que un empleado saliera y le dijera que fuera a bañarse siete veces en el río Jordán. Naamán quedó furioso y dijo: “¡Yo pensaba que por lo menos el profeta saldría y hablaría conmigo y que oraría a su Dios, y que pasaría la mano sobre el lugar enfermo y me curaría! ¡Además, los ríos en Damasco son mejores que cualquier río de la tierra de Israel!” Él se fue de allí indignado.
Sus empleados fueron a hablar con Naamán: “Si el profeta te mandase a hacer alguna cosa difícil, ¿por acaso, no la harías? ¿Por qué no puedes ir a bañarte como él dijo y quedar curado?”.
Entonces Naamán bajó hasta el río Jordán, se zambulló siete veces y quedó completamente curado.
Después volvió para la casa de Eliseo, implorándole que aceptara una fortuna en oro y plata, pero el profeta Eliseo rechazó estas cosas.
Al retirarse Naamán, el siervo de Eliseo, Giezi, quiso ganar con la cura de él. Giezi, pensando que era una deshonra no aceptar tanto oro y plata, montó en un caballo y salió al galope atrás del general. Naamán saltó de su carro para recibirlo. Giezi mintió y dijo que, de repente, Eliseo necesitaba de alguna cosa para hospedar a dos jóvenes profetas. Naamán quedó contento por poder demostrar su gratitud y entregó a Giezi una fortuna. Cuando volvió para casa, Eliseo le dijo que, por causa de su mentira, Giezi quedaría con la enfermedad de Naamán. Cuando salió de la presencia de Eliseo, Giezi tenía la piel blanca como la nieve, por causa de la lepra (2 R 5:1-27).
Eliseo fue con algunos jóvenes profetas hasta el río, donde estaban cortando algunos árboles. Uno de ellos estaba cortando un árbol cuando, de repente, el hierro de su hacha escapó del mango y cayó en el agua. “¿Qué voy a hacer? ¡El hacha era prestada!, gritó el joven profeta. Eliseo hizo que el hacha flotara y el joven la tomó (2 R 6: 1-7).
Conocimiento de Eliseo en el Tiempo de Guerra
El rey de Siria estaba en guerra contra Israel. Él fue derrotado por Israel, porque Eliseo siempre contaba al rey de Israel los planes de los sirios. El rey de Siria mandó a tomar preso a Eliseo. El ejército de los sirios llegó de noche a Dotán, donde Eliseo estaba. Al día siguiente, cuando el empleado de Eliseo vio las tropas sirias, dijo a Eliseo: “¡Señor, estamos perdidos!”
Eliseo respondió: “No tengas miedo, porque son más numerosos los que están con nosotros que los que están con ellos”. Eliseo oró para que Dios abriera los ojos de su empleado. Dios respondió a la oración y el empleado miró y vio que, alrededor de Eliseo, el monte estaba cubierto de caballos y carros de fuego. Cuando los sirios atacaron, Eliseo oró pidiendo que Dios hiciera que los sirios quedaran ciegos (2 R 6:8-23).
Algún tiempo después, el rey de Siria rodeó la ciudad de Samaria. Por eso, faltaron alimentos en la ciudad. El hambre era tan grande que una madre cocinó a su propio hijo para comerlo. El rey le echó la culpa al Dios de Israel por sus problemas y quiso matar al profeta Eliseo.
Eliseo dijo al rey: “Mañana, a esta hora, podrás comprar en Samaria tres kilos y medio del mejor trigo o siete kilos de cebada por diez gramos de plata”. El ayudante del rey dijo que eso era imposible. Eliseo respondió: “Con tus propios ojos lo vas a ver pero no vas a comer”.
Cuatro leprosos fueron al campamento de los sirios. Cuando llegaron al campamento no había nadie allá. Dios había hecho que los sirios oyeran ruidos que parecían los de un gran ejército. Ellos pensaron que el rey de Israel había pagado aliados para que los atacaran. Por eso, los sirios habían huido para salvar sus vidas, abandonando las tiendas, los caballos y la comida. Los cuatro leprosos llegaron al campamento, entraron en una tienda, comieron, bebieron y tomaron la plata, el oro y ropas y escondieron todo. Entonces dijeron: “Nosotros no estamos haciendo bien. Tenemos buenas noticias y no debíamos quedarnos callados”. Salieron del campamento de los sirios, volvieron para Samaria y gritaron para los guardas que los sirios habían huido. El pueblo de Samaria salió y avanzó en las cosas que había en el campamento de los sirios. Sucedió que, el ayudante del rey, que había dudado de las palabras de Eliseo, estaba en el portón de la ciudad, y fue atropellado por el pueblo y murió (2 R 24 — 7:20).
Eliseo mandó a uno de los jóvenes profetas ungir a Jehú como rey de Israel y lo mandó a matar toda la familia de Acab (2 R 9:1-13). Jehú mató a Joram, rey de Israel, después mandó a matar a Jezabel y a todos los de la familia de Acab (2 R 9:14 — 10:17).
Jehú reunió al pueblo de Samaria y mandó reunir a todos los profetas de Baal, todos sus adoradores y todos sus sacerdotes. Entonces vinieron todos los adoradores de Baal; no faltó ninguno. Ellos entraron en el templo de Baal, que quedó completamente lleno. Pero Jehú había mandado que ochenta hombres se quedaran al lado de afuera, dándoles la siguiente orden: “Maten a todas esas personas que voy a entregarles”. Jehú acabó con la adoración de Baal en Israel. Pero él no abandonó los pecados del rey Jeroboam, hijo de Nabat, que llevó al pueblo de Israel a cometer el pecado de adorar los becerros de oro que él había puesto en Bet-el y en Dan.
El Señor dijo a Jehú: “Hiciste con los descendientes de Acab todo lo que yo quería que hicieras. Por eso, prometo que, hasta la cuarta generación, tus descendientes serán reyes en Israel” (2 R 10:18-36).
Eliseo murió (13:14-20).
Uno de los reyes descendientes de Jehú fue Jeroboam II de Israel. Jeroboam II gobernó cuarenta años en Samaria. Él hizo cosas malas, que no agradan al Señor. Jeroboam II conquistó de nuevo todo el territorio que había sido de Israel. Los profetas Jonás, Oseas y Amós actuaron en Israel durante el reinado de Jeroboam II.
El Señor vio el terrible sufrimiento de los israelitas; no había nadie, nadie mismo, que los ayudara. Pero el Señor no tenía la intención de destruir al pueblo de Israel completamente y para siempre; por eso, él los libró por intermedio del rey Jeroboam II (2 R 14:23-28).
Todos los reyes de Israel que siguieron a Jeroboam II pecaron contra Dios. Ellos imitaron los mismos pecados que Jeroboam, el primer rey de Israel, había hecho al pueblo de Israel cometer en el pasado. Sus nombres fueron: Zacarías (2 R 15:8-12); Salum (15:13-14); Menahem (15:17-21); Pekaías (15:23-26); Peka (15:27-31); Oseas (17:1-4).
Caída de Samaria
Los reyes de Israel eran infieles a Dios y consideraban a los profetas como sus enemigos. Sin embargo, Dios continuó enviando profetas con su mensaje para los reyes y el pueblo. Los profetas eran hombres fieles a Dios en un país que se había alejado de Él.
Los Libros de los Reyes cuentan principalmente los hechos de los profetas Elías y Eliseo. Pero hubo otros profetas enviados por Dios al Reino del Norte, Israel. Los profetas revelaban la voluntad de Dios para que, de esta forma, el rey y la nación pudieran ser orientados, tanto en las épocas de prosperidad como en las de dificultad.
Cuando Jeroboam, el primer rey de Israel se rebeló contra la casa de David, tuvo miedo de que los israelitas pudieran desertar, yendo para Jerusalén, para allá prestar su culto a Dios. Él entonces construyó altares e ídolos en Israel. Como resultado, Jeroboam quedó conocido como el rey que hizo a Israel pecar. Los ídolos eran construidos y adorados por todas partes, a pesar de los avisos de los profetas enviados por Dios. Y fue por eso que Dios destruyó el reino de Israel. Su decadencia empezó con un ataque comandado por Salmanasar, rey de Asiria, contra Oseas, rey de Israel. Oseas, así como todos los reyes de Israel, no agradó a Dios y practicó la idolatría. Oseas empezó a conspirar con Egipto. Salmanasar supo que Oseas estaba conspirando con Egipto, entonces se puso en marcha para Israel. Después de haber sitiado la ciudad de Samaria durante tres años, finalmente la capturó (2 R 17:1-6).
El rey de Asiria conquistó la ciudad de Samaria y llevó a los israelitas para Asiria como prisioneros. Samaria fue conquistada porque los israelitas pecaron contra Dios. Ellos adoraron a otros dioses y siguieron las costumbres de los pueblos que Dios había expulsado de la tierra. Dios había mandado profetas, para avisar a Israel que abandonase sus malos caminos y obedeciese los mandamientos de Dios. Los israelitas adoraron ídolos sin valor y, de esta manera, ellos mismos quedaron sin valor. Algunos hasta quemaron a sus hijos y a sus hijas como sacrificios a dioses paganos. Dios quedó tan airado, que expulsó a Israel de su presencia (2 R 17:7-23).
El rey de Asiria llevó a los israelitas a vivir a otros lugares del imperio asirio. Él trajo gente de otras ciudades del imperio asirio y la hizo vivir en las ciudades de Samaria, en lugar de los israelitas que habían sido llevados como prisioneros. Los habitantes de Samaria adoraron a Dios en un culto contaminado con la adoración a otros dioses. Esos pueblos adoraban a Dios, pero, al mismo tiempo adoraban a sus propios dioses (2 R 17:24-41). Del pueblo que quedó en Samaria descendieron los Samaritanos.
Reino de Judá: La Reina Atalía; Los Reyes:
Joás, Amasías, Uzías, Ezequías
Comenzando con el ministerio del profeta Eliseo hasta la caída de Israel, esta es la historia de algunos reyes de Judá.
Joram, hijo de Josafat, se casó con Atalía, la hija del rey Acab y Jezabel, de Israel. Joram siguió los malos caminos de Acab y de los otros reyes de Israel. Él pecó contra el Señor. Construyó lugares paganos de adoración en las montañas de Judá, llevó a los habitantes de Jerusalén a adorar ídolos e hizo al pueblo de Judá abandonar a Dios. Él también mató a sus propios hermanos, que eran mejores que él. Dios castigó a Joram con una enfermedad intestinal incurable. Él fue apeorando cada vez más hasta que, después de dos años, los intestinos se le salieron de su cuerpo y Joram murió, sufriendo dolores terribles. Joram gobernó en Jerusalén ocho años. Cuando murió, nadie sintió su falta (2 Cr 21:6-20).
Con la muerte de Joram, su hijo Ocozías reinó en su lugar. Él gobernó un año y murió (2 R 8:24-27). Así que Atalía, la madre del rey Ocozías supo de la muerte de su hijo, ordenó que mataran a todas las personas de la familia real. Solamente Joás, hijo de Ocozías, escapó. Quien lo salvó fue su tía Josabet que llevó a Joás y a su ama para un cuarto del Templo y lo escondió de Atalía. Durante seis años Joás quedó escondido allí con las personas que lo protegían. En cuanto eso, Atalía gobernaba el país (2 Cr 22:10-12).
En el séptimo año, el sacerdote Joiada tomó coraje y mandó a llamar oficiales del ejército. Ellos fueron por todo el país y volvieron trayendo para Jerusalén a los levitas y a los jefes de familia de todas las ciudades de Judá. Todos se reunieron en el Templo e hicieron un acuerdo con Joás, el hijo del rey. Y Joiada les dijo: “¡Aquí está el hijo del rey! Es él quien debe ser rey, de acuerdo con la promesa que el Señor hizo a respecto de los descendientes de David”. Enseguida, Joiada puso en toda la parte del frente del Templo a los soldados armados con espadas para proteger al rey. Entonces llevaron a Joás para fuera, colocaron la corona en su cabeza y le entregaron una copia de la Ley de Dios.
Así él se tornó rey. Joiada y sus hijos lo ungieron y todos gritaron “¡Viva el rey!”
La reina Atalía oyó los gritos del pueblo que corría y daba vivas al rey, y fue al Templo, donde todos estaban reunidos. Ella vio al nuevo rey cerca de la columna, a la entrada del Templo. Los cantores del Templo, con sus instrumentos musicales, estaban dirigiendo los cantos de alabanza.
Como señal de desesperación, Atalía rasgó sus ropas y gritó: “¡Traición! ¡Traición!”
Joiada dio a los oficiales del ejército la siguiente orden: “Lleven a la reina para fuera, pasando por entre las filas de guardas, y maten a cualquier persona que trate de salvarla”.
El sacerdote Joiada hizo un acuerdo con todo el pueblo y con el rey Joás, por el cual ellos se comprometían a ser el pueblo del Señor. Entonces el pueblo fue hasta el Templo del dios Baal y lo derribó. Joiada puso a los sacerdotes y a los levitas para hacer el servicio del Templo. Ahí, Joiada, los oficiales, las altas autoridades, los gobernadores y todo el pueblo llevaron al rey del Templo para el palacio y el rey se sentó en el trono. Todos estaban felices porque Atalía había sido muerta (2 Cr 23:1-21).
Joás tenía siete años de edad cuando fue proclamado rey de Judá. Él gobernó cuarenta años en Jerusalén. Mientras el sacerdote Joiada vivía, Joás hizo lo que agradaba al Señor. El profeta Joel profetizó en el tiempo cuando Joás era niño-rey. Joiada buscó para Joás dos esposas, que le dieron hijos e hijas. Algún tiempo después, Joás decidió hacer reparaciones en el Templo. Joás mandó a hacer un cofre, que fue colocado cerca del portón del Templo, al lado de afuera. Entonces anunciaron por la ciudad de Jerusalén y por todo el país que el pueblo debía traer al Señor el impuesto que Moisés, siervo de Dios, había mandado cobrar cuando ellos estaban en el desierto. Los jefes de todo el pueblo vinieron alegres y pusieron el dinero en el cofre, hasta que quedó lleno. El rey y Joiada entregaban el dinero a los hombres que estaban encargados del trabajo del templo, y estos contrataban canteros, carpinteros y personas que trabajaban con hierro y bronce, para hacer las reparaciones en el Templo. Todos pusieron manos a la obra y trabajaron tan bien, que el Templo acabó quedando como era cuando había sido construido; quedó hasta más firme que antes.
Mientras Joiada vivió, los sacrificios fueron ofrecidos en el Templo todos los días. Joiada vivió mucho, hasta quedar bien viejo. Después de la muerte de Joiada, el pueblo paró de ir al Templo para adorar al Señor y empezó a adorar a los postes-ídolos y otros ídolos. Por causa de ese pecado, el Señor quedó airado con el pueblo de Judá y con los habitantes de Jerusalén. Pero el Señor mandó profetas para que avisaran al pueblo que volviera para Él: pero el pueblo no les dio atención.
Entonces, el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joiada. Él se puso en pie en un lugar alto y anuncio al pueblo el mensaje de Dios: “¿Por qué desobedecieron a los mandamientos del Señor? Ustedes abandonaron al Señor y, por eso, Él también los abandonará”. El rey mandó apedrear y matar a Zacarías en el patio del Templo. Joás ni pensó en el servicio fiel que le había prestado Joiada, el padre de Zacarías. Al morir, Zacarías dijo: “¡Que el Señor vea esto y ajuste las cuentas!”
Durante la primavera de ese año, el ejército sirio invadió la tierra de Judá, atacó la ciudad de Jerusalén, mató a las altas autoridades del país e hirió a Joás. Así, Joás recibió el castigo que merecía. Después que los sirios se fueron, dos oficiales de Joás hicieron una rebelión contra él y lo mataron, mientras él todavía estaba herido en cama. Ellos hicieron eso para vengarse de la muerte del hijo del sacerdote Joiada. Joás no fue enterrado en los sepulcros de los reyes. Amasías, hijo de Joás, reinó en su lugar (2 Cr 24:3-27).
Amasías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar. Él gobernó veintinueve años en Jerusalén e hizo lo que era agradable al Señor, pero no fue tan correcto como su antepasado, el rey David. Amasías no destruyó los lugares paganos de adoración, y el pueblo continuó a ofrecer sacrificios y a quemar incienso en esos lugares. Así que se afirmó en el poder, Amasías mandó a matar a los oficiales que habían asesinado a su padre, el rey. No obstante, no mató a los hijos de ellos (2 R 14:1-6; 2 Cr 25:26-28).
Cuando Amasías murió, el pueblo de Judá puso como rey a su hijo Uzías, que tenía dieciséis años de edad. Él gobernó cincuenta y dos años en Jerusalén. Siguiendo el ejemplo de su padre, Uzías hizo lo que agradaba al Señor. Zacarías enseñó a Uzías a respetar al Señor. Mientras Zacarías vivió, Uzías sirvió a Dios fielmente. Durante ese tiempo, Dios lo bendijo (2 Cr 26:1-6).
El poder de Uzías aumentó y su fama llegó hasta Egipto; y los amonitas le pagaban impuestos. Él reforzó las murallas de Jerusalén. Construyó también torres de vigilancia en los campos y abrió muchos pozos, porque tenía mucho ganado. Uzías tenía un ejército de hombres listos para la guerra. Él armó a sus soldados con escudos, lanzas, cascos, corazas, arcos y flechas, y hondas para tirar piedras. En Jerusalén sus ingenieros construyeron máquinas de guerra, que eran colocadas en las torres y en las esquinas de las murallas, para lanzar flechas y piedras grandes. La fama de Uzías llegó a todas partes. Y él quedó muy poderoso, pues Dios lo ayudaba.
Pero, cuando se hizo poderoso, Uzías se llenó de orgullo, y esa fue su desgracia. Él pecó contra el Señor. Entró en el Templo para quemar incienso en el altar del incienso. El Gran Sacerdote Azarías y ochenta sacerdotes valientes, entraron detrás del rey y lo enfrentaron, diciendo: “Oh, rey, no puedes quemar incienso al Señor Dios. Sólo los sacerdotes tienen ese derecho, los descendientes de Aarón. Sale de este Lugar Santísimo, pues pecaste contra Dios y por eso Él no te va a bendecir”.
Al oír esto, Uzías quedó furioso con los sacerdotes. En el momento en que quedó furioso, una terrible enfermedad de la piel apareció en su frente. Azarías y los sacerdotes, viendo que él estaba con aquella terrible enfermedad, lo expulsaron inmediatamente del Templo. Y él mismo trató de salir rápidamente, porque el Señor lo había castigado. El rey Uzías sufrió de esa enfermedad hasta morir. Y, por haber quedado impuro, él vivía en una casa separada y fue prohibido de entrar en el Templo. Su hijo Jotam era quien mandaba en el palacio y gobernaba el país. Uzías murió y su hijo Jotam quedó en su lugar como rey (2 Cr 26:6-23).
El profeta Isaías inició su ministerio profético en el año de la muerte del rey Uzías, cuando recibió una visión de parte de Dios en el Templo (Is 6:1-6).
Jotam hizo lo que agradaba al Señor. Pero el pueblo continuó pecando. Él fue proclamado rey a los veinticinco años de edad y gobernó dieciséis años en Jerusalén. Él murió y su hijo Acaz quedó en su lugar como rey (2 Cr 27:1-9).
Acaz tenía veinte años de edad cuando se tornó rey de Judá y gobernó dieciséis años. Acaz pecó y siguió el ejemplo de los reyes de Israel. Hizo imágenes de metal del dios Baal. Llegó hasta a ofrecer a sus propios hijos, quemándolos como ofrenda a los ídolos, de acuerdo con la terrible costumbre de los pueblos que el Señor había expulsado de la tierra conforme los israelitas avanzaban. Acaz también ofreció sacrificios y quemó incienso en los lugares paganos. Por eso, el Señor dejó que otros reyes lo vencieran en las guerras. Acaz murió y su hijo Ezequías quedó en su lugar como rey (2 Cr 28:1-27).
Ezequías tenía veinticinco años de edad cuando fue colocado como rey de Judá. Él gobernó veintinueve años. Siguiendo el ejemplo de su antepasado, el rey David, Ezequías hizo lo que agradaba al Señor. En el primer mes de su reinado, Ezequías abrió los portones del patio del Templo y mandó repararlos. Después mandó a llamar a los sacerdotes y a los levitas para una reunión en el patio Este del Templo y dijo: “Levitas, purifíquense y purifiquen también el Templo del Señor, el Dios de nuestros antepasados. Saquen del Templo todo lo que es impuro” (2 Cr 29:1-11).
Después que los levitas purificaron el Templo, Ezequías mandó a llamar a las altas autoridades de Jerusalén y fueron juntos al Templo. Ezequías mandó que trajeran toros, carneros, ovejas y machos cabríos, para ofrecerlos como sacrificio para limpiar los pecados de la familia del rey y del pueblo de Judá y para purificar el Templo. Los levitas estaban allí en pie con aquellos instrumentos musicales que David había mandado usar y los sacerdotes tenían trompetas. Todos adoraron a Dios. De esta manera, empezó nuevamente el culto en el Templo. Ezequías y todo el pueblo quedaron alegres con lo que Dios había hecho por ellos (2 Cr 29:20-36).
Después de eso, el rey Ezequías envió mensajeros por toda la tierra de Israel y de Judá llamando a todos para venir al Templo de Jerusalén para conmemorar la Fiesta de la Pascua en honra al Señor, el Dios de Israel. Los mensajeros decían: “Pueblo de Israel, vuelvan para el Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y así Él se volverá para ustedes que escaparon del poder de los reyes de Asiria. No sean como sus antepasados y como sus compatriotas, que fueron infieles al Señor, el Dios de nuestros antepasados. Vengan al Templo que Él separó para su adoración para siempre, y adoren a Dios para que Él deje de estar airado con ustedes”. Muchas personas fueron a Jerusalén para conmemorar la Fiesta de los Panes sin Levadura. Era una enorme multitud (2 Cr 30:1-14).
Cuando la fiesta terminó, todos los israelitas que estaban en Jerusalén fueron por las ciudades de Judá, quebrando las columnas sagradas, cortando los postes-ídolos y destruyendo los altares y los lugares paganos de adoración. Después, todos volvieron para sus casas (2 Cr 31:1).
Ezequías era rey de Judá, el Reino del Sur, cuando Israel, el Reino del Norte, fue conquistado por los asirios. Él estaba en el sexto año de reinado, cuando Israel fue conquistado.
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
1. Dios se comunica con el hombre. A pesar de que los reyes se apartaron de Dios, Él llamó a hombres mensajeros para ser Sus profetas y proclamar su mensaje.
2. Dios Espíritu Santo estaba y está activo en el mundo. Cuando Dios escogió a los profetas, el Espíritu Santo vino sobre ellos, para darles el entendimiento y la Palabra del Señor, la cual tenían que hablar a los reyes y al pueblo.
3. Cuando el hombre se niega a creer en Dios, eso no anula la existencia de Dios ni Su poder de controlar eventos relacionados con la vida del incrédulo. Ocozías mandó que mensajeros consultasen al dios Baal-zebub porque no creía en Dios. Dios mandó al profeta Elías a encontrarse con los mensajeros del rey para decir que el rey moriría. El rey mandó soldados para arrestar a Elías y fuego del cielo los mató. El rey murió, como Dios había dicho (2 R 1:1-17).
4. El hombre sabio va a aprender lecciones de vida observando las consecuencias de los errores de los otros para evitar las mismas fallas. El rey Ocozías mandó un oficial con cincuenta soldados para arrestar a Elías. El oficial mandó a Elías bajar del monte. Bajó fuego del cielo y mató al oficial y a sus soldados. Pasó lo mismo con el segundo grupo de soldados. El tercer oficial mandado no repitió el error de los dos primeros. Él se humilló y pidió misericordia (2 R 1:9-15).
5. Dios actúa de maneras diferentes con personas diferentes. El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo (2 R 2:15). El espíritu y la autoridad eran iguales para ambos, Elías y Eliseo, pero sus personalidades eran diferentes y sus ministerios fueron diferentes. Elías subió a las alturas en su apogeo, cuando de sus luchas contra el pecado nacional, pero cayó también en profunda desesperación. Eliseo no vivía en un nivel muy superior al del pueblo, pero se identificaba con las personas, dándoles consejos, sanándolas, aliviándolas. Elías fue un profeta solitario, mientras Eliseo fue un profeta que tuvo mucho contacto con otros profetas y con la escuela de profetas.
6. El poder divino puede beneficiar y salvar o puede castigar. Eliseo tuvo poder divino para salvar o para castigar. Él fue benevolente para los que reconocieron su misión, pero trajo castigo para los que se burlaron del hombre de Dios. La ciudad que reconoció su misión tuvo la fuente de las aguas purificada, en cuanto los muchachos que se burlaron de Eliseo fueron muertos (2 R 2:19-25).
7. Ridiculizar el hombre de Dios es una ofensa grave, pues es también deprecio contra Dios, a quien él representa. Los muchachos burladores de Eliseo fueron muertos por dos osos (2 R 2:23-25).
8. En cuanto Dios actúa con poder milagroso, el hombre tiene que cumplir tareas dadas por Él para aprovechar los beneficios de este poder. Dios multiplicó el aceite, sin embargo la viuda necesitada tuvo que tomar prestadas las vasijas vacías, derramar aceite en las mismas y venderlo (2 R 4:1-7). Dios sanó a Naamán, sin embargo, él tuvo que obedecer, zambulléndose siete veces en el río Jordán (2 R 4:1-7).
9. El jefe de familia debe evitar hacer deudas que puedan traer problemas para su familia. La viuda buscó la ayuda de Eliseo, porque su ex marido era un hombre que temía a Dios. Sin embargo, él dejó una deuda y vino el acreedor para tomar a sus dos hijos para hacerlos esclavos (2 R 4:1-7).
10. Cualquier hombre tiene que presentarse con humildad, si quiere que Dios actúe en su vida. Naamán era un hombre orgulloso y pensaba que para un hombre importante como él, el profeta de Dios habría de darle especial atención y una cura milagrosa, y hasta dramática (2 R 5:11-13). La Biblia muestra igualdad entre los hombres en la presencia de Dios y, delante de Él, todos tendrán que presentarse con humildad.
11. El líder religioso que es un mercenario, que desea lucrar financieramente con el poder de Dios, va a ser castigado por Él. Giezi (2 R 5:19-27) quiso lucrar con la cura de Naamán. Giezi, discípulo de Eliseo, puede ser comparado con Judas Iscariote, discípulo de Jesucristo: ambos tuvieron contacto prolongado e íntimo con los mensajeros de Dios, prefiriendo, sin embargo, el endurecimiento del corazón y la actitud de cinismo, propia de los desalmados mercenarios en prácticas religiosas. Vea el ejemplo de Balaam (Nm 22-24, 31:16); de Giezi (2 R 5:19-27); de Judas (Jn 12:4-6); de Simón, el mágico (Hch 8:18-20).
12. El poder de Dios, aprovechando una vida de oración y de fe, puede usar objetos simples, de poco valor, para realizar grandes cosas. Cada vez que Eliseo se encontró con sus semejantes, en situaciones difíciles, usó objetos sencillos para realizar el milagro que solucionaría el problema: la sal (2 R 2:21); el aceite (2 R 4:2-7); su respiración (2 R 4:34); la harina (2 R 4:41); el pan (2 R 4:42-44) y un pedazo de palo (2 R 6:6). Estos objetos no tenían ningún poder; lo que obraba era el poder de Dios a través de una vida de oración y de fe.
13. Una percepción espiritual de los problemas serios de la vida libra al siervo de Dios del miedo. Cuando el ayudante de Eliseo vio las tropas rodeando la ciudad donde estaban, quedó con miedo. Eliseo oró para que él tuviese una visión espiritual de la protección divina. Las fuerzas de la protección divina se revelaron de una manera que sus ojos humanos pudieron verlas; su mente humana pudo entender y él no tuvo más razón para tener miedo (2 R 6:14-17). (Vea también Sal 34:7; 119:18.)
14. La incredulidad, la ausencia de fe, es un pecado contra Dios y priva individuos y naciones de bendiciones que Dios les desea dar. El capitán del rey no creyó en las promesas que Dios iba a proveer comida, en una época de hambre, y no pudo participar de la bendición (2 R 7:1-2, 16-20). La individual falta de fe de una persona puede tener consecuencias nacionales. Nm 13:25-14:38 nos muestra a los israelitas obligados a andar, como errantes, durante cuarenta años en el desierto, por causa de la incredulidad. (Vea He 3:16-19 y Mt 13:58.)
15. Quien recibe bendiciones de Dios tiene la gran responsabilidad de transmitir esa buena-nueva a otros para que aprovechen las mismas bendiciones. Los leprosos, que encontraron el campamento de los sirios vacío, habían recibido riquezas superiores a todas sus más ambiciosas expectativas, sin ningún merecimiento o cualquier esfuerzo. Aquellas riquezas eran suficientes para abastecer al pueblo entero. Era, por lo tanto, un día de buenas-nuevas, y esconderlas sería una gran maldad (2 R 7:3-9).
16. El sincretismo religioso, que mezcla el verdadero culto a Dios con cultos a dioses falsos, es rechazado por Dios y resulta en castigo de Su parte. Para el autor de los Libros de los Reyes, la gran falta de Israel es el cisma religioso (1 R 12:25-33), el pecado principal recordado contra cada uno de los reyes de Israel y destacado en 2 R 17:7, 21-23 como siendo el pecado original de Israel.
17. El pueblo que conoce la Palabra de Dios y es beneficiado por los hechos de Su poder, pero peca contra Él, será castigado. La causa moral de la caída de Israel y de la destrucción del Reino del Norte fue que los israelitas pecaron contra Dios y adoraron a otros dioses (2 R 17:7).
18. El mundanismo alrededor del pueblo de Dios siempre quiere llevarlo a la impureza espiritual y moral. Dios, salvando Su pueblo de la esclavitud en Egipto, quiso, aún en aquella situación, seguir siendo Libertador y Protector de Su pueblo. Pero, el paganismo alrededor de Israel siempre llevó el pueblo a la idolatría. Los israelitas creyeron que la llave de la prosperidad y de la sabiduría se encontraba en el culto pagano y en las costumbres de los cananeos a su alrededor. Al desviarse del culto verdadero a Dios, el pueblo trajo para sí el castigo severo de Dios.
19. El pueblo puede conocer a Dios como Salvador o como Destruidor. Dios, salvando a Su pueblo de la esclavitud en Egipto, quiso, aún en aquella situación, seguir siendo el Salvador, Libertador y Protector de Su Pueblo. Sin embargo, cuando los israelitas abandonaron el culto al Dios Verdadero, para seguir el culto pagano de los cananeos a su alrededor, Dios se tornó el Castigador y Destruidor, que destruyó a Israel, el Reino del Norte (2 R 17:7-18).
20. Hay un gran peligro cuando alguien, con una herencia espiritual, hace casamiento mixto con quien no cree en Dios. El rey Joram despreció el buen ejemplo de su padre Josafat y aceptó las costumbres paganas de la familia de su esposa Atalía, que era hija de Jezabel (2 Cr 21:6-13).
21. El líder va a hacer lo que es correcto, cuando tiene como consejeros hombres sabios y piadosos. El rey Joás hizo lo que era correcto, cuando Joiada era su consejero (2 Cr 24:2). El rey Uzías buscó a Dios en los días de Zacarías (2 Cr 26:5). Por el contrario, el líder va a hacer lo que es errado, cuando tiene como consejeros hombres impíos. Joás cayó, tan luego dejó de tener un consejero piadoso (2 Cr 24:17-18).
22. El traidor será traicionado. El rey Joás mató a Zacarías, que era hijo de su consejero Joiada (2 Cr 24:17-21). Después Joás fue muerto por sus oficiales (2 Cr 25:25).
23. Quien desea ser ayudado por Dios necesita serle fiel. El rey Uzías hizo lo que era recto delante del Señor y Dios lo ayudó contra sus enemigos (2 Cr 26:4-7).
24. El reavivamiento religioso debe partir de los líderes espirituales para el pueblo. El rey Ezequías mandó que los levitas se santificaran (2 Cr 29:5-9).
P R E G U N T A S
Reino Dividido
TEXTO: Jonás 1 - 4
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
2 Reyes 14:25 nos enseña que Jonás trabajó en el Reino de Israel, en el tiempo del rey Jeroboam II. Después de la muerte del rey Salomón, hubo guerra civil entre el propio pueblo de Dios. Las tribus del norte se retiraron del reino, escogieron a Jeroboam como rey y formaron un nuevo reino, llamado Israel. Él llevó a Israel a adorar ídolos. Los reyes de Israel no eran descendientes de David.
Jeroboam II fue el decimotercer (13º) rey de Israel. 2 Reyes 14:23-29 cuenta su historia (782-753 a.C.). Esta era la época de la prosperidad para Israel y el sentimiento de nacionalismo crecía.
La Asiria era el gran enemigo de Israel y tenía fama de ser cruel con sus prisioneros. Los habitantes de Nínive habían multiplicado sus pecados y maldad a tal punto que Dios tuvo que intervenir. Antes, sin embargo, de lanzar a Nínive en el juicio, Dios quería ofrecer a los ninivitas una oportunidad para el arrepentimiento. Dios llamó a Jonás para el trabajo. Jonás fue el único profeta mandado directamente para los gentíos y el único que trató de no entregar su mensaje.
❖ Personaje-clave: Jonás.
❖ Lugar-clave: Nínive.
❖ Repeticiones-clave:
-- Cosas / personas que obedecieron a Dios: la tempestad (1:4); los marineros (1:11-16); el pez (1:17; 2:10); los habitantes de Nínive (3:5-9); la planta (4:6); el gusano (4:7); el viento (4:8).
-- Jonás hablando con Dios (2:1-9; 4:1-4, 8-9).
-- Dios hablando / mandando (1:1,4,17; 2:10; 3:1; 4:4,6,7,8,9,10)
-- Miedo: de los marineros (1:5-10); de Jonás (2:2-7); de los habitantes de Nínive (3:5-9).
❖ Sentimientos-clave:
-- La reluctancia, el odio y la ira de Jonás.
-- El miedo de los marineros.
-- El miedo y el arrepentimiento de los ninivitas.
❖ Problema-inicial: El Señor dijo a Jonás: “Anda a la gran ciudad de Nínive y pregona contra ella”.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Jonás: El Desobediente Siervo del Señor
-- Dios mandó a Jonás ir a Nínive y clamar contra ella (1:1-2).
-- Jonás huyó de Dios, tomando un navío en dirección contraria (1:3).
-- Dios mandó una tempestad (1:4).
-- Los marineros quedaron con miedo, sin embargo, Jonás dormía (1:5).
-- Jonás confesó que él era el responsable por la tempestad, y los marineros lo echaron al mar. Luego el mar se calmó (1:6-15).
-- Los marineros quedaron con miedo de Dios y le ofrecieron sacrificios e hicieron votos (1:16).
-- Dios preparó un gran pez, que se tragó a Jonás (1:17).
-- Dentro del pez, Jonás oró a Dios (2:1-9).
-- Dios ordenó al pez que vomitara a Jonás en la playa (2:10).
Jonás: El Obstinado Siervo del Señor
-- Por segunda vez, Dios mandó a Jonás a Nínive (3:1-2).
-- Jonás entró en la ciudad y anunció: “¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!” (3:3-4).
-- Los habitantes de Nínive creyeron en Dios, ayunaron, se vistieron con sacos de paño grosero y abandonaron sus malos caminos (3:5-9).
-- Dios vio lo que hicieron los habitantes de Nínive, cambió de idea y no castigó a la ciudad (3:10).
-- Jonás quedó con rabia y deseó la muerte (4:1-4).
-- Jonás construyó un abrigo y esperó para ver lo que iba a suceder con la ciudad (4:5).
-- Dios hizo crecer una planta para dar una sombra a Jonás. Al día siguiente, la destruyó (4:6-7).
-- Jonás quedó con rabia (4:8).
-- Dios habló para Jonás que la ciudad valía más que la planta (4:9-11).
❖ Situación-final: Dios explicó a Jonás porque Él tenía pena de la ciudad de Nínive.
NARRATIVA:
Jonás: El Desobediente Siervo del Señor
Cierto día, Dios dijo a Jonás: “Prepárate, anda a la gran ciudad de Nínive y clama contra ella, porque la maldad de aquella gente llegó a mis oídos” (1:1-2). Nínive era la capital del gran imperio de Asiria, nación enemiga mortal del pueblo de Israel.
Jonás quiso huir para lejos de Dios, yendo en la dirección contraria. Él fue a Jope y allí encontró un navío que estaba saliendo para Tarsis, una ciudad en España. Pagó el pasaje y embarcó, deliberadamente viajando para lo más lejos posible de Nínive (1:3).
Dios mandó una tempestad en el mar y el navío estaba a punto de naufragar. Los marineros quedaron con miedo, empezaron a gritar, cada cual para su dios, pidiendo auxilio. Tiraron al mar la carga que estaba en el navío para que quedara más liviano. Todos los que estaban a bordo imploraban a sus dioses para que los salvaran, excepto Jonás, que estaba durmiendo. Jonás había bajado a la bodega y allí se había acostado y caído en un sueño profundo.
El capitán del navío lo encontró allí y dijo: “¿Cómo es que estás durmiendo? Levántate y pide auxilio a tu dios. Puede ser que él tenga pena de nosotros y no nos deje morir.”
Los marineros lanzaron suertes, para descubrir de quien era la culpa de la tempestad. El nombre de Jonás fue sorteado.
Jonás habló: “Yo soy hebreo y adoro al Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra.” Enseguida, él contó que estaba huyendo para lejos de Dios.
Ahí los marineros quedaron más aterrados. La tempestad empeoraba cada vez más, de modo que los marineros preguntaron a Jonás: “¿Qué debemos hacer contigo para que el mar se calme?”
Jonás respondió: “Ustedes tómenme y échenme al mar, que él se calmará. Pues yo sé que fue por mi culpa que esta terrible tempestad cayó sobre ustedes.”
Antes de atender al pedido de Jonás, los marineros trataron de llevar el navío para la playa, pero no consiguieron nada porque la tempestad estaba cada vez peor. Entonces oraron: “¡Oh Dios, no queremos perecer por causa de la vida de este hombre! Pero no pongas sobre nosotros la sangre inocente”. Ellos tomaron a Jonás y lo tiraron al mar, y luego el mar se calmó. Entonces, ellos quedaron con miedo de Dios y le ofrecieron sacrificios e hicieron votos (1:4-16).
Dios preparó un gran pez, que se tragó a Jonás, y él estuvo dentro del pez tres días y tres noches (1:17). Dentro del pez, Jonás oró a Dios: “Oh Dios, en mi aflicción clamé por auxilio, y tú me respondiste; del fondo del mundo de los muertos, grité pidiendo auxilio, y tú oíste mi voz. Tú me lanzaste en el abismo bien en el fondo del mar. Cuando sentí que estaba muriendo, y me acordé de Ti, oh Dios, mi oración llegó a Ti. Mas yo cantaré alabanzas, y te ofreceré sacrificios, y cumpliré lo que prometí. ¡La salvación viene del Señor Dios!” (2:1-9).
Entonces Dios dio orden al pez, y él vomitó Jonás en la playa (2:10).
Jonás: El Obstinado Siervo Del Señor
Por segunda vez, Dios mandó a Jonás: “Prepárate, anda a la gran ciudad de Nínive y anuncia al pueblo de allá el mensaje que yo te voy a dar” (3:1-2).
Jonás fue a Nínive, como Dios había ordenado. Nínive era tan grande, que una persona llevaba tres días para atravesarla a pie. Jonás entró en la ciudad y empezó a anunciar: “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida” (3:3-4).
Entonces los moradores de Nínive creyeron en Dios y resolvieron que cada uno debía ayunar y vestir sacos de paño grosero, para mostrar que estaban arrepentidos. Hasta el rey de Nínive se levantó del trono, se sacó el manto, vistió un saco de paño grosero y se sentó sobre cenizas. El rey mandó: “Nadie puede comer nada. Todas las personas y también los animales están prohibidos de comer y beber. Que todas las personas y animales vistan sacos de paño grosero. Que cada cual ore a Dios con fervor y abandone sus malos caminos y sus maldades. ¡Tal vez así Dios cambie de idea y así no moriremos!” (3:5-9).
Dios oyó lo que hicieron los moradores de Nínive, cambió de idea y no castigó a la ciudad (3:10).
Por causa de eso, Jonás quedó con rabia y oró expresando el deseo de morir. Él oró: “¿Oh Dios, yo no dije, antes de dejar mi tierra, que era eso mismo que ibas a hacer? ¡Por eso hui para España! Yo sabía que eres Dios que tiene compasión y misericordia, que eres siempre paciente y bondadoso, que eres lento para la ira y rico en amor y que estás siempre dispuesto a cambiar de idea y no castigar. ¡Ahora, oh Dios, acaba con mi vida porque para mí es mejor morir que vivir!” (4:1-4).
Jonás salió de Nínive, construyó un abrigo y esperó para ver qué pasaría con la ciudad. Entonces Dios hizo crecer un ricino para dar sombra a su cabeza y librarlo del sol. El ricino produce un aceite, crece rápidamente y tiene hojas anchas. Jonás quedó muy satisfecho con la planta y por aquella sombra que lo protegía del calor del sol. Pero al día siguiente, por orden de Dios, un gusano atacó al ricino, el cual se secó. El sol hirió la cabeza de Jonás. También Dios mandó un viento ardiente venido del Este. Jonás casi se desmayó por causa del calor del sol. Entonces pidió la muerte y dijo: “¡Para mí es mejor morir que vivir!” (4:5-8).
Pero Dios preguntó: “Jonás, ¿crees que es correcto quedar con rabia por causa de ese ricino?”
Jonás respondió: “¡Claro que tengo razón para tener tanta rabia; hasta quiero morir!”
Entonces Dios dijo: “Tienes pena del ricino, que no te costó trabajo y que no lo hiciste crecer, que en una noche existe y en una noche pereció. ¡Nada hiciste por él ni lo hiciste crecer, así mismo tienes pena! ¡Si tienes pena de una simple planta, entonces yo, con mucha más razón, debo tener pena de la gran ciudad de Nínive, donde hay más de ciento veinte mil niños inocentes que no distinguen entre derecha e izquierda, así como muchos animales!” (4:9-11).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
Él vio la ciudad (1:2; 3:10);
Llamó y envió un profeta (1:2);
Le dio un mensaje (3:2);
Disciplinó y castigó al profeta desobediente, para forzarlo a ir a la ciudad (1:4-2:10);
Cuando el pueblo se arrepintió, Dios protegió la ciudad de la destrucción (3:10).
9. Creyentes que huyen de la presencia de Dios dejan la ciudad en peligro y se tornan una maldición en su ambiente, en el hogar, en el trabajo, en el colegio, y hasta en la iglesia. Jonás huyó de la misión dada por Dios de ir a Nínive (1:3); huyendo en un barco para Tarsis, él se hizo una maldición en su ambiente (1:4-14) y, si no fuera la intervención de Dios, Nínive podría haber sido destruida por causa de su omisión (3:1-10).
10. Personas que huyen de la presencia de Dios no reconocen que son responsables por el sufrimiento de los otros. Jonás, huyendo de la presencia de Dios, era responsable por la tempestad. Mientras otros estaban angustiados, él estaba durmiendo (1:5).
11. El siervo de Dios que quiere huir de Él y de Su voluntad tendrá que pagar el precio. Jonás pagó caro, cuando quiso huir de Dios. Experimentó una tempestad, trajo peligro a los marineros, fue lanzado al mar y pasó tres días dentro del pez. Él también sufrió depresión y autocompasión ((1:4-17; 4:1-9).
12. Dios busca a la persona que huye de Él. Él buscó a Jonás cuando estaba queriendo huir de Su presencia (1:17; 3:1).
13. Dios es omnipresente y omnisciente. Jonás no podía escapar de Dios, saliendo para el océano. Dios está en todo lugar. (Lea Sal 139:1-18.)
14. La esperanza es ofrecida, la salvación depende de aceptación. Los habitantes de Nínive oyeron, creyeron (3:5) y se arrepintieron. Dios libró a la ciudad del castigo. El mensajero de Dios no es responsable por la reacción, pero es responsable por clamar.
15. El predicador debe predicar sobre toda la Palabra de Dios. Jonás solo predicaba sobre el juicio (3:4). Él conocía la misericordia de Dios (4:1) y falló en no hablar sobre eso.
16. Los deseos de Dios son diferentes de los deseos de los seres humanos. Las personas que son odiadas por los siervos de Dios son amadas por Dios y son objeto de Su salvación. Los enemigos de Jonás eran personas que Dios quería salvar (1:1-2; 4:2-11). El corazón de Dios, al perdonar a los paganos arrepentidos, contrasta con el espíritu de Jonás que era pequeño, lleno de preconceptos y no dispuesto a perdonar.
17. Dios es omnipotente y domina el mundo entero: el cielo, el mar, la tierra, los animales y los seres humanos. Él mandó la tempestad (1:4), calmó el mar (1:15), preparó un gran pez para tragar a Jonás (1:17), hizo crecer una planta (4:6), mandó un gusano a atacar la planta y mandó un viento caliente del Este.
18. El hombre pecador necesita de Dios y es incapaz de salvarse. La condición desesperada y desamparada de Jonás en el vientre del pez (1:17-2:9) es semejante a la del hombre pecador. Jonás no podía salir solo del vientre del pez, y el pecador no puede salvarse a sí mismo del poder del pecado. Solamente Dios puede salvarlo.
19. Dios es el Salvador de la persona que está de acuerdo con Él, confía en Él y admite que no puede escapar de Su juicio. Dios salvó a Jonás después que el confesó su confianza en Él (2:2-9).
20. El reluctante siervo de Dios necesita valorar lo que Dios valora: personas. Jonás no valoró a los habitantes de Nínive, porque eran enemigos de Israel. El dio valor a la planta que le dio una sombra, mientras Dios dio valor a las personas (4:9-11).
21. Dios quiere un siervo dispuesto a obedecer. Cuando Dios dio una orden a Jonás, él esperaba obediencia (1:1-4; 3:1-2).
22. El siervo que obedece de mala voluntad no disfruta de alegría en el servicio del Señor. Jonás obedeció a Dios con mala voluntad y quedó con rabia después de la salvación de Nínive (4:1-4, 8-9).
23. Dios es un Dios de amor y compasión, siempre dispuesto a perdonar y salvar tanto a las personas que hacen parte de Su pueblo como a las que son de otras naciones. Dios estaba dispuesto a perdonar tanto al profeta Jonás, que no estaba dispuesto a obedecerle, cuanto a los moradores de Nínive, llenos de maldad.
24. El hombre puede ser honesto con Dios hasta cuando tiene rabia de Él. Dios dejó que Jonás expresara sus sentimientos de rabia (4:3-4).
25. El profeta tiene la misión de denunciar que la malicia y la maldad de los hombres han subido hasta Dios. La tarea dada a Jonás permanece para el profeta de hoy (1:2; 3:2).
26. Debe haber la preocupación de cambiar la ciudad con la proclamación del juicio y salvación de Dios. La proclamación de Jonás trajo arrepentimiento (3:1-9).
27. La resurrección de Jesús fue simbolizada por los tres días y tres noches que Jonás pasó en el vientre del gran pez (Mt 12:39-41; 16:4; Lc 11:29-30).
PREGUNTAS
Reino Parcial
TEXTO: 2 Reyes 18 - 25
ESTRUCTURA:
❖ Contexto:
Israel, el Reino del Norte, fue castigado por Dios y conquistado por los asirios. La causa del castigo fue que los israelitas pecaron contra Dios, adoraron a otros dioses y siguieron las costumbres de los pueblos que Dios había expulsado de la tierra. Dios había mandado mensajeros y profetas a Israel, pero ellos no los oyeron ni se arrepintieron. Entonces muchos de Israel fueron llevados cautivos para Asiria y los asirios fueron a vivir a Israel. En Samaria hubo un culto mixto, donde los samaritanos adoraban a Dios y, al mismo tiempo, adoraban ídolos y otros dioses.
Con la caída de Israel, sólo quedó el Reino de Judá. Todos los reyes fueron de la familia de David. El valor de cada rey de Judá era determinado mediante una comparación con dos de los reyes anteriores: el rey David, que se mantuvo firmemente apegado a la alianza con Dios, y el rey Jeroboam, de Israel, que abandonó el pacto.
Judá, el Reino del Sur, experimentó un espiral de decadencia, interrumpido por las reformas dirigidas por los reyes Asa, Josafat, Joás, Ezequías y Josías. Judá tuvo 20 reyes. Ocho fueron buenos. Este reino duró 390 años.
❖ Personajes-clave: Los reyes Ezequías y Josías y los profetas Isaías y Jeremías.
❖ Lugar-clave: Jerusalén.
❖ Repeticiones-clave:
-- Reyes imitadores de David: Ezequías y Josías.
-- Reyes imitadores de los reyes de Israel, pecando y haciendo que el pueblo pecara también: Manasés, Amón, Joacaz, Joacín, Joaquín y Zedequías.
-- Profetas, portavoces de Dios: Isaías, Jeremías, Hulda, Ezequiel y profetas cuyos nombres no son mencionados.
-- Padres e hijos teniendo diferentes maneras de relacionarse con Dios: Jotam, hizo lo que era recto delante de Dios (2 R 15:34), pero su hijo Acaz era injusto y perverso (2 R 16:2-3). Ezequías hizo lo que agradó a Dios (2 R 18:3) pero su hijo Manasés pecó contra Él (2 R 21:2-9). Amón era idólatra (2 R 21:19-22) pero su hijo Josías sirvió a Dios (2 R 23:24-25), pero el hijo de Josías, Joacaz, hizo cosas malas (2 R 23:32).
-- Ataques de los enemigos: uno del rey de Asiria y tres ataques de Nabucodonosor.
❖ Sentimientos-clave:
-- La piedad de los reyes Ezequías y Josías; pero la malicia y la arrogancia de los otros reyes.
-- El orgullo y el desprecio de los asirios cuando amenazaron Jerusalén.
-- El realismo y la angustia de Jeremías.
-- La calamidad de la nación de Judá.
-- El orgullo, el poder y la barbaridad de Babilonia.
❖ Problema-inicial: Cuando aconteció la caída de Israel, Ezequías era el rey de Judá.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
El Rey Ezequías y el Profeta Isaías
-- Ezequías, rey de Judá, siguió el ejemplo de David. Él destruyó los lugares paganos de adoración y obedeció a Dios en todo (2 R 18:1-12).
-- Los asirios amenazaron Jerusalén, el profeta Isaías dio consejos al rey Ezequías y Dios defendió a Jerusalén (2 R 18:13 — 19:37).
-- Ezequías quedó enfermo y fue curado (2 R 20:1-19; 2 Cr 32:24-26; Is 38:1-8, 21-22).
-- Ezequías murió (2 R 20:21).
Dos Reyes Impíos: Manasés y Amón
-- El rey Manasés tenía doce años cuando quedó como rey de Judá. Gobernó cincuenta y cinco años. Él pecó contra Dios, construyó lugares paganos de adoración y hasta quemó a su hijo en sacrificio, y mató a muchas personas inocentes (2 R 21:1-18).
-- El ejército asirio invadió Judá, hizo prisionero a Manasés y lo llevó para Babilonia. En su sufrimiento, Manasés se arrepintió y Dios dejó que él volviera para Jerusalén y fuera rey nuevamente. Entonces, Manasés sirvió al Señor (2 Cr 33:10-17).
-- El rey Amón gobernó solamente dos años e hizo cosas malas (2 R 21:19-26).
Josías y la Reforma Religiosa
-- El rey Josías tenía ocho años cuando se tornó rey de Judá. Él hizo lo que agradó a Dios y siguió el ejemplo de David. Hizo la reforma del Templo, donde encontró el Libro de la Ley, e hizo reformas religiosas. Sirvió a Dios con todo su corazón (2 R 22:1-23:30; 2 Cr 34:1 — 35:26).
-- En la época del fin de Judá, Jeremías era profeta allí.
-- Jeremías empezó su ministerio (Jer 1:1-8)
-- El mensaje de Jeremías dado en el portón del Templo (Jer 7:1-11)
-- Jeremías prohibido de casarse (Jer 16:1-4)
-- La lección visual del vaso del alfarero reveló que el vaso con defectos puede ser rehecho cuando todavía está mojado (Jer 18:1-4); pero, después que ya está seco, al vaso con fallas sólo le resta ser quebrado y echado a la basura (Jer 19:10-11).
-- La Palabra de Dios era como un fuego en el corazón de Jeremías (Jer 20:9).
-- Jeremías anunció las palabras de Dios contra las autoridades y los líderes espirituales. Él condenó a las autoridades (Jer 23:1-15).
-- El rey Josías fue muerto por los egipcios (2 Cr 35:20-25).
-- Jeremías defendió la sumisión a Babilonia, pero no tuvo éxito (Jer 25:1 — 26:20).
La Ruina de Jerusalén
-- El rey Joacaz gobernó tres meses e hizo cosas malas (2 R 23:31-35).
-- El rey Joacín reinó once años e hizo cosas erradas. Durante su reinado, Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió Judá (23:36 — 24:7). (En la primera invasión, no hubo resistencia, esto fue en el primer año de Nabucodonosor, 605 a.C.).
-- Durante tres años, Joacín fue dominado por Nabucodonosor, pero después se rebeló (24:1).
-- Joaquín reinó tres meses e hizo lo que era malo. El ejército de Babilonia marchó contra Jerusalén, sitió y conquistó la ciudad (2 R 24:7-11).
-- Nabucodonosor llevó prisionera a la nobleza de Jerusalén y todos los tesoros del Templo y del palacio. Quedaron en Judá solamente las personas más pobres (24:12-16). (En la segunda invasión, Jerusalén fue conquistada, se dio en el 8º año de Nabucodonosor, 597 a.C.)
-- Nabucodonosor colocó a Sedequías como rey de Judá. Sedequías hizo cosas malas (24:17-19).
-- La lección visual del yugo de madera que Jeremías puso en su cuello (Jer 27:1-15).
-- El profeta Hananías quitó el yugo del cuello de Jeremías. Jeremías profetizó la muerte de Hananías (Jer 28:1-17).
-- El rey Sedequías se rebeló contra Nabucodonosor, rey de Babilonia. Éste vino y atacó Jerusalén (2 R 24:20 — 25:1).
-- Cuando el ejército de Babilonia rodeaba a Jerusalén, Jeremías estaba preso. Dios habló con Jeremías e hizo promesas de un futuro próspero para Jerusalén (Jer 32:1-44; 33:6-13).
-- Nabucodonosor, rey de Babilonia conquistó la ciudad de Jerusalén (2 R 25:1-5; 2 Cr 36:13-21; Jer 39:1-10; 52:4-11).
-- Los babilonios mataron a los hijos de Sedequías delante de él, le sacaron sus ojos y lo ataron con cadenas (2 R 25:6-7).
-- El Templo fue destruido y el pueblo fue llevado prisionero para Babilonia (2 R 25:8-30). (En la tercera invasión, Jerusalén fue destruida y sucedió en el 18º año de Nabucodonosor, 587 a.C.)
-- La carta de Jeremias a los exilados (Jer 29:1-32).
❖ Situación-final: Dios quedó tan airado con el pueblo de Jerusalén y de Judá, que los apartó de Su presencia. Nabucodonosor conquistó Jerusalén, destruyó todo en la ciudad y llevó al pueblo de Judá prisionero para Babilonia.
NARRATIVA
El Rey Ezequías y El Profeta Isaías
Ezequías era rey de Judá, el Reino del Sur, cuando Israel, el Reino del Norte, fue conquistado por los asirios. Él estaba en su sexto año de reinado, cuando Israel fue conquistado. Él reinó veintinueve años y siguió el ejemplo del rey David. Fue más fiel a Dios que cualquier monarca desde David. Él hizo lo que agradaba a Dios: destruyó todos los lugares paganos de adoración, quebró todos los ídolos que pudo encontrar y confió en Dios. Judá nunca tuvo un rey como él, pues quedó apegado a Dios, sin nunca separarse de Él, y guardó todos los mandamientos dados a Moisés. Por eso, Dios estaba con Ezequías y él tuvo suceso en todo lo que hizo. Le fue bien cuando se rebeló contra Asiria, que dominaba Judá, y conquistó Gaza, una ciudad de los filisteos. Isaías era un gran profeta en esa época y apoyó todo lo que Ezequías hizo (1 R 18:1-12).
Después de Ezequías haber reinado catorce años, el rey de Asiria atacó todas las ciudades de Judá, que eran rodeadas por murallas y las conquistó. Ezequías intentó salvar su Capital, pagando enormes cantidades de oro y plata. Sin embargo, a pesar del pago, los asirios continuaron su marcha sobre Jerusalén. Los ministros de Ezequías salieron de la ciudad para conversar con el jefe de los comandantes de los asirios. El portavoz asirio gritó para los dignatarios judíos, en hebreo para que todos los soldados que se encontraban cerca de las murallas de la ciudad pudieran oír: “¿En qué estás depositando tu confianza? ¿Quién piensas que te va a ayudar en tu rebeldía contra el rey de Asiria? ¿Por acaso me vas a decir que confías en el Señor, tu Dios? ¡No piensen que Dios los salvará! ¿Será que los dioses de las otras naciones las salvaron del rey de Asiria? ¿Qué los hace pensar que Dios puede salvar Jerusalén de su poder?”
Los ministros de Ezequías dijeron al portavoz asirio: “Habla en arameo, pues nosotros lo entendemos; no nos hables con nosotros en lengua de Judá, pues todas las personas que están en las murallas están escuchando”.
El portavoz asirlo les respondió: “Fue al pueblo que está sentado sobre las murallas y que está condenado, como ustedes, a comer sus excrementos y a beber la propia orina que mi señor mandó decir esas cosas”. Entonces gritó bien fuerte: “Escuchad la palabra del gran rey de Asiría: no se dejen engañar por Ezequías que los engaña, diciendo: ¡Dios nos salvará! Entre todos los dioses de las naciones, ¿cuáles libraron su tierra de mi mano, para que su Dios pueda salvar a Jerusalén?” (18-19-34).
Al oír esas cosas, el rey Ezequías rasgó sus ropas, se cubrió de paño de saco y fue al Templo de Dios. Él mandó un mensaje al profeta Isaías: “Hoy es un día de angustia, de castigo y de oprobio. El rey de Asiria nos mandó el jefe de su ejército para insultar a Dios. Que Dios escuche esos insultos y castigue quien los dijo. Por lo tanto, ora a Dios por las personas de nuestro pueblo que aún están vivas”.
El rey Ezequías oró: “Nuestro Dios, sálvanos de los asirios, para que todas las naciones del mundo sepan que solo tú, oh Señor, eres Dios”.
El profeta Isaías reveló al rey Ezequías que Dios iba a hacer que el rey asirlo oyera una noticia que lo haría volver a su tierra, y Dios iba a hacer que fuera muerto allí (2 R 19:1-34; Is 37:1-38).
La profecía de Isaías se realizó. Una noche, después que Ezequías había orado, una peste aniquiló al ejército asirio, matando a 185.000 hombres, y así Jerusalén fue salva. El rey de Asiria volvió a Nínive y dos de sus hijos lo mataron (19:35-37).
El rey Ezequías se enfermó y casi se murió. El profeta Isaías fue a visitarlo y dijo: “Dios dice: Ordena tus cosas, porque vas a morir.”
Al retirarse, Ezequías oró fervorosamente, pidiendo a Dios para vivir un poco más. Antes mismo de abandonar el palacio, Isaías supo que él viviría aún por más quince años. Ezequías quedó muy satisfecho.
Sin embargo, Ezequías no agradeció a Dios, pues era orgulloso. Por eso, Dios quedó enojado con él, con el pueblo de Judá y con los habitantes de Jerusalén. Ahí Ezequías se arrepintió del orgullo, como también los habitantes de Jerusalén. Entonces el Señor sólo castigó al pueblo después de la muerte de Ezequías (2 R 20:1-11; Is 38: 1-8, 21-22).
Poco después de la mejoría de Ezequías, el hijo del Rey de Babilonia fue a visitarlo. Ezequías, impresionado por la atención de una nación mucho más poderosa que la suya, le mostró todos sus tesoros. Isaías reprehendió al rey, y le dijo que llegaría el tiempo en que todo aquello que exhibió al hijo del rey sería llevado para Babilonia, y sus hijos serían siervos del palacio del rey de aquella nación (2 R 20: 12-19; Is 39:1-8).
Ezequías quedó muy rico y recibió muchos homenajes. Él se tornó dueño de mucho ganado y de muchos carneros. Él mandó cavar en el lado oeste de Jerusalén un túnel para llevar agua para dentro de la ciudad. Ezequías tuvo éxito en todo lo que hizo. Cuando el rey Ezequías murió, el pueblo de Judá y los moradores de Jerusalén le prestaron homenajes. Y su hijo Manasés quedó en su lugar como rey (2 Cr 32:24-33).
Dos Reyes Impíos: Manasés y Amón
El hijo de Ezequías, Manasés, tenía doce años cuando se tornó rey de Judá. Gobernó cincuenta y cinco años. Él pecó contra Dios, siguiendo las costumbres de las naciones que Dios había expulsado de la tierra, conforme los israelitas avanzaban. Manasés llevó el pueblo de Judá a cometer pecados aún peores que aquellos cometidos por las naciones que Dios había destruido. Él reconstruyó lugares paganos de adoración que Ezequías, su padre había destruido. Levantó altares a Baal. Hasta quemó a su hijo en sacrificio. Practicó encantamientos y la adivinación, estableció necromantes y adivinos y multiplicó las acciones que Dios considera malas. Manasés mató a tantas personas inocentes, que las calles de Jerusalén quedaron inundadas de sangre (2 R 21:1-18).
Dios habló, por intermedio de sus profetas: “Ya que Manasés cometió esas abominaciones e hizo pecar a Judá con sus ídolos, he aquí que hago caer sobre Jerusalén y sobre Judá una desgracia tan grande, que todos aquellos que oyeren contar a respecto de ella quedarán aterrados. Pasaré sobre Jerusalén el mismo cordel que pasé sobre Samaria. Limpiaré Jerusalén de su pueblo como se limpia un plato que se da vuelta para abajo después de haberlo limpiado. Voy a entregarlos en las manos de sus enemigos” (2 R 21:10-15).
El Señor habló con Manases y con su pueblo, pero ellos no le dieron atención. Por eso, Dios dejó que los comandantes del ejército asirio invadieran el país de Judá. Ellos aprisionaron a Manasés con ganchos, lo amarraron con cadenas y lo llevaron prisionero a Babilonia. En su sufrimiento, Manases oró con fervor al Señor. Él se arrepintió delante del Dios de sus antepasados. Dios oyó su oración, lo dejó que volviera para Jerusalén y fuera rey de nuevo. Entonces Manasés declaró que el Señor es Dios. Él retiró del Templo las imágenes de los dioses paganos y el ídolo que había colocado allá, derribó los altares que había mandado construir en el monte donde quedaba el Templo y en otros lugares de Jerusalén y los lanzó fuera de la ciudad. Reparó el altar del Señor, ofreció sacrificios de paz y ofrendas de gratitud en él y ordenó al pueblo de Judá que adorara al Señor, el Dios de Israel (2 Cr 33:10-17).
El hijo de Manases, Amón, tenía veintidós años cuando quedó como rey de Judá- Él gobernó solamente dos años y, como su padre, hizo cosas malas. Siguió en toda la conducta de su padre. Él fue muerto por sus oficiales en el palacio (2 R 21:19-26).
Josías y la Reforma Religiosa
El hijo de Amón, Josías tenía ocho años cuando se tornó rey de Judá. Él gobernó treinta y un años, hizo lo que agradó a Dios y siguió el ejemplo de David.
Sofonías, Nahum y Habacuc profetizaron en la época del rey Josías.
Al completar dieciocho años, Josías ordenó que el Templo fuera reconstruido. En el Templo los trabajadores encontraron el Libro de la Ley. Safán, el secretario del Templo, llevó el libro a Josías y lo leyó para él. Al oír la lectura, Josías verificó que Judá había transgredido todas las Leyes dadas por Dios. Rasgó sus ropas en señal de tristeza y envió a sus oficiales para que fueran a consultar a Hulda, una profetisa, para descubrir se habría alguna manera por medio de la cual podrían evitar el castigo de Dios. Ella no dio esperanza, avisando que Dios enviaría las desgracias mencionadas en el Libro de la Ley, porque Judá lo había abandonado y había adorado a otros dioses. Sin embargo, porque el rey Josías se había arrepentido al escuchar la lectura del Libro de la Ley, nada sucedería hasta después de su muerte” (2 R 22:1-20; 2 Cr 34:1-28).
Josías reunió a todas las autoridades de Judá y leyó delante de ellos el Libro de la Ley. Después él hizo el juramento solemne de que obedecería a Dios y a todos sus mandamientos, con toda honestidad y sinceridad. Y todo el pueblo prometió cumplir este pacto (2 R 23:1-3).
Josías hizo reformas religiosas en Judá. Primero, purificó el Templo, pues hasta dentro de él había tenido inicio el culto a los falsos dioses. Mandó que fueran quitados todos los objetos que habían servido para el culto a los falsos dioses. Demolió la casa de los hombres que se prostituían como parte de los rituales a esos dioses, destruyendo los cuartos del Templo donde se quedaban los hombres, y también las mujeres, que practicaban la prostitución en la adoración a los dioses de la fertilidad. Eliminó también todos los sacerdotes paganos que hacían culto a otros dioses y destruyó sus lugares de cultos. Llegó hasta a exterminar a los sacerdotes de los templos de los lugares altos de Samaria. Extinguió de su reino todos aquellos que intentaban invocar a los espíritus de los muertos. Por primera vez, desde que Judá se había transformado en el Reino del Sur, Dios fue adorado sin rivales (2 R 23:5-29, 2 Cr 34:3-7, 29-33).
Josías ordenó que todo el pueblo conmemorara la Fiesta de la Pascua, de acuerdo como estaba escrito en el Libro de la Ley. Desde la época en que los jueces gobernaban el país, nunca había sido hecha una fiesta de la Pascua por ninguno de los reyes de Israel o de Judá (23:21-23).
Ni antes ni después de Josías hubo rey alguno que, como él, se hubiera vuelto para Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su fuerza, con toda fidelidad a la Ley de Moisés (2 R 23:24-30).
Infelizmente, las reformas hechas por Josías murieron con él. Los reyes que lo sucedieron pecaron a los ojos de Dios e hicieron cosas erradas, que no lo agradaron (2 R 23:31-37).
En la época del fin de Judá, Jeremías era profeta allí. El ministerio de Jeremías duró casi 50 años. A los veinticinco años, sintió la vocación para ser un profeta de Dios. Cuando Josías era rey de Judá, el Señor habló con Jeremías. Y habló nuevamente cuando Joacín, hijo de Josías, era rey. Después de eso, Dios habló con Jeremías muchas veces, hasta el tiempo en que el pueblo de la ciudad de Jerusalén fue llevado como prisionero para lejos de su tierra.
Cuando Josías estaba en el año trece de su reinado en Judá, el Señor habló con Jeremías: “Antes de tu nacimiento, cuando todavía estabas en el vientre de tu madre, yo te escogí y te separé para que fueras un profeta para las naciones.”
Jeremías respondió: “Señor, no sé cómo hablar, porque soy muy joven.”
El Señor respondió: “No digas que eres muy joven, pero anda y habla con las personas a quien yo te envíe y diles todo lo que yo te mande. No tengas miedo de nadie, porque yo estaré contigo para protegerte. Soy yo, el Señor, quien está hablando” (Jer 1:1-8).
Jeremías empezó su ministerio seis años antes de la muerte del rey Manasés, el cual reinó durante 50 años y llevó al pueblo de Judá a cometer pecados. Después de la muerte de Manasés, Jeremías se sintió feliz con las reformas religiosas del gobierno de Josías. Él apoyó las reformas con entusiasmo, pero se dio cuenta que eso no estaba cambiando el corazón del pueblo.
El Señor mandó que Jeremías fuera al portón del Templo y declarara el mensaje de Dios.: “Cambien de vida, cambien su manera de ser, y yo dejaré que ustedes continúen viviendo aquí. No confíen más en estas palabras mentirosas: ¡Nosotros estamos seguros! Este es el Templo del Señor. Cambien de vida y dejen de hacer lo que están haciendo. Sean honestos los unos con los otros. Paren de explorar a los extranjeros, a los huérfanos y a las viudas. No maten más personas inocentes en este lugar. Y dejen de adorar a otros dioses, porque eso va a acabar con ustedes. Si ustedes cambian de vida, dejaré que sigan viviendo aquí, en la tierra que les di para siempre a sus antepasados. ¡Miren! Ustedes están confiando en palabras mentirosas y sin valor. Ustedes roban, matan, cometen adulterio, juran para cubrir mentiras, ofrecen sacrificios a Baal y adoran a otros dioses que ustedes no conocían en el pasado. Hacen cosas que yo detesto, después vienen y se ponen delante de mi presencia, en mi propio Templo, y dicen: ¡Nosotros estamos seguros! ¿Será que ustedes están pensando que mi Templo es un abrigo de ladrones? Yo he visto lo que ustedes están haciendo. Soy yo, el Señor quien está hablando” (Jer 7:1-11).
El Señor Dios habló con Jeremías y dijo: “No te cases, ni tengas hijos en este lugar. Yo te voy a decir lo que sucederá con los hijos y las hijas que nazcan aquí, y también con las madres que los tengan y con los padres que los generen. Ellos morirán de enfermedades horribles. Nadie llorará la muerte de ellos, y no serán enterrados. Quedarán desparramados por el suelo como estiércol. Serán muertos en la guerra o entonces morirán de hambre, y sus cuerpos serán comidos por las aves y por los animales salvajes” (Jer 16:1-4).
La lección visual de Jeremías del vaso del alfarero revela que el vaso con fallas puede ser rehecho cuando aún está mojado (Jer 18:1-4); sin embargo, después de ya estar duro, el vaso con fallas sólo puede ser quebrado y echado a la basura (Jer 19:10-11). Jeremías anunció que el tiempo para arrepentimiento pasaría y que Dios haría caer una terrible desgracia sobre los israelitas como castigo por sus pecados. Jeremías amaba a su pueblo. No era por placer, pero por obligación, que él anunciaba que Dios castigaría a los israelitas. La palabra de Dios era como un fuego en su corazón, y él no podía quedarse callado (Jer 20:9).
Jeremías anunció las palabras de Dios contra las autoridades y los líderes espirituales. Él condenó a las autoridades: “¡Ay de ustedes, autoridades, que dejan que mi pueblo sea muerto y desparramado! Ustedes no cuidaron de mi pueblo, pero lo desparramaron y lo hicieron huir. Ahora yo los castigaré por causa de las maldades que han hecho” (Jer 23:1-3).
Jeremías repitió las palabras de Dios sobre los profetas y los sacerdotes: “Los profetas y los sacerdotes no quieren saber de mí; yo los sorprendí haciendo el mal en el propio Templo. Yo haré que ellos tropiecen y caigan. Haré que la desgracia venga sobre ellos. Yo veo que los profetas de Jerusalén cometen adulterio, dicen mentiras, ayudan a los otros a hacer el mal, y así nadie deja de hacer lo que es errado. Yo haré que ellos coman hierbas amargas y beban agua envenenada, porque diseminaron la incredulidad por el país entero” (Jer 23:9-15).
Después que el rey Josías ya había terminado de poner en orden el Templo y el culto, el rey Necao, de Egipto, marchó con su ejército para luchar en Carquemis. Josías salió con su ejército para luchar contra él. Los soldados egipcios tiraron flechas contra Josías y lo mataron. Todo el pueblo de Judá y de Jerusalén lloró su muerte. El profeta Jeremías compuso una canción de entierro en honra de Josías (2 Cr 35:20-25).
Dos años después de la muerte de Josías, Babilonia tomó el control de la Asia Occidental. Desde entonces, Jeremías defendió la sumisión a Babilonia, pero no tuvo éxito. Las autoridades y el pueblo no recibían bien los mensajes de Jeremías. Él fue considerado un traidor. Fue rechazado, perseguido y preso (Jer 25-28).
La Ruina De Jerusalén
El profeta Habacuc se sentía perturbado acerca de la intensa maldad de Judá. La respuesta de Dios fue que los babilonios serían la vara que Dios usaría para castigar y azotar a Judá delante de los propios ojos de Habacuc. El profeta no entendió cómo Dios podía usar a Babilonia, una nación de peores maldades, para castigar a Judá, un pueblo malo, pero mejor que ella. Dios respondió que el justo vivirá por la fe. Habacuc hizo una afirmación: “Aunque las higueras no produzcan frutas, y las parras no den uvas; aunque no haya aceitunas para cosechar ni trigo para coger; aunque no haya más ovejas en los campos, ni ganado en los corrales, así mismo yo daré gracias al Señor y alabaré a Dios, mi Salvador. El Señor, el Dios Eterno, es mi fortaleza. Él torna mi caminar firme como el de una cierva y me lleva para las montañas, donde estaré seguro (Hab 1-3).
Después del rey Josías, hubo cuatro reyes en Judá, durante veintiún años de apostasía religiosa y debilidad política. Se tornó inevitable la caída de Jerusalén y el exilio. Joacaz, el hijo de Josías, gobernó tres meses e hizo cosas malas (2 R 23:31-35).
Después de Joacaz, reinó Joacim, que tenía veinticinco años cuando empezó a reinar y reinó once años. Joacim hizo cosas erradas (2 R 23:35-37). El profeta Jeremías escribió el mensaje de Dios en un rollo. Cuando el mensaje fue leído delante del rey Joacim, el rey cortó el rollo en pedazos y lo tiró al fuego y mandó que arrestaran a Jeremías (Jer 36:1-26). Después que el rey Joacim quemó el rollo, Dios mandó que Jeremías escribiese de nuevo todo lo que estaba en aquel rollo que el rey había quemado (Jer 36:27).
Durante el reinado de Joacim, el rey Nabucodonosor empezó a reinar en Babilonia. El primer hecho oficial de Nabucodonosor fue destruir a los ejércitos egipcios establecidos allí (Jer 46:2). Los babilonios llegaron hasta Judá y cercaron la ciudad de Jerusalén. Joacim se sometió a Nabucodonosor sin resistir. Fueron llevados algunos objetos de valor que estaban en el Templo y algunos jóvenes intelectuales judíos para Babilonia (Dn 1:2-7). Daniel y sus amigos estaban en el grupo que fue llevado. (Esa 1ª invasión se dio en el primer año de Nabucodonosor, 605 a.C.) Durante tres años Joacim fue dominado por Nabucodonosor, pero después se rebeló (2 R 24:1). Jeremías profetizó que el exilio en Babilonia sería de setenta años (Jer 25:8-14).
Joaquín, hijo de Joacim, tenía dieciocho años cuando empezó a reinar y reinó durante tres meses. Él hizo lo que era malo a los ojos del Señor. El ejército de Babilonia marchó contra Jerusalén, cercó y conquistó la ciudad. Nabucodonosor llevó los tesoros del Templo y del palacio real y llevó cautivos el rey Joaquín, a la nobleza, a los dignatarios, a todos los importantes de la ciudad y a todos los herreros y artífices. Quedaron en Judá solamente las personas más pobres (2 R 24:8-17). (Esa 2ª invasión se dio en el octavo año del reinado de Nabucodonosor, 597 a.C.)
Ezequiel fue uno de los cautivos llevados a Babilonia. Él empezó su ministerio cuando una buena parte de Judá estaba en cautiverio en Babilonia, pero antes de la destrucción de la ciudad de Jerusalén. El profeta Ezequiel predicó mensajes de Dios dirigidas al pueblo que estaba allí en Babilonia y también a los habitantes de Jerusalén.
En lugar de Joaquín, Nabucodonosor colocó a Sedequías como rey de Judá. Él gobernó once años e hizo cosas erradas (2 R 24:18-19; Jer 52:1-3).
Luego después que Sedequías se tornó rey de Judá, el Señor mandó a Jeremías a hacer un yugo de madera con correas de cuero y colocarlo en su cuello. Jeremías dijo al rey: “Pone tu cuello en el yugo del rey de Babilonia. Sírvelo, y también a su pueblo, y el rey vivirá. No den atención a los profetas que dicen que ustedes no deben servir al rey de Babilonia. Ellos los están engañando. El Señor mismo dijo que no envió a esos profetas y que ellos están mintiendo en Su nombre. El resultado será este: Él los expulsará. Ustedes y los profetas que están contando esas mentiras morirán” (Jer 27:1-15).
El profeta Hananías sacó el yugo que estaba en el cuello de Jeremías, lo quebró en pedazos y, en presencia de todo el pueblo, dijo lo siguiente: “El Señor dijo que es así que Él va a quebrar el yugo que el rey Nabucodonosor puso en el cuello de todas las naciones. Él hará eso dentro de dos años.”
Jeremías profetizó a Hananías: “Quebraste un yugo de madera, pero yo voy a poner en lugar de ese un yugo de hierro. ¡Escucha bien, Hananías! El Señor no te envió; ¡estás haciendo este pueblo creer en mentiras! Por eso, el Señor dice que se va a librar de ti. Vas a morir aún este año.” El profeta Hananías murió en el séptimo mes de aquel mismo año (Jer 28:1-17).
Dios quedó tan airado contra el pueblo de Jerusalén y de Judá, que los alejó de su presencia (2 R 24:20).
El rey Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia. Nabucodonosor vino a atacar a Jerusalén con todo el ejército de Babilonia (2 R 25:1-2).
Cuando el ejército del rey de Babilonia cercaba Jerusalén, Jeremías estaba preso en el patio del palacio real. En la prisión, el Señor habló con Jeremías: “Voy a entregar esta ciudad al rey Nabucodonosor, de Babilonia, y a su ejército, y ellos la tomarán. Van a entrar en la ciudad y pondrán fuego en ella. Ellos quemarán las casas donde el pueblo me ha provocado quemando incienso al dios Baal en las terrazas y derramando bebidas como ofrenda a otros dioses. Esta ciudad ha provocado mi ira y mi furor desde el día en que fue construida. Yo resolví acabar con ella por causa de todas las maldades que han sido hechas por el pueblo de Israel y por el pueblo de Judá, por sus reyes y autoridades, por sus sacerdotes y profetas y por el pueblo de Jerusalén. Así como yo traje esta desgracia a este pueblo, también le daré todas las buenas cosas que prometí” (Jer 32:1-44).
Dios hizo otras promesas a Jeremías: “Pero yo sanaré a esta ciudad y a su pueblo y nuevamente le daré salud. Jerusalén será para mí un motivo de alegría, de honra y de orgullo. Es verdad que las ciudades de Judá y las calles de Jerusalén están vacías, sin gente y sin animales. Sin embargo en esos lugares ustedes oirán de nuevo gritos de alegría, gritos de felicidad y la bulla alegre de las fiestas de casamiento. Los pastores aún contarán sus ovejas. Personas van a cantar y traer ofrendas de gratitud a mi Templo. Yo, el Señor Dios, hablé” (Jer 33:6-13).
La ciudad de Jerusalén quedó sitiada por el ejército de Babilonia. Cuando el hambre se agravó y el pueblo no tenía nada más para comer, abrieron una brecha en las murallas de la ciudad. El rey Sedequías y sus guerreros huyeron de noche, pero fueron alcanzados. Sedequías fue preso y llevado a Nabucodonosor. Mataron a los hijos de Sedequías delante de él, le sacaron sus ojos, lo amarraron con correas y lo llevaron a Babilonia. El Templo, el palacio del rey y las casas buenas de Jerusalén fueron destruidos. Las murallas de la ciudad fueron derrumbadas. Los objetos usados en el servicio del Templo fueron llevados. El resto del pueblo de Judá fue llevado para Babilonia como prisionero. Fueron dejadas en Judá apenas las personas más pobres (2 R 25:1-30). (Esa 3ª invasión y la destrucción de la ciudad de Jerusalén se dieron en el décimo octavo año del reino de Nabucodonosor, 587 a.C.)
Jeremías estaba presente cuando el rey Nabucodonosor destruyó a la ciudad de Jerusalén, incendió al Templo y llevó como prisioneros para Babilonia al rey de Judá y gran parte del pueblo. Jeremías escribió una carta a los cautivos en Babilonia. Los avisó que después de setenta años de cautiverio los israelitas volverían y serían de nuevo una nación (Jer 29:10).
LECCIONES APRENDIDAS DE LA NARRATIVA
P R E G U N T A S
Reino En El Exilio
TEXTO: 2 Reyes 24:8-14;
Daniel 1-6;
Jeremías 29:1-23
ESTRUCTURA:
Contexto:
Judá, el reino Del Sur, tuvo veinte reyes durante trescientos y noventa años. Judá experimentó un espiral de decadencia, interrumpida por las reformas dirigidas por los reyes Asa, Josafat, Joás, Ezequías y Josías. Por causa de este espiral de decadencia, donde los reyes, los líderes religiosos y el pueblo estaban pecando cada vez más, siguiendo el ejemplo de los pueblos paganos y adorando a ídolos, Dios quedó enojado con Judá. El Señor Dios continuó a avisarlos por medio de sus profetas, pero ellos se rieron de esos mensajeros y se burlaron de ellos. Finalmente, Dios quedó tan enojado con su pueblo, que no hubo más remedio. Entonces Él hizo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, conquistara y destruyera a Judá (2 Cr 36:14-17).
La primera vez que Nabucodonosor invadió Jerusalén, en 605 a.C., llevó algunos jóvenes intelectuales judíos para Babilonia. Daniel y sus compañeros estaban en el medio de los cautivos llevados para Babilonia. El libro de Daniel cuenta la historia de algunos de los cautivos llevados para Babilonia como prisioneros y cómo ellos fueron firmes en su fe en Dios y obedecieron a Sus leyes, a pesar de las persecuciones y sufrimientos.
❖ Personaje-clave: Daniel
❖ Lugar-clave: Babilonia
❖ Repeticiones-clave:
- Daniel y/o sus amigos sufrieron peligros: de quedar impuros (Dn 1:8); de ser muertos (Dn 2:12); de morir en el horno de fuego (Dn 3:19-30) y en la cueva de los leones (Dn 6:1-22).
- Triunfos de Daniel (Dn 1:9, 20; 2:48-49; 6:2-3).
- Daniel era amado por Dios (Dn 9:23; 10:11, 19).
- Daniel orando (Dn 2:17-18; 6:10; 9:4, 20-23).
- Los destinos de las personas/naciones están en las manos de Dios (Dn 2:20-21, 41; 4:17, 25, 30-37; 7:25-27; 9:20-27).
- El orgullo humano trae el castigo divino: con Nabucodonosor (Dn 4:30-37) y con Belsasar (Dn 5:22-30).
❖ Sentimientos-clave:
- El orgullo y la arrogancia de Nabucodonosor.
- La curiosidad preocupante delante de las visiones y revelaciones de Dios.
- El compromiso con Dios y el coraje delante de los peligros de Daniel y sus amigos.
- El antagonismo de los impíos contra los siervos de Dios.
- El orgullo e irreverencia de Belsasar.
❖ Problema-inicial: Cuando Nabucodonosor invadió a Jerusalén, él llevó como prisioneros personas de la familia del rey. Entre ellos estaban Daniel, Hananías, Misael y Azarías.
❖ Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Los Cautiverios Y La Carta De Jeremías
- Cuando Nabucodonosor invadió Jerusalén (1ª vez en 605 a.C.), llevó como prisioneros personas de la familia del rey y ciudadanos importantes (2 R 24:1; Dn 1:2-3).
- El profeta Jeremías escribió una carta a los judíos que Nabucodonosor había llevado para Babilonia, avisándolos para que construyesen casas, trabajasen para el bien de la ciudad donde estaban y que el cautiverio duraría setenta años (Jer 29:1-32).
Los Jóvenes Israelitas En La Corte De Nabucodonosor
- El rey Nabucodonosor mandó que se escogiesen, entre los prisioneros israelitas, algunos jóvenes que serían entrenados para servir en el palacio (Dn 1:3-7). Entre los escogidos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías (Dn 1:6-7).
- Daniel y sus amigos, para no quedarse impuros, resolvieron no comer de la comida del rey y ni beber el vino que les era servido. Consiguieron la ayuda de Aspenaz, el responsable por su instrucción (Dn 1:8-17).
- Después de tres años de entrenamiento, Daniel y sus amigos quedaron trabajando en el palacio (Dn 1:18-21).
Daniel Y Sus Amigos Israelitas; Autoridades En La Corte De Nabucodonosor
- Daniel interpretó la visión de Nabucodonosor sin que éste le contara su sueño (Dn 2:1-45).
- Después de interpretar la visión del rey, Daniel y sus compañeros recibieron posiciones de alta autoridad (Dn 2:46-49).
- El rey mandó que hicieran una estatua de oro y mandó que todos se arrodillaran y la adoraran (Dn 3:1-7). Los compañeros de Daniel desobedecieron a la orden del rey (Dn 3:8-18) y fueron lanzados al horno de fuego, pero fueron salvos del fuego (Dn 3:19-30).
- Nabucodonosor tuvo un sueño con un árbol grande (4:1-18) y Daniel explicó el sueño (Dn 4:19-27).
- Nabucodonosor quedó loco como castigo por el orgullo (Dn 4:29-34).
- Después de siete años, Nabucodonosor alabó a Dios, su juicio volvió y recibió de nuevo su reino (Dn 4:35-37).
El Banquete Del Rey Belsasar
- En un banquete del rey Belsasar, apareció la mano de un hombre que empezó a escribir en la pared. Daniel explicó las palabras misteriosas escritas en la pared (Dn 5:1-31).
- En aquella misma noche Belsasar fue muerto, y Darío, el rey del país llamado Media empezó a reinar en su lugar (Dn 5:30-31).
Daniel, El Rey Darío Y La Cueva De Los Leones
- En el primer año del reinado de Darío, Daniel se esforzó para entender la profecía hecha por Jeremías de los setenta años que Jerusalén quedaría arrasada. Daniel hizo una oración alabando a Dios y confesando los pecados de Israel (Dn 9:1-19).
- Los enemigos de Daniel incitaron al rey Darío a dar orden de que, si alguien hiciera un pedido a cualquier dios o a cualquier otro hombre fuera del rey, esa persona sería echada a la cueva de los leones (Dn 6:1-9).
- Daniel supo de la orden, volvió a su casa, se arrodilló y oró (Dn 6:10-13).
- Darío se vio forzado a mandar que lanzaran a Daniel en la cueva de los leones (Dn 6:16).
- El Ángel de Dios salvó a Daniel de los leones (Dn 6:17-22).
- Como consecuencia de la fidelidad de Daniel, sus opositores, así como sus familiares, fueron muertos; Dios fue exaltado a través de una carta escrita por el rey y Daniel prosperó (Dn 6:22-28).
- Daniel fue un hombre muy amado por Dios (Dn 9:23; 10:11, 19).
❖ Situación-final: Daniel hace parte de un pequeño grupo de hombres famosos en la Biblia, contra los cuales no se tiene nada negativo a decir. Daniel era un hombre muy amado por Dios.
NARRATIVA:
Los Cautiverios Y La Carta De Jeremías
Cuando Nabucodonosor invadió Jerusalén por primera vez en 605 a.C., llevó como prisioneros personas de la familia del rey, de las familias nobles y de los ciudadanos más importantes (2 R 24:1; Dn 1:2-3).
El profeta Jeremías escribió una carta con el mensaje de Dios a los cautivos que Nabucodonosor había llevado para Babilonia (Jer 29:1-29). Dios los orientó: “Construyan casas y vivan en ellas. Cásense y tengan hijos. Ustedes deben aumentar en número y no disminuir. Trabajen para el bien de la ciudad, busquen la paz de la ciudad para donde los desterré como prisioneros. Oren a mí, pidiendo en favor de ella, porque, si ella está bien, ustedes también estarán bien” (Jer 29:1-7).
Falsos profetas que estaban entre los cautivos, decían que el cautiverio sería breve. Jeremías avisó al pueblo que no se dejara engañar por los profetas que decían mentiras, usando falsamente el nombre de Dios (Jer 29:8-9,15,21-23). Jeremías profetizó que el cautiverio en Babilonia duraría setenta años (Jer 29:10).
Jeremías avisó a los cautivos que Dios tiene planes de prosperidad y un futuro lleno de esperanzas para ellos. Si ellos lo invocaren y oraren, Él responderá. Dios prometió que los que lo buscasen irían a encontrarlo. Dios también prometió que juntaría a los israelitas de todos los países y de todos los lugares por donde los dispersó y que los traería de vuelta a la tierra de donde los sacó y llevó como prisioneros (Jer 29:11-14).
Ezequiel está entre los judíos que habían sido llevados para Babilonia como prisioneros. Él era tanto sacerdote cuanto profeta y predicó los mensajes de Dios dirigidos al pueblo que estaba allí en Babilonia.
Los Jóvenes Israelitas en la Corte de Nabucodonosor
El rey Nabucodonosor mandó que se escogieran entre los prisioneros israelitas algunos jóvenes de la familia del rey de Judá, que serían entrenados para servir en el palacio. Los jóvenes escogidos tenían que tener buena apariencia, ser inteligentes y tener fuerza física. Iban a necesitar aprender el idioma y estudiar los escritos de los babilonios. El rey también ordenó que los jóvenes israelitas recibieran la misma comida que él comía y el mismo vino que él bebía (Dn 1:3-7).
Entre los escogidos estaban Daniel. Ananías, Misael y Azarías. Los compañeros de Daniel tuvieron sus nombres cambiados para Sadrac, Mesac y Abed-nego (Dn 1:6-7).
Para no quedar impuros, Daniel y sus amigos resolvieron evitar comer la comida y beber el vino que el rey daba. Ellos no quisieron contaminarse con la comida que no era preparada según la Ley (Lv 17:10-14), y que probablemente era ofrecida a los ídolos de Babilonia. Daniel pidió la ayuda de Aspenaz, el responsable por su instrucción, para no comer comida impura. Aspenaz tenía miedo del rey, porque era él quien había escogido la comida. Si los jóvenes israelitas quedaran menos robustos y saludables que los otros jóvenes, el rey sería capaz de matarlo. Daniel pidió que aquellos responsables por ellos hicieran una prueba. Durante diez días les darían a ellos solamente legumbres para comer y agua para beber. Al final de los diez días harían una comparación entre los israelitas y los jóvenes que comían la comida del rey. Fue hecha la prueba y, pasados los diez días, los cuatro israelitas estaban más robustos y saludables que los que comían la comida del rey. Entonces les fue permitido que ellos comieran legumbres y bebieran agua (Dn 1:8-17).
Dios dio a los jóvenes israelitas un conocimiento profundo y dio a Daniel también el don de explicar visiones y sueños. Después de tres años de entrenamiento, Daniel y sus amigos quedaron trabajando en el palacio (Dn 1:17-21).
Daniel y Sus Amigos Israelitas;
Autoridades en la Corte de Nabucodonosor
Nabucodonosor tuvo unos sueños que lo dejaron tan preocupado que no podía dormir. Muy temprano en la mañana, reunió a todos sus magos, astrólogos y sabios, para que le dijeran el significado de ese sueño, pero resolvió que ellos tenían que contarle cuál era el sueño y también explicar lo que significaba. Los sabios insistieron en que el rey les contara el sueño; pero, el rey respondió que si ellos le contaran el sueño, él sabría que también podrían explicarlo. Los sabios insistieron en que nadie sería capaz de hacer eso. El rey quedó tan furioso que mandó a matar a todos los sabios de Babilonia.
Daniel y sus compañeros estaban incluidos en el grupo que sería muerto. Daniel habló con el rey y pidió tiempo para explicar el sueño. Daniel fue a hablar con sus amigos israelitas, que oraran a Dios, pidiendo que tuviera misericordia de ellos y les mostrara lo que aquel sueño misterioso quería decir. En aquella noche Daniel tuvo una visión, y, en ella, Dios le mostró lo que el sueño quería decir. Entonces Daniel agradeció a Dios.
Daniel fue llevado al rey. Él explicó al rey que no había sabios que pudieran hacer lo que el rey estaba exigiendo, pero que había un Dios que explicaba misterios. Explicó que Dios, por medio del sueño, estaba haciendo saber al rey lo que iría a suceder en el futuro. Daniel contó al rey su sueño y le dio la interpretación del mismo (2:1-45).
Después de interpretar el sueño, Daniel y sus amigos recibieron posiciones de alta autoridad. Nabucodonosor comprendió que el Dios de Daniel debía realmente ser el Señor de todos los dioses. Así, colocó a Daniel como gobernador de la provincia de Babilonia y jefe de todos sus sabios. Cuando fue nombrado gobernador de la provincia de Babilonia, Daniel pidió para que el rey diera el gobierno de otra provincia a sus amigos (2:46-49).
El rey mandó a hacer una estatua gigantesca cubierta de oro y mandó que todos los dignatarios de la corte vinieran para arrodillarse y adorar la estatua. Él avisó que quien no se arrodillara y no adorara la estatua sería lanzado, en la hora, en un horno de fuego ardiente.
Los compañeros de Daniel desobedecieron a la orden del rey. Algunos astrólogos aprovecharon la oportunidad para acusar a los judíos, avisando al rey que Sadrac, Mesac y Abed-nego no lo respetaban y no adoraban la estatua de oro.
Al oír eso, Nabucodonosor quedó furioso y mandó a llamarlos. Él les dio otra oportunidad de adorar a la estatua, caso contrario, serían lanzados al horno de fuego. El rey preguntó: “¿Y quién es el dios que los podrá salvar de mis manos?”
Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron: “Si nuestro Dios quiere, Él puede salvarnos del horno y librarnos de tu poder, oh Rey. Aunque nuestro Dios no nos salve, no prestaremos culto a tu dios y ni adoraremos a la estatua de oro.”
Al oír eso, Nabucodonosor quedó furioso y rojo de rabia y mandó que se calentara el horno siete veces más que lo de costumbre. Después mandó que los soldados lanzaran a los tres jóvenes en el horno. Ellos fueron amarrados y lanzados completamente vestidos. Ellos cayeron amarrados en el medio del horno de fuego. El horno estaba más caliente que nunca, por eso las llamas mataron a los soldados que lanzaron a los tres jóvenes adentro.
De repente, Nabucodonosor se levantó y preguntó muy espantado: “¿No fueron tres los hombres que amarramos y lanzamos al horno? ¿Cómo es que entonces estoy viendo cuatro hombres andando sueltos en el horno? ¡Ellos están paseando allá adentro, sin sufrir nada!” Ahí el rey llegó cerca del horno y gritó: “¡Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Altísimo Dios, salgan y vengan acá!” Los tres salieron y todos los presentes vieron que el fuego no les había hecho ningún daño a ellos o a sus ropas. Los cabellos de su cabeza no habían sido consumidos y ningún olor de quemado se les había pegado. El rey gritó: “¡Que el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego sea alabado! ¡Él envió su Ángel y salvó a sus siervos que confiaron en Él!” (3:1-30).
Nabucodonosor tuvo un sueño con un árbol grande que podía ser visto de cualquier lugar del mundo, pero que fue derribada, pero quedó un pequeño pedazo del tronco y sus raíces en el medio pasto del campo durante siete años. Daniel explicó el sueño. El árbol representaba al rey que se tornó poderoso y su poder se extendía por el mundo entero. Dios castigaría al rey, que sería expulso del medio de los seres humanos y se quedaría viviendo con los animales salvajes por siete años, hasta que reconociera que Dios domina sobre todos los reinos del mundo.
Sucedió como Daniel explicó. El rey estaba paseando en la terraza de su palacio y habló: “Con mi gran poder construí a Babilonia para ser la capital de mi reino, para mostrar a todos mi poder y mi gloria”.
Una voz del cielo respondió: “¡Nabucodonosor! Este reino no es más tuyo. Serás expulso del medio de los seres humanos hasta que reconozcas que Dios domina sobre todos los reinos del mundo y coloca como rey a quien Él quiere”. Nabucodonosor quedó loco y fue expulso del medio de las personas. Empezó a comer pasto como los bueyes y dormía al aire libre. Después que pasaron los siete años, Nabucodonosor miró al cielo, y su juicio volvió y él alabó a Dios. Luego que su juicio volvió y alabó a Dios, recibió otra vez su reino (4:1-37).
El Banquete Del Rey Belsasar
Uno de los reyes después de Nabucodonosor fue Belsasar. En un banquete, el rey Belsasar, de Babilonia, mandó que trajeran las copas de oro y plata que Nabucodonosor, su padre, había traído del Templo de Jerusalén. Estaban usando aquellas copas para beber vino, cuando, de repente, apareció la mano de un hombre y empezó a escribir en la pared. El rey Belsasar quedó pálido de miedo y ordenó que llamaran a los sabios para leer lo que estaba escrito en la pared. La reina-madre le avisó que Daniel podía explicar cosas misteriosas y él fue llamado.
Daniel leyó y explicó las palabras misteriosas en la pared. Las palabras eran “Mene, Mene”, “Tekel” y “Uparsin”. La explicación era: “Mene” quiere decir que Dios contó el número de los días del reino del rey y resolvió terminarlo. “Tekel” representa una unidad de peso y quiere decir que el reino fue pesado en la pesa y pesó muy poco. “Uparsin” quiere decir que su reino será dividido y entregado a los medos y a los persas. En aquella misma noche, los Medos invadieron la ciudad de Babilonia y mataron a Belsasar, poniendo así un fin al imperio babilónico. Darío, el rey de Media, empezó a reinar (Dn 5:1-31).
Daniel, El Rey Darío Y La Cueva De Los Leones
En el primer año del reinado de Darío, Daniel se esforzó para entender la profecía hecha por Jeremías de los setenta años que Jerusalén quedaría arrasada. En señal de tristeza, Daniel vistió saco de paño grosero, se sentó sobre cenizas, ayunó y oró. Él empezó alabando a Dios por su grandeza, poder y misericordia. Después confesó los pecados de los israelitas y reconoció que la causa del castigo de Jerusalén fueron sus pecados. Terminó la oración pidiendo el perdón de Dios para Israel y suplicando en favor de Jerusalén (Dn 9:1-19).
El rey Darío nombró a Daniel como uno de sus ministros. Daniel era más competente que los otros ministros y gobernadores y el rey pensó en ponerlo como la más alta autoridad del reino. Ahí, las otras autoridades, buscaron encontrar un motivo para acusarlo, pero no lo encontraron. Concluyeron que nunca encontrarían un motivo para acusar a Daniel, a menos que fuera algo que tuviera relación con su religión.
Se dirigieron, pues al rey Darío, diciéndole: “Todos nosotros, que ocupamos posiciones de autoridad en el reino, nos reunimos y concordamos en pedirte que des la orden de que, durante treinta días, todos hagan sus pedidos solamente a ti. Si durante ese tiempo alguien hace un pedido a cualquier dios o a cualquier otro hombre, esa persona será lanzada a la cueva de los leones”. El rey firmó la orden y mandó que fuera publicada.
Cuando Daniel supo de la orden, volvió a su casa. En el piso de arriba, había un cuarto con ventanas que daban para Jerusalén. Daniel abrió las ventanas, se arrodilló y oró, dando gracias a Dios. Él tenía la costumbre de hacer eso tres veces por día. Sus enemigos fueron juntos hasta la casa de Daniel y lo encontraron orando a Dios. Ellos se dirigieron inmediatamente al rey Darío, recordándole el decreto que promulgara y avisándole que Daniel no se importara con la orden, pues seguía orando a su Dios tres veces al día.
Al oír eso, el rey quedó muy triste y trató de salvar a Daniel, pero los enemigos recordaron al rey: “De acuerdo con la ley de los medos y de los persas, ninguna orden o ley firmada por el rey puede ser anulada.”
Por fin, Darío se vio forzado a mandar que lanzaran a Daniel en la cueva de los leones, diciéndole, sin embargo: “Espero que tu Dios, a quien sirves con tanta dedicación, te salve.”
El rey volvió al palacio, pero no comió ni durmió y mal el día clareó, se dirigió corriendo para la cueva de los leones y habló: “¡Daniel, siervo de Dios vivo! ¿Será que tu Dios consiguió salvarte de los leones?”
Daniel respondió: “Mi Dios mandó a su Ángel, y este cerró la boca de los leones, de tal modo que no me hicieron mal. Pues Dios sabe que no hice nada en contra de Él. Y también no cometí ningún crimen contra ti.”
El rey, muy alegre, mandó que sacaran a Daniel de la cueva y observó que ningún mal le había pasado. Enseguida el rey mandó que trajeran a los hombres que habían acusado a Daniel, junto con sus familias, y fueron lanzados a la cueva. Aún antes que llegaran al fondo los leones los atacaron.
El rey Darío promulgó otro decreto, por el cual todas las personas de su reino tendrían que respetar y honrar al Dios de Daniel, que lo salvara de los leones (6:1-27).
Daniel continuó a ser una alta autoridad en el gobierno durante el reinado de Darío y después durante el reinado de Ciro, de Persia. Daniel vivió una vida digna y murió en paz cuando ya era bien viejo (Dn 6:28). Daniel hace parte de un pequeño grupo de los famosos en la Biblia contra los cuales no se tiene nada negativo a decir. Daniel era un hombre muy amado por Dios (Dn 9:23; 10:11, 19).
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
P R E G U N T A S
El Remaneciente
TEXTO: Esdras y Nehemías
ESTRUCTURA:
Contexto:
Dios cumplió su promesa de traer a los deportados de nuevo para Jerusalén (Jer 29:14). Setenta años después de la caída de Jerusalén, Ciro, rey de Persia, conquistó Babilonia y permitió a los judíos que regresaran del exilio en Babilonia y reedificaran el templo arruinado (Esd 1:1-11). Entonces, el primer regreso a Jerusalén sucedió en el año 538 a.C. Un período de casi sesenta años se sigue, después de 458 a.C., cuando entonces apareció Esdras (Esd 7:1-10). Él reunió una nueva generación de exilados para que volvieran con él para el segundo regreso a Jerusalén. Se pasaron catorce años, cuando, en 444 a.C., Nehemías reunió el tercer regreso a Jerusalén para reconstruir los muros de la ciudad.
Personajes-clave: Esdras y Nehemías.
Lugar-clave: Jerusalén.
Repeticiones-clave:
Oraciones: de Esdras (Esd 8:21-23; 9:1-10:2; Neh 8:5-6); de Nehemías (Neh 1:4-11; 2:4; 5:19; 6:9,14; 9:6-37; 13:22, 29, 31).
Reconstrucciones: Templo, casas, muro.
Casamientos mixtos condenados (Esd 9:1-4; 10:2, 10-18, 44; Neh 13:23-28).
Oposición a la obra de Dios:
- de la reconstrucción del Templo: enemigos queriendo participar (4:1-2); acusaciones falsas (4:6); interferencia política (5:3-17).
- de la reconstrucción de los muros de la ciudad: escarnio (Neh 4:1-3); agresión física (Neh 4:8); agotamiento por el cansancio (Neh 4:10); rumores (Neh 6:5-8); falsos profetas (Neh 6:10-14); terror (Neh 6:1-14) y sacar provecho de las relaciones familiares (Neh 6:17-19).
Celebración después de la conclusión de una tarea: de los cimientos del Templo (Esd 3:10-13), del Templo (Esd 6:16) y de los muros de la ciudad (Neh 12:27-43).
Sentimientos-clave:
La piedad y la firmeza de Esdras.
La oposición contra lo que beneficiaría a los judíos en Jerusalén.
La inconstancia de los judíos en Jerusalén.
La indignación, con aflicción, de Esdras y Nehemías delante del pecado de los judíos.
La celebración delante de los grandes acontecimientos.
La determinación y la persistencia de Nehemías.
Problema-inicial: Ciro, rey de Persia, capturó Babilonia. En el primer año de su reinado, él promulgó un decreto que permitía que los judíos deportados volvieran a Jerusalén y reconstruyeran el Templo.
Puntos de referencia en la secuencia narrada:
Primer Regreso: Restauración Del Templo
El decreto del Rey Ciro permitió que los exilados volvieran a Jerusalén y reconstruyeran el templo (Esd 1:1-4). El pueblo volvió con regalos de los israelitas que quedaron en Babilonia y del rey Ciro (Esd 1:5-11). Ellos llegaron a Jerusalén (Esd 2:64-70). (El 1º. regreso.)
Los sacerdotes construyeron el altar (Esd 3:1-6).
Los israelitas empezaron la reconstrucción del templo (Esd 3:7-13). Los enemigos hicieron parar la construcción (Esd 4:1-24). Los israelitas recomenzaron a construir (Esd 5:1-2) y permaneció la oposición (Esd 5:3-17). El decreto de Darío confirmó el derecho de reconstruir el templo (Esd 6:1-12).
El templo fue terminado e inaugurado, y la Pascua fue celebrada (Esd 6:13-22).
Segundo Regreso: Esdras
Artajerjes, rey de Persia, envió Esdras a Jerusalén (Esd 7:1-28). (El 2º regreso.)
En la preparación espiritual para la jornada, Esdras mandó buscar levitas, el pueblo ayunó y oró, y los regalos para el Templo fueron entregados a los sacerdotes (Esd 8:15-30). Llegaron a Jerusalén (Esd 8:31-36).
Esdras enfrentó el problema de los israelitas mezclándose con otros pueblos, practicando las costumbres paganas y haciendo casamientos mixtos (Esd 9:1-2). Él oró con mucha tristeza, confesando los pecados de los israelitas (Esd 9:3-15).
Los israelitas lamentaron sus pecados (Esd 10:1-2), hicieron una alianza con Dios (Esd 10:3-5) y los casamientos mixtos fueron deshechos (Esd 10:6-44).
Tercer Regreso: Nehemías Y La Reconstrucción De Los Muros
Nehemías, el copero del rey de Persia, descubrió que los muros de Jerusalén estaban derrumbados (Neh 1:1-3). Él oró por Jerusalén (Neh 1:4-11): pidió autorización al rey Artajerjes para ir a Jerusalén y se preparó para la reconstrucción (Neh 2:9-10). (El 3º regreso.)
Los edificadores de los muros fueron organizados y cada grupo tuvo su parte para reconstruir (Neh 3:1-32).
Hubo mucha oposición a la construcción de los muros. Sanbalat y Tobías hicieron escarnio desanimador (Neh 4:1-6). Los israelitas continuaron reconstruyendo y sus enemigos se juntaron para atacar a Jerusalén y provocar confusión (Neh 4:7-23). Los judíos que explotaban sus compatriotas pobres trajeron el problema de la desunión interna (Neh 5:1-19). Los enemigos Sanbalat, Tobías, Gesem y otros hicieron acusaciones falsas contra Nehemías y los judíos (Neh 6:1-14).
Terminó la edificación de los muros (Neh 6:15-4).
Otras Reformas
Esdras leyó la ley delante del pueblo (Neh 8:1-8), el pueblo festejó al entender la Ley (Neh 8:8-12) y fue celebrada la Fiesta de los Tabernáculos (Neh 8:13-18).
Los israelitas confesaron sus pecados y adoraron a Dios (Neh 9:1-3), reafirmaron la alianza con Él (Neh 9:4-37) y sus líderes firmaron un acuerdo de obedecer y servir a Dios (Neh 9:38-10:39).
Los planes para repoblar la ciudad de Jerusalén (Neh 11:1-24) y locales fuera de la ciudad (Neh 11:25-36).
La dedicación de los muros (Neh 12:27-47).
Los israelitas expulsaron a los extranjeros del medio de ellos (Neh 13:1-3).
Las reformas de Nehemías incluyeron: Tobías fue expulso del templo (Neh 13:4-9), los levitas fueron traídos de vuelta al Templo y fue providenciada manutención para ellos (Neh 13:10-14) y los casamientos mixtos fueron condenados (Neh 13:23-28).
Situación-final: Con el pasar de los años, el pueblo de Jerusalén siguió decayendo en los ideales presentados por Dios, y Esdras, Nehemías y los profetas tuvieron de hacer nuevas reformas.
NARRATIVA:
Primer Regreso: Restauración del Templo
En los setenta años que siguieron a la caída de Jerusalén y al final del reino de Judá, los judíos vivieron exilados en Babilonia. Allá entendieron que habían pecado como nación y los judíos finalmente empezaron a aprender lo que los profetas habían intentado enseñarles, es decir, que deberían adorar solamente a Dios.
Durante los últimos años del imperio babilónico, surgió un nuevo poderoso: Ciro, Rey de los medos y de los persas. Él capturó a Babilonia y su victoria fue recibida con júbilo por los ju-díos. Mal Ciro había conquistado Babilonia, promulgó un decreto que permitía que los judíos deportados volvieran para Jerusalén y reconstruyeran el templo (Esd 1:1-4).
No todos volvieron. Durante los setenta años de exilio, muchos de los que habían salido de Judá habían muerto, y había surgido una nueva generación, que solamente conoció el modo de vida de los babilonios. Muchos prefirieron la seguridad de una vida conocida en Babilonia a los desafíos de reconstruir la nación.
El primer regreso fue del grupo que volvió con regalos que les dieron los israelitas que quedaron en Babilonia y del rey Ciro, que les devolvió todos los tesoros llevados del templo por Nabucodonosor, para que así pudieran ser usados nuevamente en el culto a Dios (Esd 1:5-11).
Un total de cuarenta y dos mil, trescientos y sesenta israelitas volvieron en el primer regreso a Jerusalén. Llevaron una ofrenda de mucho oro y plata para la reconstrucción del Templo (Esd 2:64-70).
Cuando llegaron a Jerusalén, los sacerdotes construyeron el altar de las ofrendas, que eran quemadas al aire libre, enseguida, volvieron a ofrecer todos los sacrificios exigidos por la Ley de Moisés. El pueblo empezó a ofrecer sacrificios a Dios, aún antes que los cimientos del templo empezaran a ser construidos de nuevo (Esd 3:1-6).
Ellos empezaron la reconstrucción del Templo, y cuando los constructores terminaron de poner los cimientos, hubo una gran conmemoración. El pueblo gritaba alto y cantaba alabanzas a Dios, porque la construcción de su nuevo Templo había empezado. Sin embargo, muchos de los ancianos que habían conocido el Templo original lloraban al recordarse de toda su gloria. Nadie podía distinguir los gritos de alegría del rumor de las lamentaciones de los ancianos, pues el ruido de voces se podía oír de lejos (Esd 3:7-13).
Los judíos estaban rodeados por las personas de la tierra: los samaritanos y los otros que ocuparon las tierras deshabitadas en Judá cuando los ciudadanos de Jerusalén habían partido para el exilio. La gente de la tierra ahora se consideraba dueña de los derechos políticos y no el pueblo de Judá recientemente llegado del exilio. Los samaritanos mezclaban la adoración al Dios Verdadero con la adoración a otros dioses. Al mismo tiempo adoraban a Dios y practicaban la idolatría. Los samaritanos se ofrecieron para ayudar en la construcción del Templo. Los israelitas entendieron que si ellos los ayudaran, tendrían el derecho de usarlo para prestar su culto, introduciendo la adoración a los dioses falsos. Los israelitas rechazaron la ayuda de los samaritanos. Entonces los samaritanos hicieron todo lo posible para desanimar a los israelitas y para dejarlos con miedo, para que pararan la construcción. Los enemigos escribieron una carta al nuevo Rey Artajerjes, haciendo acusaciones contra los habitantes de Judá. El rey Artajerjes respondió mandando que pararan las obras. El trabajo de reconstrucción fue interrumpido (Esd 4:1-24).
La vida era difícil para los exilados que habían vuelto. Los profetas Hageo y Zacarías entregaron a los israelitas que estaban en Judá, mensajes que recibieron de Dios (Esd 5:1). De acuerdo a como había dicho Hageo, ellos sembraban mucho y cosechaban poco; no tenían alimento, agua y ropas suficientes y su dinero desaparecía como si sus bolsas estuvieran rotas. Hageo dijo que la causa de todo esto era el hecho de ellos no haber reconstruido el Templo, siendo que había sido para eso que habían vuelto del exilio (Hag 1:1-11).
Debido a los mensajes de Hageo y Zacarías, los israelitas empezaron a reconstruir el Templo. Los profetas de Dios estaban con ellos, dándoles apoyo (Esd 5:1-2). Dios dio coraje y ánimo a todos los que habían vuelto del cautiverio y ellos empezaron a trabajar en el templo (Hag 1:12-15). Volvieron a sufrir la oposición de los samaritanos hostiles (Esd 5:3-17). Éstos mandaron acusaciones al nuevo rey Darío de Persia, pero la respuesta de Darío confirmó el derecho de construir el templo (Esd 6:1-12).
Cuatro años después de reiniciada la construcción, el Templo fue terminado e inaugurado con centenas de sacrificios y una gran conmemoración (Esd 6:13-18). (El Templo se completó en el año 516 a.C.). Luego después del término del Templo, la Pascua fue celebrada (Esd 6:19-22).
Segundo Regreso: Esdras
Pasaron casi sesenta años después del primer regreso, hasta el año 458 a.C., cuando entonces apareció Esdras. Artajerjes, rey de Persia, envió a Esdras a Jerusalén (Esd 7:1-28). Él había dedicado su vida a estudiar y practicar la Ley de Dios y a enseñar todos los mandamientos divinos al pueblo de Israel (Esd 7:10). Reunió una nueva generación de exilados para que volvieran con él en el segundo regreso a Jerusalén.
En la preparación espiritual para la jornada, Esdras mandó a buscar levitas para servir a Dios en el Templo (Esd 8:15-20). El pueblo ayunó y oró pidiendo la orientación y la protección de Dios durante el viaje. Esdras había declarado al rey que Dios protegería a todos los que confiaran en Él. Entonces, tenía vergüenza de pedir al rey una tropa y gente de a caballo para defenderlos del enemigo durante el viaje. Dios atendió a sus oraciones (Esd 8:21-23).
Cuando llegó a Jerusalén, Esdras enfrentó el problema de los israelitas, que estaban mezclándose con otros pueblos, practicando las costumbres paganas y haciendo casamientos mixtos (Esd 9:1-2). El casamiento con extranjeros era prohibido por la Ley, para combatir la idolatría que las mujeres paganas podrían introducir en sus hogares (Dt 7:1-4). Cuando supo de los casamientos mixtos, Esdras rasgó sus ropas, se quedó postrado y, después, de rodillas, oró y lloró amargamente, confesando los pecados de los israelitas. Mientras Esdras estaba arrodillado frente al Templo, orando, llorando y confesando los pecados de los israelitas, un gran grupo se reunió a su alrededor. Y ellos también lloraron amargamente y confesaron su infidelidad a Dios (10:1-2). Ellos hicieron un pacto para obedecer a los mandamientos de Dios. Esdras pasó la noche sin comer pan ni beber agua, porque estaba de luto debido a las infidelidades del pueblo. Los casamientos mixtos fueron deshechos (Esd 10:1-44).
Tercer Regreso: Nehemías y la Reconstrucción de los Muros
Pasaron catorce años después del regreso de Esdras. Nehemías, un judío, era el copero que servía vino al rey de Persia, en todas las horas de comer. Él descubrió que los muros de Jerusalén estaban derribados. Él quedó tan triste que lloró, no comió nada y se quedó orando por Jerusalén (Neh 1:1-11).
Nehemías no pudo esconder del rey su amargura. El rey pensó que él estaba enfermo y le preguntó cuál era el problema. Nehemías contó al rey que el motivo de su tristeza: era que la ciudad de sus padres estaba en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego. Nehemías hizo al rey un pedido para que lo dejara ir a Jerusalén, para que pudiera reconstruirla (Neh 2:1-8).
El rey concedió a Nehemías autoridad para ir a Jerusalén y le entregó algunas cartas dándole autoridad. Nehemías llevó el tercer grupo de regreso. Nehemías llegó a Jerusalén y se preparó para la reconstrucción del muro. Mal había llegado, en el medio de la noche, hizo una inspección de los muros en ruinas. Después de haber hecho una evaluación de lo que sería necesario hacer, se presentó a los líderes de los judíos, para informarles el motivo de su presencia, entregándoles las cartas del rey de Persia. Él desafió a los líderes: “Vean la situación miserable en que estamos: Jerusalén es sólo ruinas, sus puertas fueron consumidas por el fuego. ¡Vengan! ¡Reconstruyamos las murallas de Jerusalén y no seamos más objeto de escándalo! (Neh 2:9-18).
Los vecinos que no eran judíos se mostraron muy enfadados, por el hecho de haber llegado alguien para trabajar en beneficio de los israelitas (Neh 2:10; 19-20).
Los edificadores de los muros fueron organizados y cada grupo tuvo su parte para construir (Neh 3:1-32).
Sanbalat y Tobías, que no eran judíos y eran de una ciudad próxima, hicieron oposición a la obra, hablando con sarcasmo desanimador: “¿Qué tipo de muralla ellos podrán construir? Si una zorra trata de saltar por encima, ¡volverá a derribarla!”
A pesar de los insultos, el pueblo trabajaba con todo su corazón (Neh 4:1-6).
Los israelitas continuaron a reconstruir y sus enemigos se reunieron para atacar a los que estaban trabajando en los muros y provocaron intranquilidad. Los trabajadores, ya desanimados por los enormes montones de piedras, se sentían todavía más alarmados por la amenaza del ataque.
Nehemías vio el miedo del pueblo e hizo esta declaración: “¡No tengan miedo de esa gente! ¡Piensen en el Señor, grande y temible, y combatan por sus hermanos, hijos, mujeres y casas!”
Nehemías dividió los trabajadores en dos grupos: la mitad de los hombres trabajaba mientras los otros se quedaban de guardia, completamente armados. Los trabajadores cargaban materiales de construcción en una mano y en la otra cargaban un arma. Combinaban los lugares donde podrían intercambiarse en el caso de haber algún ataque (Neh 4:7-23).
Los judíos que explotaban a sus compatriotas pobres causaron problemas de desunión interna. Para pagar sus deudas, los pobres tuvieron que vender sus hijos como esclavos para los ricos. Nehemías quedó irritado y reprendió a las autoridades y a los oficiales por explotar a sus hermanos. Las deudas de los pobres fueron perdonadas (Neh 5:1-19).
Los enemigos Sanbalat, Tobías, Gesem y otros hicieron acusaciones falsas contra Nehemías e intentaron atraparlo por medio de trampas. Ellos invitaron a Nehemías para un encuentro pensando en hacerle mal. Él les mandó la respuesta: “Estoy ocupado en un gran trabajo y no puedo bajar”.
Un profeta invitó a Nehemías para esconderse en el Templo porque los enemigos querían matarlo. Nehemías reconoció que no era Dios que los había enviado y respondió: “¿Un hombre como yo tendrá que huir?”
Nehemías era demasiado sagaz y todas las conspiraciones fueron inútiles (Neh 6:1-14).
El liderazgo de Nehemías fue tan eficiente que las murallas quedaron listas en el plazo de cincuenta y dos días. Los enemigos supieron de eso y quedaron desmoralizados, porque todos quedaron sabiendo que el trabajo había sido hecho con la ayuda de Dios (Neh 6:15 — 7:4).
Otras Reformas
Todos se reunieron en Jerusalén y Esdras leyó la Ley delante del pueblo. Cuando abrió el libro, todos se levantaron y se quedaron en pie. Él leyó la Ley desde el nacer del sol hasta el mediodía y todos oyeron con atención. Después, los levitas explicaron la Ley para que el pueblo comprendiera la lectura (Neh 8:1-8).
Cuando oyeron la lectura de la Ley, ellos quedaron tan conmovidos que empezaron a llorar. Entonces Nehemías, Esdras y los levitas dijeron: “¡Cállense: hoy es un día santo! ¡No se aflijan! ¡La alegría del Señor es su fortaleza!” El pueblo festejó al entender la Ley (Neh 8.8-12).
Los israelitas se reunieron para ayunar, confesaron sus propios pecados, las iniquidades de sus padres y adoraron a Dios. Ellos confirmaron la alianza con Dios y los líderes firmaron un acuerdo diciendo que serían fieles a Dios (Neh 9:1 — 10:39).
Los muros de la ciudad fueron levantados antes que cualquier casa dentro de Jerusalén fuera construida. Como no había demasiada gente viviendo dentro de la ciudad para poder defenderla, Nehemías ordenó que sus puertas permanecieran cerradas hasta que el sol ya estuviese bien alto. Los gobernantes se establecieron en Jerusalén y los israelitas que habían sobrado fueron seleccionados a la suerte, debiendo uno de cada diez de ellos vivir en la ciudad (Neh 11:1-36).
En la dedicación de los muros, las autoridades de Judá se reunieron encima de las murallas y fueron organizadas en dos grandes grupos para marchar alrededor de la ciudad, dando gracias a Dios. Un grupo marchaba hacia la derecha y el otro salió hacia la izquierda. La marcha terminó con todos llegando hasta el área del Templo y fueron ofrecidos muchos sacrificios (Neh 12:27-47).
Los israelitas, entendiendo que la Ley ordenaba que se mantuvieran alejados de los extranjeros paganos, expulsaron de su nación a todos los que tenían padres o madres extranjeros (Neh 13:1-3).
Habiendo completado la reconstrucción de los muros, Nehemías volvió para su trabajo con el rey de Persia. Tiempos después, regresó a Jerusalén para descubrir errores graves en medio de los israelitas. A su vuelta, Nehemías inició varias reformas.
Tobías, que había luchado contra la construcción de los muros de la ciudad, debido a un casamiento, tenía parentesco con Eliasib, que era el encargado de los depósitos del Templo. Eliasib había permitido que Tobías usara una sala grande dentro del Templo. Nehemías, al volver, quedó furioso y lanzó todos los muebles de Tobías para fuera de la sala (Neh 13:4-9). Los levitas, que cuidaban de los servicios del Templo, no habiendo recibido sus salarios, abandonaron la Casa de Dios, volviendo para sus haciendas. Nehemías los trajo de vuelta para el Templo y proveyó manutención para ellos (Neh 13:10-13). Nehemías encontró personas que hacían comercio los sábados y dio orden para que no vendieran nada en ese día. El sábado, los portones de la ciudad quedaban cerrados, para evitar que los negociantes entraran y vendieran (Neh 13:15-21). Los judíos, incluyendo un nieto del Sumo Sacerdote, volvieron a casarse con mujeres extranjeras. Los casamientos mixtos fueron condenados (Neh 13:23-28).
Nehemías, otra vez, colocó todo en sus debidos lugares, purificando la nación de las influencias paganas y cuidando para que los servicios del Templo fueran debidamente realizados. Por fin, los remanecientes de Judá se transformaron en una nación consagrada a Dios. Rechazaron la idolatría y el casamiento mixto. Guardaron el sábado. Sin embargo, en poco tiempo, la religión era más formalismo que compromiso con Dios. El profeta Malaquías escribió, pocos años después de la actuación de Nehemías, reprendiendo el formalismo religioso acompañado por la corrupción de los sacerdotes y los pecados del pueblo contra la familia, y su mezquindad para con Dios. Con el transcurso de los siglos, los judíos se volvieron demasiado severos e incapaces de amar.
LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA
P R E G U N T A S